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LOS PRIMEROS
HABITANTES DE EUROPA
La presencia humana más antigua en la
depresión Guadix-Baza
Consideraciones
que debe abordar la investigación
arqueológica a desarrollar en esta zona
La presencia de agua hizo de este
territorio un punto de atracción para
toda clase de fauna
Gabriel Martínez Fernández e Isidro Toro
Moyano
RECIENTEMENTE, por medio de métodos
diferentes a los estrictamente
arqueológicos se ha propuesto una fecha
anterior a hace un millón de años para
los yacimientos arqueológicos en los que
se han descubierto evidencias
relacionables con la presencia humana
más antigua en las comarcas
nordorientales de la provincia de
Granada. Tal propuesta nos permite
exponer algunas consideraciones acerca
de la entidad del problema histórico que
ha de abordar la investigación
arqueológica que se desarrolla en la
zona.
La
depresión de Guadix-Baza presenta claras
evidencias de que durante el Plio-pleistoceno
estuvo ocupada por varios lagos sucesivos
hasta su colmatación en un momento del
Pleistoceno Superior, a partir del cual se
iniciaron los procesos erosivos que le han
dado lugar al característico paisaje que hoy
día contemplamos, con una variada sucesión
de áridos altiplanos y escarpados barrancos,
junto a hoyas y llanuras aluviales en las
partes más bajas de los principales cursos
de agua, en las que se desarrolla la
agricultura de regadío, cuyos orígenes se
remontan, cuando menos, a la Edad Media.
Foco de atracción
Por
el hecho de contener importantes
acumulaciones de agua (aunque con
oscilaciones) a lo largo de tanto tiempo, la
depresión fue un foco de atracción para una
variada serie de especies animales. Las
investigaciones geológica y paleontológica
desarrolladas en los últimos treinta años
van sistematizando las evidencias y
ofreciéndonos un cuadro cada vez más
completo de la secuencia de variaciones del
paleoambiente y de las comunidades animales
que vivían en él y entre las cuales se
vinieron a insertar los grupos de homínidos,
cuyos restos materiales identificados por
las investigaciones en curso nos permiten
esbozar las sugerencias expuestas en estas
líneas. Se encontraron, por tanto, ante un
medio propicio, donde tenían recursos
vegetales en abundancia y la posibilidad de
acceso igualmente a recursos animales, así
como a las materias primas empleadas en la
manufactura de sus primitivos instrumentos
de trabajo, de las cuales podían abastecerse
fácilmente en muchos de los cursos de agua
que desembocaban en los lagos, aunque los
afloramientos en el interior de algunas de
las sierras que bordeaban la depresión
tampoco estaban demasiado lejanos de las
áreas por donde merodeaban. Con estas
condiciones no es extraño que fueran
atraídos pronto, nada más llegar al
continente europeo; al fin y al cabo los
homínidos eran una especie más en una
comunidad de seres vivos muy extensa.
Y
esto nos conduce a uno de los temas más
interesantes de entre aquellos a los que
actualmente se enfrentan las disciplinas que
estudian los orígenes humanos y las etapas
más antiguas de la historia: la expansión
humana por áreas del Viejo Mundo muy
alejadas del Rift Valley, cuna de la
Humanidad, y su enfrentamiento a condiciones
ambientales cambiantes (en ciclos anuales y
ciclos de larga duración, esto es, la
sucesión de períodos fríos y templados).
La
salida de los humanos de África no puede ser
explicada de forma satisfactoria si
recurrimos, aunque fuera de manera
implícita, a un supuesto carácter intrépido
de los humanos desde sus comienzos. Era
necesario que la primera especie humana, El
Homo habilis, desarrollara previamente unos
patrones de comportamiento y una estructura
social que permitiera su expansión. Parece
que tales innovaciones tienen que ver con su
capacidad para explotar de manera creciente
los recursos cárnicos, que otros primates
como los chimpancés consumen de manera
marginal en el conjunto de su dieta y con
connotaciones sociales que priman sobre las
nutricionales. Gracias al uso de la técnica
y a una fuerte cohesión social, los habilis
se convirtieron en el primer ejemplo de
omnívoros generalizados que hoy somos y se
transformaron en el Homo erectus, que parece
ser la especie que salió de África y
colonizó la mayor parte del resto del Viejo
Mundo. Por el contrario, otros bípedos en
parte contemporáneos (las formas robustas
del género Australopithecus) que se
especializaron en una alimentación vegetal,
apenas sobrepasaron las áreas donde se
originaron en el continente africano. Tal
transformación hacia un comportamiento
alimenticio característicamente humano
implicó acceder a alimentos ricos que
tuvieron una contribución clave en el
proceso de incremento en el tamaño del
cerebro observado en las primeras especies
humanas. Gracias a su cohesión social y
habilidades técnicas pudieron acceder al
principio a la médula ósea, sesos y tuétano
de los cadáveres de animales, actuando como
carroñeros marginales, muy pronto (en el
transcurso de los siguientes cientos de
meles de años) disputando tales recursos a
los depredadores y carroñeros. De esta
manera, estos bípedos alcanzaron éxito
evolutivo en un medio tan hostil como la
sabana africana y se insertaron en una
comunidad trófica infinitamente más amplia
que las de los primates de los que procedían
o la de sus parientes más cercanos. Se ha
sugerido que la salida de África se
relacionó con el hecho de que los humanos
actuaban como oportunistas aprovechadores de
los abundantes despojos animales generados
por un hiperdepredador como el tigre de
dientes de sable; sin embargo tal
explicación podría ser simplista si no se
complementa con la sugerencia anterior de
una preadaptación en el continente africano
a un modo de vida característicamente
humano. Tal preadaptación creó las
condiciones para tener éxito en medios muy
diferentes a aquellos en los que se originó
el género Homo. En los últimos decenios se
han venido realizando propuestas acerca de
una colonización muy temprana de Eurasia y,
en este contexto, a comienzos de los años
noventa se ha aceptado por la investigación
arqueológica de manera bastante generalizada
una ocupación humana de Europa bastante más
antigua de lo que tradicionalmente se había
afirmado.
El
Estrecho
La
cercanía de nuestra tierra al continente
africano puede inducir a pensar que los
humanos accedieron atravesando el Estrecho
de Gibraltar. No existen pruebas
suficientemente fehacientes a favor. Se han
expresado opiniones más favorables hacia la
vía del Próximo Oriente y la región del
Cáucaso. En cualquier caso, a nuestro
entender, esta cuestión está aún por
resolverse.
Lo
que sí es una evidencia es que una vez
establecidos en nuestras tierras, se
adaptaron con éxito a sus condiciones, como
demuestra la investigación arqueológica en
la Depresión de Guadix-Baza. Si los tres
yacimientos de la zona oriental mejor
conocidos (Barranco León, Fuentenueva 3,
Cúllar Baza 1) nos evidencian formas de vida
recolectoras y la práctica del carroñero
marginal, el de la Solana del Zamborino
(Fonelas) nos pone de manifiesto el
desarrollo de un modo de explotación más
complejo en el que el fuego ya se había
integrado como tecnología básica con
aplicación, en este caso a la preparación
del alimento. De hecho, éste podría ser uno
de los lugares más antiguos en que se
detecta el dominio pleno del fuego en
Europa.
El
tiempo transcurrido entre el yacimiento más
reciente del grupo anterior y La Solana
puede ser de medio millón de años, un lapso
de tiempo para el que nuestra información es
escasa.
Quedan, por tanto, marcados algunos de los
retos de la investigación futura: la
caracterización del modo de vida de los
humanos más antiguos y el seguimiento de la
trayectoria histórica del poblamiento.
Isidro Toro: Arqueólogo de la
Junta de Andalucía. Amplió sus estudios
en Francia, excavando los yacimientos
más conocidos del Pleistoceno inferior
como Soleihac, Ceyssaget, Lunel Viel y
otros. Fue el primer director de las
excavaciones de Orce en 1983 y 1984 de
las cuales vuelve a ser director en la
actualidad.
Gabriel Martínez Fernández:
Profesor Titular del Departamento de
Prehistoria de la Universidad de
Granada. Especialista en industrias
líticas de la Edad del Cobre y del
Bronce, ha participado en numerosas
excavaciones de dichos periodos,
destacando su participación en el
Proyecto Millares. Co-director de las
Excavaciones de Orce.
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