Los petroglifos (petro = piedra; glifo =
talladura) son imágenes grabadas por el hombre sobre piedra con
distintos métodos: picado, rayado, incisión o desgaste
(abrasión). Tienen antigüedades de miles de años y se los
encuentra en todo el mundo. Fueron la manera que usaron los
hombres primitivos para registrar hechos, visiones y contar
historias. Utilizaron para hacerlos herramientas sencillas, como
palos, piedras filosas o huesos.
Las imágenes grabadas transmiten ideas y
significados a la mente sin necesidad de usar palabras, sonidos
u otras formas de lenguaje. A este método primitivo de
comunicación se le llama pictografía (escritura con imágenes) y
a partir de él se ha formado la base de los caracteres que se
usan hoy en China, Japón y otros países. Los indios
norteamericanos y la civilización incaica no tenían lenguaje
escrito. La manera que tenían de mantener vivas sus tradiciones
e historia era pasándolas de padres a hijos en forma de relatos
orales.
La escritura en base a imágenes (petroglifos
y pictografías) resultó muy útil para adicionar una mayor
capacidad de memoria a la cultura y para permitir la
comunicación de ideas de una generación a otra.
Es común encontrar, junto a los petroglifos,
artefactos antiguos que pertenecieron a personas de antiguas
culturas de todo el mundo, que utilizaron ese registro sobre
piedra para dejar un relato perdurable de sus vidas.
A diferencia de los jeroglíficos, los
petroglifos generalmente no son un lenguaje, sino imágenes que
cuentan una historia. Algunos marcan hechos históricos, otros
hechos geológicos y algunos fueron realizados con propósitos
rituales. Muchas veces los glifos se hicieron para dejar
señalada una fuente subterránea u otro rasgo geológico.