Capítulo II
Siguiendo el rastro del euskera por la península ibérica
“Creemos, no obstante, que la lengua que hablaba
el primitivo pueblo cántabro, tenía mucho de común con la de los demás pueblos
de la costa cantábrica, y aún del
resto de España, y que ésta se ha conservado, por
sus circunstancias históricas, solamente en los territorios que constituyen las
provincias Vascongadas. Esta es, a
nuestro juicio, la única razón de que encontremos
en Cantabria voces, principalmente topónimos, restos indudables de la primitiva
lengua, que hoy identificamos con
otros del idioma que, por la zona de
supervivencia, denominamos vascuence.(...) En nuestra península y más
concretamente en la costa cantábrica a que nos referimos,
no podía existir en una misma época una lengua
diferente en cada región, aunque éstas tuvieran diferencias dialectales como
ocurre hoy con el vascuence actual, en el
que son más de una veintena las variantes
dialectales que se conocen correspondiendo a diferentes zonas de su territorio.”
Manuel Pereda de la Reguera.
“Cantabría raíz de España”
Esta hipótesis que vamos a intentar demostrar no
es nueva, sino poco conocida o más bien “despreciada”. Nosotros simplemente la
retomamos y le añadimos nuevos datos.
Comencemos con un pequeño repaso histórico a
través de las palabras que el santanderino Manuel Pereda de la Reguera dejó
impresas en su libro “Cantabria raíz de España”:
“El que la lengua que hoy denominamos vascuence
fuera general en la España primitiva ha sido sostenido, con mayor o menor
fundamento y propósito, por muy diferentes historiadores de anteriores épocas.
Entre ellos pudiéramos citar a Garibay y Zamalloa, que en su “Dialogo de las
lenguas” decía, que son muchos los que creen que “la lengua que usan hoy los
vizcaínos es la antigua España”: Josefo Escalifero dice: “En las lenguas de
Europa”, que se usaba en estas regiones antes de la romanización. Beuter, en “La
crónica Aragonesa”, Marineo Siliciano, en “La historia del antiguo lenguaje”, o
Francisco Javier de la Fuente, en “La España primitiva”, dicen también que esta
lengua fue la primitiva de España. Igualmente, Peralta Barnuevo en la “Historia
de España” insiste en que “no puede dudarse que fue la primitiva y universal
lengua de España”, lo que también afirma en análogos términos el P. Moret en sus
“Investigaciones históricas” y en “Anales de Navarra”. Del mismo modo lo afirman
Pedro Salazar de Mendoza y Rodrigo Méndez Silva en su “Población de españa”, y
los vascongados Andres de poza, en “La antigua lengua poblaciones de España”
(1585). Baltasar de Echave y Antonio Navarro de Larrategui, en su “Epítome de
los Señores de Vizcaya”, impreso en Turin en 1620, y el padre Mariana en su
“Historia General de España” o en la “Inquiridión de los tiempos”, de Fray
Alonso de Venero”.
Incluimos a continuación dos estudios recientes
que abonan estas tesis. Uno referente al lenguaje ibérico-tartésico y otro que
trata de descubrir la multitud de raíces euskerikas que posee el castellano.
1) EL
DESCIFRAMIENTO DEL IBÉRICO-TARTÉSICO
Extractos de “El
Origen de los vascos y otros pueblos mediterráneos”
Antonio Arnaiz y Jorge Alonso
“Desde hacía muchos siglos eran conocidas en la
Península Ibérica y Francia una serie de inscripciones misteriosas que recibían
el nombre de "ibéricas" por considerarse pertenecientes a este pueblo
prerromano; con posterioridad se descubrieron otros textos redactados en un
alfabeto distinto, al que se denominó meridional o "tartésico". La contribución
de diversos filólogos, fundamentalmente la de Gómez-Moreno (25), supondría el
conocimiento de los valores fonéticos de aquellos signos. Un importante paso
para averiguar el contenido de una lengua sobre la que se habían adelantado
varias hipótesis.
Para la mayoría de los investigadores, el "ibero"
y el "tartesso" eran idiomas distintos. El "ibero" podría traer sus raíces del
Cáucaso, África, Armenia, etc. El "tarteso" se
consideraba un habla emparentada con las
indoeuropeas, posiblemente al jónico o al tirseno. Jorge Alonso se interesó
desde muy joven por la cultura tartéssica, y muy especialmente después de su
estancia en la Base Naval de Rota, donde examinó diferentes restos tartéssicos,
y dedicó no pocos esfuerzos al estudio de esta civilización. Asimismo, en los
múltiples viajes al norte de África, convencido del parentesco del ibero y el
bereber, se decidió a centrarse en el "vasco- iberismo". La vieja hipótesis para
el desciframiento del ibero mediante el idioma euskera, que no se encontraba ya
en su mejor momento, pues el grueso de los especialistas sin avance alguno la
consideraban un instrumento trasnochado. Habían sido muchos los investigadores
que no lograron encontrar las conexiones entre ambas lenguas, y consecuentemente
la ciencia filológica acabaría desviándose por otros derroteros menos lógicos.
Trabajando desde el "vasco-iberisino" durante cierto tiempo, la interpretación
de diversas frases funerarias daría las claves necesarias para penetrar en el
fascinante mundo de los iberos y los tartessos (...) Durante varios años Jorge
Alonso recorrió la mayor parte de los poblados ibéricos y tartéssicos,
recogiendo la información escrita que se guardaba en bibliotecas y museos, y
familiarizándose con los restos materiales de estas culturas. Así se obtuvo el
imprescindible flujo de inscripciones para cualquier trabajo en este campo,
consiguiendo superar las pequeñas dificultades que siempre presenta el manejo de
los alfabetos antiguos, con proliferación de caracteres con el mismo valor
fonético. Asimismo, se recopiló el máximo de literatura sobre los
desciframientos de idiomas en los últimos años "hitita" y "Lineal B",
reflexionando detenidamente sobre la eficacia de métodos como el criptográfico y
combinatorio. Finalmente, Jorge Alonso enfocó sus esfuerzos en la búsqueda de
una metodología que permitiese entrar en la fortaleza ibérica. Y después de no
pocos ensayos y dudas, centró su estudio en las frases funerarias, con la
esperanza de que se dieran las condiciones que había observado en la epigrafía
de las tumbas etruscas, que contienen casi siempre las mismas palabras, y son
muy reiterativas en las expresiones. Un ejemplo de lo que ocurre en nuestros
propios cementerios, donde las dedicatorias son muy semejantes en sus
referencias y redacción. Trataba así de sortear una de las principales
dificultades que ofrecían los escritos ibérico-tartéssicos: la separación de
vocablos, que enmascara el comienzo y final de las palabras. Más tarde harían
acto de presencia otros inconvenientes no previstos, como que algunas
consonantes
conllevaban vocales que no se escriben o que los
escribas redactaban de oído. Del gran número de textos, que se suponían
funerarios a priori, se eligieron una quincena,
donde a simple vista se adivinaban varias
palabras semejantes.
La Escritura ibérica La transcripción al alfabeto
latino de varias donde aparecen los vocablos
"BALCE" y "ATIN" es la siguiente:
BALCEATIN
BALCEATINTAE
BALCEKALDUR
ATINBELAUR
BALCEATINOE
BALCEATINISBETARTICEREBANEN
No resultó especialmente difícil identificar en
euskera los vocablos BALCE y ATIN que se repetían en las frases. BALCE (ibe) la
comparé con BAL (vas) = "charca de agua", pero relacionado además con "BALTZ"
(vas) ="negrura". Tampoco la segunda, en su raíz ATE (vas) ="Puerta", "Salida",
que en este caso se hallaba declinada ATE-AN (vas) ="En la puerta". Algo más de
tiempo llevó descubrir que ATEAN era uno de los nombres que usaban los pueblos
hispanos prerromanos para denominar la "sepultura".
Según se desprende de los ahora numerosos textos
descifrados, las gentes ibéricas creían que su espíritu, al depositarse el
cadáver en la tumba, viajaba por el mundo subterráneo hacia un lugar más allá
del "río de fuego", donde encontraba cierta morada junto a sus antepasados. De
ahí que la sepultura era la "puerta" por donde iniciaba el viaje hacia su
destino final. Poco a poco se reconocieron entre los distintos epígrafes otras
equivalencias del léxico euskera, así como verbos, pronombres, artículos,
numerales, que confirmaban la hipótesis del parentesco vasco-ibérico. Según se
disponía de vocabulario seguro, es decir, perfectamente probado en diferentes
textos, se acometían párrafos más amplios y más complejos. La interpretación de
las frases arriba indicadas queda de esta manera:
(...) Uno de los momentos más significativos del
proceso de desciframiento fue la interpretación de una pequeña frase de la lista
de Hubner, en su “Monumento Linguas Ibérica”.
Sorprendentemente se trataba de una pequeña
“Piedra de Roseta” que había pasado inadvertida para los investigadores, no
obstante de haber sido publicada en el siglo pasado. La primera parte de este
epígrafe funerario estaba redactada en latín, y encabezaba una frase bilingüe en
una lápida funeraria que dice así:
-HEIC. EST. SIT (latín)
-ARE. TACE. CE(NN) SAKARILN (ibero)
(...) La escritura "tartéssica", considerada
durante muchos años distinta de la ibérica, constituye otra de las sorpresas del
desciframiento. Al igual que con el alfabeto levantino, Gómez-Moreno (25)
determino el valor fonético de los caracteres de estas inscripciones
meridionales tartéssicas, semejantes pero diferentes a las ibéricas utilizadas
en la franja mediterránea. Muchos de sus textos, redactados una línea en una
dirección y la siguiente en la contraria, aparecían en el sur de Portugal, y
casi siempre en lápidas sepulcrales; pero también se conocían epígrafes
procedentes de Andalucía y plomos en comarcas mucho más al Este, en Castilla-La
Mancha y Valencia. El historiador A. Schulten, estudioso de la civilización
tartéssica, identificó estas inscripciones con el tirseno, una variedad de la
lengua griega. Se basó en la identidad entre la frase tartéssica "NARONABAGEON",
repetida en el ritual religioso meridional, y la frase "ZARONAI", que se leían
ambas con facilidad en una losa de la isla de Lemnos, en el Egeo. El
investigador alemán, que discrepaba de la interpretación de los lingüistas
hispanos, leía mal el abecedario de las estelas portuguesas. Y la pretendida
relación filológica carecía de fundamento. Sí tienen absoluta correspondencia
con el euskera con el significado de "EN ESTE LUGAR (SE) CONCEDE BUENA ACOGIDA"
o "LA VOLUNTAD DEL CIELO", y está dentro del léxico funerario ibérico. Llave que
ha servido igualmente para abrir la caja de los secretos lingüísticos de la
lengua que habló el famoso imperio de Tartessos.
Como en el caso levantino, las hipótesis sobre la
personalidad de aquellos textos estaban equivocadas. Hoy se puede asegurar que,
frente a todo pronóstico, esta lengua no es indogermánica, y se encuentra
también emparentada con el vascuence. De acuerdo con el método seguido
anteriormente, se tradujeron las diminutas inscripciones grabadas en los ajuares
funerarios. He aquí algunos ejemplos:
(...) De acuerdo con el progreso en el
desciframiento de la lengua ibérico-tartéssica, se fue confeccionando un
diccionario que ha servido de ayuda durante todo el proceso de traducción, que
ha durado varios años. (...) El número de inscripciones contabilizadas en la
actualidad supera el medio millar, aunque muchas de ellas están en mal estado,
mutiladas, o son básicamente iguales, por su contenido, a otros textos. Su
procedencia se distribuye por las provincias andaluzas, Extremadura, Castilla-La
Mancha, Valencia, Murcia, Aragón, Cataluña, Navarra, etc. Pero también las hay
en algunos departamentos de Francia, Portugal, Italia y el norte de África.
Grabados en plomos, bronces, cerámica y piedra, pueden datarse desde los siglos
m-v a. de Cristo hasta nuestra era, pues varias vasijas de Tarragona mencionan a
los cristianos. Sin duda alguna, el idioma ibérico particularmente se mantuvo
vivo hasta bien entrada la civilización de Roma en la mayor parte de la
Península. Milagrosamente, el habla euskera, del mismo tronco que el
ibérico-tartésico, conseguiría sobrevivir al amparo de los bosques, las montañas
y las regiones alejadas de las principales calzadas. Un fenómeno lingüístico de
los más increíbles que haya conocido la humanidad, pues este idioma puede
acreditar, con los testimonios históricos de Estrabón, ocho milenios de
existencia. Con él han cobrado sentido los cientos de documentos redactados en
bronces, lápidas, plomos y cerámica,que aportan multitud de noticias de la
Iberia prerromana. Pero no es menos importante que gracias a ese tesoro
filológico se podrán descifrar otras lenguas consideradas como muertas: el
etrusco, osco, minoico, en muy breve plazo. Y todo ello sin apartarse una línea
del "hecho científico", pues el parentesco de los descendientes de la cultura
neolítica sahariana se conserva aún lo suficientemente próximo como para jugar
el papel de un posible texto bilingüe. Una opinión que ya ha probado
reiteradamente su eficacia, con doscientas traducciones susceptibles de
comprobarse de principio a fin, por lo que merecen la consideración de argumento
válido.” Antonio Arnaiz y Jorge Alonso