Génesis y paleoecología de los yacimientos con
grandes mamíferos
El caso del sector
Orce-Venta Micena en el Cuaternario
Existen
evidencias para conocer el comportamiento de los
animales
Alfonso Arribas y Paul Palmqvist
LA
tafonomía es la disciplina paleontológica que se
ocupa de reconstruir toda la secuencia de
procesos que median entre el momento en que se
produce la muerte de los organismos y cuando sus
restos son recuperados por el paleontólogo del
registro geológico, ya convertidos en fósiles.
La paleoecología se encarga, a su vez, de
efectuar inferencias sobre el género de vida de
las especies pretéritas, así como respecto a sus
interacciones en el seno de las comunidades del
pasado.
Los
yacimientos paleontologícos de Orce han suministrado
toda una serie de evidencias que permiten poner de
manifiesto diversos aspectos relativos al
comportamiento de las especies de grandes mamíferos
que habitaban en el sur de la Península Ibérica hace
más de un millón de años, durante el Pleistoceno
inferior. La localidad más estudiada hasta la fecha
es Venta Micena, donde se han recuperado en las
sucesivas campañas de excavaciones más de 15.000
fósiles, pertenecientes a 20 especies que cubren un
amplio rango de tamaños corporales, desde un zorro
de pequeñas dimensiones hasta un gran elefante.
Durante los últimos años se han efectuado numerosas
investigaciones sobre este yacimiento paradigmático,
que han permitido establecer un modelo detallado
sobre las circunstancias en las que se produjo la
acumulación de los restos óseos y su conservación en
el registro.
Así, el
análisis del estado de conservación de los fósiles,
atendiendo a las marcas de actividad dejadas en su
superficie por los carnívoros, las evidencias de
meteorización por los agentes atmosféricos y la
frecuencia relativa en que aparecen representados
los distintos tipos de elementos esqueléticos, pone
de manifiesto que los huesos fueron recolectados por
las hienas gigantes, pertenecientes a la especie
Pachycrocuta brevirostris, y acumulados en torno a
sus cubiles de cría, donde permanecieron expuestos a
la intemperie durante un intervalo de tiempo muy
corto antes de su enterramiento definitivo en el
sedimento, menos de un año en la mayoría de los
casos. La actividad de estos carnívoros carroñeros
se traduce en un transporte diferencial de los
cadáveres de los animales que eran carroñeados, pues
cuando se trataba de especies con dimensiones
reducidas (por ejemplo, la cabra y el gamo) eran
trasladados completos hasta los cubiles, mientras
que en el caso de aquellas especies más grandes
(como el caballo, el ciervo megacerino gigante y el
búfalo) las hienas transportaban porciones
anatómicas específicas de los mismos, especialmente
las extremidades, que suministran mayor cantidad de
carne y, sobre todo, de médula en el interior de sus
huesos largos.
Fracturación
Una vez en
los cubiles, la actividad de las hienas se centraba
en la fracturación de los huesos, atendiendo a la
cantidad de tuétano y a su densidad mineral, lo que
se traduce en una conservación diferencial de los
restos fósiles según las especies, ya que los huesos
de bóvidos presentan más nutrientes en su interior
y, por ello, son fracturados con preferencia por las
hienas.
Por otra
parte, diversas evidencias muestran que los
cadáveres de los herbívoros provenían de presas que
fueron cazadas previamente de manera selectiva por
los tigres con dientes en forma de sable y los
perros salvajes, siendo posteriormente carroñeados
por las hienas. Esta deducción viene apoyada por el
hecho de que las especies de mayor tamaño, más
difíciles de abatir por los depredadores, se
encuentran representadas fundamentalmente por
individuos muy jóvenes, con dentición de leche,
mientras que en las de menores dimensiones aparecen
tanto ejemplares adultos como infantiles; por otra
parte, son también frecuentes los huesos que
presentan signos de patologías, tales como la
artrosis, que debieron incapacitar a los animales en
su huida frente a los carnívoros. Entre estos
últimos, cabe destacar que se han efectuado toda una
serie de estudios relativos a su ecología y
comportamiento, en particular la demografía de sus
poblaciones y sus hábitos de caza. Así, por ejemplo,
se ha establecido que en el caso de los perros
salvajes la población que habitada la cuenca de
Guadix-Baza presentaba un comportamiento social
semejante al de los lobos pintados africanos,
estando integrada por pocos individuos, por lo que
presentaba problemas de consanguinidad y endogamia,
que se traducen en una asimetría marcada del cráneo.
De manera similar, los estudios sobre la anatomía
funcional del esqueleto y la dentición de los
félidos con dientes de sable han mostrado que serían
capaces de abatir ejemplares de considerable tamaño
en relación al propio, aprovechando en su
alimentación sólo aquellas vísceras más delicadas,
por lo que dejaban una gran cantidad de carroña en
los cadáveres de sus presas; tales recursos eran
aprovechados posteriormente por las grandes hienas
carroñeras, en competencia con nuestros antepasados
homínidos.
Al integrar
toda esta información se dispone, por primera vez,
de una reconstrucción sumamente detallada sobre el
marco ambiental y la ecología de las poblaciones de
grandes mamíferos con las que coexistieron los
primeros homínidos que llegaron a Europa tras su
dispersión inicial desde África. Los resultados de
estas investigaciones han sido publicados durante
los últimos años en las revistas científicas
especializadas de mayor prestigio e impacto
internacional, como Paleobiology, Lethaia, Journal
of Archaeological Science y Geobios.
Evidencias
Respecto a
las localidades de Fuente Nueva-3 y Barranco León-5,
que han suministrado las evidencias más antiguas de
Europa occidental sobre presencia humana,
consistentes en industrias líticas talladas de forma
rudimentaria en sílex, los estudios tafonómicos han
progresado comparativamente menos, al disponerse por
el momento de una colección de fósiles bastante más
reducida que la de Venta Micena. No obstante, las
investigaciones preliminares indican que el modelo
de formación de estos yacimientos es diferente. Así,
en lo concerniente a Fuente Nueva-3, yacimiento cuya
geología es compleja y novedosa, se sabe que los
seres humanos desarrollaron parte de sus actividades
en un margen de pantano, donde es probable que se
alimentaran esporádicamente de cadáveres de
megaherbívoros tales como el elefante, el hipopótamo
o el rinoceronte. Por otra parte, el yacimiento de
Barranco León-5 es el testimonio de un antiguo río
que concentró en su cauce los huesos de los animales
que habitaban en el entorno del sistema de pantanos
y en el propio río, como es el caso del hipopótamo,
junto con huesos de animales y utensilios líticos
manufacturados por homínidos que procedían, muy
probablemente, de las cercanas montañas de Orce.
Formación
Las
investigaciones encaminadas a desvelar cómo se
formaron estos yacimientos, ya fueran procesos
geológicos y/o agentes biológicos los responsables
de la concentración de los huesos, y el marco
ecológico en el que se desenvolvieron estos
extraordinarios animales, incluidos los primeros
habitantes de Iberia (extinguidos en su mayoría hace
un millón de años) prosiguen e indudablemente se
obtendrán nuevos y excelentes en el futuro.
Alfonso
Arribas: conservador del Museo Geominero del
ITGE (Madrid). Es un paleontólogo especialista
en Tafonomía. Ha realizadotrabajos sobre los
yacimientos de Orce y otros del Plio-Cuaternario
de la Península Ibérica.
Paul
Palmqvist: profesor de Paleontología de la
Universidad de Málaga. Es un especialista en la
aplicación de metodologías cuantitativas a los
estudios paleontológicos y ha colaborado
intensamente en numerosos trabajos de índole
sistemático, tafonómico y paleoecológico en los
yacimientos de Orce.
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