Un nuevo
libro lanza la tesis, basada en investigaciones genéticas, de
que en realidad las poblaciones británica e irlandesa tienen un
mismo origen, formado hace miles de años y sólo alterado
mínimamente mediante invasiones posteriores, como celtas,
romanos, anglos, sajones, vikingos y normandos.
Hasta ahora
la teoría dominante indicaba, a grosso modo, que los irlandeses
provendrían de los celtas y los ingleses de los anglosajones.
La evidencia
genética, todavía en estudio, muestra que el 75% de los
ancestros llegaron de la Península Ibérica como cazadores
recolectores, y, aun pendiente de un acuerdo sobre las fechas
en que se produjeron las primeras arribadas a las islas, en un
arco entre 16/10.000 años.
Todo habría
comenzado pues en el Neolítico, hace 16.000 años y en la
Península Ibérica. Previamente, las glaciaciones habían
despoblado el norte de Europa y sus pobladores se habían
desplazado a zonas más cálidas. Cuando terminó la glaciación,
tribus del norte de España, con un idioma relacionado con el
“vasco”, pasaron a pie hacia lo que hoy es Irlanda y Gran
Bretaña, pues entonces éstas aún estaban unidas al continente.
Así lo
asegura Stephen Oppenheimer, especialista en genética de la
Universidad de Oxford, en su libro “The Origens of the British:
A Genetic Detective Story”, que relaciona la elevada presencia
del cromosoma Y entre los habitantes de las dos islas con esa
migración primigenia.
Separación
del continente.
Para
Oppenheimer, la mayor herencia del ADN de británicos e
irlandeses se formó antes de la llegada de las siguientes olas
de inmigraciones celtas, romanos, anglos, sajones, vikingos y
normandos. Todos ellos llegaron después de que subiera el nivel
del mar y éste separara Irlanda y Gran Bretaña del continente y
también ambos territorios, formándose las dos islas.
Según el
estudio, esas invasiones alcanzaron en menor medida Irlanda, por
lo que el ADN de sus habitantes sólo tiene un 12% de las
aportaciones de esos nuevos pueblos. En el caso de los
habitantes de Gales, los sustratos añadidos al original suponen
el 20% de la herencia genética; el 30% en el caso de los
escoceses y cerca del 40% en el de los ingleses. Ninguna de esas
sucesivas olas aportó más del 5% de herencia genética, por lo
que la estirpe dominante tanto en Irlanda como en Gran Bretaña
sigue siendo el primer pueblo llegado desde España.
Sustrato
común
La tesis de
Oppenheimer es discutida por algunas investigadores, ya que
parte de conclusiones no definitivas que necesitan más
comprobaciones, pero otros se han mostrado de acuerdo. Daniel
G.Bradley, del Trinity College de Dublin, comparte que
irlandeses y británicos tienen un amplio sustrato genético
común. En su opinión, “una vez que tienes una población
establecida, es muy difícil que sus características genéticas
cambien radicalmente”, por lo que las aportaciones que se
sucedieron desde los celtas, llegados hace 6/4.000 años se
hicieron sobre una base de ADN previa que es la dominante entre
las poblaciones de ambos países.
En ella
apenas habrían incidido la conquista romana en el siglo I, la
llegada en el siglo IV de las tribus anglo-sajonas, que
aportaron unos 250.000 individuos, o la de los normandos, en el
siglo XI, con 10.000 invasores. Con ello, Oppenheimer
desmitifica la influencia de la herencia anglosajona en la
formación genética de los ingleses y que supone la base de su
argumentada distinción respecto de los irlandeses.
¿De donde
procede la lengua que hablamos?
La historia
de la población de las islas también se ha estudiado por otro
camino. Para ello se han fechado los cambios de la lengua
aplicando métodos desarrollados por los genetistas, si bien no
están generalmente aceptados por los lingüistas, que
desarrollaron hace tiempo pero rechazaron en gran parte un
método de datación conocido como glotocronologia. Los genetistas
han profundizado recientemente en este campo y, han aplicado los
métodos estadísticos avanzados, desarrollados para fechar genes,
a los idiomas. En base a ello Oppenheimer y Peter Forster
–genetista universidad Anglia Ruskin- obtienen que tanto el
substrato céltico, como el inglés son antiguos, hablados en
Inglaterra antes de la invasión romana. La lengua inglesa se
asume generalmente que se extendió en Inglaterra procedente de
los anglos y los sajones, hace 1.550 años. Otro dato que
abonaría la antigüedad de la lengua inglesa sería la ausencia de
topónimos célticos en Inglaterra.