Foto: En la vitrina nº 12 de la Sala dedicada al Neolítico del Museo Arqueológico Nacional, se guarda y exhibe una estatuilla plana, tallada en esteatita -lo que vulgarmente conocemos por talco o jaboncillo- que fue encontrada en una sepultura dolménica, descubierta en las cercanías de nuestro pueblo.
Esta estatuilla está catalogada por eminentes arqueólogos y prehistoriadores españoles y extranjeros, como un ídolo perteneciente a la cultura megalítica almeriense que por el lugar de su procedencia se le conoce como el ídolo de Tíjola. La curiosa estatuilla, que mide 15 por 4'5 centímetros y está tallada un material blando y maleable como es la esteatita, constituye un ejemplar único dentro de la serie de ídolos encontrados en las múltiples tumbas excavadas a lo largo del Valle del Almanzora, cuya riqueza y variedad en esta clase de objetos, lo configuran como uno de los territorios más significativos del neolítico hispano. Tanto la procedencia de la estatuilla como su forma y catalogación, desde el punto de vista arqueológico, presentan aspectos dudosos e interrogaciones que trataré de aclarar en la medida que me lo permitan mis precarios conocimientos en esta materia y los datos recogidos en la documentación consultada.
La primera noticia de la existencia de la estatuilla, que llamó mi atención y despertó mi interés por el asunto, la obtuve a través de la lectura de la obra de Fernando Sánchez Dragó titulada GARGORIS Y HABIDIS: UNA HISTORIA MAGICA DE ESPAÑA. Este singular libro, cuyo título anticipa una idea de su contenido, se publicó en el mes de diciembre de 1.978. Su aparición constituyó un verdadero impacto editorial. La obra fue muy bien recibida, tanto por la crítica como por el público, como lo acredita el hecho de haberse lanzado cinco ediciones en el espacio de siete meses, y el haber reportado al autor el Premio Nacional de Literatura de 1.979. Consta de cuatro tomos de no fácil lectura, lo que hace mas meritorio el éxito alcanzado. El tema de la obra es la historia de España vista desde una perspectiva inusual. En su exposición y desarrollo, Sánchez Dragó se aparta de los caminos trillados por donde ha transitado la historiografía tradicional y se adentra por las trochas y vericuetos de lo mágico extraordinario, por lo que su reflexión sobre España y los españoles puede clasificarse como extravagante, en el genuino y propio sentido de esta palabra. Sus conclusiones son tan curiosas y peregrinas que no me resisto en dar una breve reseña de las mismas. El material que utiliza Sánchez Drago para la construcción de su historia de España, está fundamentalmente constituido por los mitos, las leyendas, las veneraciones populares, el folklore autóctono, la sabiduría en definitiva, que el pueblo español, el común y humilde, ha ido condensando a través de los tiempos y las diversas vicisitudes. Este fantástico material, distinto del documento histórico, es el que ha sido despreciado e ignorado por los conspicuos historiadores al formar la imagen de España que podemos calificar de academia u oficial. Para Sánchez Dragó, es precisamente este material desestimado, que formar la urdimbre y el entresijo la "otra" historia de España, a su juicio verdadera y entrañable, que se ha atado de ocultar a los españoles. a otra realidad de España que se ha visto obligada a transcurrir por los intrincados caminos de lo oculto y heterodoxo, de lo marginado. Es la historia que ha quedado frustada por la intervención de elementos ajenos a nuestro auténtico carácter y temperamento. Según el autor, la historia de España está llena de frustraciones e intentos malogrados. El elemento perturbador de nuestra historia, lo ha constituido para Sánchez Dragó, la Europa racionalista y liberal. Ella ha sido e1 permanente obstáculo que ha impedido alcanzar a España su verdadero destino, al desviarla de lo mágico y maravilloso que es lo que ha dado autenticidad y brillantez a nuestra historia. La verdadera decadencia española, empieza cuando el hombre hispano, agarrotado por un absurdo complejo de inferioridad, se esfuerza por ser un hombre lógico y racional y positivista, produciendo obras y acciones ajenas a su genio y en una ignominiosa sumisión a Europa. Siguiendo con esta reflexión, Sánchez Dragó muestra sus preferencias y simpatías por la dinastía de los Austrias por mágicos y pluralistas, frente a la de los Borbones, que califica de cartesianos, timoratos y centralistas. Gonzalo Torrente Ballester, en el prólogo que puso a la obra, sintetiza maravillosamente el pensamiento de Sánchez Dragó con la siguiente frase: "España es un país que no pudo expresar su originalidad, porque siempre le tocó habérselas con la invención ajena, traída en forma de invasiones y mandatos políticos, de influencias religiosas y culturas extrañas que de algún modo, y siempre por el mismo procedimiento, el de la violencia, impusieron la unanimidad sobre la variedad, la ortodoxia sobre la heterodoxia, lo común universal sobre lo peculiar. Europa fue la gran aniquiladora de España, enviando sus ideas o sus formas desde París, desde Cluny, desde Roma (más tarde desde Londres, Berlín o Moscú). Lo espontáneo autóctono fue destruido cuando no pudo ser domesticado." Como puede apreciarse por lo expuesto, la historia de Sánchez Dragó, es una historia a contrapelo, una historia de características muy hispánicas, que no deja de tener cierto atractivo y encanto, como la que produce toda actitud insólita o numantina. En el tomo 1 de esta curiosa historia, subtitulado "LOS ORÍGENES" el autor enumera y comenta los múltiples datos y testimonios que, desde los mas remotos tiempos, acreditan las relaciones frecuentes que la Península Ibérica, ha mantenido con las civilizaciones de Oriente. Los grandes legados culturales, siguiendo preferentemente la ruta mediterránea, han penetrado por las tierras del Sudeste peninsular, desde donde han difundido por todo el Occidente a través de la llamada cultura de Almería, que floreció en esta esquina España hacia el IV milenio antes de Cristo en Los Millares y posteriormente en El Argar, constituyéndose así nuestra provincia en la puerta de Europa hacia el fecundo Oriente.
En la exposición de estos testimonios junto a las "saltatrices gaditanas" cuyas faldas de volantes eran muy semejantes a las de las "sacerdotisas de Creta" incluye Sánchez Dragó la referencia a la estatuilla del ídolo de Tíjola, cuyas similitudes con otras aparecidas en las costas del Mar Egeo, da pie para reafirmar la existencia un puente cultural tendido de extremo a extremo del Mediterráneo.
En la página 144 de este primer tomo, Sánchez Dragó dice lo siguiente: "Las tumbas de cúpula (cuyo prototipo es la Tesorería de Atreo en Micenas), existen solo en los dos extremos del Mediterráneo: la cueva del Romeral, situada cerca del dolmen de Menga (Antequera, Málaga) suministra el mejor ejemplo español. El ídolo de esteatita tallada de Tijola (Almería) es similar a los desenterrados por Schliemann en Hissarlik".
Esta es la curiosa cita, cuya lectura, me produjo una grata sorpresa y una cierta sensación de lugareño orgullo, al ver el nombre de nuestro pueblo, pequeño e ignorado, puesto en relación con lugares y acontecimientos de relieve tan universal.
Hissarlik es el nombre actual de la colina situada en la costa occidental del Asia Menor (hoy Turquía) a la entrada de los Dardanelos, donde estuvo asentada la legendaria ciudad de Troya, conocida por los griegos de los tiempos heroicos como Ilión y cuyo asedio y destrucción en el siglo XII antes de Cristo, dio origen al poema épico más extraordinario y célebre de la literatura universal: la Iliada. Las excavaciones realizadas en esta colina por el famoso arqueólogo alemán Heinrich Schliemann, en el último tercio del siglo XIX, dieron a conocer las ruinas de nueve ciudades distintas, superpuestas, las cuales con el nombre de Troya, se fueron sucediendo a través de las edades, respondiendo a la importancia estratégica que la referida colina tenía sobre el tráfico comercial de los estrechos que dan acceso al Mar Negro. El control de este tráfico fue la fuente de las inmensas riquezas de Troya y el origen de sus sucesivas desgracias. La Troya de la leyenda parece que corresponde al nivel VI de las ruinas descubiertas.
Con Heinrich Schliemann nos encontramos ante una, de las personalidades mas fascinantes del siglo XIX. Fue uno de los pocos hombres verdaderamente afortunados que consiguió ver realizados los sueños más increíbles de su niñez. Siendo pequeño y pobre, Schliemann quedó seducido y arrobado por unos versos maravillosos recitado por un alegre vagabundo de su ciudad. Supo que estos versos pertenecían a la ODISEA de Homero y desde entonces, el sueño de su vida fue el conocer los lugares y parajes por donde transcurrieron los fantásticos e interminables viajes de Ulises y descubrir la legendaria ciudad de Troya, lugar de encuentro de los mas extraordinarios héroes de la antigüedad griega. Schliemann siempre creyó, desde su mas temprana edad, en la realidad de los hechos y sucesos descritos por Homero en sus dos grandes poemas épicos y en la verdadera existencia de Troya, cuyo descubrimiento y excavación constituyó la fecunda obsesión de su vida. Fue un hombre predestinado.
La vida de Schliemann, desde que pudo dedicarse al trabajo a edad muy temprana, fue un frenesí de actividad, que le llevó por diversos países y a través de una serie de vicisitudes por lo general afortunadas, a amasar una inmensa fortuna, que le permitió, a partir de los cuarenta y un años, abandonar la actividad comercial para dedicarse, con la misma entrega apasionada de siempre, al sueño de su vida: demostrar al mundo que los relatos de Homero no eran ni fantasías ni leyendas, ni mitologías, sino la verdadera historia de los tiempos heroicos griegos.
Recitaba de memoria los poemas íntegros de la Iliada y la Odisea y apoyándose en las descripciones de Homero, identificó la colina de Hissarlik como el lugar de emplazamiento de Troya, asombrando al mundo con las noticias de sus hallazgos y descubrimientos, que supo facilitarlas a los medios informativos de su época, con el dinamismo y la agresividad que caracterizan a las técnicas publicitarias de nuestros días.
Fue uno de los más extraordinarios y admirables lingüistas de su siglo. Desde muy joven comenzó a estudiar idiomas siguiendo un método muy personal, consistente en aprenderse de memoria la traducción al idioma que estudiaba de un libro ya conocido por él. Con este método aprendió diecinueve idiomas actuales, además del latín, griego clásico y sánscrito.
Sus descubrimientos arqueológicos no se limitaron a sus sueños de Troya, sino que excavó en Micenas y descubrió las grandes tumbas de cúpula y el extraordinario tesoro de Atreo, cuyos objetos de oro y plata igualaron las magnificencias encontradas en Troya. Descubrió y excavó Tirinto y Orcomenos y no desenterró los palacios de Cnosos en Creta porque el propietario de terreno le pidió una suma de dinero tan desproporcionada, que Schliemann a pesar de su riqueza renunció al intento.
El carácter insólito se manifiesta en haber naufragado en un viaje a Venezuela, el haber participado en la gran fiebre del oro de California y el haber creado un comercio en San Petersburgo que en poco tiempo le proporcionó la inmensa fortuna que le permitió realizar sus excavaciones arqueológicas.
En los últimos años de sus excavaciones en Troya, que era su lugar preferido se rodeó de arquitectos y arqueólogos profesionales que corrigieron los errores cometidos por Schliemann e hicieron una catalogación de las distintas ciudades descubiertas en Hissarlik, mas conformes con la verdad histórica. Estos errores, por otra partes lógicos en un autodidacta, no pueden ensombrecer la importancia y el mérito de lo mucho y bueno realizado por Schliemann. Su nombre está escrito con letras de oro en la historia de la Arqueología.
Pero volvamos al tema principal de nuestras divagaciones: el curioso ídolo de esteatita, conocido como ídolo de Tíjola.
La lectura de la referencia de Sánchez Dragó, me impulsó a buscar los testimonios y documentos en que se apoyó para su cita y conocer la figura o forma del ídolo. En aquel momento no me acordé que en el interesante folleto titulado "Prospecciones arqueológicas en el Alto Valle del Almanzora" de Manuel Pellicer y Pilar Acosta, ilustres catedráticos de la Universidad de Sevilla, del que disponía de un ejemplar en el pueblo, se recoge la existencia de este ídolo y se dan las referencias de las publicaciones en las que aparecen catalogados. Cuando lo leí, estaba yo muy interesado en la recogida en superficie de materiales arqueológicos principalmente restos cerámicos, en distintos lugares del pueblo, por lo que toda mi atención quedó captada por la descripción y catalogación que se hace en el referido folleto, de los materiales recogidos por los autores en Tíjola la Vieja, Cerrá y Muela de Ajo, entre otros, lugares que eran precisamente el objeto de mis exploraciones.
Falto de datos orientativos, tuve que iniciar mi búsqueda sin rumbo. Consulté algunos tratados infructuosamente, y por un tiempo, abandoné el intento. Mi posterior descubrimiento fue un golpe de fortuna. El lugar donde trabajaba en Madrid, se trasladó a un edificio en la calle de Duque de Medinacelli, aledaño con el consejo Superior de Investigaciones Científicas y de su Librería, la cual presentaba, por entonces, un aspecto de vetustez y abandono, que no invitaba a la visita. Una tarde a la salida del trabajo se me ocurrió entrar y mirar los libros que había distribuidos por las mesas del local. En una de ellas había varios libros de Arqueología y Prehistoria y entre ellos uno titulado "Los ídolos del Bronce I Hispano" de Mª José Almagro Gorbea que me llamó la atención. Hojeando el libro me tropecé con una referencia a Tíjola, descubriendo, tras su lectura, que; se trataba del buscado ídolo, del que se hacía una descripción literaria y gráfica del mismo.
La alegría fue enorme y tomé datos de la publicación con idea de consultarla más detenidamente en una biblioteca ya que el precio del libro no invitaba a su adquisición. Pero el hecho mismo de haberlo encontrado, el saber donde podía hacerme de un testimonio y el desvío de mi interés hacia otros temas y cuestiones, hizo que me desentendiera del asunto dejándolo, como ahora se dice "aparcado" para mejor ocasión.
La ocasión para volver sobre el tema, me la ha estado proporcionando este Boletín Informativo desde su aparición. Pero hasta ahora no he sabido vencer mi pereza para la escritura. Lo único positivo del retraso es que me ha dado ocasión a aportar más datos y testimonios sobre el tema que es objeto de mi comentario.
Veamos pues la pequeña historia del llamado ídolo de Tíjola.
La primera publicación en que se da noticia de la existencia de la estatuilla, fue en el primer tomo de la HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA, escrita por miembros de números de la Real Academia de la Historia, dirigida por D. Antonio Cánovas del Castillo, cuya primera edición es del año 1.890. En la página 560 de este primer tomo, titulado GEOLOGÍA Y PROTOHISTORIA IBÉRICA, se reproduce un dibujo a la pluma de la estatuilla con el siguiente pié: "figura labrada en esteatita, procedente de Tíjola". Su redactores D. Juan Vilanova y Piera y D. Juan de Dios Rada Delgado, en el capítulo dedicado al Neolítico hacen varias referencias a Tíjola, con ocasión de unas hachas de diorita pulimentadas encontradas en las cercanías del pueblo, cuya forma y características compara con otras encontradas en la provincia de Gerona. En este capítulo, los autores dan noticia de la procedencia de la estatuilla y de las circunstancias que concurrieron en su hallazgo, tal como veremos más adelante, noticia que ignoraron todos los prehistoriadores que han examinado y estudiado la referida estatuilla con posterioridad al libro que comento. Esta versión primera del ídolo de Tíjola, se recoge en la figura nº 1 de la ilustración que acompaña a este artículo.
En el año 1.924, D. Juan Cabré Aguiló, eminente arqueólogo y prehistoriador español, publicó una comunicación en el Boletín de la Sociedad de Antropología, Etnología y Prehistoria en la que, junto a una fotografía de la estatuilla (figura nº 2) dice lo siguiente: Ídolo femenino de esteatita, de la colección Vilanova, procedente del dolmen de Tíjola (Almería). Ha sido reproducido por Vilanova y Rada Delgado y no conozco nota alguna de las circunstancias de su hallazgo". Es el primer tratadista del tema que cataloga la estatuilla como la de un ídolo femenino y el primero que lo denomina como ídolo de Tíjola. El Sr. Cabré no debió de leer, o leyó muy de pasada el capítulo donde se recogen precisamente como veremos, "las circunstancias su hallazgo" narradas por el propio autor del descubrimiento; el Sr. Cura Párroco de Tíjola.
Posteriormente, en el año 1.934, el célebre arqueólogo y prehistoriador francés Henri Breuil, en su importante obra "Las pinturas rupestres esquemáticas de la Península Ibérica", recoge una serie de ídolos procedentes de excavaciones realizadas en la provincia de Almería, entre los que incluye el de Tíjola (figura nº 3) con la siguiente descripción: "Dolmen de Tíjola (Almería), estatuilla plana de esteatita, de quince centímetros de alta, la cabeza, rectangular, está sostenida por un cuello bastante largo, elevándose sobre hombros angulosos, de donde caen dos largos brazos paralelos al cuerpo; del busto, poco importante, cae el vestido ensanchándose progresivamente hacia los pies ausentes". Aunque el autor no lo dice expresamente, la descripción que hace de la estatuilla corresponde a un ídolo femenino. Se hace referencia a la publicación realizada D. Juan Cabré, que he comentado anteriormente.
Una de las obras mas completas sobre la cultura megalítica del Sudeste español, es la publicada en el año 1.943, por el matrimonio de arqueólogos alemanes G. y V. Leisner. En esta obra se recoge de forma casi exhaustiva, todo el material arqueológico encontrado en las sepulturas y poblados excavados en la provincia de Almería, siendo los objetos más numerosos e importantes los procedentes del Valle del Almanzora. Entre este material se incluye la estatuilla de Tíjola, cuya imagen, según la versión de los Leisner, aparece reproducida en la figura nº 4. La describen muy telegráficamente como "ídolo plano, esteatita" y en cuanto a su procedencia dicen escuetamente: "tumba de forma desconocida". Aunque los Leisner en su obra, hacen referencia a la publicación de D.Juan Vilanova con el título y fecha erróneo de Geología 1894, se desprende de su descripción que no han leído el libro de Vilanova y Rada.
La última referencia que tengo documentada sobre el ídolo de Tíjola, es la que aparece recogida en la obra titulada "Ídolos del Bronce I Hispano" de Mª José Almagro Gorbea publicada en el año 1.973 y que fue donde encontré la primera referencia gráfica y literaria del ídolo y me proporcionó la información que orientó mis posteriores consultas sobre el tema. En esta obra se reproduce una silueta de la estatuilla (figura nº 5) copiada del dibujo de los Leisner y se hace la siguiente descripción: "Al parecer dentro de una tumba de forma desconocida, se encontró un ídolo cruciforme, que se caracteriza por poseer un largo cuello algo roto en su extremo superior o cabeza y dos brazos laterales muy largos en posición completamente vertical, terminados en punta y dirigidos hacia arriba, bajo los brazos, una estrecha escotadura marca la cintura del ídolo la base o cuerpo del mismo, presenta forma cuadrangular, redondeada ligeramente en los vértices". Como se puede apreciar, la autora de esta reseña tampoco ha leído a Vilanova y Rada; sigue desconociendo la forma de la tumba de donde procede la estatuilla. La descripción que hace de ella, está bastante detallada, pero invertida a la descripción que hace H. Breuil: lo que para éste es cabeza del ídolo, para Almagro Gorbea es cuerpo y lo que para ésta es cintura para aquel es cuello. Esta cuestión, que aparece manifiesta en la ilustración que se acompaña a este artículo, será objeto de un comentario más adelante.
En la figura nº 6 me he permitido reproducir el dibujo del ídolo realizado por mí directamente de la vitrina del Museo Arqueológico, tal como aparece expuesto. Con él recojo todas las versiones del ídolo que he encontrado a través mis consultas de los testimonios y documentos existentes.
La cuestión que plantea la forma de la tumba en que fue encontrada la estatuilla -dato arqueológicamente importante- así como las circunstancias de su hallazgo y que manifiestan desconocer tres de los autores que se han ocupado del ídolo, aparece claramente resuelta por los Sres. Vilanova y Rada en el libro en que lo dieron a conocer. En el capítulo sobre el Neolítico a que anteriormente nos hemos referido, junto a varias referencias a las hachas de diorita encontradas en nuestro pueblo, describe un trozo de la carta, que en fecha 12 de octubre de 1.881 dirigió el Sr. Cura Párroco de Tíjola, Sr. Bolea a un tal D. Pedro personaje desconocido, y en la que se describe como fue descubierta la estatuilla y la forma de la sepultura en que fue hallada.
En el año 1.880 era párroco de pueblo D. Miguel Bolea y Sintas, persona muy ilustrada y entusiasta de la nueva ciencia de la arqueología, que por aquellos años de finales de siglo estaba en proceso rápido de formación, debido a los múltiples descubrimientos que se estaban haciendo de objetos y materiales elaborados por hombres cuya datación correspondía a edades muy anteriores a la de los romanos. Eran las fechas de los extraordinarios hallazgos de Schlieman que asombraban al mundo. Dado el interés del dato, creo necesario transcribir íntegramente la referencia recogida en el libro de Vilanova y Rada. Dice así: "En el pueblo de Albox y en Tíjola también se encontraron, en una cueva en aquél y en sepulcros en los alrededores de éste, según el Sr. Bolea distinguido arqueólogo y sacerdote por todo extremo ilustrado, varias hachas de diorita. He aquí como explica este Sr. el singular hallazgo, en carta de 12 de octubre de 1.881: El difunto coadjutor de mi parroquia, D. Juan Tomas Ruiz Restoy, me avisó que en una finca suya, situada a media legua al N.E. de esta villa, habían encontrado los labradores una sepultura de moros; supliquele diese orden de que no tocasen a ella hasta el siguiente día que, acompañado de dos operarios, fui al cortijo de los Blanquizales y sitio que llamaban Sepultura de Moros. Estaba ésta formada por losas de pizarras que medían 1150 metros de largo por 0,75 de ancho, todas iguales y sin labrar; formaban un círculo de unos dos metros de diámetro, y por una piedra que habían arrancado se veía el centro ocupado por huesos humanos, contenidos en tierra rojiza y negra que rellenaba los cráneos y revestía los otros huesos que se hallaban en completo desorden. Hice levantar la tierra que cubría la parte superior y aparecieron, tal vez mas de veinte cráneos, en lo que no reparé, por creerlos árabes o romanos. Lo primero que llamó mi atención, fue el OBJETO DE ESTEATITA que le remito, y que se hallaba en un cráneo lleno de tierra; pero todavía no fue esto bastante para retirar de Roma mi mente; mas cuando se habían separado casi todos los huesos apareció un hacha, y entonces me hice cargo de la distancia a que me hallaba de árabes y romanos. Pero ya no podía hacer todo lo que hubiera hecho; solo pude encontrar entre los huesos las dos que le mando. Tal es Sr. D. Pedro, la mal hilvanada historia de los objetos que le remito: los cuchillos de pedernal y las hachas pulidas abundan en este país y confío encontrar algunas otras sepulturas semejante a la explorada".
Después de transcribir este trozo interesantísimo de la carta del Párroco de Tíjola Sr. Bolea, los autores del texto añaden lo siguiente: "Dedúcese del fiel relato que antecede, que la tal sepultura fue o era un verdadero dolmen del periodo neolítico, siendo por todo extremo curioso el hallazgo de la ESCULTURA DE ESTEATITA dentro del cráneo. ¿Pertenecía éste al que en vida la labró, rindiendo de este modo sus contemporáneos tributo, admiración y respeto al atrevido artista?. Posible es esta sospecha; pues si bien el objeto nos parece hoy tosco y rudimentario, hay que trasladarse con la mente a la época remotísima en que se hizo, para apreciar su valor y significación en la historia del arte. ¿Sería aquél un mero capricho del artista o se destinaría como ÍDOLO al culto?. Pregunta es ésta sobradamente difícil de contestar, pero subsiste el peregrino esbozo escultural y es por todo extremo interesante, tanto por la forma humana que parece quiso reproducir, cuanto por la materia prima de que el primitivo ¿escultor? se sirvió". Con esta larga referencia queda aclarado uno de los aspectos o cuestiones que suscitaba el ídolo de Tíjola a los autores que se han ocupado de él: la forma y características de la tumba y las circunstancias de su hallazgo. En la carta del ilustre Cura Párroco de Tijola, Sr. Bolera, queda explícitamente descrita la sepultura en que fue hallada la, tantas veces referida, estatuilla. Se trata claramente de un dolmen muy similar a los numerosos encontrados lo largo del Valle del Almanzora, de forma circular y construido con lajas de pizarra sin desbastar que, sus dimensiones y el diámetro del círculo, pueden calcularse en unas diez a doce las lajas utilizadas. La localización la tumba se indica en el Cortijo los Blanquizales, que por la dirección marcada y la distancia del casco urbano de Tíjola, debería estar por detrás la Muela del Ajo, en dirección a Somontín y fuera del término municipal de nuestro pueblo. En cuanto a la fecha en que tuvo lugar el hallazgo, no viene indicada en la carta, pero puede fijarse en el año 1.880, por ser éste el año en que falleció el coadjutor de la Parroquia de Tíjola D. Juan Tomas Ruiz Restoy, propietario del Cortijo de los Blanquizales y el que dio aviso a D. Miguel Bolea de la aparición de la tumba. Según los datos que me han sido facilitados, el Sr. Ruiz Restoy ejerció su ministerio sacerdotal en Tíjola durante los años 1.879 y 1.880 en el que falleció, según se indica en la carta del Sr. Bolea.
Otra de las cuestiones que plantea el ídolo de Tíjola, y que ya ha sido advertida anteriormente, se refiere a la manera como ha de ser contemplado; si con las extremidades o brazos hacia abajo, como lo presentan las versiones de Vilanova, Cabré y Breuil, o hacia arriba, conforme aparece representado en la de los Leisner, Almagro Gorbea y el Museo Arqueológico. En mis lecturas sobre el tema, no he encontrado ninguna referencia sobre esta cuestión, que estimo esencial, por cuanto el significado o simbología de la estatuilla no puede ser idéntico para ambas versiones. Por otra parte no he encontrado ninguna razón indubitable en favor de una u otra versión. En el tomo VI del Summa Artis, se reproducen unas estatuillas de ídolos neolíticos procedentes de yacimientos arqueológicos de Purchena, que pueden asimilarse tipológicamente al de Tíjola, los cuales aparecen con los brazos hacia abajo. Sin embargo, en la serie de ídolos catalogados por D. Luis Siret en su obra "Religiosa neolíticas de Iberia", en la que se recogen los encontrados por este gran arqueólogo en la provincia de Almería, estos mismos ídolos de Purchena se representan con los brazos hacia arriba. Mi opinión es que si se trata de un ídolo femenino, la forma más correcta, parece ser la primera, y la descripción más clara y más ajustada a la figura, la realizada por el arqueólogo frances H. Breuil. La cuestión queda irresuelta y abierta a la controversia.
Las dudas no se limitan a la manera de representarse la figura del ídolo, sino a si se trata realmente de un ídolo. ¿Constituye la estatuilla la representación de una divinidad neolítica con virtudes propiciatorias? ¿Es un objeto de reverencia y culto o un simple amuleto? ¿Se tratará mas bien de un objeto lúdico, de entretenimiento y juego, realizado con la única finalidad de mostrar una habilidad manual o crear un juguete con el que entretener el tiempo?. Esta extraña estatuilla ¿No podría ser una muñeca? Vilanova y Rada apuntan como posible interpretación un "mero capricho" del artífice.
El lugar y las circunstancias del hallazgo de la estatuilla, parecen apoyar la interpretación más generalizada de ídolo y en ella coinciden casi todos los que se han ocupado del tema. Tan sólo Vilanova y Rada recogen lo del ídolo con un interrogante. D. Juan Mata Carriazo, eximio historiador, en un articulo publicado el año 1.931 bajo el título "La escultura tartéssica", habla del "supuesto ídolo femenino de esteatita del dolmen de Tíjola". Como se puede apreciar la cuestión, como la anterior, queda también entre interrogantes.
En el Museo Arqueológico Nacional, se muestra la estatuilla como la de un ídolo perteneciente a la religión de los primeros metalúrgicos que llegaron a España, los cuáles poseían un gran sentido religioso. Estas gentes, procedentes de Oriente, trajeron junto con las técnicas de fundir metales -ya de por sí misteriosa y solo accesible a iniciados- las creencias en la vida de Ultratumba y en la existencia de un ser o principio superior, creador y conservador de la vida actual y futura del cual dependen todas las criaturas. Este ser superior era el dispensador de la fecundidad, tanto de las cosechas como de los animales y de los hombres. Se le denominaba como la Gran Diosa Madre y se le identificaba con la tierra nutricia, aunque parece que no se le atribuía un sexo determinado. Como protector de los muertos, sus imágenes aparecen en los enterramientos colectivos. Estas creencias han llegado a nosotros mediante las representaciones en piedra, huesos o en pinturas rupestres de figurillas con características antropomorfas, entre las que se encuentra el denominado ídolo de Tíjola. Con estos primeros metalúrgicos, llegaron a las costas del Sudeste de Iberia, formas de vida más evolucionadas, con la creación de núcleos urbanos y el establecimiento de contactos, ya casi históricos, con el mundo exterior.
En cuanto a las similitudes que Sánchez Dragó manifiesta que existen, entre la figurilla de esteatita de Tíjola y los ídolos encontrados en Hissarlik por Heinrich Schliemann, no he encontrado los testimonios que acreditan esta afirmación. En las publicaciones consultadas no he encontrado ningún dato que apoye esa similitud. Tanto en los escritos de Luis Siret -el Schliemann del Valle del Almanzora- como en los de H.. Breuil, Martin Almagro, Almagro Gorbea y nuestra ilustre paisana Pilar Acosta en su trabajo "Representaciones de ídolos en la Pintura Rupestre esquemática española" que he consultado, aparecen semejanzas entre ídolos procedentes de las culturas del Mar Egeo y del Sureste español, por lo que es realidad su idea del puente cultural entre los dos extremos del Mediterráneo. Los ídolos desenterrados en Hissarlik son semejantes a los hallados en yacimientos arqueológicos de El Garcel, pero no con el de Tíjola, que de tener alguna semejanza, lo seria con las estatuillas desenterradas también por Schliemann, pero en las ruinas de Micenas.
Al término de estas divagaciones y ante la serie de interrogantes que envuelven al ídolo de Tíjola, me viene al recuerdo la opinión que un irónico y escéptico profesor de mis tiempos de Universidad, tenia sobre el Sacro Imperio Romano Germánico que, según él, ni era sacro, ni era imperio, ni era romano, ni era germánico. ¿No podría ocurrir que la curiosa y peregrina estatuilla sobre la que he divagado más de lo conveniente, ni sea un ídolo... ni sea de Tíjola?
"ROQUE" LA IDENTIDAD DE UN PUEBLO
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