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TARTESSOS Y EUROPA
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Miguel Romero Esteo | ||
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11. Lo de largarse al Cáucaso los
euro-occidentales iberos pues como que muy normal
Este irle rastreando familias de lenguas al ámbito de los hispanos
tartesios -las ahora tierras de Andalucía- y como somera aproximación al
borroso asunto étnico de los tartesios, por más que en términos
generales de vagamente etnolingüísticas familias bastante amplias, pues
parece como que ya viene durando demasiado. Pero sirviendo está para
darle luego densidad al entrar muy espesamente en los tartesios asuntos.
Y por de pronto, y desollado ya el rabo de los iberos-caucásicos
lingüísticamente kartvelianos, o familia de las lenguas georgianas, pues
habría que completarlo con el no menos asunto de las ibero-caucásicas
lenguas de la vertiente-norte del Cáucaso. O sea, la familia de las
lenguas abasgo-kérketas que desde el Mar Negro hasta el centro de la tal
vertiente-norte, y la familia de las lenguas daguestanas, que desde el
tal más o menos centro hasta las riberas del Mar Caspio, y que pues lo
dicho, un inmenso lago, y no exactamente un mar. Y claro está, las tales
lingüísticas familias en su fase euro-occidental y pre-caucásica, como
es lógico.
Antes de seguir adelante pues habría que afrontar el problema con
respecto a qué garantías pudiera haber en el asunto del emigrar las
tales gentes ibero-caucásicas, kartvelianas o no kartvelianas, desde el
extremo oeste mediterráneo al Cáucaso, y previamente al ámbito del
rincón nordeste del Mediterráneo y sus mediterráneos alrededores. Y
gradualmente, y a lo largo del larguísimo mediterráneo en remotos
tiempos. Por de pronto, lo dicho, que el medio-iberocaucásico Estrabón
lo recoge en alguno de sus libros de geografías, etnohistorias
incluidas. Pero también algo cuentan, al menos acumulativamente, las
sucesivas y borrosas emigraciones que en las legendarias historias y
desde el extremo oeste mediterráneo -el ámbito del estrecho de
Gibraltar, e incluida la Península Ibérica en el asunto- llegan al
extremo oriente mediterráneo, costas asiáticas y egipcias costas
incluidas.
Y tirando del hilo, pues en primer lugar el que en las legendarias
historias egipcias, en el sagrado Libro de los Muertos, en el extremo
oeste mediterráneo están las tierras a las que van las almas de los
difuntos, tras la muerte. Traduciendo antropológicamente el asunto a
prosa llana, pues que en el extremo oeste mediterráneo están las tierras
de los borrosos antepasados, el cementerio de los antepasados
ancestrales. Y al respecto, el que de las arqueológicamente exhumadas
mastabas en las islas Canarias, o ciclópeas plataformas escalonadas,
saltan los especialistas a similares construcciones en el Egipto tanto
dinástico como pre-dinástico, y en torno al año 3000 a.C. y que tan
ibero-peninsularmente millarense en plan de proto-hispano como ya dicho
quedó. O en otras palabras, borrosamente emigrando desde el extremo
oeste mediterráneo las proto-egipcias gentes muy ancestrales. Del tal
asunto, el serekh como remotísimo dibujito-signo jeroglífico en plan de
una mini-fachada de mini-ladrillitos, y en plan de emblema regio. Y que
en cuanto que asunto de una mini-construcción pues a mí me suena a un
tyrika deformado en serekh en plan de que lo de los constructores
etimológicamente tursios y tirsios y tyrios pues como que asoma en el
extremo oeste mediterráneo, y todos felices. Claro que en cuanto que
emblema regio pudiera también remitir hacia significar palacio del rey,
en relación con los remotísimos y genealógicos caudillos sear de los
épicos cantos del gaélico y proto-irlandés Leabhar Ghabhala y que con la
Península Ibérica -y sus alrededores- metida precisamente en las tales
remotísimas genealogías. Y el final del tal asunto parece estar en los
bíblicos y occidentalópetos filisteos -incluido el hebreo David
arreándole la pedrada al filisteo Goliat gigantón- con lo de que los
serenim eran sus jefes. Y largándole hilo al terminal sir inglés, y que
pues para lo mismo.
Aquí habría que abrir un inciso con respecto a que algo ciegos parecen
estar los egiptólogos al no ver -o al menos no suficientemente subrayar-
que, si echándole arqueologías lingüísticas al asunto, e incluso si
demasiado someras, el substrato o no substrato del remotísimo Egipto
está todo borrosamente muy infiltrado de euro-lenguas y de
euro-invasiones, incluidas infiltraciones lingüísticamente
indoeuropeas, o proto-indoeuropeas más bien. Y como es el caso del
indoeuropeo parao para significar el palacio del rey, el palacio o palau
-lengua catalana pura- del que se origina precisamente el nombre del
paraón o faraón, y no sé si con el -on vasco -hay palabras vascas en la
arcaica lengua egipcia- para significar que el gran palacio. Pero no
menos el caso de las enigmáticas lenguas ibero-caucásicas. Y que también
euro-caucásica sino que también porque sus remotas gentes al menos, y no
sólo por su ibero-peninsular fase pre-caucásica asoman incluidas
bíblicamente en los euro-japetos o euro-jafetos del santo patriarca
Jafet, el hijo menor del no menos santo patriarca Noé, con o sin lo del
diluvio incluido en el lote. Y valga de paso el que en su pre-caucásica
fase parece haber bastante de mediterráneo-norteafricano, y no sé si en
plan de parada y fonda en el larguísimo camino desde el extremo oeste
mediterráneo hacia las caucásicas tierras. El pre-dinástico faraón Nar-Mer,
al menos en mi opinión, nos lleva en su nombre al semítico mir o emir
para significar rey pero también al ibero-caucásico nor o niur para
significar luz. Y que en las legendarias historias gaélicas asoma de Nel
o Noel. Con lo que pues parece como que hasta el enigmático nombre de
Noé está metido en el tal ibero-caucásico asunto, y desde su más o menos
borrosamente ibero-peninsular fase pre-caucásica. Valga también el que,
en algunos cantos proto-gaélicos del Leabhar Ghabhala relativos a
tierras ibero-peninsulares, el tan geográficamente distante Egipto
funciona como una especie de colonia de la Península Ibérica, o lo
parece.
Algo similar a lo de los ancestrales y egipcios antepasados remotísimos
ocurre también con los no menos remotísimos y ancestrales antepasados
griegos. Que, pues lo dicho, al menos en sus legendarias historias, su
paraíso -incluidos o no los famosos Campos Elíseos- está en el extremo
oeste mediterráneo. Y que es, y al igual que con respecto a las almas de
los difuntos egipcios, adonde también van las almas de los griegos, tras
la muerte, y desde allí se las remite hacia la océano-atlántica isla de
los bienaventurados famosa. Y así el tal legendario asunto. Con el hecho
histórico, o más bien proto-histórico, que subyacer le pueda. Y en lo
que pues implicada otra borrosa emigración de antepasados ancestrales al
Mediterráneo oriental desde el extremo oeste mediterráneo. Y que en este
caso pues ya más bien oceánico y atlántico. No Míenos otra y no tan
borrosa euro-occidental emigración al Mediterráneo oriental -e incluidas
muy particularmente sus orientales costas tanto egipcias como asiáticas-
y desde el extremo oeste mediterráneo en el asunto de los misteriosos
atlantes. Que ocupando fueron todas las costas mediterráneas una especie
de invasión pluri-étnica, que no habría etnia ninguna tan inmensa en los
tales tiempos remotísimos o remotos y también todas las costas
africanas. O sea, libias en la jerga de la época. El gran filósofo
Platón en el siglo IV a.C. nos lo comunica como incuestionable hecho
histórico. Más bien proto-histórico, claro está. Y con respecto a que
todas las costas africanas, pues entendido en cuanto que incluidas en el
asunto tanto las mediterráneas costas norteafricanas como no menos todas
las africanas costas oceánicas, pues que muy bien pudiera tener más o
menos borrosa base en eso lo de que, y al respecto inscripciones
egipcias o papiros, unos misteriosos puní ocuparon las mediterráneas
costas norteafricanas borrosamente a todo lo largo, y no menos
borrosamente a todo lo largo las costas orientales, o africanas costas
del Océano índico. Y etcétera de las euro-occidentales migraciones para
los remotos o remotísimos tiempos, y por más que borrosas.
Con respecto al más o menos étnico nombre geográfico de libios en plan
de que norteafricanos, los antiguos griegos lo usan y abusan así,
incluido lo de Lybia para significar África, y desde el siglo VIII a.C.
o cosa similar. O en base a que, desde media docena de siglos antes, en
la norteafricana costa lindante con Egipto vienen pululando unos lebu y
que a cada poco pues atacando a los egipcios, y que no se sabe muy bien
de dónde llegaron. Muy bien pudieran estar metidos en lo de muy
euro-occidentales atlantes si entendido en sentido muy amplio. En el
siglo IV a.C. el gran Herodoto nos comunica, en algunos de sus libros de
historia, que los últimos atlantes ocupaban las ahora tierras del sur de
Marruecos, y que eran vegetarianos. Bien por el dato. Pero lo cierto es,
y con respecto a los lebu o libios que, en el aquí ya bastante citado y
griego periplo massaliota, y para remotos tiempos, también asoman, y más
o menos como que mestizados con los hispanos phoenikios que más o menos
indígenas e iberos bástulos o bastetanos. O que al menos aquí bástulos
en sentido general. O sea, en una más o menos relación cultural o
etnocultural. O sea, los bastantes hispanos lybio-phoinikes que, y por
lo de libios mucho después y en el siglo VIII a.C. para significar
africanos pues se los ha venido asumiendo como que norteafricanos
cartagineses -los fenicios libios o norteafricanos fueron los
cartagineses- sin tener en cuenta que las tales
entes hispanas remiten más bien a remotos tiempos. Y como indígenas
iberos los phoinikes o phonikes pues no menos indígenas iberos los tales
lybios o libios. Y remitiendo probablemente al ibero ili para significar
ciudad y al Uelis o Velis que finalmente la Vélez malagueña.
O sea, unos ilíbelos que -y con o sin incluir los pre-romanos topónimos
Ilíbula o Ilípula en las ahora tierras granadinas- pues con nombre que
desde un ilíbios, llega a sólo un libios finalmente. Metido en el asunto
un mestizaje o no mestizaje con morenas gentes senegalesas, o que proto-senegalesas
más bien. Por un lado, porque los filólogos en las arqueologías
lingüísticas del asunto pues lo de lebus o libios lo remiten a la
senegalesa etnia lebu ya bastante residual. Y en lo que parecen estar
metidos los peuls como variante de lo mismo. Y por otro lado, pues
porque en varias fuentes de la mediterránea antigüedad tanto griegas
como latinas, se recoge lo de que negrazas gentes subsaharianas -los
etíopes en la jerga de las tales épocas- invadieron y se asentaron en el
sur de la Península Ibérica. Con los libio-phoinikes como hispanas
gentes negrazas, y algo así como que proto-granadinas y proto-malagueñas,
o al menos negrazas en cuanto a los lebu o libios, tiene verdaderamente
sentido el que los seleccionara el karkedón Annón para su gran proyecto
de ir fundando por las oceánicas costas africanas, y tanto atlánticas
como océano-índicas, serie interminable de ciudades-puertos de escala y
aguada, para la más o menos larguísima ruta de navegación de cabotaje
hasta la India. Y tiene sentido porque, como iba a ir fundándolas a lo
largo de las oceánicas costas en las que las gentes de negra la piel,
pues las hispanas gentes de también negra la piel y ex-africanas serían
como que las más aptas para suscitar menos hostilidades en los afros y
muy negrazos indígenas. Por otra parte, y al respecto de tan larguísima
ruta oceánicamente circunnavegatoria del continente africano, pues
habría que decir que en alguno de los cantos épicos del gaélico y proto-irlandés
Leabhar Ghabhala asoma precisamente la tal ruta oceánicamente afro-circunnavegatoria
desde el estrecho de Gibraltar hasta la India, pero en viaje de vuelta
desde la India, desde la gran isla de Ceilán, hasta llegar finalmente al
ámbito tartesio del estrecho de Gibraltar. O sea, que si utilizable la
tal ruta para una circunnavegación de regreso, parece como que ya venía
siendo navegada para circunnavegaciones de ida. O sea, cosa de
ibero-peninsulares gentes proto-gaélicas. Y de gentes pre-gaélicas
también ibero-peninsulares, la no menos cosa de transmediterráneas e
ibero-peninsulares emigraciones guerreras -y alguna de ellas muy letrada
y culta- desde el ámbito del estrecho de Gibraltar al extremo
Mediterráneo oriental, a Egipto en concreto. Pero en fin, se nos han
quedado colgadas las ibero-caucásicas familias de la vertiente-norte del
Cáucaso, y hora va siendo ya de descolgarlas.
Claro que pues tampoco habría que olvidar que, hacia al año 2000 a.C.
aproximadamente, la legendaria familia oceánida de la diosa-princesa
Europa borrosamente emigra con sus gentes al Mediterráneo oriental desde
el más o menos oceánico ámbito del estrecho de Gibraltar. O en plan de
emigraciones euro-occidentales hacia los territorios
mediterráneo-orientales, pues que tampoco habría que echar en saco roto
el que, y hacia tiempos de los siglos XII y XIII a.C. aproximadamente, y
desde el Mediterráneo occidental, los muy navegantes euro-occidentales
pueblos -flotas de naves de guerra atiborradas de uniformados guerreros
armados hasta los dientes- denominados egipciamente los pueblos del mar
asolaron repetidamente las mediterráneo-orientales costas. Y básicamente
el egipcio delta los tartesios hispanos en plan de teresh o teresios. Y
los sárdanos de la mediterráneo-occidental gran isla de Cerdeña, nombre
que, al menos a mi modo de ver, no es más que un Karkedonia transformado
fonéticamente. Y remitiendo hacia que dárdanos pues no es más que la
variante de un previo dúdanos o tártanos que a su vez variante y
contracción fonética de lo de Karkedoni o karkedones más bien. Y en
función de acaso un más fonéticamente originario txarxedona del que, y
resolviéndole a la X el doble fonema implicado, resulta un tkarstksedona
con los aglutinantes fonemas consonánticos de las iberas gentes en las
que, y desde su fase caucásica, vamos a entrar. Y de lo que, y en este
caso, y reduciéndolo a desaglutinada fonía más simple, pues tanto
resultar puede un tártanos como un dárdanos y como no menos un sárdanos
y sin excluir un kárkanos y hasta incluso un kórkonos finalmente. Y con
lo que pues parece como que estamos en los górgonos oceánicos -la gran
górgona Medusa de la cabellera de serpientes- de los que, al menos
legendariamente, resultan los tartesios.
Pero sin excluir a los ibero-peninsulares tauta dé-danann borrosamente
proto-escandinavos. Y con el tauta probablemente remitiendo a un tarta
en plan tartesios. O sea, tártanos y dárdanos. Incluidos los troyanos
dárdanos de la legendaria y famosísima guerra de Troya. Y no menos los
bíblicamente dodenim que hijos de Yaván, nietos de Japhet, biznietos del
gran Noé y el gran diluvio de lluvias. Pero no menos bíblicamente pues
tartesios hermanos de Tarsis y Elisa, y de la cretense y pre-minoica
Kephtiu. O primer asomo del nombre de Egipto, cuando todavía nada
egipcio sino que remitiendo a ibero-peninsulares nominalmente proto-egipcios
que más bien para-geriónidas egidnos y tan felices.