TARTESSOS

 
                                                     

EL REY DEL MUNDO

 

  RENÉ GUENÓN

 

 

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CAPÍTULO X

 
NOMBRES Y REPRESENTACIONES SIMBÓLICAS DE LOS CENTROS ESPIRITUALES

 

 

En lo que concierne a la «región suprema», podríamos citar todavía muchas otras tradiciones concordantes; hay concretamente, para designarla, otro nombre, probablemente más antiguo que el de Paradêsha: este nombre es el de Tula, de donde los griegos hicieron Thulé; y, como acabamos de verlo, esta Thulé era verosímilmente idéntica a la primitiva «isla de los cuatro Señores». Por lo demás, es menester observar que el mismo nombre de Tula ha sido dado a regiones muy diversas, puesto que, todavía hoy, se le encuentra tanto en Rusia como en América central; sin duda se debe pensar que cada una de estas regiones fue, en una época más o menos lejana, la sede de un poder espiritual que era como una emanación del poder espiritual de la Tula primordial. Se sabe que la Tula mexicana debe su origen a los Toltecas; éstos, se dice, venían de Aztlan, literalmente «la tierra en medio de las aguas», que, evidentemente, no es otra que la Atlántida, y los mismos habían traído este nombre de Tula de su país de origen; el centro al que dieron este nombre debió reemplazar probablemente, en una cierta medida, al centro del continente desaparecido[164]. Pero, por otra parte, es menester distinguir la Tula atlante de la Tula hyperbórea, ya que es esta última la que, en realidad, representa el centro primero y supremo para el conjunto del Manvantara actual; es esta Tula hyperbórea la que fue la «isla sagrada» por excelencia, y, así como lo decíamos más atrás, su situación era literalmente polar en el origen. Todas las otras «islas sagradas», que son designadas por todas partes por nombres de significación idéntica, no fueron más que imágenes de aquella; y esto se aplica incluso al centro espiritual de la tradición atlante, que no rigió más que un ciclo histórico secundario, subordinado al Manvantara[165].

La palabra Tula, en sánscrito, significa «balanza», y designa en particular el signo zodiacal de este nombre; pero, según una tradición china, la Balanza celeste ha sido primitivamente la Osa Mayor[166]. Esta precisión es de la mayor importancia, ya que el simbolismo que se vincula a la Osa Mayor está ligado naturalmente de la manera más estrecha al del Polo[167]; no podemos extendernos aquí sobre esta cuestión que requeriría ser tratada en un estudio particular[168]. Habría lugar a examinar también la relación que puede existir entre la Balanza polar y la Balanza zodiacal; por lo demás, esta última se considera como el «signo del Juicio», y lo que hemos dicho precedentemente de la balanza como atributo de la Justicia, a propósito de Melki-Tsedeq, puede hacer comprender que su nombre haya sido la designación del Centro espiritual supremo.

Tula es llamada también la «isla blanca», y ya hemos dicho que este color es el que representa a la autoridad espiritual; en las tradiciones americanas, Aztlan tiene por símbolo una montaña blanca, pero esta figuración se aplicaba primero a la Tula hyperbórea y a la «montaña polar». En la India, la «isla blanca» (Shwêta-dwîpa), a la que se coloca generalmente en las lejanas regiones del Norte[169], se considera como la «morada de los Bienaventurados», lo que la identifica claramente a la «Tierra de los Vivos»[170]. No obstante, hay una excepción notable: las tradiciones célticas hablan sobre todo de la «isla verde» como la «isla de los Santos» o la «isla de los Bienaventurados»[171]; pero en el centro de esa isla se eleva la «montaña blanca», que no ha sido, se dice, sumergida por ningún diluvio[172], y cuya cima es de color púrpura[173]. Esta «montaña del Sol», como también se llama, es lo mismo que el Mêru: éste, que es también la «montaña blanca», ésta rodeado de un cinturón verde por el hecho de que está situado en medio del mar[174], y en su cima brilla el triángulo de la luz.

A la designación de centros espirituales como la «isla blanca» (designación que, lo recordamos todavía, ha podido aplicarse como todas las demás a centros secundarios, y no únicamente al centro supremo al cual convenía en primer lugar), es menester vincular los nombres de lugares, regiones, o ciudades, que expresan igualmente la idea de blancura. Existe un gran número de ellas, de Albión a Albania pasando por Alba la larga, la ciudad madre de Roma, y las otras ciudades antiguas que han podido llevar el mismo nombre[175]; en los griegos, el nombre de la ciudad de Argos tiene la misma significación[176]; y la razón de estos hechos aparecerá más claramente por lo que diremos un poco más adelante.

Hay que hacer todavía una precisión sobre la representación del centro espiritual como una isla, que encierra por lo demás la «montaña sagrada», ya que, al mismo tiempo que una tal localización ha podido existir efectivamente (aunque todas las «Tierras Santas» no sean islas), debe tener también una significación simbólica. Los hechos históricos mismos, y sobre todo los de la historia sagrada, traducen en efecto a su manera verdades de orden superior, en razón de la ley de correspondencia que es el fundamento mismo del simbolismo, y que une a todos los mundos en la armonía total y universal. La idea que evoca la representación de que se trata es esencialmente la de «estabilidad», idea que hemos indicado precisamente como característica del Polo: la isla permanece inmutable en medio de la agitación incesante de las olas, agitación que es una imagen de la del mundo exterior; y es menester haber atravesado el «mar de las pasiones» para llegar al «Monte de la Salvación», al «Santuario de la Paz»[177].

 

 

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