"Ora,
Persevera y Labora"
(de la Alquimia)
El miedo es
lo que nos separa de Dios. El miedo, el temor, la angustia, la
ansiedad. Es el miedo, lo que nos impide fluir, lo que nos separa de
los demás, nos separa de nuestros sueños, lo que nos corroe la fe y
la confianza. El miedo nos encoge, nos debilita, nos paraliza, nos
neurotiza, o nos hace caer en la negligencia, en el desorden de
carácter. El miedo nos destruye la estima y la falta de estima nos
produce inseguridad y miedos. El miedo puede también venir
acompañado de culpa, vergüenza, hostilidad y otros.
¿Pero
cómo superar el miedo?
La ley de la entropía,
la segunda ley de la termodinámica, nos habla de como se mueve la
energía, nos explica una tendencia a la degradación de esta. Es
decir, el calor, por ejemplo va hacia el enfriamiento. La materia va
naturalmente hacia un mayor grado de desorden, degradación o
entropía. Necesitamos hacer un esfuerzo para trascender, para
crecer.
No crecemos
naturalmente, sino con trabajo. Es revelador que podemos sortear
la ley de la entropía. Es también revelador, que ese trabajo puede
ser feliz y armonioso y no necesariamente de lucha, de pelea, o
dolor. Con el desarrollo del carácter podríamos hacer las cosas
bien y aprender a hacerlas con un manejo del estrés, de la ansiedad
de los miedos. Para ello hay que vigilarse, estar conscientes de
cuando nos aparece el miedo. Asegurarnos de que respondemos a la
realidad y no a nuestro niño asustado. Nuestro
obstáculo, el miedo hay que validarlo, explorarlo, utilizarlo como
nuestro aliado, utilizarlo para poner límites, explorar que trata de
decirnos, hacerlo nuestro consejero, integrarlo, hacerlo mi espía,
mi investigador, mi conciencia. Es el no enfrentarlo, el no
validarlo, lo que le otorga poder. Lo que no integramos nos
divide y nos separa. Ese miedo puede ser una parte nuestra no
atendida, quizás hace muchos, muchos años. La manera de liberarlo es
bajar hasta el calabozo donde lo tenemos arrinconado y abandonado y
atenderlo y liberarlo. Somos libres en la medida que liberamos a
nuestros prisioneros que tenemos en nuestros calabozos interiores.
Requiere descifrarnos, expresarnos, abrirnos, exponernos y
descubrirnos. Tocar la llaga para sanar. La libertad se gana desde
dentro hacia afuera. ¿Cómo aceptar que si algo te sale mal no es que
no sirvas, sino que estas aprendiendo? ¿Como eliminas la neura de la
compulsión de que las cosas te tienen que salir perfectas y como por
otro lado no caes en la negligencia, en el desorden de carácter?
¿Cómo enfrentarte a la realidad abierto, vacío, aunque con un
criterio, para entregarte a ella y que ella moldee tu intención? Es
un arte de ser industrioso y soltar.
Con frecuencia, el miedo
se manifiesta como que queremos tener control, no queremos enfrentar
la incertidumbre, queremos tenerlo planificado y los resultados
predecibles. No estamos dispuestos a enfrentar la incertidumbre,
cuando esta es ley del universo, como nos dice el principio de la
incertidumbre de la física cuántica. Este principio también llamado
de la indeterminación, nos dice que precisamente el intento de
observar hace que lo observado altere su posición de manera
impredecible.
Reflexionemos, un
milagro es encontrar resultados que no esperábamos. Al querer tener
completo control perdemos la magia que nos brinda este universo.
Tener fe es estar conectado con Dios, confiar, saber que somos
guiados por Dios y que para estar con él, para aprender a estar con
él tenemos que pasar por un proceso que implica disciplina, acción,
responsabilidad, proactividad, estar
alineados,
ser consecuentes.
Aprender a manejar
nuestros miedos es parte del proceso de lograr armonía. Nos ayuda el
orar, confiar e integrar. Con una intención trabajada
y no completamente determinada podemos enfrentar a la realidad con
nuestra experiencia y sabiduría, y podemos ir creando y dando forma
a nuestra intención.
Otro principio
importante es saber que podemos pedir ayuda a otros. Saber pedir
ayuda es también un arte, requiere exponer tu vulnerabilidad, a
veces. Requiere humildad. La fe requiere también
desapego. Se pone la intención, se trabaja, pero se suelta el
resultado. Es encontrar el estado de gracia. La gracia siendo aquel
estado de conciencia y de sincronicidad donde tus
deseos se cumplen de una manera creativa, fácil, en armonía- aunque
siempre haya dificultades- pero esta no te tienen a ti, no te
dominan, no te afectan hasta el nivel donde te identificas con el
problema, te atrapa el miedo y dejas el estado de fe, confianza y
gracia. La gracia es el arte de como poner tu intención para cumplir
tus deseos, como trabajar creativa y felizmente el proceso de la
creación y además hacer que durante el proceso no se apoderen de ti
los miedos, sino que sigas en la conexión, en la fe y la confianza.
Tu diriges tus acciones, pero a su vez no tratas de controlar los
resultados, sino que sabes fluir y abandonarte. Lograr ese balance
es el arte de la felicidad.
Trabajar la
espiritualidad, es decir trabajar la conexión con Dios es
fundamental para vencer los miedos. Pero también es requisito pasar
por un proceso psicológico de verse, identificarse, explorarse,
darse cuenta. Identificar de donde vienen los miedos enfrentarlos,
descifrarlos y trascenderlos, identificar las imágenes que nos
conectan con esos miedos, como nos dice el Pathwork, es parte del
proceso. Las imágenes son conclusiones emocionales que hicimos de
niños, concepciones erróneas de la realidad, que son recreadas en el
presente, al actuar como un filtro que nos hacen chocar con la
realidad de una manera conflictiva o traumática. Los conflictos o
los sentimientos de decepción y vergüenza son provocadas por
nuestras imágenes y son señales par identificarlas.
No enfrentar la vida desde el miedo, la inseguridad, la lucha, la
supervivencia, sino desde la fe, la confianza, la creatividad, la
valentía de atreverse, la gracia de hacerlo sin neurosis y sin
negligencia, esto es el estado de gracia. Esa armonía entre
la disciplina y la flexibilidad, el orden y el abandono, nos permite
como en una
danza
enfrentar la vida con fe, con entrega, con creatividad, con
entusiasmo, con pasión, con alegría.
Si
conectas con tu Ser, si estas
alineado,
se manifestará en su momento tu manera personal de expresarte, en tu
manifestación creativa y esplendorosa. Pero el reto siguiente es
hacerlo en armonía y felicidad. Ahora tendrás que aprender a
bailar.
A bailar al ritmo de la
danza cósmica
de Shiva. Shiva es la diosa hindú cuya imagen tiene numerosos
símbolos. Tiene cuatro brazos y dos piernas. En una mano crea y en
la otra suelta, con un pie aplasta al demonio de la ignorancia -el
mal esencial- con el otro danza, con otra mano te señala la tierra-
el aquí y ahora- y con la otra te hace el mudra (1) de "no temas".
La danza cósmica de Shiva es quizás la mejor imagen universal de la
actitud de sabiduría en este mundo dual en el que todos estamos
condicionados a unas leyes cósmicas. Y que mejor forma de hacerlo
que bailar al unísono y en armonía con las leyes de este infinito y
mágico universo.
Lo primero para poder hacer esta
danza
de armonía, el vivir en
gracia,
es darte cuenta de que es posible y proponértelo. Creerlo posible.
Si conscientemente te lo propones, lo obtendrás.
Las leyes del cosmos son conocibles y manejables, pero nuestro ser
dormido no se da cuenta y nuestra falta de fe nos hace abandonar. Lo
primero es darte cuenta, después desearlo, creerlo, después
trabajar, insistir, orar y pedir con fuerza, alinearnos y desearlo
profundamente.
"Lo que realmente pedimos, deseamos y oramos con todas nuestras
fuerzas y con insistencia nos será dado"
(1) Gesto con las manos que hace la tradición budista e hindú en
danzas y rituales. Hay mas de 500
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