CAPÍTULO IV TARTESSOS Y LOS FOCENSES
Desde 750, los jonios ocupaban las costas de Sicilia y de la Italia meridional. En el siglo VII debieron, pues, empezar los focenses sus viajes a Tartessos. Fue su gloria el descubrimiento del Mediterráneo occidental107. El primer griego que llegó a Tartessos108 fue, según cuentan, el samiense Kolaios, hacia el año 660109. Un terminus post quem -desgraciadamente impreciso- es el pasaje de la Odisea (15, 460; 473) en que se cita el ámbar como mercancía de los fenicios; cuando esos versos fueron compuestos (¿antes de 700?) todavía no iban a Tartessos los focenses. Terminus ante quem son, en cambio, las ofrendas de Mirón, hacia el año 650, en el tesoro de los Sikyones en Olimpia; esas ofrendas eran de bronce tartesio110. La fundación de Massalia, hacia 600 antes de Jesucristo, es terminus ante quem, no post quem, para la fecha de los viajes focenses a Tartessos; efectivamente, aquella fundación supone ya estos viajes, puesto que los focenses no establecerían las etapas sucesivas (Massalia, Hemeroskopeion, Mainake) antes de haber llegado al fin, que era Tartessos. Sólo así se explica, naturalmente, que la poesía griega del siglo VII tenga noticias del Occidente remoto (véase cap. VII). Los viajes focenses debieron ser cada día más frecuentes después de la caída de Tiro en 573.
Los focenses -como antes los fenicios- sacaban de Tartessos principalmente la plata y el estaño. Herodoto (4, 152) refiere que Kolaios, el primer griego que estuvo en Tartessos, trajo de su expedición más de 1.500 kilogramos de plata. El periplo cuenta (Avieno, 297) que la corriente del Tartessos llevaba estaño a la ciudad, y habla de los viajes tartesios en busca del estaño de Oestrymnis (Avieno, 113). En Plinio (n. h., 197) encontramos el siguiente importante dato: plumbum -quiere decir plumbum album- ex Cassiteride insula primus adportavit Midacritus [Midácrito fue el primero que trajo el estaño de la isla Cassitéride]. Quizá tengamos aquí conservado el nombre del primer navegante focense que trajo estaño de Tartessos; digo de Tartessos, porque los focenses no navegaban a las islas del estaño, sino que traían el estaño de Tartessos (capítulo V). Podríamos corregir Midacritus en Midocritus (Μεδόκριτος), pues sólo este último nombre se encuentra en griego, y justamente en comarcas jónicas, en inscripciones áticas (Kirchner, Prosop. Attica111). Además de la plata y del estaño, los focenses sacaban de Tartessos el bronce, en cuya fabricación sobresalían los tartesios. Bronce tartesio había en el tesoro de los Sicyones, de Olimpia. Véase cap. VII, al hablar de la Atlántida de Platón.
En el siglo V se les daba el nombre de Tartessos a las murenas (Aristóf., Ranas, 475) y al hurón, que se usa para cazar conejos (Herodoto, 4, 192): μύραινα,γαλή Ταρτησσία. Traíanse entonces de Gades, pero antes podían venir muy bien de Tartessos.
Así como los tirios fundaron a Gades, también los focenses fundaron una colonia destinada a facilitar su comercio con Tartessos: esta colonia fue Mainake. Hallábase al este de Málaga, y más tarde, cuando los cartagineses cerraron el estrecho, se unió a Tartessos por medio de una carretera (véase cap. VI). La tradición no nos ha transmitido la fecha de la fundación de Mainake, pero debió de ser antes de la fundación de Marsella, antes de 600. Cabe preguntarse por qué los focenses no situaron su colonia en las proximidades de Tartessos, como hicieron los fenicios cuando fundaron Gadir. No puede ser ni por culpa de los focenses ni por culpa de los tartesios, y, sin duda, fue debido a la rivalidad de los tirios. Mainake tiene un interés especial por ser la más occidental de las colonias griegas, el otro polo de Dioskurias, en el Ponto, que es la más oriental. Así, los jonios emprendedores consiguieron colonizar todo el Mediterráneo, de un extremo al otro.
Mainake, como Tartessos, fue destruida por los cartagineses, y desde entonces quedó sepultada en el olvido, hasta el, punto de haberse confundido con Malaca, como Tartessos se confundió con Gades. Pero en el último siglo antes de Jesucristo, sus ruinas eran aún visibles y revelaban claramente la traza helénica de la ciudad112. Mainake es el ejemplo más antiguo de la traza hippodámica regular, traza que se encuentra también en Emporion (antes del año 500). Mainake y Emporion demuestran que la traza regular de las ciudades estaba ya en uso mucho antes de Hippodamos (hacia 400 a. de J. C.) entre los jonios, que la tomaron de Oriente (en donde es antiquísima); lo que hizo Hippodamos fue, pues, extenderla por la Hélade y sus colonias. Es forzoso identificar a Mainake con Mainobora, que Hecateo (verso 8) cita como ciudad de los Mastienos, y con la ciudad posterior de Mainoba, que, según: Mela, 2, 94, y Plinio, 3, 8, y PoI., 2, 4, 7, se hallaba en el río Mainoba entre Malaca y Sexi (Almuñécar)113, y según los itinerarios (Jtin. Ant., 40S, S), estaba situada a 12 millas o 18 kilómetros de Malaca. El río Moenoba es el río Vélez, el único que existe entre Málaga y Almuñécar. En cambio, la distancia que indican los itinerarios varía en 10 kilómetros al Oeste, pues el río Vélez desemboca a 28 kilómetros al este de Málaga. Delante de Mainake había una isla grande con un golfo que servía de puerto y en la isla un templo a la luna (Avieno, 428). Siendo Mainoba o Mainobora forma ibérica114, pudiera ser que Mainake representase la transformación focense115. Puesto que Mainoba existía todavía en la época imperial, la ciudad griega no pudo estar en el mismo sitio, sino en un punto próximo, como Hemeroskopeion junto a Díniu y Emporion junto a Indica. He logrado descubrir en 1922 el emplazamiento de Mainake. La ciudad griega está situada en el «Peñón», a la derecha del río Vélez, junto a Torre del Mar (28 kilómetros al este de Málaga). La ciudad ibérica y la romana se hallan a la izquierda del río. La isla de la «Luna» corresponde a la isla formada por las dos desembocaduras del Vélez y es baja116, como corresponde a la descripción del periplo. La ciudad griega ha desaparecido casi por completo; algo más queda de la romana. Pero creo posible encontrar la necrópolis griega117. El descubrimiento de la necrópolis de Mainake sería una gran adquisición muy importante y provechosa para la historia de la península y de las relaciones entre los tartesios y los focenses.
Los focenses establecieron una segunda factoría en la costa oriental, en la frontera norte del imperio tartesio: Hemeroscopeion («atalaya del día»).Esta ciudad estaba situada junto a la ibérica Díniu (latín: Dianium); hay que buscarla, por tanto, en el cerro del castillo de Denia. Los focenses no tuvieron en las costas ibéricas más que estas dos colonias; en efecto, el periplo; que es de época focense, no cita otras. Emporion, Rodas y las dos factorías al sur del cabo Nao fueron fundadas por los massaliotas, después de la ruina de los focenses. (V. cap. VI).
A cambio de la plata y del estaño que obtenían en el mercado de Tartessos, llevaban los griegos a los tartesios, sin duda, productos de la industria griega, y también aceite y vino, que aún no tenían los iberos. Pronto debieron éstos aprender a plantar el olivo y la vid, pues el periplo massaliota (Avieno, 49S, 501) señala ya en las costas orientales ambos cultivos. Pero los griegos trajeron a los iberos algo mejor todavía que los dones de Palias y de Dionysos: trajéronles el arte griego. La puerta de entrada del arte griego no fue tanto Mainake -cuya influencia en la costa meridional luchaba con la de los fenicios- como Hemeroskopeion y los otros dos emporios massaliotas fundados más tarde entre el cabo Nao y el cabo Palos. La más antigua escultura ibérica nació en esta comarca; y su obra más famosa, la Dama de Elche, se ha encontrado en la vecina Ilici. Este hecho se explica por la influencia de los tres emporios griegos118. También es característico el hecho de que estas tres ciudades estuviesen en tierra tartesia y de que en la comarca de Emporion y Rodas no se haya desenvuelto arte alguno escultórico. Sólo el imperio tartesio tenía el suelo preparado para el arte griego. La fundación de las colonias griegas es, además, un terminus post quem para la escultura ibérica. Esta escultura -como se deduce de su expansión- no parece haber tenido su punto de partida en Hemeroskopeion, sino más bien en las dos colonias fundadas después del año 500 en el Sinus Ilicitanus; de donde cabe inferir que las esculturas ibéricas proceden a lo sumo del comienzo del siglo V (v. cap. VI).
Además de las factorías, los focenses construyeron carreteras, como la que iba de Mainake al estuario del Tajo, pasando por Tartessos (véase cap. VI). También era focense, si no en la traza, por lo menos en la construcción, uso y nombre, la vía comercial que iba de Tartessos por la costa oriental hacia el Norte: el «camino de Hércules»119. Por esa carretera cuentan que condujo Hércules a Grecia los toros de Geryoneus; lo cual significa -traducido al idioma histórico- que esa vía arrancaba de Tartessos; era la vía de la plata y del estaño.
Existe otro testimonio de los viajes focenses a Tartessos: los nombres jónicos de islas y lugares costeros que se encuentran por todo el camino, en las costas italianas, en Cerdeña y España, hasta Tartessos. Son nombres terminados en -οΰσσα, nombres muy extendidos por las costas del Asia Menor, en comarcas jónicas, y cuya presencia en el Occidente revela, sin duda el paso de los jonios, de los focenses. En las costas italianas encontramos: Πιθηκοΰσσα (lschia) Άνθεμοΰσσα (Escol. Odys.μ. 39), Σειρενοΰσσα (islas en el golfo de Salerno)120. En Cerdeña: 'ΙΧνοΰσσα (nombre jónico de la isla). En la costa española oriental: Μηλοΰσσα, Kpoηοΰσσα (¿Mallorca y Menorca?) ΠιTuοΰσσα (Ibiza), Οθιοΰσσα (Formentera). En la costa meridional: ΠιTuοΰσσα (cabo Sabinal), καλαθοΰσσα (¿en la bahía de Huelva?), Kotivοΰσσα, viejo nombre de la isla de Gades121. En la costa suroeste: άκρα 'Οψούσσης (prominens Ophiussae: Avieno, 171), el cabo Roca; el extremo nombre que señala el límite de la esfera focense. Sabemos por el viejo periplo que el vecino estuario del Tajo estaba unido a Tartessos por una vía comercial focense (cap. VI).
También procede de los focenses el nombre que recibió el estrecho: columnas de Hércules y estrecho de Tartessos (Tartessium fretum, A vieno, 54) o «Puerta de Tartessos» Lykophron, 643)122. Destruida Tartessos, su nombre fue sustituido por el de Gades en todas estas expresiones (véase cap. VI).
Los barcos que los focenses usaban para sus viajes a Tartessos son llamados por Herodoto (1, 163) πεντηκόντοροι; eran, pues, grandes naves con cincuenta remeros (es decir, veinticinco a cada lado)123, 10 cual les confiere una longitud no menor de treinta metros. Además de los remos tenían, naturalmente, velas. La estampa que va al frente de este libro, tomada de un vaso ático de la segunda mitad del siglo VI124 , representa una nave comercial griega del tiempo del Periplo y del rey Arganthonios.
La única noticia detallada de los viajes focenses a Tartessos se encuentra en Herodoto. En el libro IV, 152, está la narración del descubrimiento de Tartessos por el samiense Kolaios, que por su casualidad fue arrastrado a aquella costa. En 1, 163, explica Herodoto las relaciones entre Tartessos y los focenses. El rey tartesio Arganthonios, que vivió ciento veinte años y reinó ochenta sobre Tartessos, recibió amablemente a los focenses, les dio dinero para que fortificasen su ciudad contra los persas, y hasta los invitó a establecerse en Tartessos. Aceptaron los focenses el dinero, pero no la invitación. Fortificaron su ciudad merced a la ayuda de Arganthonios, pero fueron a pesar de ello vendidos por Harpalos (545 a. de J. C) Decidieron entonces emigrar y construirse un nuevo hogar en Occidente. Según Herodoto, parece que pensaron en aprovechar la invitación del hospitalario rey; pero éste, entre tanto, había muerto. Su sucesor, sin duda, no fue tan hospitalario como él. Los focenses se dirigieron, pues, a Córcega, en donde tenían fundada, desde hacía veintidós años, la colonia Alalia. Pero aquí se les pusieron enfrente los cartagineses y los etruscos aliados, y la batalla naval que hubieron de combatir (hacia 535)125, aunque de favorable éxito para las focenses, les hizo perder tantos barcos, que abandonaron Córcega y se establecieron en la Italia del Sur126. La batalla de Alalia, que expulsó a los focenses del Oeste, fue también fatal para Tartessos. Trajo, en efecto, a España a los cartagineses, siniestros sucesores de los tirios.
El rey Arganthonios, que tan hospitalariamente acogió a los focenses, nos es conocido no sólo por Herodoto, sino también por una preciosa poesía de su contemporáneo Anacreonte (véase cap. V), en la cual éste lo encomia como compendio y cifra de toda ventura terrestre y, con exageración notoria, le atribuye un reinado de ciento cincuenta años127. Arganthonios murió antes de la batalla de Alalia y reinó ochenta años. Su reinado, pues, comprende los años 620-540, aproximadamente. Los focenses hicieron amistad con él cuando su patria fue amenazada por los persas, esto es, hacia 550. Es notable el nombre: Arganthonios el «hombre de la plata». Esta, en efecto, debe de ser su significación, ya que argant en céltico significa plata (v. Holder) y Tartessos es la ciudad de la plata. En tal caso, el nombre del rey tartesio sería céltico y los focenses habrían lo aprendido de los celtas128. Esto es muy posible históricamente, puesto que los celtas habitaban ya desde el año 600, aproximadamente, no sólo en España, en la vecindad de los tartesios129, sino también tierra adentro de Massalia (Liv. 5, 34,8; justino, 43, 3, 4). Además, lingüísticamente, el compuesto de argant y la terminación céltica onios (v. Holder), tiene un sello muy céltico. Hay otros nombres de persona formados con Argant130. Por último, justamente entre los celtas españoles se encuentra el nombre de Arganto131. En cambio, el nombre no puede ser griego132 -pues fuera compuesto de άργυρος [plata] -, ni tampoco tartesio, pues si bien es posible que los extranjeros, admirados de la abundante plata, hayan dado al rey el nombre de «hombre de la plata», no es, empero, de creer que lo hicieran los tartesios, para quienes la plata era cosa corriente y vulgar.
En los últimos tiempos de Tartessos, bajo el regimiento largo y feliz de Arganthonios, se extiende por la ciudad la luz transfiguradora del último sol poniente. Poco después de la muerte del rey habrán de sucumbir los focenses, los amigos de Tartessos, a las fuerzas reunidas de etruscos y cartagineses.
NOTAS
107. Herodoto, 1, 163: [Aquellos focenses fueron los primeros de entre los helenos que emprendieron largos viajes por mar. Ellos fueron los que descubrieron el Adriático, Tyrrenia, Iberia y Tartessos]
108. Herodoto, 4, 152: [Aquel mercado estaba intacto en aquella época]. Eso de que Tartessos estaba intacta en aquella época, se refiere, naturalmente, sólo a los griegos. Beloch: Gr. Gesch., 1, 2, 252, quiere inferir de este pasaje que Tartessos era entonces del todo desconocida. Quizá la palabra άκήρατον signifique «no destruida», en cuyo caso sería Herodoto un terminus ante quem, para fijar la fecha de la destrucción de Tartessos (véase más abajo cap. VI).
109. Antes de la fundación de Kyrene, que tuvo lugar hacia 650 (Beloch Griech. Gesch., 1,2,237)
110. Pausanias, 6, 19, 2-4. Aunque el tesoro, en la forma en que se conservó no procedía de Mirón, como Pausanias creía, sino del siglo V (HitzigBlümner. Comentario al pasaje citado), las ofrendas sí eran seguramente de Mirón, pues Pausanias leyó en ellas su nombre. Además, en el siglo V ya no había bronce tartesio, puesto que en 500 a. de J. c. ya no existía Tartessos. La única duda, que el mismo Pausanias manifiesta, es si el bronce sería o no efectivamente de Tartessos.
111. Knaack (Hermes, 1881, 587) Y Sal. Reinach (L 'Anthropologie, 1889, 403 y Cultes, mythes et religions, 32, 329), suponen que la corrección de Midacritus debe ser Midas Phryx, apoyándose en el pasaje de Hygin, fab. 274: Midas rex, Cybeles filius, Phryx plumbum album et nigrum primus invenit. [El rey Midas, hijo de Cibeles, Frigio, fue el primero que descubrió el plomo blanco y negro] (v. Casi adoro, ver. 3, 31). Pero esta suposición debe rechazarse, porque Plinio nombra al primero que trajo el estaño de las Cassitérides, lo cual nadie seguramente atribuyó nunca al rey asiático.
112. Los datos de Estrabón (156) proceden de Artemidoro o Posidonio: [algunos creen que ésta (Málaga) es la misma que Mainake...; pero no es así, porque ésta (Mainake) se halla más lejos de Calpe y está destruida y conserva vestigios de ciudad griega. Mientras que Málaga se halla más cerca de Calpe y tiene más traza fenicia].
113. Véase Avieno, 426: Malachreque numen urbe cum cognomine, Menace priore qure vocata est sreculo [y el río de Malaca con la ciudad del mismo nombre, que se llamaba Mainake en el siglo anterior). En este texto hay una interpolación, y se pone Malaca en vez de la Mainake del periplo, como sucede también en el verso 181. Por tanto, el dato de hallarse en el río del mismo nombre, se refiere a Mainake (véase mi edición de Avieno, pág. 37).
114. Véase mi edición de Avieno, pág. 105.
115. El sufijo -άκη es corriente en Asia.
116. Como tal aparece por la laguna que también sirve de puerto (Avieno. 430: in insula stagnum quoque tutusque portus [en la isla, una laguna que también sirve de puerto seguro].
117. Véase la relación de mi descubrimiento (con mapa) en Archaol Anzeiger.1923. 3°.
118. Un león encontrado en Focea en las excavaciones francesas (C R. Acad. des Inscrip., 1920), coincide notablemente con una figura ibérica de la provincia de Albacete, el león de Bocairente.
119. De mir ausc., 85.
120. Los nombres de las costas italianas pueden proceder o de los focenses o de los calcidios, ya que éstos llegaron hasta el golfo de Nápoles. Para los nombres de las localidades situadas más al Oeste, no cabe otra procedencia que la focense.
121. Plin. n. h. 4, 120; Escol. Aristof. Plutos, 586: [la isla Cotinusa, la de Cádiz..., como muestra también el periegeta]. Mela conoce cerca de Gades un Jucus OJeastrum (MülIenhoff, D. A. L, 113)
122. En cambio, las palabras oTó~a T apTT]oooio. Orph. Argon, 1240 no quieren decir el estrecho (que luego se cita), sino la desembocadura del río Tartessos [tras la desembocadura del Tartessos abordamos a las columnas de Hércules].
123. El testimonio más antiguo de las naves de cincuenta remeros está en la epopeya, que por lo demás refleja los viajes focenses (Ilíada, 2, 719, 16, 170; Odis. 8, 35; comp. con lO, 208). la nave pintada en un vaso, con veinticuatro remeros a cada lado y el piloto es igualmente un pentekóntoros (Baumeister, DenkmiiJer, v. Seewesen, pág. 1599). Véase también Daremberg-Saglio, arto Navis, pág. 25.
124. British Museum: Guide to the exhibition illustrating Greek and Roman Jife (1908), pág. 214, fig. 223.
125. Busolt: Gr. Gesch., 2ª, 755.
126. Herodoto, 1, 166; Diod., 5, 13, 4; Meltzer: G. d Karth., 1, 163.
127. Todas las citas posteriores de Arganthonios se basan en Herodoto o en Anacreonte. (V. Holder. Altkelt. Sprachschatz.)
128 Así creen Thurneysen y Dümmler, citados por Bradke, Uber Methode ured Ergebnisse der arischen Altert. Wiss. (1890), pág. 24).
129. El periplo testimonia que los Cempsos célticos lindaban con los Ileates tartesios. (Avieno, 301)
130. Argento-coxus (pie de plata), Argant-eilin (codo de plata), Argeitlan (mano de plata); v. Windisch, Das keltische Britannien (1812), pág. 117. También se encuentra argant- en toponímicos, como Argantomagus, Argento-varia, Argento-rate (v. Holder).
131. Boletín Academia de la Historia, 68 (¡916), 415. Inscripción de la comarca de Segobriga: Arganto Medutica Melmani f (iIia) et Daleva ei (us) sor (or) h. s. e.
132. El nombre de la montaña Άργανθών, Άργανθώνη, adj. Άργανθώνειονόρος (Estéf. Byz. R. f., 2, 680), cerca de Kios, en la Propóntida, no se deriva de Arganthonios, pero tiene la misma raíz. Como aparece por vez primera en Apolonio Rodense, acaso proceda de los gálatas.
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