EL PROBLEMA DEL ORIGEN DEL HOMBRE
EN EUROPA
La paleoantropología
constituye una rama de la paleontología, dedicada al estudio de la
bioevolución humana a partir de restos fósiles. Pero la paleontología
humana es también, por derecho propio, una rama básica de la
antropología general, imprescindible en orden al esclarecimiento de la
genealogía y la naturaleza del hombre.
Referida a los tiempos más arcaicos de nuestra especie, la
investigación paleontológica salta frecuentemente a la actualidad con
sorprendentes descubrimientos, como el de los restos del llamado
hombre de Orce, presentado oficialmente al público, el pasado 11
de junio de 1983.
La
consabida ligereza del relato periodístico alimenta la fabulación y el
mito de los orígenes más que clarificar la visión rigurosa, hoy
alcanzable, acerca de la evolución hu-nana. Así escribieron que el
hallazgo de Orce «puede revolucionar la historia de la antropología» (El
Defensor de Granada, 2 junio 1983), que está «llamado a alterar
las bases de la paleontolgía establecida» (Diario de Granada,
12 junio 1983), que «supone una revolución en el estudio de la especie
humana» (El País, 14 junio 1983). Exageraciones de este calibre
denotan a las claras la ignorancia acerca de aquello que se asegura va
a revolucionarse o alterarse. La teoría de la evolución humana se
halla cada vez más consolidada en sus líneas maestras, y mejor
perfilada con los nuevos descubrimientos. El de Orce no supone una
excepción: Arroja luz sobre el problema de la época y el itinerario
del asentamiento, en el continente euroasiático, del género homo,
emergido en el África oriental.
Como una modesta contribución que aclare y ordene las ideas, me
propongo simplemente reseñar el reciente hallazgo para, luego,
insertándolo en el contexto conocido de la evolución del hombre,
precisar su significado teórico.
1. El equipo paleontológico autor del descubrimiento estaba
formado por los profesores José Gibert, Jorge Agustí y Salvador Moyá,
siendo el primero director de la prospección. Pertenecen al Instituto
Provincial de Paleontología, con sede en Sabadell y dependiente de la
Diputación de Barcelona. El Instituto ha estado regido hasta su muerte
reciente por el eminente paleontólogo Miguel Crusafont Pairó. Este
equipo contó con la colaboración de profesores de la Facultad de
Ciencias de la Universidad de Granada.
2. El yacimiento donde se ha producido el hallazgo está
enclavado en Andalucía oriental, provincia de Granada, a nueve
kilómetros del pueblo de Orce, junto a su anejo Venta Micena, en el
sitio conocido por Canalizo Ancho, terreno propiedad del pastor Tomás
Serrano.
Este yacimiento paleontológico se emplaza geológicamente en la
depresión u hoya de Guadix-Baza, al noreste.
Tras su localización en 1976, comenzaron las prospecciones ese mismo
año. No pudieron reanudarlas hasta 1981, con un proyecto de
investigación subvencionado por la Comisión Asesora para la
Investigación Científica y Técnica, del Ministerio de Educación y
Ciencia. En el verano de 1982, prosiguieron las excavaciones y, entre
los centenares de fósiles recuperados, llegan a identificar, en
diciembre de ese año, un resto de homínido.
Probablemente, «en Venta Micena hay una de las concentraciones de
fósiles más importantes del cuaternario inferior en Europa» (J. Gibert
1983b: 29). Su riqueza paleontológica sólo seria comparable a la de la
garganta de Olduvai, en Tanzania. Por ello, sin duda esconde todavía
sorpresas impredecibles.
3. El hallazgo: En diciembre de 1982, entre los materiales
fósiles extraídos el verano anterior, se descubrió uno singular. Se
trata de un fragmento de bóveda craneana, de 8,4 cm de superficie y
aproximadamente 4,5 mm de grosor, correspondiente a dos huesos
parietales y el interparietal. Parecía pertenecer al género homo,
en una fase muy remota de su evolución. Así quedó confirmado, tras
consultas con expertos de otras instituciones, como Pierre Mein, de la
Universidad de Lyon, en Francia, y Peter Andrews, primatólogo del
Museo Británico, y con otros especialistas españoles.
La
denominación científica provisional con que se designará este fósil es
Homo SP, mientras no se averigüe su taxón definitivo (homo
habilis, u homo erectus).
El
estudio científico del fragmento de cráneo hallado se hizo
minuciosamente: «El examen, durante cinco meses, fue realizado desde
dos puntos de vista. Primero en un sentido positivo, comparándolo con
moldes de los pocos cráneos de homínidos existentes de este período.
La aproximación era muy clara. Y también en sentido negativo, un
repaso exhaustivo para asegurarnos de que no era el resto de ningún
otro mamífero» (J. Gibert 1983c: 46).
El
fósil se custodia hoy en la sala de la Torre del Homenaje, de la
Alcazaba de Orce, o Castillo de las Siete Torres.
4. La datación: Por la antigüedad bioestratigráfica del
yacimiento, las primeras estimaciones atribuyeron al fósil una edad
que podía oscilar entre hace 1.600.000 y 900.000 años, en el
pleistoceno inferior. Esta edad se ha establecido indirectamente, por
medio de la cronología relativa, es decir, mediante comparación de la
fauna fósil adyacente con faunas similares de otros yacimientos, cuya
datación ha logrado averiguarse con métodos eficaces (para tiempos tan
remotos, se utilizan sobre todo los métodos del geomagnetismo, del
potasio-argón y de las huellas de fisión).
Con
mayor precisión, los descubridores han llegado, gracias a la fauna de
micromamíferos, a fijar «su antigüedad en 1.400.000 años, porque en el
yacimiento de Venta Micena se han recuperado numerosas piezas de una
fauna abundante y diversos dientes de Allophaiomys phocacenicus,
un topillo que está clasificado científicamente en dicha época» (J.
Gibert 1983b: 29). Los datos obtenidos en la última campaña -verano
1983- vienen a reafirmar la edad del fósil en torno a 1.300.000 /
1.400.000 años. Ahora se deberán intentar pruebas más directas que
ratifiquen esta datación.
5. Reconstrucción del ecosistema: El medio donde vivió el
hmbre de Orce era muy diferente al de hoy y al de otras épocas. (Las
referencias que se han hecho al Estudio sistemático y ecológico
sobre la fauna del Pleistoceo Medio en depresiones granadinas, de
Antonio Ruiz-Bustos, 1976, no parecen del todo pertinentes, dado que
la época que nos interesa cae en pleno pleistoceno inferior, y en modo
alguno en el pleistoceno medio.)
La
depresión geológica de Baza constituye una cuenca entre montañas,
formada después del plegamiento alpino. Hace millón y medio de años,
existía un lago, de aguas salobres, al que desembocaban riachuelos de
agua dulce, fluyentes de las cercanas sierras. En un paraje de lo que,
en uno de los periodos de expansión del lago, fue su orilla noreste,
debió ubicarse el actual yacimiento de Venta Micena. Alrededor del
área lacustre y pantanosa, un paisaje de sabana, de rasgos
«africanos», con espacios abiertos, ricos en vegetación y salteados de
arboledas, encinares y pinares, y poblados por una fauna muy abundante
y variada.
Cliniatológicaniente, el continente se encontraba al comienzo de una
glaciación.
Esa
fauna de la época, según los restos fósiles encontrados, la integraban
formas ancestrales de otras modernas: cuatro tipos de ciervos, cinco
variedades de bóvidos, dos especies de caballos, elefantes, pequeños
bisontes y osos, cabras, lobos, linces, hienas y felinos de dientes de
sable, conejos y ratones y otros roedores diminutos; en zona lacustre,
destacaba el hipopótamo y la tortuga gigante. Con estas especies
compartían el ecosistem grupos de hombres, que deambulaban por los
contornos del lago, buscándose la vida y defendiéndose frente a
poderosos enemigos predadores.
Hoy, por contraste, se divisa un biotopo empobrecido, semidesértico,
tan árido que sólo crecen a sus anchas esparto y cardos.
6. Reconstrucción del espécimen y su modo de vida: El tipo
de hombre al que perteneció el fragmento craneal (Homo SP, de
Orce) lo han descrito sus descubridores como un individuo de metro y
medio de estatura y fuerte complexión, un «subadulto de unos 17 años
de edad», según se desprende del análisis de las suturas óseas. Aún no
se sabe dónde clasificarlo.
Sobre su modo de vida, su cultura, tampoco sabemos mucho. Vagaba por
la región, en bandas compuestas por veinte o treinta personas,
alimentándose de la recolección de frutos silvestres bayas, raíces e
insectos, y de la carne de animales que les deparaba el azar, o que
conseguían ocasionalmente mediante una rudimentaria cacería, en grupo,
de pequeñas piezas.
Es
presumible que estos hombres y mujeres arcaicos utilizaban
instrumentos de piedra, cuerno y madera, aunque faltan las pruebas
arqueológicas locales. Aún no había domesticado el fuego.
La
organización social de la banda, varias parejas adultas con sus hijos,
era igualitaria, quizá con una incipiente división de tareas: la
recolección vegetal a cargo de las hembras y niños, y la caza a cargo
de los machos. Lo obtenido lo compartían entre todos.
Más
difícil resulta conjeturar si disponían de un lenguaje articulado, o
cómo era éste; pero lo más verosímil es que hubieran elaborado algún
sistema de comunicación hablada, imprescindible para organizar la
cooperación social.
7. Inserción del hombre de Orce en el cronograma de la
evolución del género humano: Tanto por la datación como por
sus características, el hallazgo de Venta Micena encaja perfectamente
en la teoría de la bioevolución humana establecida.
Tratando se simplificar y esquematizar al máximo, y a la vista de las
hipótesis generales más actuales, publicadas por Richard Leakey (1980,
1981), Donald Johanson (1982) y Tim White (1983), la secuencia
evolutiva de los homínidos hasta el hombre -sin entrar en los puntos
controvertidos- sería así:
(Recordemos que taxonómicamente se admite que en la familia homínida
se diferencian dos géneros: australopithecus y homo;
mientras que éste da nacimiento a tres especies consecutivas:
habilis, erectus y sapiens.)
El
homínido más antiguo y primitivo está representado por la especie
australopithecus afarensis, descubierta en Hadar junto al
río Awash (Etiopía) y en Laetoli (Tanzania), cuya existencia está
atestiguada por fósiles de más de 4.000.000 hasta 3.000.000 de años
atrás (1,20 m de estatura, volumen craneal de 380 a 450 cc, caminaban
ya en posición bípeda).
A
partir del afarensis evolucionaron, por un lado, dos especies
de australopitecos: El australopithecus africanus, documentado
entre 2.700.000 y 2.200.000 años (volumen cerebral de 400 a 500 cc). Y
el australopithecus robustus, con fósiles registrados entre
2.100.000 y 1.000.000 de años (capacidad cerebral de 500 a 550 cc).
Ninguna de ambas especies de australopitécinos es antepasado del
hombre; son coetáneas de homo, adaptadas a biotopos diversos y
luego extinguidas.
El
antepasado de homo sería el afarensis, del que emergen
los seres humanos, por una línea propia, hace unos tres millones de
años. El registro fósil lo testimonia desde los 2.000.000 de años, en
Koobi-Fora, al este del lago Turkana (Kenia), y en Olduvai (Tanzania),
y dura hasta hace 1.300.000 años: Es el homo habilis (capacidad
craneal de 650 a unos 800 cc, con prognatismo, mandíbula corta y sin
mentón), el primero que fabricó herramientas líticas -las hay de 2,5
millones de años, procedentes de Hadar, en Etiopía-. Queda por
confirmar con buenos fósiles un gran «hueco», entre los tres y los dos
millones de años.
Desde hace aproximadamente 1.500.000 años, se consolida el proceso de
evolución del habilis a la especie homo erectus (con
capacidad craneal entre 775 y 1.300 cc, prognatismo, gruesa mandíbula
sin mentón y una estatura de 1,60 metros). En 1975, se descubrió un
cráneo antiquísimo de erectus, en Koobi-Fora, fechado en
1.600.000 años. Aparte de en África, está documentado en Indonesia
(casi 900.000 años), en China (800.000 años) y en Europa (700.000
años).
Por
último, hace algo más de 100.000 años, culmina la especiación del
homo sapiens (capacidad craneal media de 1.400 cc), que llega a
colonizar todo el planeta.
El
árbol genealógico del hombre, según los conocimientos actuales, queda
diagramado por Dan Johanson y Tim White como sigue:
8. La aclaración de un problema suscita otros. El hallazgo
de Homo SP en Venta Micena no añade nada al árbol genealógico
humano: Encaja, conforme a su datación, en el período de transición
del habilis al erectus; y conforme a sus características
(por investigar definitivamente), puede ser o bien un espécimen de
habilis tardío, o bien de erectus temprano, o bien un
ejemplar intermedio, transicional.
Sea
cual fuere su taxón definitivo, el interés científico del hombre de
Orce estriba en el replanteamiento del problema del cuándo y el por
dónde llegó el hombre, hijo del oriente africano, a Europa y a Asia.
Pues se trata de los restos humanos más antiguos hallados fuera de
África.
Hasta ahora, se conjeturaba que fueron los homo erectus quienes
«hace un millón de años, aproximadamente, se abrieron paso a través de
la angosta franja de árida tierra que une el continente africano con
Asia» (R. E. Leakey 1980: 120), pasando más tarde a Europa.
Esa
suposición era coherente con los restos más antiguos encontrados en
Asia (en Trinil, Java), que se acercan a los 900.000 años; y en Europa
(en Isernia, Italia), que alcanzan los 700.000; todos ellos
correspondientes al erectus.
Pero, desde ahora, la presencia humana en Europa se retrotrae más de
un millón de años atrás. Como afirmaba el documento de presentación
pública del hallazgo: «Ello modifica sustancialmente los puntos de
vista mantenidos anteriormente, e indica que la colonización de Europa
por el hombre fue mucho más temprana que lo hasta ahora supuesto, tal
vez correlativa a la transición homo habilis a homo erectus»
(J. Gibert 1983a). El propio director del equipo lo explicita: «La
hipótesis clásica basada en la colonización de Eurasia por homo
erectus,y suponiendo que ésta se inicia después del millón de
años, no puede sostenerse tras los hallazgos de Venta Micena y cueva
Victoria (La Unión, Murcia). Por el contrario, todos los datos se
correlacionan bien con la hipótesis alternativa que proponemos y que
postula la emigración del género homoa partir de África
oriental, antes del millón de años, siguiendo dos rutas
preferenciales: Una en dirección al norte de África, bordeando el mar
Rojo o siguiendo el curso del Nilo, llegando hasta el estrecho de
Gibraltar y colonizando Eurasia por Andalucía. Por otra ruta, el
hombre llega a la Península Arábiga atravesando el mar Rojo por la
desembocadura del río Awash, sigue por el golfo Pérsico, coloniza la
India por las cuencas del Indo y del Ganges, y llega a Birmania a
través del río Irrawaddy, colonizando finalmente Java. En ambos
recorridos, es curioso constatar que no atraviesa barreras ecológicas
insalvables, pues no hay montañas elevadas y los estrechos (Gibraltar,
Bab el Mandeb y Ormuz) son fácilmente franqueables, debido al descenso
del nivel marino durante determinadas épocas del pleistoceno. Además,
es lógico que el hombre llegara antes a Europa que a Asia, ya que
ambas distancias difieren en un tercio del punto originario de
emigración, que es, aproximadamente, la diferencia en el tiempo entre
las dataciones de Java (0,9 millones de años) y Venta Micena (1,3
millones de años)» (J. Gibert 1983d).
No
ha faltado quien complete la hipótesis estimando que el homo
erectus, «a partir de 1,5 millones de años, empieza a
ocupar las penínsulas itálica e hispánica, aprovechando momentos de
aguas bajas para pasar los estrechos sicilianos y el de Gibraltar» (E.
Ripoll-Perelló 1983: 30). En efecto, es sabido que, con las
glaciaciones, el nivel de los mares llegó a bajar unos cien metros.
Más
allá de esta nueva aportación sobre el origen de los primeros
habitantes de Europa, el descubrimiento de Orce deja pendientes otros
problemas. El primero, dilucidar a qué especie pertenece el resto
fósil hallado. Su descubridor opina que «puede pertenecer a la etapa
de transición entre el homo habilis y el homo erectus»
(J. Gibert 1983b: 29), lo cual depende de la datación. Algunos
entendidos lo catalogan en el taxón habilis;otros, en el
erectus (E. Ripoll-Perelló 1983: 30). El equipo de
Sabadell, que tendrá que efectuar nuevas comprobaciones antes de salir
de dudas, con los datos que ya posee, cree que hay indicios de que sea
habilis, aunque les falta la evidencia.
Un
problema ulterior surge al cuestionarnos si ya se ha tocado fondo, o
si la emigración de homo a Europa es todavía más antigua, en
cuyo caso la evolución hacia el erectus constituirla un
proceso -no sólo africano- convergente en todo el Viejo Mundo. Y si
acaso habían llegado acá australopitecos antecesores de homo,
como pudiera demostrar un recentísimo hallazgo, en Sicilia, de dos
fragmentos de cráneo y cuatro dientes de un australopitécino datable
tal vez en más de cuatro millones de años. Si hubiera habido
australopitecos tan primitivos fuera de África, entonces sí que se
resentiría el paradigma hoy firmemente establecido de la teoría
bioevolutiva humana.
9. Medidas de política científica: No cabe subestimar la
importancia del yacimiento de Venta Micena y las expectativas que
concita. La Junta de Andalucía ha alquilado y vallado los terrenos del
hallazgo. La misma Junta y la Diputación de Barcelona han firmado un
convenio de colaboración para investigaciones paleontológicas y
paleoantropológicas. Han patrocinado la formación de un equipo
multidisciplinar, compuesto por especialistas de la Universidad de
Barcelona, el Instituto Paleontológico de Sabadell, los Departamentos
de Estratigrafía y Paleontologia de la Universidad de Granada y el
Museo Arqueológico de Granada. La prospección será ahora más
exhaustiva y, ojalá, fecunda.
Como medida complementaria, resultará oportuno crear, por ejemplo, en
el Museo Arqueológico granadino, al lado de la sección de Etnología,
una sección de Paleoantropología.
La
contemplación de ese fragmento casi insignificante y precioso del
Homo SP nos eleva, de golpe, a una panorámica
impresionante, abarcando desde la instalación del género humano en
Europa, millón y medio de años atrás, hasta la instalación de los
Pershing-2 y los SS-20, capaces de reducirnos a todos al
estado de fósil irradiado, en pocos minutos, truncando con la necia
prepotencia de nuestra civilización el futuro de la humanidad,
posibilitado en cambio por el salvajismod e aquel antepasado
pleistocénico, extremadamente vulnerable e indefenso.
Nota
bibliográfica
Gibert, José
1983a Documento leído en la presentación
pública del descubrimiento del hombre de Orce (Diputación
Provincial de Granada, 11 junio 1983).
1983b Declaraciones recogidas por M. Moreno,
en El País, 15 junio 1983: 29.
1983c Declaraciones recogidas por Willian
Lyon, en El País, 19 junio 1983: 46-47.
1983d Conferencia con motivo de la
inauguración de la exposición sobre Las ciencias geológicas en
Andalucía, el día 2 de noviembre de 1983 (Ideal,
Granada, 3 noviembre 1983).
Johanson, Donald (y
Maintland Edey)
1982 El primer antepasado del hombre.
Barcelona, Planeta.
Leakey, Richard E.
1980 Los orígenes del hombre.Madrid,
Aguilar.
1981 La formación de la humanidad.Barcelona,
Ediciones del Serbal.
Ripoll-Perelló,
Eduardo
1983 «Los comienzos de la aventura humana»,
El País, 15 junio 1983: 30.
White, Tim D.
1983 «Los australopitécinos», Mundo
científico, vol. 3, nº 21: 18-31.
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