CAPÍTULO III TARTESSOS Y LOS FENICIOS
Después de los mercaderes cretenses o carios vinieron a Tartessos los tirios, quizá a partir de 1200 a. de J. C., cuando la potencia de Creta se hubo arruinado; de igual manera que los focenses más tarde sucedieron a los tirios. Con los viajes de los fenicios, Tartessos sale de las sombras prehistóricas y penetra en la claridad de la tradición histórica.
Las relaciones con los cultísimos comerciantes orientales aumentaron la riqueza de Tartessos y, sobre todo, tuvieron una influencia decisiva en el desarrollo de su cultura. Los productos de la industria oriental, que los tartesios adquirían a cambio de sus metales, les dieron a conocer artes nuevas, que ellos imitaron luego; y los artesanos y técnicos que venían en los barcos extranjeros les enseñaron también nuevas labores y oficios.
Los tirios debieron traficar durante mucho tiempo en el mercado de Tartessos, antes de establecerse allí definitivamente. Luego fundaron una colonia en la isla de Cádiz67, no lejos de Tartessos. No pudieron los tirios elegir mejor sitio: Gades dominaba al mismo tiempo el mercado de Tartessos y el estrecho.
Estrabón (169 y ss.) nos ha conservado una relación gaditana sobre los primeros viajes de los tirios a Tartessos68. Para obedecer a un oráculo que les ordenara enviar una colonia a las columnas de Hércules (Melkart)69, los tirios navegaron, primero hasta Sexi (Almuñécar, al este de Málaga); pero tuvieron que regresar porque los sacrificios no daban favorables resultados. Un segundo viaje los condujo a unos 1.500 estadios más allá del estrecho, a la «isla de Hércules», en la comarca de Onoba (Huelva, en la desembocadura del río Tinto)70. Pero también en este punto se malogró el sacrificio. Al tercer viaje, por fin, fue fundada Gades. Si no nos engañan todos los datos, esa «isla de Hércules", cerca de Onoba, no es otra que la isla formada por el delta del Betis, la isla Cartare del periplo71, que no está lejos de Onoba. Esta isla pasaba por ser el sitio en donde tuvo lugar la lucha entre Hércules y Geryon; su nombre recordaba a Carthere, la madre del Hércules fenicio72. Dice Plinio (n. h. 4, 120) que algunos autores sitúan la isla Erytheia, no hacia Gades, sino frente a Lusitaniam, es decir, más al norte; este dato podría referirse igualmente a Cartare. Así, pues, los tirios conocieron, a Tartessos en su segundo viaje y, para comerciar con ella, fundaron a Gades en el tercer viaje.
La fundación de Gades debió de hacerse en buena paz y armonía con Tartessos. En efecto, más tarde los tartesios recibieron también a los focenses con cordial hospitalidad. Los tartesios mismos tenían gran interés en traficar con los extranjeros, a quienes vendían sus sobrantes en metales y productos industriales a cambio de aceite (De mirab. ausc., 135) y de productos de la industria artística orienta)73. Entre Tartessos y Tiro debió, pues, existir durante mucho tiempo una relación de pacífica concordia. Pero la codicia de los extranjeros turbó bien pronto esta buena armonía. Los tirios, al parecer, quisieron apoderarse de una mayor extensión de territorio. Un paso venía tras otro. Fundada Gades, su autarquía hubo menester de mayor espacio para mantenerse. El paso inmediato que dieron los colonos fue extender su territorio de la pequeña isla a la grande, a la actual Cádiz74. Tras la ocupación de Gades vinieron nuevas colonias, y poco a poco la costa meridional y oriental de España se llenó de factorías púnicas75. Tartessos corría el peligro de verse separada del mar, elemento esencial de su vida. La guerra era inevitable. Y, en efecto, tuvo lugar, terminando con la victoria de los tirios, como se desprende del salmo 72, 10, que habla del tributo de Tartessos. Los versículos 23, I y SS., Isaías, refieren que la toma de Tiro por los asirios (hacia 700) tuvo por consecuencia la libertad de Tartessos: «¡Aullad, navegantes de Tarsis, porque destruida es (Tiro) hasta no quedar casa ni entrada! ... ¡Pasaos a Tarsis; aullad, moradores de la costa! ... ¡ Inunda tu tierra como el Nilo, tú, pueblo de Tarsis! No hay más esclavitud.» Estrabón también dice que los tartesios cayeron antes del año 800 a. de J. c. bajo el yugo de los fenicios76.
A estas luchas entre Tartessos y Tiro se refieren evidentemente dos valiosos fragmentos de una tradición antigua, conservada en fuentes más modernas:
I. Macrobio, sal. 1, 20, 12: nam Theron, rex Hispania: citerioris, cum ad expugnandum Herculis templum ageretur furore instructus exercitu navium, Gaditani ex adverso venerunt provecti navibus longis, commissoque proelio adhuc a:quo Marte consistente pugna subito in fugam versa: sunt regice naves simulque improviso igne correpta: conflagraverunt. Paucissimi qui superfuerant hostium capti indicaverunt apparuisse sibi leones proris Gaditanre cJassis superstantes ac subito suas naves inmissis radiis quales in Solis capite pinguntur exustas [porque Theron, rey de la España Citerior, como fuese lleno de ira a expugnar el templo de Hércules con un ejército de naves, los gaditanos vinieron de la parte contraria en largas naves; y trabado el combate, permaneció algún tiempo indeciso, hasta que de pronto las naves del rey emprendieron la fuga y al mismo tiempo empezaron a arder, presa de un fuego que súbitamente se apoderó de ellas. Los poquísimos que quedaron con vida, prisioneros de los enemigos, refirieron que habían visto unos leones en las proas de las naves gaditanas y que de pronto sus barcos ardieron, heridos por unos rayos como los que pintan en la cabeza del Sol]77.
2. Justino, 44, 5, 1: nam cum Gaditani a Tyro... sacra Herculis per quietem iussi in Hispaniam transtulissent urbemque ibi condidissent, invidentibus incrementis nova: urbis fmitimis Hispania: populis ac proplerea Gaditanos bello lacessentibus auxilium consanguineis Carthaginienses misere [pues como los gaditanos trajesen de Tiro a España el culto de Hércules, por mandato del oráculo, y fundasen aquí una ciudad, los pueblos vecinos de España sintieron envidia de la prosperidad creciente de la nueva ciudad y por ello hostigaron a los gaditanos con guerra; entonces los cartagineses enviaron auxilios a sus consanguíneos].
Dice, pues, Justino -y efectivamente su narración corresponde a la índole de las cosas- que se trata de una guerra entre los vecinos iberos, esto es, los tartesios y el pueblo gaditano, que cada día iba haciéndose más peligroso78. La introducción de los cartagineses es un error posterior, como el que comete Avieno cuando habla de los cartagineses traduciendo el viejo periplo, que sólo conocía a fenicios en España79. Asimismo, la guerra que Macrobio8O refiere es bien claramente una guerra entre Tiro y Tartessos, pues sólo los tartesios podían librar a los tirios una batalla naval, ya que Tartessos era la única potencia marítima de entre los iberos y la rival de Tiro. Pero también en este punto la tradición fue enturbiada por la ignorancia posterior. En efecto: el rey de Tartessos aparece con el nombre de Theron, como un rey de la «España Citerior»; lo cual es absurdo, pues ni la Iberia Citerior confinaba con Gades, ni era potencia marítima, ni obedecía a un rey.
Estas dos noticias, como asimismo la referencia acerca de la fundación de Gades, proceden evidentemente de fuentes gaditanas. Ambas, en efecto, culpan a los iberos de haber tomado la iniciativa del ataque, si bien una versión lo atribuye a la envidia de la creciente prosperidad gaditana y la otra al deseo de expugnar el templo de Hércules. Estas dos importantes noticias históricas resultan interesantes también desde el punto de vista literario como una de las pocas muestras de la historiografía fenicia. Es curioso encontrar el nombre de Theron usado como nombre español de persona en otro autor que se funda también en antiguas relaciones. Silio Itálico (Pun., 16, 476) da el nombre de Theron a uno de los jóvenes españoles que ofrecieron a Escipión el espectáculo de una carrera. Otro se llamaba Tartessos (versos 465; 509). Este último era de Gades, que Silio confunde con Tartessos (verso 476). En cambio, a Theron le da por patria -¡cosa rara!- la apartada Galicia:
et Theron, potator aqure, sub nomine Lethes qure fluil. [y Theron, bebedor del agua que fluye bajo el nombre de Letheo (Miño)] Hay también un sacerdote de Sagunto que lleva el nombre de Theron (2, 149; 192; 207; 226).
Es posible demostrar que ese rex Hispanioe citerioris Theron era en realidad un rey de Tartessos. En efecto, el rey Theron no es una figura desconocida; se identifica perfectamente con el rey de Tartessos Gerón, que dio su nombre al «castillo de Gerón» (Arx Gerontis) citado en el periplo (Avieno, 263, 304) y situado en el banco que está frente a la desembocadura del Guadalquivir (véase capítulo IX). Este rey reaparece en otro texto posterior. El nombre de Gerón, desconocido para los griegos, pudo fácilmente ser confundido con el nombre famoso de Theron, tirano de Akragas. Pero, además, también la tradición griega nos da noticias del rey Gerón. ¿Quién no advierte que Gerón es idéntico al Geryon o Geryoneus de la mitología griega? Avieno ha percibido bien esta identidad (Ora mar., 263):
Gerontis arx est eminus, namque ex ea Geryona quondam nuncupatum accepimus. [Más allá está el castillo de Gerón, que, según la tradición, dio su nombre a Geryon.!
Los focenses reconocieron en Gerón la figura del gigante Geryoneus, pastor de bueyes, y siguiendo la costumbre de los colonizadores, trasladaron al lejano Occidente el nombre que primitivamente pertenecía a la costa occidental de Grecia81. A este traslado pudo contribuir también la circunstancia de que en Tartessos se criaba muy hermoso ganado. En efecto, los griegos buscaban a Geryoneus dondequiera que hubiese buenos toros, incluso en Siria82.
Geryon aparece también como rey de Tartessos en un capítulo muy valioso que Justino, apoyándose seguramente en una tradición indígena, dedica a los antiguos reyes de Tartessos (44, 4)83: in alia parte Hispanire quae ex insulis constat regnum penes Geryonem fuit. In hac tanta pabuli lretitia est, ut nisi abstinentia interpelJata sagina fuerit pecara rumpantur [en otra parte de España, que está formada por islas, se halló el reino de Geryon. Hay en esa parte tanta abundancia de hermosos pastos, que el ganado reventaría si no se le reglamentase la comida!. Las islas a que se refiere son, sin duda, las que forma el curso del Betis; en ellas pacían (Estrabón, 143) y aún hoy pacen hermosos toros. Una tradición semejante nos ha sido conservada por Servio en su escolio a la Eneida de Virgilio, 7, 662: Geryones rex fuit Hispanire, qui ideo trimembris fmgitur quia tribus insulis proefuit, quce adiacent Hispanire: Balearicoe maiori et minori et Ebuso. Fingitur etiam bicipitem canem habuisse, quia et terrestri et navali certamine plurimum potuif34... Hunc Geryonem alii Tartessiorum regem dicunt fuisse et habuisse armenta pulcherrima, qure Hercules occiso eo abduxit, de cuius sanguine dicitur arbor nata, quoe vergiliarum tempore poma in modum cerasi sine ossibus feral. [Geryon fue un rey de España que se representa con tres cuerpos, porque mandó sobre tres islas, las cuales se hallan junto a España: Mallorca, Menorca e Ibiza. Se dice también que tuvo un perro de dos cabezas, porque fue poderoso en extremo por tierra y por mar... Otros dicen que este Geryon fue rey de los tartesios y poseyó hermosos ganados; y Hércules, habiéndole dado muerte, se llevó sus toros. De su sangre dícese que nació un árbol que, al tiempo que aparecen las Pléyades, da unos frutos semejantes a la cereza, pero sin hueso.! Las tres islas de que habla este texto eran naturalmente las que forma el Betis (Isla Mayor, Isla Menor y la isla pequeña que hay entre la Mayor y la Menor). La confusión con las Baleares es producto de la ignorancia posterior. También es falsa la interpretación de la doble cabeza del perro como alusión al poderío marítimo y terrestre de Gerón; pero no puede desconocerse en ella un núcleo de tradición histórica. En la segunda parte del escolio, ya Gerón es llamado expresamente rey de Tartessos.
Los demás datos que poseemos acerca de Geryon se orientan igualmente hacia Tartessos. Dice Diodoro (5, 17,4) que poseía mucho oro y plata. Su padre se llamaba, según Hesíodo, Chrysaor, es decir, «espada de oro», nombre que recuerda al del rey Arganthonios (el hombre de la plata) y que, como éste, conviene perfectamente a Tartessos, tan rica en metales preciosos. Una vez transplantado a Tartessos, el mito de Geryoneus dio aquí nuevas flores. El pastor gigante Γηρίωνr es el mugiente (δεγηρύω, mugir), el toro. Como tal fue identificado con el río Tartessos, pues los griegos imaginaban los ríos bajo la forma de toros85. Geryon aparece, pues, en la forma del dios del río Tartessos en aquellos versos de Estesícoro (Estrabón, 148) que hablan de su nacimiento en una cueva de la montaña de plata, esto es, la fuente del Betis en la sierra de Cástulo: σχεδόν άτιπέρας κλεινάς ΈρυΘείας ταρτησσοΰ ποταμοΰ παρά παγάς άπείρονας άργυρορίζους έν κευθμώνι πέτρας86 [casi enfrente de la ilustre Erytheia, junto a las fuentes profundas del río Tartessos, que nace en la plata, en una cueva de la roca!. Una vez que Geryoneus se ha convertido ya en la personificación del río Tartessos, no cabe duda de la significación que debe atribuirse a esa extraña figura, al pronto inexplicable, del gigante con tres cabezas o tres cuerpos, que aparece en Hesíodo87.
Son, en efecto, los tres brazos del río Tartessos (v. cap. IX). En Hesíodo efectivamente, la Erytheia, la isla del ocaso, del Oeste, la tierra de la niebla (294), el Océano (288, 294), la mansión estigia, sustentada sobre columnas de plata (779), aluden a esta comarca (v. cap. V). Así como nosotros hablamos de los «brazos» de un río, los antiguos solían representarse los ríos como cuerpos (caput = la fuente, bracchia = los brazos del río, Kέpας = la hoz). Con esta idea del dios fluvial concuerda además la genealogía de Geryoneus, que nace de «Kallirhoéa», nombre que, sin duda, designa el manantial88. El antiguo mito se transparenta todavía en la explicación posterior de los tres cuerpos de Geryon por las tres islas del río.
Los navegantes que frecuentaban Tartessos identificaron también al rey Gerón con el buen dios marino Glaukos, que bajo la advocación de άλιοςγέρων [el viejo del mar] (R. E, VII, 1410) parecía coincidir con Gerón. Por eso al castillo de Gerón, arx Gerontis, le dieron el nombre de άκρα Γλαύκου [castillo de Glauco]89.
La identificación de Gerón con Geryon hubo de verificarse, sin duda, en la primera época de los viajes a Tartessos, cuando las imaginaciones situaban en las comarcas lejanas e incógnitas las más espantosas figuras de la mitología. En cambio, la identificación con Glaucos, dios amable y benévolo, se llevó a cabo posteriormente, en la época del comercio amistoso con Tartessos. Una conversión parecida se verificó asimismo en otros héroes extranjeros recibidos por la mitología griega90 .
Geryon, pues, identificado con el rey Gerón y considerado como la personificación del río Tartessos, no pertenece a Gades, como hubo de creer la ignorancia posterior, sino a Tartessos. Y la isla Erytheia, su morada, que tomó de su hija el nombre (Paus., 10, 17, 5), no puede haber sido la isla de Gades, sino la isla formada por el delta del Tartessos, ante el cual se alzaba su castillo. En esta comarca se crían hoy todavía los mejores toros andaluces. Pero cuando Tartessos hubo desaparecido, sobrevino la confusión con Gades, y las figuras de Geryoneus y Erytheia fueron falsamente trasladadas a Gades. Sin embargo, los más antiguos mitógrafos sitúan bien claramente Erytheia en el delta del río Tartessos. Estesícoro dice que Erytheia está «frente» a las fuentes del río, esto es, en su desembocadura. Ferécides afirma que Hércules se dirigió a Tartessos (fr. 33), y, por lo tanto, sitúa a Erytheia aquí y no en Gades (v. cap. vII). Por último, las fuentes de que se valen Plinio y Mela colocan a Erytheia, no en Gades, sino «frente» a Lusitania, es decir, en la comarca de Tartessos.
A las citadas referencias debemos, pues, un valioso fragmento de la historia antigua de Tartessos: la noticia de la guerra entre los tirios y los tartesios, bajo el rey Gerón, cuyo castillo podía contemplar el navegante antiguo al pasar frente a la desembocadura del Guadalquivir. Esta guerra entre Tartessos y Gades supone ya completo el desarrollo de las colonias fenicias. No pudo, pues, tener lugar antes de 800 antes de J. c. Por otra parte, si los focenses injertaron en la figura de Gerón el mito de Geryon es porque, cuando fueron a Tartessos, el nombre del viejo rey tartesio permanecía aún vivo en la memoria de las gentes. Ahora bien, los focenses fueron a Tartessos hacia 700 a. de J. c.; es, pues, claro que la fecha de la guerra entre Tartessos y Gades debió de ser la que hemos indicado.
Justino, en el capítulo que trata de España, nos ha transmitido otros datos acerca de los reyes de la vieja Tartessos: saltus vero Tartessiorum, in quibus titanas belJum adversus deos gessisse proditur, inco/uere Curetes, quorum rex vetustissimus Gargoris mellis colligendi usum primus invenit [los bosques de los tartesios, en los cuales dice la tradición que los titanes pelearon contra los dioses, fueron habitados por los curetes, cuyo rey, el antiquísimo Gargoris, fue el primero que descubrió el aprovechamiento de la miel]. Esos saltus Tartessiorum deben de ser las colinas de pinos marítimos que se hallan al sur de la desembocadura del Betis, el mons Tartessiorum silvis opacus de que habla el periplo (Avieno, 308). y en cuanto a los curetes, Plinio cita ellitus Curense en esta comarca (n. h. 3, 7).
Justino, pues, nos da a conocer al rey Gargoris, que descubrió el arte de aprovechar las colmenas. Más adelante (§ 11) nos habla también de su hijo Habis, que inventó la agricultura, dictó las primeras leyes, prohibió el trabajo a los nobles y dividió al pueblo obrero en siete clases (véase cap. VIII). Todo lo que, Justino nos refiere del descubrimiento de la miel, que los griegos atribuían a Aristaios (Plin., 7, 199); de la infancia de Habis, amamantado por una cierva; de la ligereza con que corría este rey y de los tatuajes que ostentaba, procede evidentemente de tradiciones turdetanas91. La cierva era animal sagrado entre los iberos; Sertorio la utilizó para una pia fraus(Plut., Sert., 11). La miel era un producto importante de Turdetania y dio nombre a la ciudad de Mellaria. La rapidez en la carrera era virtud ibérica92. El tatuaje era una costumbre africana y, por lo tanto, ibera, ya que los iberos proceden de África93. El incesto del rey Habis con su hija parece ser la expresión de costumbres primitivas, más o menos inmorales. En efecto, de los habitantes de la Gran Bretaña, anteriores a los arios, dícese que entre ellos era corriente el comercio sexual de padres e hijos94.
A la misma serie que Gargoris, descubridor de la miel, y Abis, inventor de la agricultura, pertenece también Sol, Oceaní filius, cuí Gellius medícínæ quoque ínventíonem ex metallis assígnat [Sol, hijo de Océano, a quien Gellio atribuye también, la invención de la medicina por los metales] (Plinio, n. h., 7, 197). En efecto, el nombre de Sol concuerda bien con la ciudad de Tartessos, pues en esta comarca se adoraba al sol (v. cap. VIII) (Más bien al Sol Central de la Galaxia - nota de Tartessos.info). Lo mismo puede decirse del nombre de Océano, que se extendía ante la ciudad. Pero, sobre todo, el aprovechamiento de los metales parece convenir perfectamente con la región tartesia96. Podría admitirse que la serie de los reyes de Tartessos comenzó con Océano y Sol, pues las dinastías antiguas acostumbraban a ufanarse de ascendencias divinas. Otro rey de Tartessos parece haberse llamado Norax. Según la leyenda, era hijo del dios Hermes y de Erytheia, la hija de Geryon97; fundó la ciudad de Nora, en Cerdeña. El nombre parece ibérico, pues guarda relación con Norenus y Norísus (Mon. Ling. Iber., 259). La leyenda de la fundación de Nora por el rey Norax podría quizá referirse a tráficos entre Tartessos y Cerdeña. Por su genealogía, Norax debió de reinar después de Geryon.
El rey Gerón parece haber sobresalido entre los viejos reyes tartesios. Era adorado como un dios99, y los griegos le dieron entrada en su mitología.
Y si la ciudad no fue tomada, al menos perdió para siempre su poderío y su riqueza. Desde este momento debieron de cesar por completo los viajes de los tirios a Tartessos104.
Tartessos, entonces, no sólo recobró su antiguo imperio, sino que, además, impuso su ley a las colonias fenicias105. Por eso Hecateo (fr. 9) señala Sexi como ciudad de los mastienos, y el periplo incluye en el imperio de Tartessos a los Phoenices y a los Ubyophoenices de las costas meridionales. El imperio de Tartessos llegaba en esta época hasta el cabo Nao.
Desgraciada fue para Tartessos la batalla naval que libró contra Gades. En este combate revelaron los tartesios sus escasas virtudes guerreras; tampoco los turdetanos, sus sucesores, fueron grandes soldados, y pasaban por ser el pueblo menos guerrero de la vieja Iberia (véase cap. VIII). Después de aquel combate, Tiro afirmó su indiscutido dominio sobre el Mediterráneo occidental, que en adelante permaneció inaccesible para la navegación extranjera; tanto, que aun en época posterior la expresión «mar tirio» tenía el sentido proverbial de mar fatal para los navegantes100.
La ruina de Tiro libertó a Tartessos del yugo fenicio. Hacia 700, la ciudad de Tiro fue sitiada por los asirios durante cinco años101. Los pueblos sometidos a los fenicios aprovecharon esta ocasión para recobrar su independencia. Tal hizo Tartessos (Isaías, 23, 1), que a partir de este momento volvió a ser libre. Los griegos hablan de cierto rey Arganthonios que gobernó a Tartessos durante 150 años (v. capítulo IV). Esta fábula se refiere quizá a los 150 años de independencia que aún pudo gozar Tartessos desde su liberación del yugo tirio hasta la batalla de Alalia (537)102. A pesar de la antigua enemistad, el tráfico con Tiro volvió a reanudarse, según refiere Ezequiel, que escribía hacia 600. Pero vino luego el sitio de Tiro por Nabucodonosor de Babilonia103, que duró trece años (585-573),
Desde la caída de Tiro, en 700 a. de J. C., el mercado de Tartessos quedó abierto para una nueva potencia marítima. Siguiendo las huellas de los fenicios, navegaron los griegos hacia el Occidente remoto. Los primeros en lanzarse a alta mar fueron los focenses, cuyas naves de cincuenta remos vinieron a ser las sucesoras de aquellas naves de Tarsis que los tirios tripulaban. Naturalmente, los jonios, colonizadores del mar occidental, tenían hacía tiempo noticia de los viajes fenicios a Tartessos y de las riquezas que atesoraba esta ciudad106. Este conocimiento fue aumentando cuanto más lejos penetraron ellos mismos en la dirección del Oeste remoto.
NOTAS
67 La más antigua Gades estaba en la pequeña isla de San Sebastián, al oeste de Cádiz (Estrabón, 169; Plin., 4,120). Más tarde se extendió Gades, a la gran isla, la actual Cádiz. (V. mi artículo «Gades» en Deutsche Zeitschrift f. Spanien. Barcelona, 1923. Núm. 170-172)
68 La fuente de que Estrabón se vale es Posidonio. (Véase Estrabón, 170).
69 Igualmente dice Justino, 44, 5: cum sacra Herculis per quietem iussi in Hispaniam transtulissent [como trasladasen a España el culto de Hércules, por mandato del oráculo...]
70 κατά πόλιν Όνόβαν [cerca de la ciudad de Onoba de Iberia]. Iberia significa aquí como en Avieno, 253, la costa entre el río Tinto (Iberus) y el Anas; lo cual testimonia la alta antigüedad de esta relación.
71 Con este nombre designo aquí. y de aquí en adelante, el periplo massaliota del siglo VI a. de J. C. que está contenido en la Ora marítima de Avieno. En mi edición de Avieno (Fontes Hisp, ant., I; Berlín, Weidmann 1922), he separado el periplo, aislándolo, de las interpolaciones posteriores.
72 Ampelio. 9: Sextus Hércules. Croni et Cartheres (filius). quem Carthaginienses colunt [Sexto Hércules, hijo de Cronos y de Carthere, al cual adoran los cartagineses].
73 Los objetos hallados, y Diod., 5, 35, 4: los fenicios... compraban la plata dando en cambio otras pocas mercancías; Odyss., 15, 416: trayendo innumerables bagatelas en su nave negra.
74 El arte de los fenicios para agrandar las pequeñas concesiones y tomarse la mano cuando les habían concedido un dedo, está típicamente retratado en la leyenda de Byrsa y en lo que refiere Photios en sus Tratados de los fenicios (F. H. G. 1, 38¡). El primer establecimiento era, por lo general, una pequeña isla, próxima a la costa (v. Tucíd.: 6, 2), desde la cual los punios pasaban luego a la tierra firme. Así sucedió en Ibiza: la primera colonia estaba en la Isla Plana. Lo mismo en Gades. También los colonos griegos preferían las islas de la costa: así Kyrene, Emporion. Mainake, Siracusa; véase también Odyss.. 9.116.
75 Malaca, Sexi, Abdera son fenicias (como demuestran las monedas), por lo tanto anteriores a 700, año en que se arruinó la potencia de Tiro (véase Movers, op. cit. 2, 2, 632). El periplo da testimonio de que las colonias fenicias llegaban hasta el cabo Palos (v. Avieno, 421, 459).
76 Pág. 149: de tal modo cayeron los tartesios en poder de los fenicios, que la mayor parte de las ciudades de Turdetania y de las comarcas vecinas están aún hoy habitada por estos; pág. 150: digo, pues, que los fenicios nos han dado estos datos; pues ellos poseían ya antes de la época de Hornero lo mejor de la Iberia y de la Lybia); pág. 158: si ellos, los iberos, hubieran querido ayudarse unos a otros, ni los cartagineses hubiesen podido vencerlos, ni anteriormente los tirios; también Plinio, 3, 8: oram eam universam originis Poenorum existimavit M. Agrippa [M. Agrippa estimaba que toda aquella costa (la del Sur) fue antes de los fenicios].
77 Esto recuerda los espejos con que Arquimedes hubo de incendiar las naves enemigas.
78 Puede compararse con esta guerra la lucha de los ligures contra Massalia, que por su engrandecimiento resultaba peligrosa para los indígenas. Con idénticas palabras la describe Justino, 43, 3, 13: sed Ligures, incrementis urbis invidentes, Grrecos adsiduis bellis fatigabant [pero los ligures, envidiosos de la creciente prosperidad de la ciudad, cansaban a los griegos con incesantes guerras!.
79 Véase mi edición de Avieno, pág. 35.
80 Macrobio se apoya en un neoplatónico romano del siglo IV (Wissowa: De Macrobii Saturna/iorum fontibus, Diss. Breslau, 1880, pág. 4[; Traube: Varia /ibamenta critica (¡883); W. A. Baehrens: Corne/ius Labeo (1913).
81 Hecat.. fr. 349; Escílax, 26; Wilamowitz, Herakles, 1, 304.
82 Preller, Griech. Mythol.. 23, 205.
83 Estas noticias fueron, sin duda, proporcionadas por uno de los autores a quienes Estrabón igualmente debe su conocimiento de la antigua Turdetania, es decir a Artemidoro, a Posidonio o a Asclepíades de Mirlea.
84. Lo que sigue es adición del llamado Servius auctus.
85 Preller-Robert: Griech. Mythol, r, 548.
86 La transposición propuesta por Bergk: destruye el sentido, que está clarísimo. 87 Theog., 287: {Mas Chrysaor engendró a Geryon tricÍpite Habiéndose ayuntado con Kallirhoé, hija del noble Océano. Matóle y desarmóle la fuerza de Hércules junto a los bueyes que arrastran los pies, en la Erytheia rodeada de agua, en aquel día en que a los bueyes de amplia frente los condujo a la sagrada Tirinto, habiendo surcado el Océano (y habiendo matado a Orthros y al boyero Eurytion en un establo oscuro, allende el noble Océano).f
88 Sobre Kallirhoé, empleado como nombre de manantial, v. Pape, W6rferbuch d. griech. Eigennamen.
89 Escol. Apoll. Rod., 2, 767: [Glaucos es adorado por los iberos bajo el nombre de Gerón. Existe allí un castillo llamado de Gerón). El banco de Salmedina, hoy cubierto por el mar, era en tiempos antiguos una tierra baja, no un cabo; por eso arxy aKpa no significan aquí cabo" (como sucede en Avieno, que emplea arx Setiena por Setium iugum, 609), sino castillo.
90 Como el rey egipcio Busiris, que empezó siendo el enemigo de todos los extranjeros y se convirtió luego en el tipo de un príncipe ideal (R. E., 111, 1.075). Otro ejemplo es Minos.
91 La historia de Habis, abandonado y salvado milagrosamente, recuerda, sin duda, otros cuentos semejantes (Moisés, Semíramis, Zarathustra, Ciro, Rómulo, Telephos, Atalante, los hijos de Melanipo, Cibeles, etc.) Pero esto no arguye en contra de la antigüedad de la leyenda tartesia. La leyenda de los niños producto de ilícito comercio y, por tanto, abandonados y salvados luego milagrosamente, casi siempre por animales que los amamantan, es una leyenda nómada que surge espontánea en muchos puntos (véase Wundt: Vólkerpsychologie, V, 2 (2ª edic.), págs. 185, 308); lo cual no quiere decir que no haya casos particulares en que sea una reproducción, como sucede, por ej., en la de Rómulo. Todo lo que se cuenta de Habis, repetidas veces abandonado y salvado, vuelve en términos semejantes -incluso el abandono en una pradera- en la historia de Zoroastro (Spiegel, Eran. Alterfumskunde, 1, 690).
92 Numantia, 1, 49.
93 Corippus: joh., 6,82; Cass. Félix: De medie. 20 Rose; Riedmüller, Die johannis des Corippus, Diss, Erlangen, 1919, pág. 47.
96 Ya Movers, n, 2, 628, refirió el
texto a Tartessos. 97 Paus., lO, 17,5: [Después de Aristeo, los iberos pasaron a Cerdeña, dirigiendo Norax la expedición, y fundaron la ciudad de Nora; y se recuerda que ésta fue la primer ciudad de la isla. Dicen que Norax era hijo de Erytheia, la hija de Geryon, y de Hermes J. Solino, pág. 50, Mommsen (véase Sallust., Hist., 11, 5): nihil ergo attinet dicere ut Sardus Hercule, Norax Mercurio procrea ti, cum alter a Libya, alter ab usque Tartesso Hispanire in hosce fines permeavissent, a Sardo terrre, a Norace Norre oppido nomen datum [No hay para qué decir que Sardo, hijo de Hércules y Norax, hijo de Mercurio, cuando entraron en esta comarca, viniendo aquél de Libia y éste de Tartessos de España, dieron sus nombres aquél a la tierra toda y éste a la ciudad de Norax.
Toda la historia antigua está como sumergida en una atmósfera de leyenda, pero casi todos los mitos de esta especie tienen un núcleo histórico. Los tartesios, sobre todo, debieron de envolver su tradición histórica en mitos y leyendas, ya que es lícito conceder les la misma abundante fantasía y afición a las fábulas que caracteriza a sus descendientes, los turdetanos, y aun a los actuales andaluces (véase cap. VIII).
99 Así es como hay que entender, evidentemente, el τιμάται del escolio.
100 Festus: Tyria maria (mares tirios).
101 Ed. Meyer, Gesch. d. Alt., 2, 467.
102 Gutschmid, KI. Schriften.. 2, 69.
103 E. Meyer, Gesch. d. Alt., 2, 595.
104 Pietschmann, G. der Ph6nicier; 300 y ss.
105 La noticia de que Nabucodonosor conquistó Iberia (Megastenes en Josefo, Am. ,lO, 11) es, naturalmente, una falsa deducción de su victoria sobre Tiro.
106 Con el conocimiento del estaño y del ámbar (que en la Odisea aparecen como mercancías fenicias) tuvieron los griegos que adquirir también conocimiento de los viajes fenicios a las tierras occidentales, aunque de modo imperfecto y oscuro.
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