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- LOS MILLARES -

OLGA ÁLVAREZ HERRERO http://www.dearqueologia.com/colonizaciones.htm.

  Los Millares - INDICE -

 

 

LOS MILLARES

Pero, ¿qué es Millares?. ¿Cómo surge?. ¿Cómo son sus gentes?. Daremos repuesta poco a poco a estas preguntas.

Reconstrucción del yacimiento de los Millares

Situación de Los Millares, Almería

Millares, bastión defensivo

Antes hablábamos de revolución, hecho que se plasma en la aparición de elementos, de estructuras y de formas de vida que antes no existían. A Las sociedades agrícola-ganaderas con poblamiento disperso por la campiña, le sucede una nueva forma de vida cuya máxima expresión es el yacimiento de Los Millares en Santa Fe de Mondujar (Almería). Y este cambio se produce por la propia evolución de la sociedad que llegando a un elevado desarrollo tecnológico, social y económico, se crea nuevas necesidades.

Por ello, se convierte en algo así como una puerta de entrada o un puente que enlaza la edad de piedra con los metales. Efectivamente, se produce un hecho histórico, pues, aunque no se abandona del todo el uso de la piedra, surgen nuevos materiales que trabajar y comercializar como es el cobre.

Estamos, de este modo en pleno Calcolítico, en el que aparecen incipientes ensayos de metalurgia, lo que conlleva a la aparición de nuevos materiales e ideas. El comercio surge en el Calcolítico creándose redes comerciales en las que se intercambian materias como marfil, ámbar, cobre y oro, pero no sólo son los productos los que se intercambian, sino que, y esto es importante, las ideas, de modo que en todo el Mediterráneo se participará del megalitismo. Sin más preámbulos vamos a conocer un poco más este yacimiento, exponente por excelencia de toda una cultura, para, como siempre, sacar algunas conclusiones.

La situación física de Los Millares  es una meseta elevada, “protegida” en dos de sus lados por sendos cauces de ríos, cerca del mar aunque no en la misma costa y, sobre todo, se sitúa en un lugar estratégico de penetración a las zonas mineras y de extracción del cobre.

Es el poblado fortificado por excelencia del calcolítico. Su excavación, todavía en curso, nos ha deparado un recinto amurallado cuatro veces, como respuesta al aumento demográfico que iba sufriendo. La más imponente es la última, la cuarta, con una longitud de 311 metros, una altura cercana a los 4, torres huecas, semicirculares y ovales, dispuestas cada pocos metros, construida con paramentos rellenos de barro y piedras.

 

Reconstrucción un  enterramiento de de los Millares

Tesoro de Atreo

Destaca, también, su puerta de acceso, flanqueada por dos bastiones y que da acceso a un corredor. La siguiente muralla no es tan imponente como la ya comentada, aunque destacan sus torres circulares. Pero la defensa de la “ciudad” no acaba ahí, sino que, además, contaba con defensas exteriores en forma de fortines, situándose en las elevaciones cercanas que estaban también fuertemente protegidos: planta oval, torre semirectangular central, dos recintos amurallados y un foso protector.

El poblado en sí, que según algunos llegó a albergar más de 1000 personas en su época de mayor esplendor, se compone de casas de planta circular, zócalo de piedra, cubierta vegetal y suelo de tierra apisonada.

Los estudios ha desvelado que el ajuar encontrado en las viviendas es mucho más pobre que el hallado en la necrópolis de las que nos ocuparemos en breve. Dicho ajuar consta de restos de hogar, molinos de piedra, algún silo excavado en el suelo, platos, fuentes, perforadores, fusayolas, lo cual nos indica la existencia ya de telares y, por lo tanto, de una fabricación textil, etc...

Uno de los elementos más importantes de dicho poblado es la prueba de la existencia ya entonces de una metalurgia del cobre, muy desarrollada que se realizaba en pequeños hornos sencillos realizado en el suelo de varias viviendas.

También se han hallado crisoles para fundir metal, punzones y leznas (instrumento de metal con mango de madera que usan algunos artesanos para agujerear y coser).

La necrópolis se sitúa en la ladera y está protegida por varios fortines. Destaca la cuidada construcción de las tumbas y su buena técnica, que choca un poco con la empleada en las casas del poblado. Estas tumbas, definidas por algunos autores, entre ellos el Prof. Maluquer como “Mansiones de la eternidad”, corresponden a tumbas colectivas de carácter megalítico. Hay varios tipos de tumbas como son cuevas artificiales, cámaras sin corredor y las más características, las denominadas Tholoi por su parecido constructivo con las tumbas de cámara micénicas (Tesoro de Atreo) . Estos Tholoi constan de un corredor de acceso a una cámara circular, cubierta con falsa bóveda conseguida por aproximación de hiladas.

Tanto las paredes del corredor como las de la cámara se construyen o bien a base de losas hincadas o bien mampostería en seco. Delante del corredor, y a modo de vestíbulo sin cubrir, aparece un espacio semicircular en el que se realizaría el ritual funerario.

Es interesante destacar que el corredor está dividido por losas en las que se ha practicado un gran orificio central, tal vez formando parte de un ritual funerario en el que el difunto ha de pasar por sucesivas estancias hasta llegar a su destino. Como ya hemos apuntado, estas tumbas son colectivas, situándose el difunto y su ajuar, en el que se incluían cerámicas  marfiles de algunas tumbas y otros elementos de prestigio como las cáscaras de huevo de avestruz, que nos hablan de relaciones comerciales con otras tierras, en la cámara circular, aunque se han encontrado inhumaciones posteriores en el corredor de acceso. Por supuesto, destacan los ídolos en hueso o piedra (ídolos-placa en mármol esteatita y otras piedras.

Ídolo-placa y ídolo antropomorfo

 

La decoración es geométrica, cuadrados, espigas, líneas, etc... con dos orificios, por lo que se les ha querido dar la función de colgantes, de elementos protectores que la persona podría levar colgada. Sin embargo, el gran peso de algunos de estos ídolos-placa hace inviable tal posibilidad, por lo menos para los más grandes. Otro tipo de ídolos muy interesante que se da en esta cultura, que no en este yacimiento, son los ídolos antropomorfos  en los que se ha querido ver una relación con los ídolos cicládicos.

A modo de resumen podemos decir que con el fenómeno del megalitismo, de desarrollo autóctono, aunque sin obviar los contactos con gentes de fuera, producto del comercio, se producen cambios importantes en el poblamiento de la Península Ibérica: se abandona el poblamiento disperso para crear grupos “urbanos” situados en lugares estratégicos que permitan controlar las vías de acceso a un elemento nuevo: el metal, el cobre, oro. Estos poblados se amurallan en su mayoría, algunos fuertemente, lo que nos indica enfrentamientos de grupos y por ello, la necesidad de defenderse. Además, existe un mundo funerario, complejo, con enterramientos colectivos  y rico ajuar, lo que nos da una idea de la creencia en el más allá en el que se necesitan los objetos de uso diario y de otros objeto de lujo. Estos últimos, junto a todo lo anterior, nos da una visión de una sociedad “jerarquizada”, productora de excedente  y muy organizada; no es una sociedad de subsistencia, lo que permite que algunos de sus miembros se dediquen a tareas no relacionadas con la producción alimenticia y se permitan amortizar caros objetos en sus tumbas. 

No queremos terminar sin traer a colación unas palabras del Prof. Maluquer que justifican el habernos ido tan atrás en el tiempo: “Existen unas relaciones y contactos marítimos intensos entre todas las costas meridionales que constituirán la esfera de acción propia del reino tartésico histórico”[1]. 

 


[1] “Tartessos”, Maluquer de Motres, J. Edi. Destino Vol. 309 Barcelona, 1990. ISBN 8423318931

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