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LOS PRIMEROS
HABITANTES DE EUROPA
Aclarar hechos y llenar vacíos
es el saber de la evolución
El estudio de los fósiles y sus
datos cronométricos llevaron a conocer
episodios
fundamentales en la historia del hombre, la
postura normal
en
vertical y el andar erguido y de forma bípeda
EMILIANO AGUIRRE
El avance
explosivo en los hallazgos y estudios de fósiles
humanos se produjo a partir de 1960. El año
antes se había datado el parántropo Cascanueces
de Olduvai en más de 1,7 Ma (millones de años) y
no tardó en describirse un humano, Homo habilis,
del mismo paquete estratigráfico. Hasta entonces
era disperso y escaso el registro fósil humano,
aun cuando se conocieran algunas docenas de
neandertales, de hace menos de 120.000 años,
australopitecos de hace más de 2,5 Ma y
parántropos más algún humano de hace entre 2 y
más de 1 Ma: los pitecántropos de Java de
situación estratigráfica y cronológica
imprecisa; los hombres de Pekín o sinántropos de
hace entre 500.000 y 200.000 años, y algunos
fósiles aislados de este mismo tramo de edad en
lugares de Europa, Africa e Indonesia.
Los dos
decenios hasta 1980 aportaron cientos de fósiles de
varias series sedimentarias a lo largo del Rift
Valley africano, desde orilla del mar Rojo hasta
Malawi: Hadar, Awash medio y valle del Omo en
Etiopía; cuencas de los lagos Turkana y Baringo en
Kenya; Olduvai y Laetoli en Tanzania; Chiwondo más
al Sur. Las volcanitas intercaladas en todas estas
formaciones permitieron subdividirlas en tramos bien
calibrados donde se dataron copiosos homínidos
fósiles desde hace más de 4 Ma y hasta hace 1,3 Ma.
Bipedia y
cerebralización
El estudio de
estos fósiles, de sus datos cronométricos y de sus
entornos condujo a distinguir dos episodios
fundamentales en los comienzos de la evolución
humana: primero, el origen de la postura normal en
la vertical y sobre los pies y el andar también
bípedo y erguido, que distingue a los homínidos
(Familia, categoría zoológica) de los demás primates
(monos) aun de los chimpancés genéticamente muy
próximos, y segundo, el comienzo del crecimiento
notable del cerebro y funciones cerebrales, también
aumento de la caja craneana (o cráneo neural) y
reducción de las mandíbulas y maxilares o cráneo
facial, que distinguen al género Homo de otros
géneros de homínidos, también bípedos: los
australopitecos (género Australopithecus), los
parántropos o australopítecos robustos (género
Paranthropus).
Ambos
episodios ocurrieron en África. El origen de la
bipedia, por lo dicho, hace no menos de 5 millones
de años. Poco antes de este dato se conocen
circunstancias y cambios globales que pudieron
favorecerlo. Descenso del nivel del mar y cambios en
la circulación oceánica, acreción continental,
ogenia, frío, con glaciaciones en el Hemisferio Sur
y hielo en la Antártida, fuerte evaporación y
dulcificación del agua en el Mediterráneo dejando
desiertos de sal y yeso en sus márgenes; cambios
drásticos en la vegetación y, consiguientemente, en
las faunas, tanto continentales como marinas la
crisis Mesiniense se suceden en dos fases, hace más
de 6,5 millones de años (Ma), y con mayor crudeza
hace cerca de 5,5 Ma. Precisamente en la Cuenca de
Granada tuve la suerte de encontrar primeros
indicios de estos eventos, que contribuyeron al
esclarecimiento y evaluación de esta crisis final
del Mioceno por grupos de trabajo internacionales en
los últimos treinta años: en 1963 di a conocer las
paleofaunas de Arenas del Rey que incluían un
hipopótamo y antílopes de origen africano y
evidencias de una fuerte regresión, que más tarde se
databa en Librilla (Murcia) y en Venta del Moro
(Valencia) y se correlacionaba con casos de otros
continentes. Es el tiempo también de los primeros
elefantes, de una notable expansión de herbívoros y
recesión de grandes primates silvícolas. El refugio
en cerros con vegetación arbustiva montana pudo
traer ventajas a los hábitos bípedos iniciales.
Entre hace 4 y hace 3 Ma florecieron en África los
Australopithecus anamensis y otros afines.
Los primeros
fósiles del género Homo se conocen en varios sitios
de África, con datos de 2,4 y 2,5 Ma. Los primeros
conjuntos de utensilios líticos, que se pueden
atribuir a seres de este género propiamente humanos
son algo más antiguos, de hasta 2,6 Ma o poco más.
Los dos y medio millones de años (2,5 Ma) es también
la edad de los últimos austrolopitecos gráciles
conocidos en el Sur y el Este de África. Este grupo
entró en crisis y se diversificó hace poco más de 3
Ma. Cerca de este dato (2,9 Ma) ya se conocen
australopitecos robustos (Paranthropus), con
incisivos y caninos muy pequeños, muelas muy grandes
y fuerte musculatura para masticar como indican
superestructuras porosas del cráneo. Precisamente
hace 3,2 Ma se renovó la actividad tectónica,
comenzaron nuevos descensos del nivel del mar hasta
hoy, con fríos, aridez y cambios en las faunas.
Sobre todo, al establecerse istmos, o arcos
insulares, en antiguos estrechos, se intercambiaron
componentes de faunas terrestres por Panamá y por
Behring. El caballo se extiende desde América por
Eurasia y África: en España se registra por primera
vez hace 2,7 Ma. Poco después se recrudece el frío y
comienzan las Edades del Hielo con una gran
glaciación hace 2,6 ó 2,5 Ma: desde este dato son
permanentes los dos casquetes polares, Ártico y
Antártico.
Trayectorias evolutivas
Se investiga
con profundidad en estos días el genoma humano y se
está llegando a un conocimiento detalladísimo del
efecto o traducción en nuestro organismo de las
variantes en cada uno de los miles de grupos
moleculares que integran el genoma. Mucho podremos
aprender de esto sobre nuestra evolución y los
genéticos hacen cálculos sobre los tiempos de
diversificación en el género humano. Pero esto es
otro cantar; pues hay mucho camino desde la mutación
hasta el éxito evolutivo de una nueva especie o
nuevo morfotipo. Hay que pasar por genes reguladores
de otros genes; después, el desarrollo embrionario y
la adolescencia hasta la edad adulta y la
reproducción con éxito prolongada, todo esto en una
sucesión de generaciones y pasando las pruebas de
adaptación al grupo y al ambiente y sus cambios
críticos. Por eso estudiamos ahora, con la mejor
calibración y fidelidad en las dataciones y
correlaciones, los fósiles humanos, los productos de
su trabajo y las condiciones de su entorno. No
tratamos de encontrar el fósil más antiguo, sino de
conocer bien los fósiles que encuentro, su ambiente
y circunstancias, evaluar lo que añade a cuanto ya
conocíamos, si responde a preguntas abiertas y va
llenando vacíos del saber.
Vacíos, los
hay en el registro de fósiles humanos, preguntas
sobre sus desplazamientos y linajes o parentescos,
cuestiones debatidas sobre su clasificación y modo
de evolucionar. En África está documentada con
abundancia la evolución de los parántropos y de los
humanos entre algo más de 2 Ma y menos de millón y
medio (1,3 Ma). El primitivo Paranthropus
aethiopicus da paso al P. boisei de África Oriental
y al P. robustus del Sur en ese intervalo. El Homo
habilis es conocido entre hace 2 Ma o más y 1,6 Ma.
Aparece hace 1,8 Ma el H. ergaster, más
cerebralizado y que va presentando rasgos típicos de
la Humanidad moderna en el aparato masticador.
Vacío en
África
Pero hay un
gran vacío de fósiles humanos del cual, no sé por
qué, nadie nos habla en África, entre hace apenas
menos de 1,3 Ma y 0,8 Ma (800.000 años u 800 Ka). En
torno a este último dato quedan unos pocos en
Olduvai y los últimos robustos conocidos; algo menos
tienen dos mandíbulas humanas de Kapthurin y tres de
Ternifine; 600 Ka el cráneo de Bodo. Esta es la
pobre muestra, hasta que hace menos de medio millón
de años vuelven a tenerse más fósiles en el Sur, el
Este y el Noroeste de África.
Fuera de
Africa
¿Y fuera de
África? Los más antiguos son una mandíbula y los dos
cráneos hallados hace dos años, en Dmanisi, Georgia,
al pie del Cáucaso, de H. ergaster, con mezcla de
rasgos progresivos y primitivos. Se les asigna un
dato próximo a 1,7 Ma. Pudieron salir de África hace
cerca de 1,8 Ma, época de frío y aridez crecientes.
Los datos más fiables de los pitecántropos de Java
vienen a coincidir con el vacío de fósiles en
África, pues tienen entre 1,2 y 0,75 Ma; pero sus
antecesores debieron de abandonar África antes que
los de Dmanisi, pues carecen de los rasgos de
tendencia moderna que vemos en los esgásteres y
tienen aspectos más primitivos. El Mar de la Sonda y
el estrecho entre Indonesia y Malaca se convirtieron
en istmo hace muy cerca de 1,8 Ma, permitiendo el
paso a los antecesores de los pitecántropos, pero no
se conoce traza ninguna del éxodo de éstos por el
Sur de Asia. Hay, por tanto, que seguir buscando,
pues cabe presumir qué grupos humanos se dispersaron
por tierras de Eurasia, aun cuando los vestigios de
esta expansión puedan ser raros y fragmentarios.
Hace algo
menos de 1,3 Ma, dato algo más reciente que el que
tengo como probable para Venta Micena 2, otra nueva
salida de África se registra por algún fósil humano
en el sitio de Ubeidiya, valle del Jordán. Aparte
los fósiles de Orce, los cuales pueden muchos aún
considerar insuficientes, y la falange de Cueva
Victoria, se conocen por lo menos dos o tres sitios
en China con fósiles humanos con más de 800.000
años, entre ellos dos cráneos deformados de
Quyuanhekou (Yunxian) y en Europa el cráneo de
Ceprano, Italia. Entre esta escasez, llama la
atención y abre la esperanza el conjunto de la capa
Aurora en Atapuerca-Gran Dolina, con 85 fósiles
humanos, más o menos fragmentados, de unos 6
individuos, hallados en los 7 metros cuadrados de la
cata de prospección, con dato entre 790 y 800 Ka.
Constituyen una buena representación de poblaciones
que sin duda vivieron largo tiempo en Eurasia: por
una parte, tienen rasgos claramente compartidos con
fósiles del Pleistoceno Medio de China, y con
modernos, principalmente en el cráneo facial; por
otra parte, carecen de rasgos de neandertal y no se
les reconocen antecesores próximos en África. Hay,
pues, que seguir buscando fósiles humanos antiguos
en Europa y en Asia también. Los hay y merecen
nuestra atención.
Otra cosa es
seguir buscando en el origen de los neandertales.
Hoy no se duda que los antecesores próximos de éstos
fueran parte de las poblaciones fósiles de la
segunda mitad del Pleistoceno Medio en Europa, sobre
todo gracias a los estudios sobre la copiosa muestra
de Atapuerca-Sima de los Huesos. Esta es singular,
parte de un buen número de yacimientos en Europa,
Asia y África, que representan una humanidad con
notable crecimiento demográfico e impacto ya en el
ambiente, entre hace cerca de medio millón y unos
130.000 años (500-300 Ka). En el grupo europeo se
distinguen los rasgos con tendencia a las formas de
neandertal; pero ¿de dónde les vienen? No del
antecessor de Gran Dolina, sino de un grupo
nuevamente venido de África, pues el cráneo de Bodo,
de hace 600 Ka, tiene claramente esos rasgos y
comparten las mismas tendencias otros fósiles de
África, del Este y del Sur, más antiguos y más
modernos.
Por
estudiar
Queda, pues,
mucho que buscar, descubrir y estudiar antes de
definir tantas especies (que luego pasan a
considerarse extinguidas) y antes de anunciar
esquemas fáciles de la evolución humana. Esta tiene
una larga pre-historia, de la que muchas trazas y
pruebas siguen enterradas.
Sólo cuando
se las pueda estudiar con ojos limpios como se
decía hacia 1960 en la Sección de Geológicas de la
Universidad de Granada sabremos más de aquellas
poblaciones, sus movimientos, encuentros, posibles
parentescos y sus progresos.
Emiliano Aguirre: Premio Príncipe de
Asturias, Iniciador y primer director del
Proyecto Atapuerca. Ha sido Profesor en
numerosas universidades, catedrático en la
Complutense de Madrid, profesor de Investigación
en el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas. Fue director del Museo Nacionall de
Ciencias Naturales. Ha dirigido investigaciones
en numerosos yacimientos paleontológicos y
arqueológicos de nuestro país. Fue el
introductor de la Paleontología de Vertebrados
en Granada.
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