CAPÍTULO II
LOS PRE-TARTESSIOS
Hacia el año 2500 a. de J. C. ya poseía la España del Sur una industria floreciente . Ya entonces se extraían la plata y el cobre de Sierra Morena,
como lo demuestran las herramientas mineras de piedra y cuerno de ciervo que se
han encontrado en distintos puntos. Esta riqueza en cobre dio lugar a una
importante industria metalúrgica. Por aquellos tiempos forjáronse en España las
más antiguas armas de metal: el hacha de combate de cobre, la alabarda, que
resulta de la sustitución de la hoja de piedra por la hoja de cobre, y el puñal
triangular de cobre, que no es otra cosa sino la hoja del hacha convertida en
arma independiente. Aquellos hombres descubrieron también el arte de endurecer
el cobre, transformándolo en bronce por adición de estaño. Pero los
prehistóricos habitantes de Andalucía no se limitaron a la industria de los
metales. Otras técnicas florecieron también en el suelo andaluz, nacidas
asimismo de los productos de la tierra. En la Andalucía prehistórica
encontramos ya el arte de tejer el esparto, planta flexible y muy duradera con
que aún hoy se fabrican en la España del Sur multitud de objetos36. La industria
textil tuvo por consecuencia la alfarería. Los sacos de esparto presentan una
coincidencia tan perfecta por la forma y ornamentación -de franjas horizontales-
con los «vasos campaniformes» de la antiquísima cerámica surhispana, que no
cabe duda que estos vasos proceden de aquellos sacos37. Los vasos campaniformes
se distinguen por su forma graciosa y por su ornamentación rica, elegante,
derivada de los trenzados de esparto38, con sus rayas, sus líneas en zig-zag,
etc. Aquellos artífices prehistóricos eran habilísimos en realzar el adorno,
recubriéndolo de colores blancos. Otra creación de la cerámica española
meridional fue el vaso de doble cavidad, la «copa».
Las construcciones sepulcrales megalíticas que se conservan en Andalucía y en el
Sur de Portugal nos dan también una idea muy elevada de la arquitectura de los
pretartesios. Estas construcciones son del milenio tercero a. de J. C., lo
mismo que la cerámica y la técnica metalúrgica. Podemos seguir su evolución,
desde las sencillas cámaras tumbales, que imitan la cueva de los primeros
tiempos y que se perfeccionan luego por la adición de un corredor y el abovedado
de la cámara sepulcral. hasta las suntuosas cúpulas de Antequera39. Estos
sepulcros grandiosos y artísticos, en los cuales descansaban los magnates del
país, nos abren una perspectiva sobre el culto de los muertos que practicaban
los pretartesios. Un pueblo que edificaba tales moradas para sus difuntos debía
de creer en una vida perdurable después de la muerte. Este mismo culto de
los muertos, y en formas aún más grandiosas, lo encontramos en los hombres que
edificaron los dólmenes, crómlechs y menhires de la Bretaña, y la Stonehenge en
las apartadas Islas Británicas, el más grande de estos templos sepulcrales
prehistóricos. Acaso estos pueblos tuvieron afinidades con los pretartesios;
desde luego, sufrieron la influencia cultural de Andalucía4O.
España se hizo famosa por sus metales y sus artículos de metal. Parece que ya
entonces, en el milenio tercero antes de Jesucristo, los navegantes y mercaderes
orientales se habían abierto camino hacia España e iban a este país a recoger la
plata y el estaño a cambio de los productos del arte industrial de Oriente. En
efecto, en Creta se han encontrado puñales hispánicos de cobre y de plata del
milenio tercero; y en Troya II (hacia 2400 a. de J. C.) se han descubierto vasos
de plata que pasan por españoles41. Este cambio de mercaderías debió de hacerse
por mar42. Esta hipótesis está apoyada por el hecho de que los vasos
campaniformes de España se encuentran también en Cerdeña y Sicilia, y, en
cambio, faltan en Italia, en Grecia y en el África del Norte43. Los agentes de
este tráfico ultramarino entre España y el Oriente no debieron de ser los
pretartesios, sino los mercaderes orientales, pues se conocen productos
cretenses (barras de cobre) hasta en Cerdeña; pero, en
cambio, no hay nada que pruebe que los pretartesios navegasen por el
Mediterráneo. Además, hay que tener en cuenta que los más necesitados de
materias primas eran, sin duda, los orientales.
Los pretartesios mantuvieron, pues, en su comercio con el Oriente una actitud
más bien pasiva. En cambio, en otras direcciones desarrollaron una iniciativa
grande y fundaron un comercio activísimo, sobre todo con las regiones del norte,
de donde traían el estaño, materia que les era indispensable para su industria
del bronce.
En el milenio tercero podemos seguir las huellas de unos navegantes
meridionales que, costeando el Atlántico, llegan hasta la Gran Bretaña y
propagan por esta comarca la cultura de los vasos campaniformes y, sobre todo,
la industria metalúrgica. Se trata evidentemente de emigrantes, oriundos de la
España meridional, que penetraron en las tierras del norte buscando metales,
sobre todo estaño44.
Estas relaciones entre la España meridional y las Islas Británicas son
probablemente la causa de que coincida el nombre de los Siluros de Gales con el
del mons Silurus (Avieno, 433), Sierra Nevada. El tipo ibérico de
los siluros, que ya Tácito notó (Agrícola, II), se encuentra todavía en Gales y
en IrIanda.
Por último, el dios Neto, dios turdetano de la guerra, reaparece igualmente en
Irlanda (Net). Pero las relaciones más estrechas son las que existen entre
España e Irlanda, cuyos sepulcros megalíticos tienen especial afinidad con los españoñes45, y en donde
las alabardas hispanas son particularmente abundantes46.
También los productos de la cerámica se propagaron por el norte y el este,
dando lugar a numerosas imitaciones y transformaciones. La propagación del vaso
campaniforme47 nos ofrece una visión intuitiva de ese tráfico antiquísimo.
Pueden distinguirse claramente dos vías comerciales, una oriental y otra
septentrional. Por la vía oriental, el vaso campaniforme acompaña a los
navegantes orientales, que compraban en España plata y estaño, y llega con ellos
a Cerdeña y Sicilia. Por la vía septentrional sube a la Bretaña, a
Inglaterra, a
Irlanda, llevado por los pretartesios mismos, que iban a estas comarcas en busca
del estaño; alcanza luego las desembocaduras del Rin y del Elba, en donde los
pretartesios adquirían el ámbar; y remontando los valles de estos ríos, penetra
en la cuenca del Danubio, cuyo curso desciende durante un buen trecho. Así,
pues, la zona de los vasos campaniformes y de la exportación pretartesia
comprendía todo el Noroeste de Europa. En cambio, el Sureste, Italia y Grecia,
como también el Oriente, Asia, permanecieron intactos, porque estos países
habían recibido el influjo de la cultura oriental y su cerámica superior. La
copa de doble concavidad parece ser el modelo del δέπς άμΦκύπελον (vaso de dos cavidades) homérico.
Del mismo modo que los productos de las industrias metalúrgicas y alfarera, los
sepulcros cupulares se extendieron también por el Norte y por el Este. Se
encuentran en la Gran Bretaña y hasta en el Vístula. Por otra parte, los
sepulcros cupulares de Micenas y Orcómenos representan las últimas y más lejanas
reproducciones del tipo, llegando en su desarrollo a la máxima perfección. Hay
una tercera provincia meridional de los sepulcros españoles: es el África
septentrional, la tierra madre de los iberos. León Frobenius ha estudiado estos
sepulcros africanos, derivados de los españoles48.
Así, pues, en el milenio tercero a. de J. C. era ya el sur de la Península un
centro cultural que extendía su influencia por todo el Occidente, llegando
incluso a las comarcas orientales. Ahora bien, los preludios de esta cultura pretartesia, por ejemplo, las formas
más antiguas del dolmen, se remontan hasta el cuarto milenio49. Con esto nos
acercamos ya a la tradición tartesia de seis mil años de antigüedad, alcanzando
al mismo tiempo las más viejas culturas orientales.
No cabe desconocer en los pretartesios algunos elementos esenciales del modo de
ser y de la cultura de los tartesios posteriores. Los pretartesios fueron
audaces navegantes y, como los tartesios, siguieron los rumbos del norte en
busca del estaño5O; entre ellos floreció la minería y la industria del metal.
Estas coincidencias, empero, no se derivan de la índole del país51, como
pudiera creerse; indican una conexión étnica, o por lo menos cultural, y esta
hipótesis encuentra un apoyo valioso en la ya citada relación de que los
tartesios poseían una literatura de seis mil años de antigüedad; en efecto, esta
cultura espiritual y aquella étnica concuerdan perfectamente una con otra.
También es de notar el hecho de que la tumba cupular pretartesia se extiende
desde el cabo Roca hasta el cabo Nao52, es decir coincide en lo esencial con el
imperio posterior de Tartessos.
Si, pues, consideramos, 1.º Que Tartessos existía ya en el segundo milenio y
era visitada por los marinos orientales, que veían en ella un gran mercado de la
plata y del estaño; 2.º Que poseía una antiquísima cultura, cuya antigüedad era
estimada en seis mil años; 3º. Que tanto los viajes tartesios al norte en busca
del estaño como la industria metalúrgica tartesia coinciden con la actividad
desarrollada por los agentes prehistóricos de la cultura metalúrgica andaluza
en el tercer milenio, y 4.º Que la extensión del imperio tartesio coincide
también con la primitiva zona de aquella cultura,
¿no es lícito suponer que haya sido Tartessos el foco de la cultura metalúrgica
que se desenvuelve durante el milenio tercero en la España meridional? Sin duda,
los prehistoriadores consideran la provincia de Almería como el centro de esa
cultura y hablan de una «cultura almeriense». Pero esta opción no tiene otro
fundamento sino que la región almeriense ha sido la primera en donde la citada
cultura se ha descubierto y estudiado; es decir, el mismo fundamento externo
por el cual la cultura cretense se llamó primeramente «cultura de Micenas». Sin
embargo, se sabe ya que aquella cultura estaba extendida por toda Andalucía, y
las excavaciones van cada día ampliando sus monumentos. En tal estado de cosas,
podemos, en verdad, considerar como su centro y foco el antiquísimo emporio
cultural de Tartessos, mejor que los pequeños y anónimos castillos de la
provincia de Almería, sin puertos ni comunicaciones terrestres, apartados
rincones que no han representado papel ninguno en el comercio y tráfico
marítimo posterior. Las excavaciones habrán de decidir los diez siglos que hoy
se extienden incógnitos entre los pretarsios y los principios de la historia de
Tartessos.
No sabemos todavía a qué pueblo pertenecían los pretartesios. La etnología de
los mismos tartesios es aún dudosa (véase cap. VIII). El que quiera, puede poner
en relación los pretartesios con la «ciudad de los ligures», que parece haber
sido una predecesora de Tartessos53.
La antiquísima cultura andaluza, con su riqueza en plata y estaño, ofrece
también una importante perspectiva para el estudio del viejo Oriente. En efecto,
quizá pueda ser ella la solución del enigma: ¿de dónde sacaban los antiguos
imperios orientales de plata y el estaño que usaban ya en el milenio tercero a.
de. C.?54. La superior antigüedad y autarquía del Oriente, impuesta durante
mucho tiempo como un dogma a la investigación, ha sido causa de que siempre se
haya excluido la posibilidad55 de que el Oriente importase de
Occidente aquellos metales56. Pero ahora va a ser preciso rectificar esta
opinión. Andalucía atesoraba en su seno esos metales, y ya en el tercer milenio
los exportaba lejos de sus costas. Es, pues, lícito suponer que en el milenio
tercero a. de j. c., el Oriente sacaba de Andalucía la plata y, sobre todo, el
estaño, y que los cretenses o carios eran los agentes de este comercio57, como
más tarde fueron los fenicios quienes se dedicaron al tráfico de estos metales.
Existe una inscripción asiria de la cual podría inferirse que en el milenio
tercero a. de J. c. el Oriente mantenía relaciones con Tarschisch. Esta
inscripción se refiere a un antiguo rey Sargon, que puede ser Sargon I de
Asiria (hacia 2000), o Sargon de Akkad58 (hacia 2800). La tierra denominada en
el texto «Anaku», y que aparece junto a «Kaptara» (es decir, Kaphtor, o sea
Creta) como tierra de Occidente, puede significar «tierra del estaño»59 y
designar a Tarschisch6o. En tal caso, la inscripción demostraría las
antiquísimas relaciones de Tartessos con el Oriente. Dice así el text06': «A-na-ku,
Kap-ta-ra, las tierras allende el mar superior (el Mediterráneo), Dilmun, Magán,
las tierras allende el mar inferior, y las tierras desde el orto hasta el ocaso
que Sargon, rey del mundo, ha conquistado tres veces». Esta hipótesis de un
antiquísimo tráfico entre España y el Oriente, hipótesis que se desprende de los
testimonios históricos, parece también confirmada por las relaciones
lingüísticas. Según todas las apariencias, el Oriente tomó del Occidente la
palabra que designa el estaño. La raíz kassi está muy extendida por el territorio ligúreo-céltico62, sobre todo en el noroeste de Galia y en la Inglaterra
meridional, esto es, en la patria del estaño. La palabra kassiteros parece ser precéltica, ligur; en efecto, aparece ya en época precéltica63, y precisamente
en territorios ligures: entre los Oestrymnios, y los lemos y Albiones. En cambio,
en Oriente las palabras κασσίτερος -forma griega que se encuentra en la Ilíada
-y Kastira, Kastir, Kasdir- formas india, aramea y árabe, derivadas del griego
-son términos importados, como el estaño era importado en la India y pagado a
buen precio aún en tiempos del Imperio (Plinio, 34, 163; Periplo mar. Erythr.,
49). Es muy notable el
hecho de que en copto el estaño se dice, al parecer, «pitrán», esto es, metal
«británico»64. Son de advertir, además, ciertas coincidencias entre toponímicos
españoles y orientales65, que podrían muy bien ser indicios de antiquísimas
relaciones66.
Estas relaciones primitivas entre el Oriente y el Occidente han de resultar cada
día más claras y patentes, cuando se multipliquen las excavaciones y los
hallazgos. Puede profetizarse que dentro de diez o veinte años los orientalistas
prestarán a la antigua España más atención de la que le han prestado hasta
ahora.
NOTAS
35 Acerca de todo lo que sigue véase: H. y L. Siret, Les Premiers ages du métal
dans le Ssud-Est de L' Espagne (1887), obra magna a la que debemos el primer
conocimiento de la Edad de Cobre en el sur de España; Hubert Schmidt, Bronzefund
von Canena (Prahist. Zeitschr., (909), el trabajo que es fundamental para la
cronología; Zur Vorgeschichte Spaniens (Zt. f Ethnologie, 19(3), Der DoJchstab
in Spanien (Opuscula arch. O. Montelio dedo 19(3) -procedencia de la alabarda de
cobre de la piedra-; Wilke, Sudwesteurop. Megalithkultur und ihre Beziechungen
zum Orient(1912), H. Schuchardt, Westeuropa als alter Kulturkereis (Berl.
Sitzungsberichte 1913) y Alteuropa (1919), nueva obra que recoge y ordena todo
cuanto se sabe sobre la cultura occidental en Europa y su expansión por el este
y el norte; Bosch, Arqueología prerromana hispánica, en Schulten-Bosch, Hispania
(1920), de gran valor por el conocimiento exacto y el estudio crítico del
material español. Hubert Schmidt tiene el mérito de haber sido el primero en
demostrar el origen surhispano y la prioridad de esta antigua cultura
occidental. El primero que reconoció -a mi conocimiento- la independencia del
Occidente ha sido Salomón Reinach (Mirage oriental, en L' Anthropologie, 1893).
la nueva otra de L. Siret, Ouestions de chronologie ibérique, I (París, 1913) es
de gran valor por la muchedumbre del material recogido y reproducido; pero está
equivocada en su interpretación, particularmente en la cronología (véase H. Schmidt, D. Litt. Zeit, 1919, 92).
36 En la Cueva de los Murciélagos, cerca de Albuñol, en una estribación
meridional de la Sierra Nevada, se han encontrado junto a vasos neolíticos
vestidos, calzado, bolsas, etc..., de esparto (v. Góngora, Antigüedades
prehistóricas de Andalucía (pág. 29, fig. 1, 5).
37 Compárese la bolsa de esparto reproducida por Góngora (fig. 1, 6) con el vaso
de barro de la fig. 143, pág. 113. La coincidencia es completa. En las pinturas
rupestres paleolíticas se ven ya sacos trenzados (v. Obermair, Pinturas
rupestres de Valtorta, 1919, pág. 112).
38 V. Schuchardt, Berl. Sitz-Ber., 1913; 736, 741.
39 V. Gómez-Moreno, Arquitectura tartesia (Bol. de la Acad. de la Historia). Los
trabajos más recientes sobre los sepulcros megalíticos en España son los de
Obermaier, El dolmen de Matarrubilla (junta para Ampliación de Estudios;
Madrid, 1919) y Die Dolmen Spaniens (Mitt. der anthropol. Ges. in Wien, 1920).
40 las relaciones entre los sepulcros megalíticos y el culto de los muertos han
sido explicadas por Schuchardt en su libro Alteuropa y en su artículo sobre la
Stonehenge (Priihist. Zt., 1910).
41 Schuchardt, Westeuropa als alter Kulturkreis, págs. 745, 748.
42 H. Schmidt, Bronzefund von Canena, 130: "Resulta tanto más justificada
la necesidad de explicar la presencia de objetos de marfil, turquesa, amatista
en la región de la cultura hispana, cuanto que esos objetos resueltamente son
extraños al país. Sólo por los caminos del comercio mediterráneo han podido
llegar hasta aquí. Por lo tanto, la Península Ibérica debió de tener productos
de valor comercial para los orientales... la riqueza en metales del país atrajo
a los navegantes extranjeros. En la edad de piedra-cobre se trataba
principalmente del cobre y probablemente también del estaño. Más tarde se añadió
la plata. Estas eran las cosas más preciadas por el mundo de entonces; sólo así
se explica el gran desarrollo de las relaciones sociales en la península, que se
manifiesta en las poderosas trazas de los sepulcros" También Fimmen, en su
Kretischmykenische Kultur; cree que Creta tuvo tráfico con España (pág. 121).
Obermaier piensa que en el período eneolítico hubo relaciones entre España y
Egipto por el Norte de África. (Dolmen de Matarrubilla, pág. 73).
4J Siret, Ouestions de Chronologie, 237.
44 J. H. Holwerda, Die Niederlande in der Vorgerschichte Europas (1915), ha
mostrado que los constructores de las tumbas megalíticas holandesas, proceden
del Sur. H. Schmidt me escribe acerca de la emigración surhispana a Inglaterra:
"Trátese de un grupo de pueblos braquicéfalos que tiene su origen en el Suroeste
de Europa y que propaga la cultura llamada de los vasos campaniformes por el Rin
y el valle del Danubio. Este mismo grupo se extiende desde la desembocadura del
Rin hasta la Gran Bretaña, y, siguiendo la costa oriental de Inglaterra y
Escocia, a partir del Canal, penetra por pequeños grupos en la población más
antigua, dolicocéfala. Traen los metales a la Gran Bretaña (cobre, oro, bronce)
y fundan en este país la industria metalúrgica». Véase también H. Schmidt, Zur
Vorgeschichte Spaniens, pág. 252: "Probablemente se embarcaron en busca de minas
de cobre y estaño, y al ver realizadas sus esperanzas, establecieron la
fabricación del bronce en el país, con provecho; y habiéndose hecho
sedentarios, confundiéronse con la población indígena»
45 Obermaier, Mitteil. D. Wiener Anthrop. Ges., 1920, 119, nota I; 131.
46 Siret,
Questions de Chronologie, 194.
47 Siret. Quest. de Chronol., 237; Schmidt. Zur, Vorgesch. Spaniens.
48 Prahist. Zt., 1916. Sobre ésta me escribe H. Schmidt: «Los sepulcros del
norte de África representan un estadio más desarrollado de la gran arquitectura
sepuleral de la Europa Occidental..., son más jóvenes que los sepulcros
españoles de la misma especie.»
49 Wilke (pág. 47 de la op.cit.), que los cree del quinto milenio y aún sexto,
va demasiado lejos.
50 La coincidencia entre el comercio tartesio y el comercio pretartesio es muy
notable. Los tartesios navegan hasta la Bretaña y, por medio de los oestrymnios,
entran en relación con Irlanda (estaño) y con las costas del Mar del Norte
(ámbar). Esto corresponde exactamente a la zona del tráfico pretartesio, tal
como se desprende de la expansión que tuvieron sus productos industriales
51 Así, por ejemplo, los habitantes de las costas orientales y septentrionales
de España no eran en la antigüedad navegantes. Hoy, en cambio, florece la
navegación y el comercio entre los catalanes y los vascos.
52 Mapa en Obermaier, Dolmen de Matarrubilla, pág. 38.
53 Estéf. Διγυτίνη πόλιςτής Ταρτησσοϋ πλησίον [La ciudad ligustina
cerca de Tartessos.] La ciudad debió de estar en el lago ligur, que podría
haber tomado su nombre de ella; esto es, hacia Coria.
54 Véase Ed. Meyer, Gesch. d. Alt., 1', 517, 665, 744
55 Ed. Meyer (op. cit., 1, 2, 749) dice: «Todavía no se sabe de dónde proceden
las masas de estaño que el mundo antiguo en la Edad del Bronce mezclaba con el
cobre; en efecto, las minas de estaño de Inglaterra y Portugal
no pueden tenerse en cuenta, como tampoco las del Irán y la India interior.»Lo
mismo dice B. Meissner, Babylonien und Assyrien, pág. 348.
56 De esta opinión era, v. g., W. Max Müller (Orient. Litt. Zeit., 1899, 295).
57 V. Numantia, 1, 28.
58 Según noticias que por carta me ha dado Hommel, refiérese a Sargon de
Assur. Meissner, en cambio, me comunica que se refiere a Sargon de Akked.
Ambos, empero, coinciden en que el texto no puede referirse a Sargon 11
(721-705)
59 Anaku significa primero plomo, luego también estaño (Meissner, Babylonien und Assyrien, pág. 348).
60 Tal sospecha E. Forrer en un trabajo no publicado aún, y cuyo conocimiento debo a Hommel.
61 Otto Schroeder, Keilschriftexte aus Assur verschiedenen Inhaltes Leipz.,
1920, núm. 92, 41.
62 En nombres de tribus: Baiocasses, Vadiocasses, Viducasses, Veliocasses,
Durocasses, todas de Normandía; Sucasses, en la Aquitania ligúreo ibérica;
Tricasses, en la Champaña; Cassii, en Inglaterra. También aparece en nombres de
persona: Cassignatus, Cassivelaunus, Cassibratius, entre otros; y en nombres de
ciudad: Cassiciate; y en nombres de dioses: di Casses. Véanse ejemplos en Holder.
63 Κασσίτερος se encuentra ya en la Ilíada, esto es, antes de 700, cuando
todavía no había celtas en Inglaterra ni en Bretaña. El sufijo -ter es céltico (Pedersen,
Gramm. d. kel{¡schen Sprachen, Góttingen, 1911, tomo 2, 43). Pero, por los
motivos ya dichos, debemos suponer que Kassi-ter-os es precéltico y luego
aceptado por los celtas. Kassi es, sin duda, el nombre de la tierra de origen.
64 Según una comunicación de K. Sethe, el vocablo copto «pitrán» se deriva de «Britannia».
65 En un trabajo intitulado Babylonische Kolonisation in vorgeschichtlinchen
Spanien. (Festschrift für Lehmann-Heupt, 192¡), E. Assmann trata de mostrar que
son babilónicos más de cincuenta toponímicos españoles. De aquí saca la
conclusión de que hacia 2500 a.de J.C. debió venir a España una emigración
babilónica. La mayor parte de las coincidencias son inutilizables -citaremos
como ejemplo la derivación de Corduba (comp. con On-uba, Seld-uba, Moen-uba)
del babilónico Kur-dub («grande es Dub»), y Barc-ino (comp. con Uxama Barc-a,
Barg-usii) de Bar-Kinu («el dios Bar-ea fieH»). Pero la coincidencia real y
vocal entre la ciudad del hierro y de la forja, Bil-bil-is, con el sumérico bil-bil
(quemar) es bien notable. De igual modo quizá pudiera relacionarse Serpa
(situada en la Sierra Morena), rica en plata, con sarpu (plata); Ebora «Cerialis»
con eburu (trigo); Aritium con arttu (el planeta Venus adorado en el Sur de
España).
66 Parece que hay motivos serios para pensar en una emigración de tribus
asiáticas al África del Norte y a España (emigración meridional hacia occidente
en dirección paralela la septentrional indogermánica), tal como la antigua
tradición la admitía. (Salustio, Bell., Jug. 18; Plinio, 3, 8, etc.; Movers,
PMnizier, 2, 2, 111.) En efecto, no puede negarse que existe una gran
coincidencia entre muchos toponímicos asiáticos y occidentales. (Véase mi
trabajo Eine neue Romerspur in Westfalen. Bonner jahrb, 1918, 95, Y los casos
citados por Fick en Kuhns leit, 41, 356). Sería de desear que autoridades en la
ciencia del lenguaje estudiaran este importante problema.