Autor:
Guillermo Piquero
I parte.
La Europa aborigen
(Vida y muerte del viejo
mundo)
Capítulo I
La “Vieja Europa”.
Las culturas animistas del
neolítico
2) UNA RE-VISIÓN DEL
MATRIARCALISMO
“En 1861 Bachofen escribió un libro en el que explica, basándose
directamente en algunos autores de la Grecia antigua, la cualidad y la
función social y civilizadora de la libido maternal en las primeras
sociedades humanas; lo que ahora ya la antropología con la nueva aportación
de la “revolución arqueológica” está confirmando; Bachofen dijo que la
fraternidad, la paz, la armonía y el bienestar de aquellas sociedades del
llamado Neolítico en la Vieja Europa, procedían de los cuerpos maternos, de
lo maternal, del mundo de las madres. No de una religión de las Diosas ni de
una organización política o social matriarcal, sino de los cuerpos maternos.
Es decir, que aquella sociedad no provenía de las ideas o del mundo
espiritual, sino de la sustancia emocional que fluía de los cuerpos físicos
y que organizaba las relaciones humanas en función del bienestar; y de donde
salían las energías que vertebraban los esfuerzos por cuidar de la vida
humana." Casilda Rodrigañez
a) El “Ginecogrupo” y la estructura “matrifocal”
“El derecho materno, cuya existencia histórica ha sido probada, no
representa solamente la organización de la democracia natural del trabajo,
sino también la organización natural de la sociedad que obedece a los
imperativos de la economía sexual”. Wilhem Reich
Como hemos visto hasta ahora, una de las principales características de
estas culturas primitivas es lo que l@s autor@s denominan como “matriarcal”,
“matriarcado”, etc... Es muy difícil describir algo que nunca se ha vivido.
Muy al contrario, la mayor parte de nosotros hemos sido educados en valores
contrapuestos. No obstante, intentaremos acercarnos a aquellas culturas con
el fin de comprender mejor nuestra realidad cotidiana patriarcal.
Comencemos:
“El primer vínculo social estable de la especie humana no fue la pareja
heterosexual (mujer y varón) creada por el cazador, como sostiene la mayoría
de científicos sociales, sino el conjunto de lazos que unen a la mujer con
la criatura que da a luz. El vínculo original diádico madre/criatura se
expande al agregarse otras mujeres en estado de gestación-crianza, y las que
habían pasado por esas etapas, para ayudarse en la tarea común de dar y
conservar la vida la misma circunstancia las auña, y el conocimiento
compartido permite que cristalice la solidaridad entre ellas. Se origina así
el grupo social primario, compuesto por mujeres de varias generaciones y sus
proles. Los lazos que establece la cópula en la época arcaica son
momentáneos e inestables, y no parecen haber sido el elemento fundacional
del grupo.
(...) El ginecogrupo (y no la pareja heterosexual) es la primera forma de
organización humana, original y universal. Esto significa que no es un tipo
de organización cualquiera, sino la primera forma grupal que permite la
consolidación de la especie en el tiempo, y que se estructura a partir de
exigencias específicamente humanas, es decir, culturales y no instintivas.
Dicho de otra manera, no es un resto de una forma de organización entre
varias posibles, sino la original, a partir de la cual se derivarán todas
las variables conocidas.” Martha Moia, “El no de las niñas”
Intentaremos ahora, a través de las palabras de Casilda Rodrigañez,
desenmarañar ese “batiburrillo” de términos y significaciones que se
utilizan para describir a estas sociedades organizadas a partir de lo que
Marta Moia calificaba como “Ginecogrupo”:
“Ante todo hay que tener en cuenta que no podemos establecer paralelismos;
por ejemplo, frente al linaje patrilineal dar por sentado también un linaje
matrilineal, cuando la reproducción grupal excluye el linaje. Pero la
reproducción grupal es algo que la perspectiva patriarcal no puede concebir
ni conceptualizar.
En primer lugar, porque los matriarcados existieron en las épocas de
transición precediendo al desarrollo de la paternidad; la existencia de lo
que Bachofen llama “ginecocracia”, se sitúa en el tiempo, más o menos con
las primeras ciudades-Estado que se formaron a partir del 3000 a.c., y que
aparecen con la deificación de la imagen de la mujer, con el matrimonio
demétrico, la agricultura extensiva, y posiblemente la institución de
algunos linajes matrimoniales que vinieron de la mano de determinados pactos
matrimoniales y políticos, y que implicaron la aparición del sistema de
identidad individual y la propiedad, y la pérdida de la “identidad” grupal y
de la comunidad de bienes.
En segundo lugar, porque si estamos analizando una sociedad desconocida, no
podemos dar por sentado que el calificativo general automáticamente nos esté
calificando todo lo demás.
“Mutterlich” y “muttertum” no pueden traducirse por “matriarcal” porque
estamos con sociedades no jerarquizadas, por lo tanto exentas de autoridad;
así pues no estamos en matriarcados, ni en ginecocracias. Estamos en
sociedades acratas, sin archos, con una forma de organización asamblearia y
comunalista, sintonizada con el continuum gaiático autopoyético (sin dioses)
y autorregulado (sin ley sin estado).
Para una definición general de la sociedad pre-patriarcal, la voz
“MATRÍSTICA” que está siendo cada vez más aceptada, es mucho mas acertada
que la de “matriarcado” que debería excluirse o restringirse a los periodos
ginecocráticos concretos; también se puede usar lo de sociedad de “derecho
materno” propuesta por Bachofen (aunque lo de “derecho” es cuando menos
ambiguo) o el “mundo de las madres”, el “muttertum”.
Para definir el grupo, tribu, gens, etc., tenemos el concepto de
“matrifocal” y el de “ginecogrupo” empleados por diversos antropólg@s;
“matrifocal” se empezó a emplear cuando se constato que el lugar de
residencia de cada núcleo humano que se formaba, era el de la mujer-madre.
Es decir, que la relación de apareamiento no daba lugar a un cambio de
residencia de la madre, puesto que la cópula no era el punto de partida de
un grupo humano; copular y engendrar hij@s no eran actividades que
supusieran la exclusión de la mujer del clan al que pertenecía, si no todo
lo contrario. Puesto que una sociedad sin linajes individuales se renueva
con las criaturas de las mujeres del grupo.
Por lo tanto la mujer no cambiaba de residencia y seguía viviendo en el
lugar donde había nacido con las demás mujeres y hombres con vínculos
uterinos (hermanos uterinos o nacidos de la madre).
Hay, pues, que empezar a pensar y a imaginarse lo que puede ser el
despliegue social de la sexualidad de la mujer, alentando la simbiosis
primaria del ser humano; imaginarnos creciendo en el “muttertum”;
imaginarnos como seríamos después l@s adult@s crecid@s en el “muttertum”,
con las criaturas pequeñas saltando de regazo en regazo, chupando y
lamiendo, incorporadas a nuestros cuerpos en todo el quehacer cotidiano.
Imaginarnos los grupos humanos formados no al lado, no en contra, no a pesar
de los inconvenientes de la crianza, sino en función de ella, para
protegerla y cuidarla como el bien más preciado del grupo. Ni tuya ni mía,
las criaturas serían de los grupos humanos, no por ley, no por decreto
establecido, sino por la cualidad de la energía libidinal. Por eso, su
bienestar sería de hecho el de tod@s. Y si un grupo humano se pone a
funcionar teniendo como lo primordial el bienestar inmediato y el cuidado de
la pequeña criatura, recuperaría el impulso vital de búsqueda del bienestar;
haría volver la sabiduría perdida, el impulso general por el cuidado de los
demás que ha sido sustituido hoy por el afán de dinero y de éxito”. Casilda
rodrigañez
En el pasado tampoco existía lo que hoy conocemos como “pareja” sino una
gran libertad sexual que propiciaba saber quién era la madre, pero en muchas
ocasiones no se sabía a ciencia cierta quién era el padre, es más, la mayor
parte de las veces, ese dato, carecía de importancia. “En época arcaica, el
varón adulto no se responsabilizaba de los hijos de una mujer y no existía
vinculación mujer-varón: las primeras familias estaban compuestas por la
madre e hijos. (Ampliamos en: Creencia arcaica en la ausencia de poder
fecundador del varón) Así, en la familia matricéntrica, en la que no se daba
la vinculación masculina, la mujer era fuerte junto a sus hijos, era
autosuficiente económicamente y existía la sucesión matrilineal por la
certeza de saber quien era la madre de los descendientes”. Francisca
Martín-Cano, “Causas de la prostitución arcaica”
“La familia matricéntrica, compuesta por la madre y los hijos, formaba una
unidad económica autosuficiente: la madre proporcionaba los alimentos
vegetales y los hijos los de la caza o pesca, por lo que era muy grande la
influencia femenina en la sociedad. Ella desempeñaba el principal papel en
el terreno económico, regía la estructura social y ejercía el poder.
Entre la madre y los hijos existirían lazos muy fuertes, mientras no existía
vinculación varón-mujer, ni vínculos entre el padre e hijos (igual que pasa
entre los primates). La razón principal estaría basada en el hecho de que el
varón desconocía ser padre de sus hijos.
Son múltiples los testimonios existentes que corroboran la afirmación del
desconocimiento de la paternidad en época antigua, por lo que se creía que
la mujer era madre virgen: "... el sociólogo escocés (Mac Lennan) parte del
supuesto de que la incertidumbre de la paternidad fue lo único que determinó
la fase matriarcal." (Espasa, Tomo 33, 1988: 1001). "En el grupo humano es
sobre todo la madre la que aparece esencialmente como fuente de toda vida,
de un modo particular en esa época en que la unión conyugal no existía de
modo estable." (Pirenne, 1982: 44). Su expresión "como fuente de toda vida"
referida a la madre, expresa la creencia arcaica de que la mujer sola creaba
al nuevo ser, se creía que la reproducción era asexuada, no intervenía el
varón, se realizaba por partenogénesis / virginal / hermafrodita / agámica /
afrodita (afrodita = sin cooperación del sexo masculino) (Espasa, Tomo 3,
1988: 231).”Francisca Martín-Cano
“Bachofen afirma que en la sociedad organizada desde lo maternal, lxs niñxs
tenían muchos “padres”¸de este modo, Bachofen explicaba el que muchos
adultos cuidasen de cada niño; y sin poder imaginar otra forma de
conceptualizar esa función masculina, caía en el mimetismo de llamarlo “polipáteres”,
una sociedad en la que cada niñx tenía muchos “padres”. (...) El concepto de
“polipáteres” es un acercamiento a la función social masculina, desde
nuestra perspectiva patriarcal; es a la vez rompedor y equívoco. Rompedor,
porque tener muchos padres es lo mismo que no tener ninguno desde el punto
de vista de la posesión; y equívoco, los “polipáteres” no tenían nada de la
patria potestas, que es el contenido básico del concepto de “padre”; por
ello el concepto de “polipáteres” es un sinsentido, porque el “poli” es
incompatible con el “pater” “.Casilda Rodrigañez “En la sombra de la
cultura, el vientre todavía palpita”
b) La sexualidad arcaica.
“Teniendo en cuenta la perspectiva gaiática de la vida humana, y un
punto de vista no patriarcal. En primer lugar, hay que partir de que en el
Paleolítico, como luego en el Neolítico, el sexo no se había instituido en
tabú ni era objeto de represión alguna. Sin inhibiciones, ni pudor ni
recato, el sexo y la búsqueda del placer corporal formaría parte de su vida
cotidiana, y se practicaría de forma espontánea sin reglamentación alguna”.
Casilda Rodrigañez
La escisión del cuerpo de la mujer y el invento del amor espiritual se
inscriben en un orden general de los sentimientos. Según De Choisy hay datos
históricos que prueban que hubo un tiempo en el que el amor al prójimo era
físico, y era una regla en una sociedad basada en la conservación de la
vida, en el bienestar y en la ayuda mutua. La espiritualización cristiana
del “amor al próximo” forma parte del orden sexual represivo patriarcal. De
Choisy cuenta también cómo, en la transición a la sociedad patriarcal,
cuando empiezan a instituirse la monogamia y la exclusividad, aparecen las
hetairas, lo que nuestra cultura ha llamado “prostitutas sagradas”, para
"expiar el pecado del matrimonio" y mantener vivo el fluido del amor. Cuando
la monogamia y la pareja se generalizan, las prostitutas sagradas se
mantendrán todavía durante algún tiempo en algunos lugares junto con los
cultos a la diosa Madre.
El matrimonio aparece, ante todo, como la violación de una ley religiosa.
Por muy incomprensible que sea para nuestra conciencia moderna, esto tiene
el testimonio de la Historia. (...) El matrimonio debía ser expiado ya que
"por su exclusivismo viola la ley de la divinidad". La naturaleza no ha
dotado a la mujer de tantos encantos para que se marchite en los brazos de
uno solo. La ley de la materia, según esta filosofía religiosa odia la
coacción, rechaza todo límite, considerado como una ofensa hacia la diosa.
El matrimonio sólo fue posible después de un cambio de moral (...) La
monogamia debe compensar con la prostitución sagrada su infracción a las
leyes de la materia y reconquistar así la complacencia divina. Marise De
Choisy.
La religión de la diosa apareció durante la transición, en las primeras
ciudades-Estado (y sus vestigios han perdurado hasta la Edad Media, con los
druidas, celtas etc.), como una forma de resistencia: un modo de conservar
el antiguo modo de vida y de cultivar la vida contra el Patriarcado, y por
eso, entonces, las prostitutas eran “sagradas”: eran sacerdotisas de la
diosa que vivían en los templos para rendir culto al amor. No es casualidad
que la mariología, el culto a la Virgen María, aparezca en el siglo XII para
machacar los vestigios de los diferentes cultos a la diosa Madre y hacer
prevalecer el amor “espiritual” sobre el amor verdadero.
“Al abandono al primero que llegaba le sucede la elección de las personas;
Deméter ha vencido a Afrodita. Pasamos al reino de la pareja”. Marise de
Choisy
Ahora el deseo lo induce el neocórtex ante aquél o aquella cuya imagen
representa el prototipo de lo que te debe gustar, de lo que es adecuado para
formar la pareja, obedeciendo al orden sentimental establecido. Hoy no
podemos entender el significado de "el abandono al primero que llega" de los
otros tiempos. No podemos ni imaginar algo tan simple como el deseo
descodificado. Pero lo cierto es que, sin mediar la destrucción del tejido
social y los procesos de devastación y de domesticación de las criaturas, el
deseo no codificado es inducido por el deseo de otr@; y basta sentirse
desead@ para desear a quien te desea.
El deseo, por su propia condición, se derrama para fundirse con otr@s, y se
guía por su anhelo de complacer a otr@. Es cierto que, cuando de la
integridad de nuestro ser mana el deseo y el sentimiento puro, su tránsito
es como una caricia que lame todos los vericuetos de nuestros cuerpos y de
nuestras almas; pero el hecho de que el derramamiento del deseo nos produzca
placer, no debe de confundirnos. El deseo genuino no es egocéntrico. Como
diría Kropotkin se obtiene placer dando, porque la búsqueda del placer y la
solidaridad son las vías generales del mantenimiento y de la expansión de la
vida. Y no hay en ello nada misterioso ni romántico: sin esta cualidad (la
ayuda mutua y la búsqueda del placer o de "lo agradable") el reino animal
jamás se habría desarrollado o alcanzado su perfección actual. Desear a otr@
es ante todo deseo de saciar sus deseos; y al saciar los deseos del ser
deseado, nos fundimos y nos saciamos. Es el complacer del placer, y el
placer de complacer. El sentir del consentir, y el consentir de los
sentimientos que se originan precisamente para expandirse -la condición del
mantenimiento de la vida es su expansión-, y por eso decimos que, en su
origen, los deseos no son ni posesivos ni egocéntricos. La posesividad, con
palabras de Deleuze y Guattari, es un contraefecto de la represión.
Nuestra condición humana está preparada para la abundancia de la producción
de los deseos, de unos deseos saciables; y no para la carencia ni para la
frustración. Pero el orden social tal y como está constituido, frustra y
asfixia nuestro anhelo de vida desde el mismo nacimiento, y crecemos con los
deseos bloqueados y reprimidos. Y ese anhelo profundo reprimido, que habita
en lo más hondo de nuestro ser, es el que se idealiza y se canaliza hacia el
“amor” posesivo, con toda su fuerza contenida y con toda la ansiedad
acumulada durante años. La criatura humana abandonada por sus congéneres se
convierte en individuo en busca de compañía. El deseo se ha transformado ya
en miedo a carecer, y este miedo, a su vez, en afán de poseer a otra. Hemos
entrado en el reino de la pareja, que presupone el reino del individuo.
El ego es el resultado del bloqueo del flujo de la vida; cuando el deseo
deja de fluir, el ser humano queda en soledad, y aparece el individuo, que
trata de compensar la carencia y la soledad con la posesión; por eso su `identidad´
se define por lo que retiene, acapara y convierte en su posesión (`mi´ papa,
´ni´ mamá, `mi´ casa...); aparece el “yo-poseedor“ por contra del
yo-vivo-disuelto: por contra del vivir disuelto que hace innecesaria la
metafísica y la “identidad”.
El “ego” se forma por la imposibilidad del deseo de fluir y con la
descomposición del amor, por un lado, en “amor” sexual posesivo, que sí es
egocéntrico; y por otro, en “amor” espiritual, que puede que no sea
egocéntrico, pero que está desprovisto de deseo.
El “amor”, el desprendimiento, la generosidad gozan de un prestigio
hipócrita en nuestra sociedad siempre y cuando sea un sentimiento mutilado,
no sea amor sexual. ¿Por qué, en medio de tanta generosidad, el amor sexual
tiene que ser posesivo, exclusivo y egocéntrico? La respuesta es clara: el
deseo es el sustento de la ayuda mutua, y el Poder no puede manipular y
controlar la vida más que mutilándola.
El “ego” es una impostura que aparece con las relaciones de Poder. L@s
antropólog@s han constatado en ciertas tribus la inexistencia de la
identidad individual; la conciencia que cada cual tiene de si es la mera
pertenencia a un grupo, la de ser parte de un grupo humano: a esta forma de
percibirse lo han llamado miméticamente `sistema de identidad grupal´.
Según la antropóloga Martha Moia, en la estructura social matrifocal, la
“identidad” era grupal y la convivencia estaba basada en el deseo (sexual)
materno de bienestar directamente vinculado a la conservación y protección
de la vida. Se trataba de "ayudarse en la tarea común de dar y conservar la
vida". Los mayores y los fuertes cuidaban y protegían a los pequeños y a los
débiles como requisito de bienestar de conservación del grupo. La ayuda y no
la lucha eran la garantía de la vida. Del reconocimiento de la madre y de su
amor materno, brotan los sentimientos de fraternidad.
c) Falsas ideas estereotipadas sobre varón imponiéndose sexualmente a
mujer
“Os podéis hacer una idea del comportamiento sexual en sociedades libres:
cuando una mujer tenía "ganas" invitaba al varón elegido. Y cuando no tenía,
ningún varón se atrevía a imponerse por la fuerza, si no quería convertirse
en un paria "solitario" y quizás con maldiciones de poderosas "hechiceras"
que le llevarían a la muerte. La violación es un comportamiento cultural
nacido en la especie humana tras la revolución patriarcal. “Francisca
Martín-Cano.
“Muchos se preguntan, cómo tenía lugar la seducción en época prehistórica
entre sujetos de ambos sexos. Desde luego no existen fuentes exactas para
informarnos de ello, pero sí indicios".
Y precisamente esos indicios se pueden deducir basándose en las nuevas
teorías antropológicas, nacidas tras las más recientes investigaciones de la
conducta de los primates, y complementadas con los sucesivos estudios de las
creencias y de las sociedades primitivas. Tras analizar sus resultados se
constata que no es cierta la idea imaginada por algunos sujetos con ideas
androcéntricas, que proyectaban sobre la Edad de Piedra, a los varones como
seres superiores que subordinaban a su compañera arrastrándola por los
cabellos.
Estos nuevos descubrimientos ponen de manifiesto, que la visión
estereotipada que aporta Auel en sus novelas, mostrando que los varones
prehistóricos imponían brutalmente la relación sexual a mujeres maltratadas,
es un mito machista, totalmente inexacto. Subraya esta idea Fisher (1984,
110):
"Tres tratados más, todos de científicos sociales influyentes, remitieron el
parentesco primitivo a la mujer, a la madre. Estos estudios no atribuían,
sin embargo, ningún estatus social generoso a las mujeres primitivas. Como
la mayoría de estos pensadores concebían a los hombre y mujeres
prehistóricos como individuos similares a los que veían a su alrededor de la
Inglaterra victoriana, se imaginaron a sus ancestros masculinos como los
patriarcas agresivos, dominantes, militantes y autoritarios de aquellas
familias matrilineales. Y describieron a las hembras como seres sumisos,
débiles, inactivos..."
Con los resultados de las contemporáneas investigaciones de primates, se
puede uno hacer la idea de la conducta sexual de la mujer en los inicios de
la cultura humana, ya que algo parecido debió ocurrir con nuestros remotos
antepasados homínidos: el modo de vida sería similar al de los primates no
humanos.
Os cuento el más significativo resultado de los estudios de la conducta
sexual de las primates superiores de varias especies: LA HEMBRA ES LA QUE
ELIGE A LAS PAREJAS SEXUALES, que no pueden imponerse por la fuerza.
Kay y Voorhies afirman en (1978, 153): "Los chimpancés y gorilas,
ciertamente, muestran lo que algunos han llamado pautas de dominio. Ahora
bien, entre los monos el dominio se establece mediante actos de exhibición
en lugar de hacerse a base de agresiones dentro del grupo. Estas actividades
exhibicionistas suelen tenerlas los machos para con los machos y a menudo su
carácter es casi teatral."...
"Aunque el dominio así conseguido puede a veces llevarse a la práctica en
presencia de alimentos, nunca es ejercido en el campo de la sexualidad. Es
significativo que la jerarquía de dominio de los monos es exterior a las
relaciones macho-hembra. ¿Cuál es, entonces su función?..."
Aporta José Luís Moreno en (1997, 44): "Por lo demás, la hembra, según De
Waal, «es libre de elegir si quiere tener o no relaciones sexuales. Si la
hembra no quiere aparearse, no hay nada más que hablar, y los insistentes
corren el riesgo de ser perseguidos no sólo por la hembra a la que acosa,
sino también por las demás hembras.»"
Según Kay y Voorhies (1978, 109): "Esta autora (Sally Linton) afirma que la
idea de que los machos seleccionen y posean con exclusividad a las hembras
es una noción típicamente euroamericana..."
Informa Meredith F. Small refiriéndose a las hembras bonobos (1996, 115):
"Las hembras son las que dirigen el negocio: sexo y comida -dice Dewaal-
creo que es una especie ideal para feministas."
Afirma Strum de los babuinos (1996): "Al ser más grande y más fuerte, un
macho como Belius podía desplazar con facilidad a una hembra o a un macho
más pequeño..." "... pero por lo visto los machos más fuertes no podían
obtener cuanto deseaban por la fuerza, tenían que encontrar otros medios..."
Corrobora que es la hembra la que elige pareja, el comentario de Kay y
Voorhies (1978, 109): "Se ha observado asimismo que las hembras de
orangutanes, gibones, gorilas y chimpancés muestran a veces claras
preferencias por machos concretos y han sido vistas cuando rechazaban,
durante el estro a machos completamente dispuestos y capaces. Estas
observaciones indican que la actividad sexual de las hembras de estos
primates superiores no depende totalmente de las hormonas."
Y más adelante (1978, 153): "Según Van Lawick-Goodall (1971), los chimpancés
machos en estado salvaje tienen una actitud muy despreocupada ante el coito
y no sienten interés por la competencia o los celos relacionados con las
relaciones sexuales. Del mismo modo, Schaller (1963) informa que los gorilas
macho no compiten por obtener determinada hembra y de hecho no muestran gran
interés por el coito."
Y Ronald Nadler ha investigado la conducta sexual de los gorilas en el
Centro Regional Yerkes de Investigación de Primates y descubrió, según
refiere Fisher en (1984, 22): "Los machos no se acercaban nunca a las
hembras, y las hembras que no estaban en celo rara vez se acercaban a los
machos. Pero cuando una hembra estaba en celo (un período breve de unos
cuatro días) perseguía realmente al macho y en algunos casos le obligaba a
copular varias veces."
Me parece que todos estos resultados, indican claramente que se puede
deducir que la MUJER EN LA PREHISTORIA sería la que se acercaría a un varón
elegido y le indicaría que estaba "preparada" para la cópula. Francisca
Martín-Cano “La seducción en la prehistoria”.
“Es sabida la importancia del sexo en las sociedades de primates, inclusive
no es extraño escuchar que el sexo es el “pasatiempo” favorito de todos los
monos. Los bonobos resuelven las tensiones sociales a través de su
sexualidad libre, sin tabúes, no reprimida. Los bonobos no se pelean por el
alimento, antes follan y comparten. Los bonobos se dan besos con lengua, se
miran a los ojos cuando hacen el amor en la postura de frente. Las hembras
tienen la vulva por delante, como las muchachas humanas. Practican también
otras muchas posiciones. Se acarician mutuamente los genitales y
esporádicamente practican el sexo oral. Constituyen un matriarcado, una
sociedad que ha preferido gozar de sus placeres preferidos y echar abajo los
brotes de dominación violenta. Pese a la libertad en la práctica de su
sexualidad tienen una frecuencia de reproducción baja. Es posible que las
hembras controlen en cierto modo su embarazo como las mujeres forrajeras
podían y pueden hacer antes de la domesticación de su cuerpo, de los
orígenes del genero y el patriarcado” (http://www.salvajistas.tk )
d) Algunas características de conductas sexuales de sociedades matrilineales
En las sociedades matrilineales, según manifiesta Burguière (1988, 55):
"... apenas se preocupan del problema de la paternidad, sólo se otorga una
importancia limitada a los vínculos maritales. En ellas, además el divorcio
es frecuente y fácil".Martín-Cano.
Son numerosas las culturas ya desaparecidas en muchos lugares de la tierra o
sociedades primitivas que aún milagrosamente permanecen, en las que la
conducta sexual femenina es exactamente opuesta a la patriarcal: son las
sociedades matrilineales y matrilocales, en las que perviven o pervivían
hasta hace poco, costumbres y antiguas instituciones matriarcales, aunque
atenuadas, consideradas reminiscencias del matriarcado. (Amplío en: http://es.geocities.com/culturaarcaica/
sociedades.matrilineales.html ).
El hecho de que en estas sociedades, PERVIVAN COSTUMBRES DE GRAN LIBERTAD
SEXUAL FEMENINA ejemplifica la que tendría en la Prehistoria. Algunas
características de la conducta sexual femenina de las sociedades
matrilineales, son:
-Existían costumbres licenciosas y de promiscuidad sexual por parte
femenina, que tenía relaciones sexuales libres.
-La mujer casada podía ser infiel a su esposo y otorgaba la «amistad del
muslo» al huésped (la cultura occidental considera machistamente que el
varón prestaba la esposa al huésped).
-O las mujeres elegían a sus múltiples amantes, síntomas de que no se
dejaban dominar por ningún varón.
-Sociedades en las que no se daban los celos masculinos por la conducta de
su esposa infiel y si algún esposo los sentía podía vengarse en el amante,
no en la esposa intocable.
-O existía la costumbre de que a veces eran los esposos varones adúlteros
los que se entregaban a los parientes de la mujer ofendida para que la
vengasen.
-En algunas sociedades se practicaba la poliandria: una mujer con varios
varones, institución social que subrayaba la alta posición femenina y que
tenía por resultado darle un lugar preponderante en la sociedad.
-En otras s. m. la mujer no vivía con su esposo quien sólo la visitaba de
noche (y ella le pagaba el favor sexual).
-O existía "el esposo desconocido".
-Y eran sociedades que consideraban nacimientos milagrosos los que tenía una
mujer de padre desconocido. En palabras de los autores de la Encicl. Espasa,
Tomo 33 (1988,1005): "... fue engendrado por Zeus, es decir, por un padre
desconocido, una característica del matriarcado."
-La mujer poseía gran autonomía en las sociedades matrilineales y gozaban de
grandes derechos y poderes de libre decisión, siendo la elección de pareja
dependiente de la joven. Hayes en la Encicl. Espasa, Tomo 33 (1988, 1000)
afirma: "...en las sociedades exógamas las mujeres pueden rechazar a los
pretendientes..."
-Y añado: que en las sociedades matrilineales existía la promiscuidad sexual
entre los jóvenes de manera reglamentada antes de casarse.
-En correspondencia a la estructura de la sociedad en el panteón lo femenino
ocupaba el lugar de honor y las Diosas tenían multitud de amantes Divinos y
humanos, mitos que reflejaban la gran libertad sexual que gozaba la mujer.
-(...) Y un comentario jocoso sobre los dibujos de esculturas amorosas. Es
que justo estos días, en una conversación me hicieron caer en la cuenta (a
mi edad por fin lo entendí), del por qué se llama "postura del misionero",
la manera de hacer el acto amoroso de frente y tumbados, con el varón encima
aprisionando a su pareja. Ya veis que los misioneros no sólo se dedicaron a
imponer "la única religión verdadera" en los países descubiertos, sino que
también les impusieron a las mujeres aborígenes, una manera de hacer el amor
dominadora por el varón.
Los Na (Mongolia)
Y por último sólo hablarles de una cultura que conserva instituciones de la
organización social y familiar de tipo matriarcal y que sobrevive aún hoy
día. Comunidad matriarcal "caso único en el mundo" en palabras de Soutif,
Dray y Dibie, (1999, 38), quienes cuentan sus costumbres aportadas por el
etnólogo chino Cai Hua. Comunidad campesina en la que sobrevive costumbres
del matriarcado arcaico, cuando el mundo y los niños pertenecía a las
mujeres y los varones no tenían hogar permanente (según documental de
Malcolm Penny, 1988).
Se trata de los Na, pueblos mongoles del norte de China cercana a la
frontera, que viven en las montañas de Yunán. Allí las mujeres son
exclusivamente las dueñas de las posesiones valiosas, de las casas y los
hijos. La prole son educados por la matriarca anciana, que está al mando y
la herencia es matrilineal. En esos hogares no existe el matrimonio, reina
gran libertad sexual y una auténtica ausencia de celos. En esta sociedad no
hay lugar para el varón, que no posee ningún bien y sólo como "hachu", como
"varón aceptado", como amante furtivo, visita de noche a la mujer que lo
elige y ni siquiera existe la palabra "padre".” Francisca martín-Cano.
Los mosuo (Sur de China)
“(...) El grupo humano matrifocal es una de las cosa más difíciles de
imaginar (sin embargo quedan pruebas vivas como la de los Mosuo), ligado a
ese ámbito femenino “remoto” y difícil de recuperar, tan opuesto a la
familia edípica patriarcal.
(...)Recientemente nos está llegando información de un pueblo perdido en el
sur de China, los Mosuo, que tienen una organización social como la que
describe Martha Moia, y que confirma su estudio antropológico. Entresacamos
retazos de un artículo de la periodista Paka Diaz sobre los Mosuo:
Los mosuo tienen un asombroso sistema social en el que el matrimonio y la
paternidad no existen como tales...Se suelen agrupar tres generaciones de
mujeres con sus respectivos hijos. Abuelas, madres e hijas viven bajo el
mismo techo sin admitir la presencia de padres o maridos. Solamente los
tíos, hermanos, hijos y sobrinos...no existe el concepto del matrimonio...el
sexo se practica de forma abierta y libre. solo hay que elegir pareja para
pasar la noche...mientras el matrimonio y la fidelidad son considerados como
una herejía...no dan muestras de celos. Las tragedias amorosas latinas de
amantes vengativos y atormentados les hacen reír. Parecen pensar que el
visitante se está burlando de ellos.”¿Cómo es posible que alguien acabe con
una preciosa vida por algo tan banal como el sexo?”, se preguntan tras
escuchar una historia truculenta de amor y pasión occidental...
Según su propia historia oral, ya que carecen de restos escritos, los Mosuo
fueron en su origen unos soldados tibetanos que regresaban de la guerra y
que, hartos de pelear, decidieron asentarse en este lugar donde tenían todo
lo que podían desear. “Debió de ser uno de esos pueblos que, huyendo de las
guerras patriarcales, recuperaron en su nuevo asentamiento sus costumbres
matrísticas, que han conseguido mantener hasta nuestros días gracias a su
aislamiento”. Casilda Rodrigañez
Las tribus cazadoras-recolectoras
“Los pigmeos del Zaire celebran las primeras menstruaciones de las chicas
con una gran fiesta de gratitud y alegría. La mujer joven experimenta el
orgullo y el placer, y todo el grupo demuestra su felicidad. (...) Dramper
se impresionó por las relaciones distendidas y igualitarias entre hombres y
mujeres San, con su suavidad y respeto mutuo, tipo de relación que perdura,
mientras los San continúan siendo recolectores cazadores.
Duffy ha descubierto que todos los niños de un campamento Mbouti llaman
padre a todos los hombres y madre a todas las mujeres. Los niños de los
recolectores cazadores se benefician de más atención y cuidados y más tiempo
de dedicación que los de las familias nucleares aisladas por la
civilización. Taylor ha descrito "un contacto casi permanente" con sus
madres y con otros adultos de los que se benefician los niños bosquimanos.
Los bebes Kung estudiados por Ainsworth presentan una precocidad marcada del
desarrollo de las primeras actitudes cognitivas y motrices. Eso se atribuye
tanto a la estimulación favorecida por una libertad de movimientos sin
trabas, como al nivel de calor y proximidad física entre los padres y los
niños.
Draper ha podido observar que la "competición en los juegos está
prácticamente ausente entre los Kung, igual que Shostack observa que "los
chicos y chicas Kung juegan de una manera parecida y comparten la mayor
parte de las juegos". Ha descubierto también que no se prohibe a los niños
los juegos sexuales experimentales, esta situación es pareja a la libertad
de los jóvenes Mbouti durante la pubertad “se libran con deleite y alegría a
la actividad sexual preconyugal”. Y los Zoumi “no tienen ninguna noción de
pecado”, como dice Ruth Benedict en la misma línea de ideas, “la castidad
como estilo de vida está mal considerada... las relaciones agradables entre
sexos no son más que un aspecto de las relaciones agradables entre
humanos...La sexualidad es un hecho banal en una vida feliz”.John Zerzan
“Futuro primitivo”
Los Sufíes
"En la cosmogonía sufi, como en la tántrica, el universo es un inmenso
océano de amor, que se define como una energía vital que pervade todos los
cuerpos viniéndoles desde fuera. Todos los seres, vivos o inanimados, son
receptores y emisores de amor pero no son acumuladores. El amor no es un
estanque, sino una corriente; sólo existe el movimiento, y para que entre ha
de estar saliendo: la llama amorosa ha de pasarse para que no se extinga. Si
se quiere acumular, se escapa. Su paso por el cuerpo templa la personalidad.
Desde esta filosofía sufi, la energía amorosa tal como se concibe hoy ha
sido banalizada y desvirtuada: primero, porque en el amor, según la
concepción sufi, no se pueden dar los celos; y segundo, porque el amor
siempre es desinteresado y los que dicen amar sin ser correspondidos, no
aman, sino que están neuróticos. Vamos de aclarar estos dos puntos.
En primer lugar, desde la perspectiva sufi, los celos son imposibles. El
amor es un fenómeno sinergético, es decir, no cumple el principio de
conservación de la energía. En la ley de la materia o la energía, cuando
tengo 8 y doy 3 me quedo con 5; en la ley del amor, cuando tengo 8 y doy 3
me quedo con 11. Esto es lo característico de fenómenos sinergéticos, o
multiplicadores de energía, como el conocimiento o el amor. En el
conocimiento sucede que si doy una clase a 30 personas, mi conocimiento pasa
a ellos (o a unos cuantos) y yo, no sólo no lo pierdo, sino que normalmente
lo aumento. Así es en el amor y por tanto para amar a una persona no he de
quitar amor a otras. Además, no se puede amar a una sola persona: o se ama a
todo el universo, o lo que se llama amor es un egoísmo a dúo.
Por otra parte, desde la concepción del amor sufí, es imposibles amar y
pasarlo mal, porque el ser o no correspondido es irrelevante. Un amor no
correspondido será una irradiación pasajera que se lanza y de la cual se
pasa a irradiar hacia otras cosas y personas. Empeñarnos en irradiar hacia
una sola persona y que ésta nos corresponda, es estancarnos en una neurosis
obsesiva, lo cual no debe considerarse como un amor ejemplar y abnegado,
sino como una estúpida negación de la vida. Hay tantos objetos de amor en el
mundo, que encerrarse en uno solo es atentar contra el propio flujo de la
vida. Extraído de "Filosofías del Underground de Luís Racionero".
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