TARTESSOS: CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA |
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LAS TESIS CENTRALES DE LA ONTOESCRITURA.
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Ziley Mora Penroz |
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"Vana es la palabra del escritor -y todos los somos en cuanto a autores del libro de nuestra vida- si no sirve para curar algún sufrimiento humano,
o para alumbrar la oscuridad del laberinto LOS AXIOMAS DE FONDO DE UNA DISCIPLINA
i) La escritura , al ser un arcaico “don” y la herramienta divina de Toth, ,está destinada para el mas excelso de los chamanismos: engendrar realidades superiores y nuevas en el mundo, fijando y revelando en la conciencia humana el mensaje-recuerdo mas trascendental: el poder del significado, llave para acceder al Todo y con ello, auto crearse en hombre-dios. La escritura está destinada para ir develando progresivamente y hacer conocer la verdad de lo Real y con ello para ayudar a desplegar o desarrollar, las infinitas posibilidades del Ser en el hombre. Y aunque todo ya se encuentra escrito en el libro infinito del Universo, todo escritor escribe a imitación de Thot: para desarrollar y perfeccionar la conciencia, anotando cada experiencia en el libro personal de la vida, la que potenciada y amplificada por la sagaz penetración a dicho decodificador, haga posible una más comprensible “lectura” de la escritura del mundo y de sí mismo, lectura que le revele al hombre su verdadera y secreta naturaleza y función : la de “Hombre-Dios-Creador-Escritor”en la inmensa página del Universo. Se escribe para alimentar y hacer crecer el espíritu o mente auto consciente, -el “ontos”(el Ser) o la “ousía”(la esencia)- y así hacer que ésta no olvide el alto poder creador del “Logos”, el Verbo, cualidad divina de la Mente-del-Todo, presente en cada mente singular humana.
ii) El proceso de convertirse en escritor, es el mismo que se necesita para convertirse en persona: en ambos casos se trata –en definitiva- del proceso de convertirse en un subcreador de realidades primarias: la Ontoescritura nos enseña a escribir y a leer el libro de nuestra vida. Nadie puede elevarse a la comprensión profunda del lenguaje, si primero no ha podido erguirse como auténtico hombre por encima de los cuartos traseros del animal sapiens. Y se escribe para no olvidar el “mapa” o la ruta de ese delgado camino, y sus evoluciones ascendentes, en este irrenunciable “viaje” que es la vida; se escribe para renovar y recuperar la memoria de la verdadera “patria” o identidad auténtica de la persona: la “casa del Ser”, meta de esa angosta vía que conduce hacia lo humano desconocido .Y el trabajo de convertirse en “auténtico hombre” equivale en verdad a los trabajos del “héroe”,alto arquetipo de lo humano superior , tema de fondo de las primeras narraciones y escrituras de los ancestros : los mitos. “La belleza que entraña el modelo del viaje del héroe -nos describe magníficamente Christopher Vogler- “reside en que no sólo describe los patrones de los mitos y cuentos de hadas, sino que también es un mapa detallado del territorio que hay que recorrer para convertirse en escritor o, en definitiva, en ser humano. El viaje del héroe y del escritor son uno y el mismo. Cualquiera que intente escribir una historia pronto hallará todas las pruebas, obstáculos, odiseas, deleites y recompensas que ofrece el viaje del héroe. Nos toparemos con todas las sombras, las figuras cambiantes, los mentores, los embaucadores y los guardianes del umbral en nuestro paisaje interior. ESCRIBIR SUELE SER UN ARRIESGADO VIAJE INTERIOR CON EL QUE SE PRUEBA Y COMPRUEBA LA PROFUNDIDAD DE LA PROPIA ALMA Y QUE SIRVE PARA RECUPERAR EL ELIXIR DE LA EXPERIENCIA...” Si el proceso de convertirse en escritor es el mismo que se requiere para llegar a ser “persona”, en ambos casos se trata de una suerte de “viaje a las profundidades de sí mismo”. Es decir, de un sumergirse en la odisea del autoconocimiento, para luego emerger del fondo con la “perla del significado” en la mano, permitiéndole ella servir de llave mágica para resolver todos los enigmas de la existencia, incluyendo los de la creación de mundos lingüísticos. Asimismo, el escritor, en cuanto subcreador de realidades secundarias, con el uso del lenguaje, se crea también a sí mismo y a su realidad, poder que dispone no en cuanto su calidad de “escritor”, sino en cuanto su calidad de hombre, dotado de la facultad divina de la conciencia y del lenguaje creador. Y si se crea sí mismo con “lo que” escribe (y “cómo” lo escribe), su propio producto que lo modifica cual un hijo, cual un “tu” que se le enfrenta como en un diálogo de fuerzas sutiles, significa que el escritor también es, de algún modo, un subcreador de “realidad primaria”; es decir, un auténtico creador. Desde ese punto de vista, todos somos creadores (creadores de realidades a través del uso del lenguaje), sólo que algunos acentúan mas aún esta facultad al convertirse en “escribas” y así saber conscientemente de su felicidad creativa; es decir, expertos en fijar el poder del Verbo en símbolos puestos sobre piedra, papiro, piel, cuaderno o computador, reproduciendo la cadena de sonidos con sus respectivos significados creadores o moldeadores de la realidad y de su propia realidad. En función de esto, la Ontoescritura nos enseña a escribir y a leer el libro de nuestra vida, -ya sea re-escribiendo o reinterpretando (una “relectura” que rastrea un patrón, un significado en los años vividos) lo que hasta el momento ha sido nuestro “Proyecto de Vida”, y/o escribir el nuevo guión de él, escribir los “capítulos” próximos, los que nos faltan; es decir, en función de los cambios que deseemos hacer en nosotros para el futuro, asumiendo todo nuestro pasado como un mero “prólogo”. Este raro privilegio, -la posibilidad de “tallarnos” con nuevas palabras a causa de estamparlas escritas fuera de nosotros- y la posibilidad que tiene la escritura de hacernos conscientes de la dimensión “generativa” del uso del lenguaje humano, determinando el diseño del destino - explica y hace lógico que en el Egipto faraónico, esta actividad tuviese tan alto prestigio. Al punto que uno de los mas insignes escribas -Imhotep- sabio entre los sabios, arquitecto regio de “todos los templos”, patrono de todos los escribas, se le terminó elevando a la categoría de verdadero nether, es decir de “Dios y mago”. iii) Sólo el desarrollo del ser interno del escritor -un sincero trabajo sobre sí mismo- llevará a un desarrollo “cuántico” (calidad esencial de revelación del Ser) de su escritura y viceversa. Si no es para extraer de la materia prima de las experiencias de la vida un aprendizaje que transforme la realidad (nuestra realidad), si no es para destilar de la vida unas cuantas gotas de comprensión lúcida y un poco de sabiduría, no vale la pena escribir. Aún en la novela y en el cuento, en los relatos de ficción, buscamos un narrador fiable, honesto, veraz, que no nos mienta y sea un escritor convencido y convincente, tal como la antigua función chamánico-sacerdotal del fabulador de los mitos : todos sabían que sus relatos eran “mentiras” que decían la Verdad. Se trata entonces, en el fondo de no escribir “ficción” sino verdad y realidad, ¡para hacer de la ficción mas increíble una escritura de la Realidad! En consecuencia, se persigue que con la Ontoescritura se escriba para recuperar los primeros propósitos : “aclarar el ser”, para salir de la “sombras” de la caverna animal ,despejar el lastre involutivo del corazón humano ,limpiando ese ”ojo de la verdad” para así distinguir lo que no corresponde al espíritu, reconociendo -en el proceso y los “productos” de la escritura- qué es lo espúreo, lo no genuino, lo que es falso, lo que nos pierde del camino hacia la identidad profunda o del auténtico destino superior de lo humano. Si el trabajo por mejorar ontológica y moralmente el ser interior del escritor lleva a ampliar,(ensanchamiento de la percepción de la “banda de luz”), mejorar y desarrollar su escritura, es válido asimismo el proceso inverso, viéndose el autor influenciado decisivamente por ésta. Es decir, la calidad esencial de su escritura , conducirá a un tipo de desarrollo interno (de él y de secundariamente de sus lectores), del “espíritu” de escritor, (el “hacer modifica el ser” ), pues en sus obras -fruto de su intelecto lúcido- dispondrá con ellas (las obras) y con él (su intelecto despierto) de un privilegiado “sistema de alerta temprana”, un autocreado sistema de “radares con memoria”, -se escribe para no olvidar lo importante- el que le llevará hacia un tipo de conocimiento de sí mismo tal, que le abrirá un ilimitado horizonte a su crecimiento, marcándole los desafíos de la posible expansión de su conciencia. Equivale, de acuerdo al feliz dicho mexicano, a “llevar un profeta en ancas”; vale decir, a recurrir a un sabio interno cercano y previsor, capaz de ver mas allá de las apariencias y de advertir lo que va a emerger desde el futuro ignoto de la realidad. Con el proceso de su escritura, con sus obras y sus textos, se podrá ir creando un “asesor de cabecera”, un mentor privado, un “maestro interior” que le irá indicando la ruta de su destino, asistiéndole con un mapa de lo ya avanzado y de los cimas aún por conquistar, ensanchándole así las perspectivas del mundo que recorre, previniéndole de los inadvertidos peligros y de las insondables maravillas que aún le aguardan. iv) Un mundo de “cosas” que estimamos como distintas y separadas unas de otras, no confundibles entre sí, que se distinguen, se recortan en forma estable, es una ilusión. Lo mismo ocurre con la palabras : a pesar que cada una la creemos distinta a otra, al igual que la percepción de nuestros sentidos, son “válvulas reductoras”,las que junto con “abrirnos mundos” nos reducen drásticamente la percepción de la multiforme realidad, que en verdad es un tipo de universo holográfico, el que sin embargo, sigue latiendo allí, “por debajo” de cada cosa o de cada palabra, la que en potencia, contiene todo el orden “implicado” de ese universo multidimensional, tal como el ADN en el núcleo de cada célula que contiene toda la realidad “implicada” de la vida y dirige el curso de su despliegue. Porque, de acuerdo a autores como el físico cuántico David Bohm y el matemático Pribram entre otros, en vez de la ilusión y la apariencia de que este mundo nuestro estaría compuesto de cosas tangibles, estables, visibles y audibles, sería mas bien, dinámico, caleidoscópico, de naturaleza inmaterial, y que no está realmente “ahí”. Porque lo que nosotros vemos normalmente es el orden explicado, des-plegado de las cosas y de las palabras, algo así como contemplar una película, compuesta por “cuadros” que se suceden uno tras otro con cierta velocidad. Pero hay un orden subyacente, “padre de esta realidad”, conocido como “orden implicado”. Desde los tiempos de Galileo hemos estado contemplando la naturaleza a través de lentes. Y tal como sucede en el microscopio electrónico, nuestro mismo empeño por objetivar, altera lo que queremos ver. Queremos encontrar sus límites, dejarlo quieto por un momento., cuando su verdadera naturaleza pertenece a otro orden de realidad, a otra dimensión en la que no existen “cosas”. Es como si quisiéramos enfocar bien el objeto “observado” y luego inventar una palabra “clara y distinta” que de cuenta exactamente de ese objeto, como si quisiéramos someter a análisis una imagen supuestamente estática y desconecta o aislada del resto del “organismo vital”, cuando en realidad la forma mas precisa de representarlo es la imagen desenfocada. La realidad básica en sí está desenfocada. El cerebro, empleando estrategias matemáticas para decodificar la realidad, la enfoca a modo de una lente. Y dichas conversiones matemáticas transforman las frecuencias en “objetos”, mientras que el “área de Brocca” del cerebro, las transforma en palabras. Reciben el potencial desenfocado, convirtiéndolo en sonido, color, olor, gusto, y tacto; cada uno de ellos como si fueran fundamentalmente distinto y “separado” de los otros o distinto del todo perceptivo. “Si no tuviéramos esa lente -sostiene Pribram-, posiblemente conoceríamos un mundo organizado como un campo de frecuencias, sin espacio ni tiempo, sino tan sólo aconteceres”. v) Una totalidad ininterrumpida, una sola energía insubstancial y gobal que a la vez se hace local, une a todo el sistema del universo, lo que hace estar todo vinculado y ser todo la misma cosa, por lo que en cualquier escritura se transparente también el universo; es símbolo y metáfora del Todo, proveniente de la época de oro del significado, aquella arcaica en donde cualquier palabra remitía a lo Uno. En el “orden implicado” del Universo, que ha venido a revelar la actual física quántica de David Bohm entre otros, la totalidad de la existencia está envuelta dentro de cada “fragmento” de espacio-tiempo, sea un objeto, un pensamiento [una palabra], un suceso; que merced a su interconectividad de soporte vital, -“todos somos uno”- hace que estrictamente hablando no existan eventos “locales”. Así, todo en el universo afecta a todo lo demás porque todas son partes de la misma totalidad ininterrumpida. El proceso generador de ideas y sus símbolos, forjados por consenso, coordinación y "acoplamiento" social; es decir la actividad mental -individual y colectiva del lenguaje- que “soporta” y hace alumbrar la escritura, es una sola; una y la misma en cada uno de sus fases y niveles, existiendo entre los diversos géneros, formas y “ciencias” (contenidos) diferencias mas aparentes que reales, pues son producto de la especialización tardía del cerebro y de la subdivisión del conocimiento a que ha conducido la entropía cultural de la humanidad, pero que a pesar de ello, conservan un “parentesco de origen” fundamental.. Todos los textos, todos los “discursos”, todos los mensajes escritos -desde las cuentas de los visiris egipcios de Abbydos hasta los e-mails de la Internet- todos los géneros se parecen en el modo de “parirlos”o de hacerlos advenir a la existencia y a la forma; pues todos salen de una misma matriz común -el intelecto humano- y todos “avanzan” por la hoja de papel , la piedra o la pantalla de la computadora, utilizando los mismos recursos o “medios deslizantes”; vale decir, las estructuras simbólicas y lógicas de una lengua o idioma, el pensar discursivo, la imaginación, la fantasía, las imágenes -símiles- ilustradoras o analógicas, la necesidad cerebral que empuja coordinarse para la acción, comunicarse o de “lenguajear” de los humanos, etc. Pero por otro lado, y a pesar de la cantidad infinita de información disponible, la multiforme y variadísima categoría de disciplinas, saberes, “lenguajes” y ciencias, éstas representan una “decadencia entrópica” desde el punto de vista semántico, pues mientras más específica sea la información, mientras más “técnica”, menos significado vinculante posee, más reducido es su campo denotativo y connotativo, y mayor pobreza evocadora del todo de la realidad, en cada uno de sus “partes”, en los cada vez mas estériles datos. Hoy se invirtió absolutamente la relación de fuerzas de antaño: a mayor cantidad de información, menor nivel o calidad de sabiduría disponible. Pues no debemos olvidar, que todavía en tiempos relativamente recientes como la antigüedad grecolatina, la filosofía, ciencia madre de todas las ciencias, comprendía en su interior, a todas los conocimientos -y por ende, a todo tipo de “escrituras”-, incluyendo las ciencias de la creación a través del lenguaje, la “poiesis”. Ellos, los antiguos -y ya lo percibía Napoleón doscientos anos atrás-"acumulaban las profesiones, al paso que nosotros las separamos absolutamente. Esta famosa división del trabajo, que entre nosotros sirve para la perfección de las obras mecánicas, es enteramente funesta para las producciones mentales. Toda obra de entendimiento es tanto mas superior, cuanto mas universal es el que la produce". Como aún no se había perdido la conexión, el dorado hilo de la unidad de todos los saberes en función de reposar todos muy próximos en la conciencia, resultaba natural que a propósito de todo o cualquier “conocimiento”-fuera empírico, abstracto, racional, sensible, matemático, artístico o místico- exigía que aquel fuese exaltado y potenciado con la sabiduría. Es decir, no importaba para ilustrar la mente y lograr el aprendizaje de la verdad , partir “explicando” cualquier cosa, pues la enseñanza o conocimiento de dicha “cosa”, aparte de revelar lo particular de ella, inevitablemente entroncaba con el universal, revelando además el saber de la totalidad. Sin tropiezos, se podía viajar directamente “desde el dato a la sabiduría”(del detalle a la visión extática y completa del todo), pues el cuerpo del mensaje, la palabra, la sílaba, la letra, -el dato mismo- ¡encerraba y era la sabiduría! No solo para la física sino que particularmente para la filosofía, la lingüística y la literatura es poderosamente cierto aquel aserto de que “todo está conectado con todo lo demás”. No estamos seguros todavía de cómo exactamente funciona dicha conectividad, pero existe la certeza de que hay “separación sin separatividad”.
vi) Mientras se escriba, hay esperanza : un acto aparentemente insignificante en una parte de la totalidad ininterumpida crea resultados no locales que emergen muy lejos. La interconexión del universo a través de un tejido de vínculos invisibles y la unidad fundamental de todas las palabras de un idioma o lengua, conexiones que no vemos, crean a veces inesperados efectos a distancia –“saltos cuánticos”- en lugares y tiempos muy sorprendentes para nosotros. Y además a causa de aquella dimensión "coaguladora de realidades" que posee el lenguaje humano, el cambio de la historia (individual y colectiva) será por tanto, con la escritura, siempre una posibilidad real, por mas que consideremos este mundo como irremediablemente "estúpido", "cruel", "manipulado","absurdo","corrompido por el poder", etc. La escritura y el lenguaje (que es mas amplio que la mera "literatura"), es sin duda una salida, un camino alternativo real a estas dolorosas o lacerantes características del mundo. No mas al pasar , bastaría por ejemplo considerar la impresionante influencia que en la historia concreta, en la estructura social, valórica, económica de las sociedades, han tenido por ejemplo, libros tales como el Evangelio de Jesús, el Código Civil de Napoleón, el Capital de Marx, El Corán de Mahoma o La riqueza de las Naciones de Adam Smith. Seria infinita la lista de obras y autores que a lo largo de los siglos han venido a transformar millones de vidas al punto de enfrentar el martirio entre torturas indecibles ,la de inspirar una desenfrenada esperanza al de unos inefables gozos, también indecibles en sus luminosas consecuencias practicas, que han cambiado oculta o manifiesta la historia de la dignidad humana. Es imposible por ejemplo, medir el efecto , la "radiación" invisible y transformadora para humanidades enteras (aunque haya habido apenas un solo individuo que se haya "afectado" por la fuerza liberadora de esa obra), provocadas por libros tales como "El psicoanálisis" de Freud, el "Canto a mi mismo" de Witmann, "Las Confesiones" de San Agustín o el "Fausto" de Goethe. En consecuencia, no sola la utópica, sino que toda escritura es una "salida" real al sórdido determinismo; y lo es por una razón simple y poderosa: posee el poder de crear mundos, y con ello la posibilidad o, de transformar los ya existentes, incluyéndonos a nosotros mismos, o la de arrancar con modelos nuevos de realidad, que pudieran reemplazar los antiguos, y así poder volverse tan poderosos como los estúpidos y degradantes o perversos, instalados en el corazón de nuestras actuales sociedades. vii) La Ontoescritura parte de uno mismo para llegar al Sí mismo, arranca y se “inspira”del conocimiento del propio Ser, como primerísima materia de texto a ser leído y decodificado y tema de escritura a ser escrito y desarrollado; porque uno mismo, la propia biografía ( corporalidad, yo psíquico y existencia psicobiológica) es en sí misma, texto (y texto principal) ; es decir “libro”, tanto a leer e interpretar como obra posible de desarrollar y de “escribir”; la propia vida a la vez y en sí misma, deviene tanto página en blanco como letra o signo ya escrito, el cual trae, impone y envuelve por naturaleza cierto mensaje, el que se “desenrolla” o “baja”a través de todo lo que se escribe o no se escribe . Nosotros somos lo más cercano a nosotros mismos; por tanto la escritura no podría partir de otro lugar a condición de no nos interese para nada comprenderla o comprendernos.. No hay nadie ni nada más a la mano que uno mismo. Por lo tanto, la Ontoescritura postula que lo clave en lo escrito y en su aprendizaje, no es estrictamente un asunto de conocimiento de reglas lingüísticas y gramaticales, ni menos un asunto de artificios retóricos o clasificaciones académicas, sino que primariamente y en la base más antigua, siempre será un asunto que tiene que ver con la expresión del núcleo del individuo singular; estando de por medio siempre un tipo de percepción o referencia personal condicionante, susceptible de transformarse en una forma muy consciente de autoconocimiento. Siempre, detrás de lo que se escribe, está quién lo escribe , delatándose la naturaleza del autor en todo, aunque lo que escribamos sea una muy “objetiva”,abstracta y “aséptica” fórmula matemática. Lo hondo de sí mismo es lo que en definitiva “soporta” lo escrito, siendo éste una pista , una huella muy significativa para revelar o llegar a aquél . Eso –el mundo interno, con sus verdades, con sus mentiras, con sus luces, sus ignorancias, cegueras, autoengaños, sus evasiones, con su plenitud o su vacío- es lo que vincula, explica y se refleja en cualquier epifenómeno de superficie como sería ese determinado texto, o esa terminada “ciencia” producida por un autor, que usa esas determinadas palabras para expresar esas determinadas grandiosas o miserables ideas. Y acaso el mejor ejemplo y camino para llegar a la universalidad a través de “la pista escrita de lo local” sin que nos pierda el recurso de la abstracción, no sea tan solo el análisis “ontoescritural” de un texto y la “matriz vinculatoria” que podemos aplicar a la escritura de un escritor, sino que sea la persona del escritor mismo. “En realidad –nos ilustra claramente el físico británico Bohm, ya citado- “tu eres toda la humanidad. Ésa es la idea del orden implicado: que todo está envuelto en todo. Todo el pasado está plegado en cada uno de nosotros de una manera sutil. Si buscas en lo mas hondo de ti, llegas a la esencia misma de la humanidad. Cuando lo hagas, serás llevado a la profundidad de la conciencia generadora, que es común a toda la humanidad y que tiene a toda la humanidad plegada en sí” . De otro modo, y más poético aún , pero queriendo indicar lo mismo mil años antes que Bohm, el místico y poeta persa Jalal Al-Din Rumi nos instala en el corazón de ésta idea, reforzándola con sus palabras: “Si tu preocupación es la astronomía y todos los asuntos referido a la tierra, deberías comprender que todos ellos se relacionan con tu vida. En realidad tu eres la raíz y todas esas cosas son los brotes. Conocerse a sí mismo es la más importante de las empresas”. viii) La Ontoescritura –cuyo enemigo es el tipo de mente inconsciente que fragmenta el mundo en “cosas” separadas- intenta dar cuenta a nivel lingüístico de lo que es verdad a nivel óntico y físico: de la interdependencia que existe en el nivel “explicado” del mundo y de la totalidad que se esconde en el nivel “implicado” o “no-manifestado” del mundo, en donde cada episodio, suceso, pensamiento o palabra o letra, aparece envuelta en dicha totalidad ininterrumpida. Cuando las barreras de las “distinciones” lingüísticas que son las palabras se disuelven, surge esa única Mente poseedora del Significado del Todo , esa energía-mente que seguirá existiendo aunque los escritores o hablantes se separen y no formen comunidades lingüísticas o desaparezcan. Porque es el pensamiento quien crea el mundo y después nos dice “yo no he sido”... El pensamiento-palabra, pertenece pues, al “orden generativo” en el que dependiendo de nuestro estado de conciencia, participamos en el “despliegue” de la realidad o desenrrollamiento del orden implicado. Por lo tanto, al enfrentarnos con cualquier “dato” del lenguaje o con su signo escrito, inevitablemente, si perseveramos y ahondamos hasta su raíz, enfrentaremos lo que mejor ella esconde: todo el orden implicado del mundo, pues su raíz contiene la misma “substancia de indivisibilidad” que conforma el fondo de todas las cosas. Como los pensamientos y las actividades, las realidades y sus reflejos que serían los “discursos” y su escritura, tienen ese mismo “Padre”, todo nuestros fines y “especialidades”, son otras tantas puertas de entrada al “Jardín Secreto”, que es el término que iguala nuestras búsquedas aparentemente diferentes .Es decir, filosofía, arte, dirección de cine, viajes, diseño de interiores, mueblería, artes marciales, finanzas, poesía, fútbol, estrategia militar, jardinería, administración de personal, etc., transpuesto un nivel, en nada se contradicen sino que mas bien se armonizan y se iluminan recíprocamente, pues se hallan en juego unas mismas poquísimas leyes o principios de base. Una especialidad penetrada a fondo, resulta ser extensiva a cualquier otra actividad de otro orden en el universo. Por tanto, la Ontoescritura postula con fundada evidencia, que cada ciencia bien profundizada daría las demás ciencias. La ciencia daría la poesía; la poesía y las ciencias la moral, [llegará un día en que la ética será un apéndice de la física],luego la política y también la religión. Si todo está en todo, un enclaustramiento no es posible más que por abstracción, aquella abstracción del método científico que distingue, que aísla metódicamente, que concentra su luz sobre un punto , pero que al cortar así toda comunicación al propio objeto, lo termina falseando totalmente, pues todas sus infinitas vinculaciones, son parte esencial de él mismo. Por eso, A. D. Sertillanges, afirma con total propiedad que tanto el científico “como el artista debe estar, a propósito del menor detalle, en estado de ensueño universal; el escritor, el filósofo, el orador, en estado de pensamiento y de emoción universales. Colocando un dedo sobre un punto del planisferio, hay que sentir toda su extensión y redondez.. EL TODO ESTA SIEMPRE EN JUEGO”. ix) A pesar del reduccionismo materialista y hedonista de hoy, la cosificación de la verdad en simples usos empíricos, a pesar de que la ciencia moderna haya desgarrado la sabiduría en infinitos datos inconexos y pulverizados en una enloquecedora multiplicidad de fragmentos, la antiquísima “Ruta de las Vinculaciones”,que al igual que la “ruta de la seda” o “el camino del Inca”, aún no se borra del todo en el mapa del pensamiento de la realidad. La Ontoescritura ofrece algunos pasajes secretos a las causas de los fenómenos, a la zona por donde bajo lo disímil de las apariencias, todo confluye y lleva a la única Realidad. Para la Ontoescritura, una verdad particular no es más que un símbolo, pero un símbolo real, un sacramento de lo absoluto: “Hay que escribir cosas eternas para estar seguros de su actualidad”(Simone Weil). ¿Cómo escribir “cosas eternas”...? Ni los detalles ni los hechos, ni los nombres en sí nada significan: lo que de verdad sirve para llegar a la comprensión de una verdad, es que la ruta del lenguaje escrito vuelva a mostrar las dependencias, las mutuas influencias, las vinculaciones, los intercambios que constituyen la vida de la Naturaleza. Porque por sobre todas las dependencias, existe la dependencia primera; en el nudo central de todas las vinculaciones, está el supremo Vínculo; en la cumbre de todas las ramificaciones, está la Fuente; “bajo los intercambios el Don,-subraya con énfasis A. D. Sertillanges- “ bajo la sístole y diástole del mundo, el Corazón, el Corazón Inefable del Ser”...La inteligencia no se encuentra plenamente en su papel sino ejerciendo una función religioso-mística, es decir rindiendo un culto a lo supremo verdadero a través de lo verdadero concreto y disperso. Cada verdad es un fragmento que muestra por todos lados sus uniones; la Verdad en sí misma es una, y la Verdad es Dios”. En consecuencia, cada verdad particular es un reflejo de la única gran Verdad, pues detrás del reflejo y dándole valor está la Luz. Cada ser es un testimonio de una figura más grande, de un “héroe” mayor que está detrás y generalmente ignorado por el “yo”; cada hecho un secreto divino, pues más allá se ubica el objeto de la revelación. Todo lo verdadero se destaca en lo Infinito como sobre su fondo de perspectiva; se une a él; le pertenece. Y para hacer explícito este re-ligamiento, tan obvio para los sabios escribas antiguos, pero que hoy se ha desdibujado completamente en la enloquecida y dormida conciencia moderna a causa de tanta distracción, es que proponemos estas pragmáticas premisas de la Ontoescritura. Pues, cuando se escribe o cuando se vive, nunca una palabra o un mínimo o trivial suceso están solos; nunca una verdad particular ocupa toda la escena, porque al igual que las fortificaciones de la Legión Extranjera que la rodeaban el inmenso “desierto de los tártaros” en el Irán del siglo XIX, rodeándola a ella, mas allá de los límites en que racionalmente se parapeta, están las inmensidades, las redes sustentadoras del Todo, las infinitas vinculaciones. Pues la verdad particular, el hecho concreto o biográfico, la palabra o la letra solitaria, figura, existe, mas no por sí misma; por si sola no se basta; vive como “de prestado” y, abandonada a su inconsistencia, moriría; pues es un símbolo, un sacramento de lo absoluto que lo explica y justifica. Aprehendemos aquí y lo hacemos axioma y piedra angular de la Ontoescritura, el gran y profundo consejo de A. D. Sertillanges: “Ascended a la Gran Pirámide por sus rampas gigantescas que representan exactamente la ascensión a lo verdadero. Suponiendo que la marcha se inicia por el costado norte,¿se podrá llegar a la cúspide sin acercarse al borde sur? Mantenerse siempre a distancia de éste es permanecer en los niveles bajos; alejarse es perder el tiempo o descender. Lo mismo el espíritu de lo verdadero tiende por sí mismo a asumir el bien; si hace abstracción de él, es a expensas de la conquista de las cumbres.” Por esa ley, la Ontoescritura sabe que si un libro, un texto, una narración, una obra, no alcanza la excelencia que per se debería incluir un tipo de luz que revele -aunque sea en un sórdido contraste con el vicio, la corrupción, la decadencia- una rara virtud de profunda calidad moral y espiritual, una magnífica parábola de la epopeya de la ascensión humana elevadora del nivel consciente , es una obra totalmente prescindible y necesariamente propia de la medianía y de la mediocridad. De lo contrario, esa novela experimental, ese guión de cine “rupturista”, ese vanguardista antipoema, traiciona el propósito ancestral más genuino de la escritura, tan clara en su arranque egipcio y estampada en las bóvedas de las tumbas faraónicas en el Valle delos Reyes : servir de guía al alma, al doble etérico, al ka, en sus desplazamientos de aprendizaje por el supramundo. Para eso eran los jeroglíficos escritos en la piedra de los templos de Luxor, para eso se concibió originariamente la escritura: recordar a la conciencia humana despierta sus vinculaciones con la infinita bóveda celeste, guiar a la mente desencarnada para enfrentar y salir airoso en ese “paso difícil”, en su renacer al Mas Allá, para refrescarle la memoria del antiguo Camino, colocarse bajo la protección de las palabras mágicas y sortilegios escritos que impiden que los cuerpos se corrompan, que impiden ser esclavizados por las potencias inferiores del inframundo... x) Toda escritura es subjetiva y “etnocéntrica”, ninguna escritura es “inocente” (así como todo lenguaje y todo conocimiento), no siendo nunca el espejo de las cosas o el reflejo fiel del mundo, sino una versión interesada y “manipulada”, un “arreglo”, una construcción personal y social de significados para mostrar, revelar, explicitar( o bien para ocultar) el saber del inconsciente de la especie animal que somos, inconsciente tanto individual como colectivo o “cultural, codificado en el supuestamente “objetivo” lenguaje o conocimiento .Aquí “se escribe” para tener respuestas pre-elaboradas y disponer de una “guía para la huida” de sí mismo, como mecanismo de defensa de la especie destinado a la supervivencia “individual” y “colectiva”: enmascarando la identidad verdadera y así protegerse de lo Otro, invisible y desconocido. La excepción fue Egipto, que escribe para el efecto inverso: se escribe para salir desnudo al encuentro del Ser, despertar el Sí mismo, revelar y recordar la Identidad Superior y propiciar su retorno e su fuente de origen, el matrimonio místico con la Alteridad Desconocida. No es casualidad que el origen del monoteísmo trascendente sea el aporte de un faraón, Akenathon, en Tell-El-Amarna, catorce siglos antes de nuestra era, y no el Judaísmo, Cristianismo o el Islam, las tres religiones reveladas y fundadas en el libro, coincidiendo allí la fuente de origen de la escritura con los del monoteísmo, es decir, en la revelación que ella hace posible se funden tanto los fines de la escritura como los fines de una religión trascendente: la fe y la esperanza se fundan en la escritura. Por otro lado, biológica y antropológicamente hablando, la escritura se funda en un aprendizaje social de coordinaciones -sistema de símbolos aprendidos- que no se basan sino en un intento por traducir el sistema biológico de percepciones, con su cúmulo de necesidades e intereses biológicos, percepciones del sistema instintivo animal, que a su vez son decodificaciones cerebrales de las necesidades e intereses elementales del ser vivo. La escritura de cualquier autor, traduce subjetivamente -mezclando significados personales sobre la malla o “herencia” cultural de significados compartidos- codifica una “versión” del lenguaje y el conocimiento social, a la vez que éste refleja no el mundo real, sino que traduce y adapta en un código, un reflejo, una versión “local” o particular de las percepciones, siendo todas las percepciones a su vez, traducciones y reconstrucciones cerebrales propias de la particular estructura biológica animal.
Primero :La escritura traduce o “revela” (algo de) el lenguaje Segundo : El lenguaje traduce o “revela” (algo de) las percepciones Tercero : Las percepciones traducen o “revelan” (algo de) la estructura del cerebro Cuarto: El cerebro registra, traduce y revela no la realidad del mundo sino que la realidad de su particular y “pequeño” mundo de coordinaciones e interacciones, aprendidas por la especie, en estrecho diálogo adaptativo con un particular nicho ecológico.
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