TARTESSOS: CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA

 
                                                     

EL MIEDO Y LA DANZA CÓSMICA DE  SHIVA

 

 Luís Miguel Rico

 

 

 

 

 

Música

on/off

"Ora, Persevera y Labora"

(de la Alquimia)


El miedo es lo que nos separa de Dios. El miedo, el temor, la angustia, la ansiedad. Es el miedo, lo que nos impide fluir, lo que nos separa de los demás, nos separa de nuestros sueños, lo que nos corroe la fe y la confianza. El miedo nos encoge, nos debilita, nos paraliza, nos neurotiza, o nos hace caer en la negligencia, en el desorden de carácter. El miedo nos destruye la estima y la falta de estima nos produce inseguridad y miedos. El miedo puede también venir acompañado de culpa, vergüenza, hostilidad y otros.

 

¿Pero cómo superar el miedo?

La ley de la entropía, la segunda ley de la termodinámica, nos habla de como se mueve la energía, nos explica una tendencia a la degradación de esta. Es decir, el calor, por ejemplo va hacia el enfriamiento. La materia va naturalmente hacia un mayor grado de desorden, degradación o entropía. Necesitamos hacer un esfuerzo para trascender, para crecer.

 

No crecemos  naturalmente, sino con trabajo. Es  revelador que podemos sortear la ley de la entropía. Es también revelador, que ese trabajo puede ser feliz y armonioso y no necesariamente de lucha, de pelea, o dolor. Con el desarrollo del carácter  podríamos hacer las cosas bien y aprender a hacerlas con un manejo del estrés, de la  ansiedad de los miedos. Para ello hay que vigilarse, estar conscientes de cuando nos aparece el miedo. Asegurarnos de que respondemos a la realidad y no a nuestro niño asustado. Nuestro obstáculo, el miedo hay que validarlo, explorarlo, utilizarlo como nuestro aliado, utilizarlo para poner límites, explorar que trata de decirnos, hacerlo nuestro consejero, integrarlo, hacerlo mi espía, mi investigador, mi conciencia. Es el no enfrentarlo, el no validarlo, lo que le otorga poder. Lo que no integramos nos divide y nos separa. Ese miedo puede ser una parte nuestra no atendida, quizás hace muchos, muchos años. La manera de liberarlo es bajar hasta el calabozo donde lo tenemos arrinconado y abandonado y atenderlo y liberarlo. Somos libres en la medida que liberamos a nuestros prisioneros que tenemos en nuestros calabozos interiores. Requiere descifrarnos, expresarnos,  abrirnos, exponernos y descubrirnos. Tocar la llaga para sanar. La libertad se gana desde dentro hacia afuera. ¿Cómo aceptar que si algo te sale mal no es que no sirvas, sino que estas aprendiendo? ¿Como eliminas la neura de la compulsión de que las cosas te tienen que salir perfectas y como por otro lado no caes en  la negligencia, en el desorden de carácter? ¿Cómo enfrentarte a la realidad abierto, vacío, aunque con un criterio, para entregarte a ella y que ella moldee tu intención?  Es un arte de ser industrioso y soltar.

 

Con frecuencia, el miedo se manifiesta como que queremos tener control, no queremos enfrentar la incertidumbre, queremos tenerlo planificado y los resultados predecibles. No estamos dispuestos a enfrentar la incertidumbre, cuando  esta es ley del  universo, como nos dice el principio de la incertidumbre de la física cuántica. Este  principio también llamado de la indeterminación, nos dice que precisamente el intento de observar hace que lo observado altere su posición de manera impredecible.

 

Reflexionemos, un milagro es encontrar resultados que no esperábamos. Al querer tener completo control perdemos la magia que nos brinda este universo. Tener fe es estar conectado con Dios, confiar, saber que somos guiados por Dios y que para estar con él, para aprender a estar con él tenemos que pasar por un proceso que implica disciplina, acción, responsabilidad, proactividad, estar alineados, ser consecuentes.

 

Aprender a manejar nuestros miedos es parte del proceso de lograr armonía. Nos ayuda el orar, confiar e integrar. Con una intención trabajada y no completamente determinada  podemos  enfrentar a la realidad con nuestra experiencia y sabiduría, y  podemos ir creando y dando forma a nuestra intención.

 

Otro principio importante es saber que podemos pedir ayuda a otros. Saber pedir ayuda es también un arte, requiere exponer tu vulnerabilidad, a veces. Requiere humildad.  La fe requiere también desapego. Se pone la intención, se trabaja,  pero se suelta el resultado. Es encontrar el estado de gracia. La gracia siendo aquel estado de conciencia y de sincronicidad donde tus deseos se cumplen de una manera creativa, fácil, en armonía- aunque siempre haya dificultades- pero esta no te tienen a ti, no te dominan, no te afectan hasta el nivel donde te identificas con el problema, te atrapa el miedo y dejas el estado de fe, confianza y gracia. La gracia es el arte de como poner tu intención para cumplir tus deseos, como trabajar creativa y felizmente el proceso de la creación y además hacer que durante el proceso no se apoderen de ti los miedos, sino que sigas en la conexión, en la fe y la confianza. Tu diriges tus acciones, pero a su vez no tratas de controlar los resultados, sino que sabes fluir y abandonarte. Lograr ese balance es el arte de la felicidad.

 

Trabajar la espiritualidad, es decir trabajar la conexión con Dios es fundamental para vencer los miedos. Pero también es requisito pasar por un proceso psicológico de verse, identificarse, explorarse, darse cuenta. Identificar de donde vienen los miedos enfrentarlos, descifrarlos y trascenderlos, identificar las imágenes que nos conectan con esos miedos, como nos dice el Pathwork, es parte del proceso. Las imágenes son conclusiones emocionales que hicimos de niños, concepciones erróneas de la realidad, que son recreadas en el presente, al actuar como un filtro  que nos hacen chocar con la realidad de una manera conflictiva o traumática. Los conflictos o los sentimientos de decepción y vergüenza son provocadas por nuestras imágenes y son señales par identificarlas.

 

No enfrentar la vida desde el miedo, la inseguridad, la lucha, la supervivencia, sino desde la fe, la confianza, la creatividad, la valentía de atreverse, la gracia de hacerlo sin neurosis y sin negligencia, esto es el estado de gracia. Esa armonía entre la disciplina y la flexibilidad, el orden y el abandono, nos permite como en una danza enfrentar la vida con fe, con entrega, con creatividad, con entusiasmo, con pasión, con alegría.

 

Si conectas con tu Ser, si estas alineado, se manifestará en su momento tu manera personal de expresarte, en tu manifestación creativa y esplendorosa. Pero el reto siguiente es hacerlo en armonía y felicidad. Ahora  tendrás que aprender  a bailar. A bailar al ritmo de la danza cósmica de Shiva. Shiva es la diosa hindú cuya imagen tiene numerosos símbolos. Tiene cuatro brazos y dos piernas. En  una mano crea y en la otra suelta, con un pie aplasta al demonio de la ignorancia -el mal esencial- con el otro danza, con otra mano te señala la tierra- el aquí y ahora- y con la otra te hace el mudra (1) de "no temas". La danza cósmica de Shiva es quizás la mejor imagen universal de la actitud de sabiduría en este mundo dual en el que todos estamos condicionados a unas leyes cósmicas. Y que mejor forma de hacerlo que bailar al unísono y en armonía con las leyes de este infinito y mágico universo.

 

Lo primero para poder hacer esta danza de armonía, el vivir en gracia, es darte cuenta de que es posible y proponértelo. Creerlo posible. Si conscientemente  te lo propones, lo obtendrás.

 

Las leyes del cosmos son conocibles y manejables, pero nuestro ser dormido no se da cuenta y nuestra falta de fe nos hace abandonar. Lo primero es darte cuenta,  después desearlo, creerlo, después trabajar, insistir, orar y pedir con fuerza, alinearnos y  desearlo profundamente.

 

"Lo que realmente pedimos, deseamos y oramos con todas nuestras fuerzas y con insistencia nos será dado"


(1) Gesto con las manos que hace la tradición budista e hindú en danzas y rituales. Hay mas de 500


 

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