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SEFARAD O LA MORADA DE LOS HIJOS DE LOS DIOSES

 

RIBERO MENESES    PRINCIPAL

     Jorge Mª Ribero-Meneses


 

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Capítulo VI . LIBIOS, LIGURES Y CELTAS

Uno de los autores que, a mi juicio, ha estado más cerca de desvelar por completo el enigma de la Atlántida -y excluyo, por supuesto, a Pellicer-, ha sido el español Evaristo Correa Calderón.

Correa Calderón habla, con muy buen sentido, de los megalitos, palafitos, castros, vaso campaniforme y pintura rupestre, como del "ámbito cultural atlántico", reseñando la existencia de cinco mil ochocientos castros en Galicia. Cita a José Verea y Aguiar, autor de la "Historia de Galicia":

"Todo está inclinando la imaginación a buscar el origen de los celtas en esa desaparecida Atlántida"
y se pregunta a continuación:

''¿Podría pensarse que los celtas (...) fuesen los descendientes de los Atlantes?"

La única respuesta cabal que cabe otorgar a este interrogante planteado por Correa Calderón en su "Teoría de la Atlántida", es la de que, efectivamente, no sólo podría sino que debe pensarse que los celtas, como los "cimbrios" citados por Estrabón (Cantabria = "Cambria"), son pueblos desperdigados por causa de la hecatombe que destruyó la primitiva civilización del norte de la Península Ibérica.

¿Dónde tiene su origen el gentilicio "celta"? Tengamos aquí un caso muy parecido al del pueblo hebreo, el único del planeta, junto con el celta, del que no puede predicarse un topónimo, un nombre geográfico que haya servido para acuñar su nombre.

Celtas y hebreos fueron pueblos nacidos en el ámbito del río Ebro. En la cordillera de Peña Labra, en las fuentes mismas de este río, nos encontramos con un monte importante llamado "Peña Cildá", reproducido en la sierra gemela de Peña Sagra en el desaparecido pueblo de Cilda.

La etimología de "Cilda", como la de "Celta", no es otra que Diosa Celo Cil, la misma que ha dado nombre, en todo el norte de España, a los cientos de poblaciones y de lugares conocidos con nombres tales como Celis, Cilla, Cela, Celada, Celorio, Celaya, Celas, Celanova, Cellers, Cellera, Cella, Cillorigo, Cellorigo...

El propio nombre de "Castilla" se encuentra estrechísimamente relacionado con esta misma Diosa Cilla, epónima de los celtas. De ahí que en la cuna burgalesa de Castilla, a orillas precisamente del río Ebro, aparezca una importante y antiquísima comarca denominada precisamente Cilla, origen de los nombres de "Cilla Perlata" y de "Tartalés de Cilla".

¿Fueron fundadas por los celtas todas estas poblaciones? Sin la menor duda, pero por los celtas que jamás habían abandonado la Península Ibérica y a los que no hicieron sino sumarse los que más tarde volvieron procedentes de los países del norte de Europa.

Cuando a España se la ha conocido en la antigüedad con el nombre de "Celtiberia", es por algo, y lo mismo cabe decir del hecho de que "celtíberos" fuera sinónimo de aragoneses, pueblos asentados, precisamente, en torno al río Ebro.

A los pueblos ribereños del Ebro se les llamó "Celtíberos". Pero antes se les había llamado "Celtúbales" o "Cetúbales" y aquí radica la clave de la cuestión, porque Celtiberia y Setubalia, dos antiguas denominaciones de España, son exactamente el mismo nombre, deformado por la misma mudanza de la radical "Celt-" en "Set-" que ha hecho que al hijo predilecto de Adán se le conozca hoy con el nombre de Seth, cuando su primitivo nombre fue el de Zelto, Celto o Ceto.

Celto y Ceto son dos personajes de la mitología griega tras los que se oculta el recuerdo de una divinidad acuática (de ahí el nombre de los mamíferos marinos o cetáceos) madre de las Grayas o Gorgonas, léase de las Hespérides que moraban en Hesperia y custodiaban las manzanas del Jardín del Paraíso.

 

De donde resulta que esos descendientes de Set que vivían en las cumbres del Paraíso y a los que posteriormente se conocería con el nombre de "setitas", no son otros que los mismísimos Celtas o Cetas, inquilinos como las, Hespérides de las cumbres del Edén y supuestos descendientes como ellas (y los cetáceos...) de la diosa Afrodita "Cel"... o "Celda".

Se han acercado bastante al esclarecimiento de este asunto, quienes han relacionado el gentilicio "celta" con el vasco "zelai", pradera. Sólo les ha faltado una cosa: saber que jamás un gentilicio o un nombre geográfico importante -sobremanera si se trata de un país- se ha derivado de una simple palabra, sea ésta de la lengua que sea. Todos los nombres de países son nombres de divinidades de la antigüedad. O, para ser más exactos, son nombres distintos, epítetos de una misma divinidad: la "Diosa Blanca" de Robert Graves, la supuesta madre de la Humanidad: lo, Cilla, Breta, Francia, Gala, Palas, Grecia, Vindia, India, Venus, Persia, China, Libia, Europa...


Sencillamente genial la intuición de Robert Graves al resumir todos los miles de epítetos de Venus Afrodita en torno a un solo nombre, el de la "Diosa Blanca".
 

"Casi es seguro que Europa fue colonizada desde nuestra Península".
Afirmaba, no sin una cierta timidez, Francisco Jorda en "La España de los tiempos paleolíticos".

¿Solamente Europa?

Más de un autor se ha interrogado perplejo sobre el porqué de que el sol helicoidal, la estela ibérica por antonomasia, aparezca en Méjico, en Bolivia, en Creta, Grecia, Mesopotamia, China, Sumeria, Tibet o Egipto.

¿Casualidad?

Puestos a cargar sobre las anchas y sufridas espaldas de la "casualidad", todo cuanto no entendemos o no nos conviene entender, no faltará quien atribuya a ésta el hecho de que la más pura y genuina topo nimia ligur del planeta -tal y como sucede con la celta- aparezca precisamente en el norte de España y de modo muy especial -una vez más- en las fuentes del Ebro.

Aunque no tanto como los atlantes y los celtas, también los célebres ligures han hecho correr no pocos ríos de tinta en los últimos decenios. Y buena parte de la responsabilidad de ello la tiene Hesíodo, quien en su Teogonía asegura que los ligures son los pueblos más antiguos de Occidente.
 

"Sierra Ligoria", "Pico Liguardi" o "Ligüerzana" son algunas de las reliquias ligures que se conservan en la toponimia del escueto ámbito de la sierra de Peña Labra. Más tarde encontraremos a los ligures poblando amplias zonas de Galicia con el nombre de "ligores": lo documenta Andrés de Poça en su obra "De la antigua lengua, poblaciones y comarcas de las Españas", publicada en Bilbao el año 1587.


El enigma de los ligures deja de ser tal cuando descubrimos que su nombre no es sino una mera variante del nombre de los libios o "libores", pobladores originariamente de aquel monte Lebiá o Libia en el que a decir de determinadas fuentes hebreas estuviera enclavado el Paraíso Terrenal.
 

Monte "Lebiá" que estaba situado en Occidente, lo que demuestra hasta qué punto fue certero Hesíodo al considerar a los ligures como los "decanos" de todos los pueblos de Occidente.
 

Ptolomeo reconoce la existencia de "una Libia propiamente dicha y de otra Libia mayor". ¿Cómo dudar de que esa primera versión reducida de Libia estuvo situada en España, cuando sabemos por Máximo de Tiro que "Libia era la tierra de los espéridos"?

Lo que quiere decir que Libia y Hesperia (España) eran la misma cosa. Y, por ende, el "país de los Hiperbóreos", que estaba en Hesperia. Y, exactamente lo mismo, el "país de las Amazonas", que estaba junto a los anteriores. Y, otro tanto, la cuna de los Escitas, compartida con Libios y Amazonas... y con todos los pueblos de la antigüedad, como demostraremos en su momento. Y, en fin, y para no resultar exhaustivos, el propio solar de los Atlantes, cuyo mítico monte Atlas, que estaba horadado, se encontraba en Hesperia, léase en la Península Ibérica o Espérida...


Por algo existió, junto a la Sierra de la Demanda, la antiquísima ciudad de Libia. Por algo toda Cataluña fue conocida con el nombre de Libia, mudado en Julia Líbica por los romanos...

Sabemos por Eratóstenes de Cirene (s. III a. C.) que a España se la conoció con el nombre de Ligustike. Y volvemos a lo mismo. Nadie sabe cuál era la cuna de los hebreos, a pesar de que el "Ebro" es el río más importante, al tiempo que el que da nombre a la Península Ibérica. Nadie se atreve a señalar cuál es el país originario de los celtas, a pesar de que España es el único país del planeta que ha llevado su nombre por partida doble:"Celtiberia" y "Celtubalia". Nombres del Ebro de donde se derivó "Salduba", antiguo nombre de Zaragoza ("'Saldubalia"). Nadie osa identificar el solar de los ligures, pero España es el único país que ha llevado su nombre: "Ligustike". O lo que es lo mismo, Libia o Libustike.

Relacionado con Libia y con ese monte Lebiá al que acabamos de referimos y en el que estuviera ubicado el Paraíso, dice San Epifanio:

"Después del Diluvio, habiendo descansado el Arca de Noé en el monte llamado Lubar, allí fue la primera habitación de los hombres después del Diluvio. Allí el profeta Noé plantó la Viña y fue morador de aquel sitio".

Por supuesto, ni rastro en Palestina, en Mesopotamia o Armenia de ese tal "Monte Lubar"..., macizo cuyo verdadero nombre no fue otro que Olubar y que es exactamente el mismo macizo montañoso -el Paraíso- en el que la diosa Azinai o Atenea plantase su mítico olivo. Ya tuvimos ocasión de conocer en "La España olvidada" lo que se oculta tras esta enigmática referencia mitológica a la plantación de un olivo en la cumbre de la primitiva Acrópolis de Atenas...

El "olivo" de Atenea y la "viña" de Noé son exactamente el mismo símbolo, relacionado precisamente con el alumbramiento de la vida, en la cumbre de la primera morada de los humanos.

Bueno será recordar aquí que a Noé se le conoció, entre otros infinitos nombres, con el de Olibana, claramente relacionado tanto con el olivo de Atenea como con ese monte Olybar o Lubar en el que supuestamente desembarcara. Aún más. Noé fundó una población en ese mismo monte... y la bautizó precisamente con su propio nombre: Olibana; población que efectivamente ha existido -y existe- en torno a determinado macizo montañoso del norte de España...

Pero el asunto llega más lejos, porque resulta que el verdadero y primitivo nombre de ese árbol españolísimo que algunos, frisando el despropósito, pretenden fuera introducido en nuestro país por griegos y romanos, no fue "olivo" sino olimbo, siendo precisamente de este nombre del que habría de derivarse tanto el nombre del Limbo (lugar puro e ideal), como el de ese monte Olimpo en el que los dioses tuvieran su morada... y en el que la divina Azinai plantase su mítico y crucial "olimbo". Y de ahí, precisamente, el que los españoles conozcamos a su delicioso fruto con los nombres indistintos de "oliva" (de "olimba") y de "aceituna" (del nombre de su creadora, la diosa Azizena o Azenai.

San Epifanio sitúa el Monte Lubar (que tanto nos recuerda a la comarca soriana de Lubia) en los "Montes de Armenia", topónimo cuya filiación ibérica -que demostraremos en una obra posterior-, aparece refrendada por el hecho de haber sido "Armenia" una de las antiguas denominaciones de la Sierra de la Tesla, en las tierras altas del Ebro...

También junto al Ebro, y en este caso en sus fuentes mismas, se encuentra la comarca de Liébana o Libania (originariamente "Olibania"), literalmente sembrada de topónimos de nítido cuño libio (Lebanes, Lubayo, Libia, Labiá, Lebeña, Liébenes, Lebanza, Lebanes...). El dato es importante y revelador, no sólo pensando en ese monte Lubar al que se refiere San Epifanio, sino considerando que a tenor de lo que aseguran antiguas fuentes hebreas, el Paraíso Terrenal estuvo situado en ese monte Lebiá al que reiteradamente venimos refiriéndonos. Monte cuya identificación pasa -como en todos los casos semejantes- por el propio esclarecimiento de su etimología. De las formas previas de las que este nombre se ha derivado.

 

La referencia al monte "Lebiá" es extraordinariamente importante, cuando sabemos por Tácito que los judíos moraron originariamente en la "finitima" Lebia. Que no Libia. Y hago esta salvedad porque antes de conocerse a África con el nombre genérico de "Libia", tanto Europa como España fueron denominadas de esta misma guisa. Bueno, "fueron" y son, desde el momento en que "Libia" y "Europa" son nombres gemelos derivados de una raíz común "finitima Lebia" no significa otra cosa que "Lebia occidental", la Libia situada en el extremo de la Tierra. Precisamente el mismo significado -occidente- que tiene el nombre de Europa. Significado que conserva la palabra hebrea "ereb", tan afín al nombre de "Europa".

El "Erebo" aparece relacionado en el Sanchoniazón fenicio con el principio mismo del mundo, con esa génesis de la vida que por haber tenido por escenario a cierta región del occidente de Europa, iba a determinar la denominación de este continente... y del primogénito de sus ríos: el Ebro. Y de ahí que al río Ebro se le haya denominado también "Erebo" o "Erbo", resultándose de ello que los hebreos, como los iberos, no son otros que los pueblos de occidente. De donde se deduce lo disparatado que resulta localizar en Palestina la cuna de los hebreos, o en la Iberia del Cáucaso, en Georgia, la de los españoles o iberos.

Con razón existían sectas judías como la de los esenios, que recordando su filiación occidental, situaban el emplazamiento del Paraíso Terrenal en Occidente... "Esanos" es, por cierto, el nombre de una aldea situada en la falda del antiguo monte Labiá, hoy Sierra de Peña Sagra. Junto a las fuentes mismas del Ebro...

Pocos españoles conocen el dato de que el río Ebro, que aflora precisamente junto a la comarca de Olea, se denominó en otro tiempo río "Olea" u "Oleum"..., con lo que volvemos al ámbito semántico del monte "Olimpo" y del simbólico "olivo" que arraigase un día sobre sus cumbres, así como a esa Libia u "Olibia" que, decíamos, comparte su etimología con los nombres de Europa, del Erebo, del Ebro, de Alava, de Arabia, del Orbe, el Limbo o el Olimpo...:

 



 


A partir del esquema precedente, llegamos a comprender el porqué de que la cordillera de los Picos de Europa se yerga al occidente de la antigua provincia cántabra de Liébana u Olibania, provincia en la que tiene sus fuentes el río Ebro o río Oleum. También se comprende que los Picos de Europa miren a Liébana a través de los llamados "Puertos de Aliba", situados frente por frente de la Sierra de Alba y del antiguo monte Labiá o Sierra de Peña Sagra.
 

Y por si todo ello fuera poco y para enriquecer todavía más este cúmulo de nombres geográficos afines, una de las cumbres de los Picos de Europa se denomina "Canto Olimpó". Por lo mismo que Oliba fue una antiquísima ciudad situada al pie de la cordillera de Alba o Labra.

 

Para quienes no conceden valor arqueológico a la toponimia y cuestionan abiertamente su ancianidad, el esquema precedente y su apabullante refrendo en el ámbito del actual valle de Liébana, constituirá sin duda un serio motivo de reflexión. Y es que no se trata ya de que Liébana se encuentre sembrada de topónimos vinculados a esta "familia" de nombres geográficos cruciales. Lo verdaderamente impresionante es que en el seno de esta familia nos encontremos con los nombres de:


Alba: cuna del pueblo romano y primitivo nombre de Roma, ciudad a la que también se conoció con el nombre de Urbe.
Arba: variante de "Alba", cuna del pueblo hebreo y primitivo nombre de Hebrón.

Orbe: una de las denominaciones del mundo.

Alaba: provincia vasca, en euskera "Araba". Araba o Arabia.
Amén de: Erebo, Ebro, Europa, Olimpo, Libia...
 

Hebreos, árabes o libios eran los pueblos de Occidente. Un Occidente cuya devastación habría de obligarles a recrear un nuevo "occidente" en las riberas de Asia y del norte de África. Y es que todo se pierde, menos la idiosincrasia y los nombres de los pueblos. De ahí el que los hebreos, a pesar de vivir en Oriente, siguieran llamándose "occidentales". Exactamente igual que los europeos... o los iberos que moraban en torno a las riberas del río Ebro, en el ámbito del primitivo monte Olimpo. O monte "Alamba". Algún día hablaremos sobre el origen de este enigmático nombre, tan estrechamente relacionado con ese monte "Aliba" al que se identificase con una de las dos columnas erigidas por Hércules...

No fue precisamente gratuito el denodado empeño mostrado por los árabes, por "recuperar" las tierras del Occidente pobladas un día remoto por sus antepasados, por los primitivos y genuinos "libios" o "lebianos".

Un viajero francés del siglo XVII, Thevenot, publicó un mapa en el que relacionaba el Paraíso Terrenal con el país de los Lubianos, sumándose así al criterio expresado por muchos doctores de la antigüedad en este sentido. Por otra parte, un geógrafo anónimo autor de un tratado sobre los cuatro ríos del Paraíso, coloca el Jardín del Edén junto al país de las Amazonas, en el entorno de las riberas del río Tanais. En Libia.

Por algo el de las Amazonas fue un pueblo libio, cuyo solar matriz se encontraba en el norte..., en Occidente... Exactamente la misma ubicación que se les atribuye al Paraíso y a la Atlántida.

Curiosa la presencia en Occidente y en el norte de España, de ese valle de Lamazón que formando parte de la antigua provincia de Libania, se extiende, hermosísimo, a los pies del monte Labiá o Sierra de Peña Sagra. Sierra presidida por el Pico Paraíso y en la que, como ya demostramos en obras anteriores, se localiza el rastro intacto de los seis topónimos que la Biblia aporta como claves fundamentales para la identificación del Paraíso.

 

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