Autor:
Guillermo Piquero
I parte
La Europa aborigen
(Vida y muerte del viejo
mundo)
Anexo a la I PARTE
EL MATRIARCALISMO CANTÁBRICO
Un superviviente de las
culturas del neolítico.
NOTAS
(1)
Según José Miguel de Barandiarán “Hay un genio (de sexo femenino,
como la mayor parte de los que figuran en la mitología vasca) que ha logrado
acaparar muchas funciones que han sido atribuidas a diversos seres míticos de
otros países. Es considerado como el jefe de los demás genios. Entre los
componentes de sus nombres actuales, el más antiguo parece ser MARI. Este
vocablo, que en algunas partes del país significa señora y que en este sentido
se aplica al parecer al personaje mítico de que hablamos, va acompañado del
nombre de la montaña o caverna donde, según las creencias de cada pueblo, suele
aparecer el genio”. En “Mitología Vasca.”
(2)
La frase la toma Greil marcus (Rastros de carmín,
Anagrama, Barcelona 1993, p.212) del dadaísta Hugo Ball, señalando por boca de
H.Lefebvre que se trata de “una aspiración al mito gnóstico”.
(3)
Oteiza es quien mejor interpreta la potencialidad mágica del
pequeño cromlech vasco como desocupación, hueco, vacío y 0. Con el cromlech “el
hombre estrena una nueva relación con el universo, consigo mismo y con los
demás. [...] El ser estético se libera de su peso, de la presión mortal
(provisional) de su encierro. [...] El artista recibe por el cromlech su
verdadero ser social. Se piensa a sí mismo. La angustia vertical que origina el
arte se viene al suelo y el temor excesivo del hombre hacia fuera o hacia arriba
se transforma en un reconocimiento horizontal en los demás. La inseguridad
existencial concluye, concluye el arte, y la existencia con privilegios para la
invención del artista ya no se justifica. Volvemos a vivir este momento
excepcional con el arte contemporáneo. El lugar que tiene que dejar vacío el
artista es el lugar de la nueva fe colectiva [...] El artista no se justifica
cuando todo el arte nuevo está ya en la calle”. ¿NO SUCEDE ESTO CON LAS RUPTURAS
DADAISTAS, LOS SITUACIONISTAS Y LOS PUNKS? Y Oteiza nos seguirá diciendo que:
“Hoy la tarea, en este trayecto, no es estética sino vital [...] Es una forma de
orientarnos en la recuperación de la capacidad de diálogo que hemos perdido con
nuestro ser tradicional. Cada rasgo o hábito que recuperemos en nuestra
conciencia representa sicológicamente un restablecimiento de nuestro estilo
intimo, que en el mundo de hoy equivale a recuperar la fe en el hombre y que
para nosotros es recuperar nuestra fe en el hombre vasco, en nuestro pueblo”.
Oteiza, Quosque Tandem...!, 5ª EDICIÓN, Pamiela, en el índice Epigonal,
Prehistoria vocabulario.
(4)
Los diez mil seres llevan en las espaldas el Yin (la oscuridad) y
en los brazos el yan (la luz). Así el vapor (la materia) del vacío queda
armonizada”. Lao Tse, Tao Te Ching, Orbis, Barcelona 1983, p. 39. Lao Tse
lo mismo que Pitágoras suponen, además de la Unidad Suprema que es el Tao en su
reposo trascendente, otra Unidad que es la unidad que hace el par y la multitud.
Lo mismo debió encontrar Antonio Artaud entre los taraumaras cuando describe el
ritual Ciguri y los pasos de la danza del hombre y la mujer: “...por la forma
como se situaban uno frente al otro, por la forma, sobre todo, como ocupaban el
espacio, como si estuviesen situados en los bolsillos del vacío y en los cortes
del infinito, se comprendía que ya no eran un hombre y una mujer los que allí
estaban, sino dos principios...”; Y sigue describiendo más adelante cómo a la
“octava vez miraron al sacerdote, que tomó entonces posición con aire de
dominación y de amenaza en el extremo del Sancta Sanctorum, donde las cosas
están en contacto con el Norte. Y con su bastón dibujo en el aire un gran 8.
Pero el grito que lanzó en aquel mismo momento era como para revolucionar el
parto de horrores fúnebres del muerto negro por su antiguo pecado, como dice el
antiguo poema enterrado de los mayas del Yucatán; y no recuerdo haber oído en mi
vida algo que indicase de forma más resonante y manifiesta hasta qué
profundidades desciende la voluntad humana a provocar su innato conocimiento de
la noche. Y me pareció volver a ver en el Infinito, y como en sueños, la materia
con que Dios ha insuflado la vida. Aquel grito del sacerdote estaba hecho como
para sostener la trayectoria del bastón en el aire. Al gritar de aquella forma,
el sacerdote se desplazó y dibujó con todo su cuerpo en el aire y con sus pies
en la tierra la forma de un mismo ocho, hasta que lo hubo encerrado del lado del
sur” (A. Artaud, Los Taraumara, Barral Editores, 3ª ed., Barcelona 1977,
pp. 20-22). De lo mismo nos hablará Katherine Neville, en su novela El ocho
(Ediciones B, Barcelona 1994, pp.436-439), cuando aborda los temas de los
números de Fibonacci, Pitágoras y la música y el ajedrez de Montglane que del 8
derivan en espiral por el juego del infinito. Muy relacionado con lo hasta aquí
citado, es el análisis de Txepetx, J.Mª Sánchez Carrión, en La realidad y la
ley de septiembre de 1990 (Imprecor nº81, Madrid 1991), donde distingue tres
leyes naturales: La de integridad, la de causa-efecto y la de la armonía; y sus
representaciones éticas, ecológicas, sociolingüísticas y de física cuántica; así
como los movimientos en espiral que van del 8 al 0 (inconsciencia) y del 0 al 8
(consciencia). Un sentido similar es expresado por Fritjof capra (El Tao de
la Física, Luís carcamo, Madrid 1987, p. 17) cuando afirma que: “...la
relación entre física y misticismo no es sólo muy interesante sino también
importante en extremo. Demuestra que los resultados de la física moderna han
abierto por completo dos caminos muy diferentes a seguir por los científicos.
Pueden conducirnos, por ponerlo en términos extremos, a Buda o a la Bomba, y
corresponde a cada científico decidir qué camino tomar. A mí me parece que en
una época en la que casi la mitad de nuestros científicos e ingenieros trabajan
para lo militar, malgastando un enorme potencial de ingenio humano y creatividad
en descubrir medios cada vez más sofisticados de destrucción total, el camino de
Buda, el “camino del corazón”, nunca puede ser enfatizado excesivamente”.
(5)
Después de repasar diferentes hipótesis sobre el mito de los
gentiles, J.Mª Satrústegui (Mitos y
creencias, Larrun/Txertoa, San Sebastián 1982, p. 151) afirma que: “El mito significa la
sublimación del holocausto. Es el último capítulo de un estilo de vida y el
sometimiento definitivo de la población a una nueva religión”.
(6)
La palabra Potlach es interesante rastrearla (además de un Mauss
y Bataille) desde los “situs”, Internacional Situacionista; y en especial en
Greil Marcus, op. Cit., 1993. Aquí, esta palabra es un homenaje a quien nunca se
autoreivindicaría: Guy Debord, desaparecido recientemente en combate. Debord
señala que la Potlach era un regalo, una oferta de “bienes no a la venta”
(G.Marcus, op. Cit., 1993, p. 416). También dice que ahora, en las sociedades
escaparate, “lo verdadero es un momento de lo falso” (La sociedad del
espectáculo, Castellote, Madrid 1976). Nos hallamos ante una afirmación
perpetua, ante la “voluntad de poder” en la virtud de su no deso, en la Potlach
de la palabra dada, del don, en el auzolan (en el sentido productivo del don que
la comunidad da a los sujetos que la conforman y viceversa, una práctica social,
de origen inmemorial, que todavía persiste en algunos lugares de la geografía
vasca) como interacción productiva del devenir activo de lo múltiple, del uno
autovalorizado en sus distintas posibilidades. Para rastrear el rico concepto de
Potlach, del don, remitimos entre otros autores a: Marcel Mauss, Sociología y
antropología, Tecnos, 1991. Georges Bataille, La parte maldita,
Icaria 1987. Jean Duvignaud, El sacrificio inútil, F.C.E., México 1979.
Raoul Vaneigem, Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones,
Anagrama, 1988. Gilles Deleuze, Nietzsche y la filosofía, Anagrama,
1971, pp. 273-275.
(7)
R. Mª de Azkue, op. Cit, vol.
I, 1969, p.54.
Según este autor “Ar-emeak” sería: macho y hembra, corchetes o bisagra; tomando
en nuestra interpretación la forma de unidad de contrarios.
(8)
Mari: Auñamendi, Enciclopedia general Ilustrada del País
Vasco, vol. XXVI, San Sebastián 1989, p. 420. Emeterio Sorazu, Antropología
y religión en el pueblo vasco, caja ahorros provincial Guipúzcoa, Usurbil 1979,
p.289.
(9)
La referencia de Osés (Andrés Ortiz-Osés, De mitología vasca y
japonesa, Revista Archipiélago nº 23, Madrid, invierno 1995, p.104) no deja
de ser sintética, de un pactismo rayando con la apología entreguista y de
acoplamiento intelectual a la organicidad (en sentido durkheimniano) imperial
por intermediación de la jurisdicción local (poder autonómico). Es cierto que
hay una solución sincrética, pero desde dónde ¿desde la multiplicidad que
informa y conforma un estilo (en este caso el vasco) o desde el estilo de lo
particular diluido en la multiplicidad formal de universos espacio/temporales
(fenoménicos)... SEPARADOS (descontextualizados, sujetos a la visión perpetua
del presente), perdidos en sus apariencias (folklóricas)?. La cuestión que
plantea Osés sobre la Razón (mayúscula) política como Autoridad (mayúscula)
democrática, de reconciliación con el arquetipo del PA(PA)triarca, no tiene
desperdicio. El problema de los vascos no es crear un estado, como parece
entender este autor, sino destruir los estados que impiden su libre expresión.
Parafraseando a Sartre: “Hay un pueblo vasco allá donde sólo hay masas
francesas”. ¿Homogeneidad o diversidad? Puede que la respuesta esté inscrita en
las variantes existentes entre distintos códigos de información, entre
combinatorias diferentes de una misma esencia energético/material. El problema
de Osés es haberse perdido (haber extraviado el hilo –ARI) en el LABERINTO
VASCO, haber escuchado los cantos de las sirenas mutantes del IMPERIO de las
profundidades y confundir el equilibrio (reequilibrio constante y móvil de la
esencialidad unitaria –energética y material) con la apariencia de orden surgido
del caos (multiplicidad) de sus formas fenoménicas.
(10)
MARI,
en Auñamendi, op. Cit., vol XXVI, 1989, p.418.
Se hace
referencia a esta leyenda recogida en el Livro dos Linhagens de Pedro de
barcellos.
(11)
F.Ferracuti,
J, Léaute, P.Hanke, H.J Horchen y C.Rose, Comisión Internacional sobre la
Violencia en el País Vasco, Sección III: “Contener el terrorismo vasco”, DEIA 5
de abril de 1986.
(12)
En
el sentido utilizado por Balandier de sociedades que “...establecen entre lo
real y ellas mismas una relación de equivalencia, su orden y el orden general
del mundo son inseparables; se constituyen situándose por comunicaciones y
correspondencias múltiples con éste, no se separan de él en el deseo de servirlo
mejor. En este sentido, sus teorías del mundo, el hombre y lo social son
globales, unificadoras”. Georges balandier, EL DESORDEN: La teoría del Caos y
las ciencias sociales. Elogio de la fecundidad del movimiento, Gedisa,
Barcelona 1989, p. 144.
(13)
El concepto de
holograma como representación del universo está sacado de P.K. Dick (Sivainvi,
op. Cit., 1988, p.268). “Apolonio de Tiana, cuando escribe de Hermes Trimesgisto
dice: Tanto es arriba como abajo. Con lo cual quiere expresar que nuestro
universo es un holograma, pero no poseía el término”. Cuestión también aludida
por A: Artaud, Heliogábalo o el anarquista coronado, Fundamentos, Madrid
1972, p.83). O dicho a la manera de Spinoza: “todo cuanto existe expresa de
cierta y determinada manera la potencia de Dios”. (Baruch de Espinosa, Etica
demostrada según el orden geométrico, Orbis, Barcelona 1984, p.86)
(14)
Auñamendi, op. Cit., vol. XXVI, 1989, p.419-420. Esta capacidad de traspasar los
condicionantes espacio temporales, de moverse entre dimensiones paralelas, entre
los mundos fenoménicos que cubren de apariencias el espacio donde se asienta la
eternidad (unidad) del tiempo, es una de las constantes que se dan entre los
gnósticos, los alquimistas, los herméticos, en los distintos cultos heréticos,
animistas (primitivos). Parsifal, el caballero de la Tabla Redonda que busca el
Grial, es representado en la ópera de Wagner (inspirada en el Parzival de W. De
Eschenbach) diciendo: PASIFAL: -Sólo me trasladé un poco y, sin embargo, parezco
haberme alejado mucho. A lo que responde GURNEMANZ: -Ya ves, hijo mío, aquí el
tiempo se convierte en espacio. Ante lo que Dick (Sivainvi, op. Cit., 1988,
p.50) comentará que: “No hay camino que permita abandonar el laberinto. El
laberinto se muda a medida que se anda por él, pues tiene vida”. Este es el
conocimiento del laberinto, el saber que se está en él y que está sujeto a los
cambios (apariencias) que en él imprime el tiempo. Un trastrueque engañoso de
formas que William Shakespeare conoce perfectamente y pone en boca de las
brujas: “-Lo bello es feo y feo lo que es bello; la niebla, el aire impuro
atravesamos”; y en las palabras de Hécate la suprema hechicera: “-¡Negros
espíritus y blancos, rojos espíritus y grises, liad, liadlo todo vosotros que
entendéis! Titty, Tiffin, mantenedla caliente; Firedrake, Puckey, dadle gusto.
Liard, Robin, llevadla a ebullición. ¡Y luego meneadla en todo los sentidos!
Echad dentro lo malo, dejad fuera lo bueno”. (Macbeth, Orbis, Barcelona
1983, pp. 48-168 y 169). Una ilusión fenoménica ante la cual Debord manifestará
que “Este nes nuestro programa, que es esencialmente transitorio. Nuestras
situaciones serán efímeras, sin futuro: pasadizos” Algo que no es otra cosa que
la afirmación que se plasma en el ser sujetos de la propia historia, en el no
estar condicionados por las barreras sociales y las ilusiones construidas en el
espacio, en el ser los propios artífices de nuestras situaciones y en el conocer
la estancia del laberinto para modificarlo a nuestro antojo; en definitiva, “la
parte de la creatividad vence siempre a la parte repetitiva” (Guy Debord,
“Perspectivas conscientes de la vida cotidiana”, en La creación abierta y sus
enemigos: Textos situacionistas sobre arte y urbanismo, La piqueta, Madrid
1977, p.217).
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