Autor:
Guillermo Piquero
I parte
La Europa aborigen
(Vida y muerte del viejo
mundo)
Capitulo II
La muerte del viejo mundo
(La irrupción de la guerra y
el patriarcado)
“El tipo de sociedad esclavista
que consiguieron imponer las oleadas de pastores seminómadas indoeuropeos
que empezaron a asolar las antiguas aldeas y ciudades matrifocales, a partir del
4.000 a.C., al principio esporádicamente, no buscaban el bienestar y la armonía
sino la dominación para extraer, acaparar y acumular las producciones de la
vida; es decir, crear Poder, a cualquier precio, con toda la violencia necesaria
y con los quebrantamientos de la autorregulación de la vida que sus objetivos
requisieran, con tal de sedimentar su Poder contra esta vida humana
autorregulada. Para esto, para devastar, luchar, conquistar, expoliar y
acaparar se requiere un tejido social distinto del que se crea para el bienestar
y conservación de la vida, partiendo de lo maternal. Un tejido de guerreros,
de jefes de guerreros, de linajes de guerreros, de esclavos, de jefes de
esclavos, de líneas de mandos, de mujeres disciplinadas y dispuestas a acorazar
y adiestrar criaturas, es decir, de cambiar la maternidad por la construcción de
los linajes verticales y organizar la crianza de esos futuros guerreros
dispuestos a matar y esclavos dispuestos a dedicar sus vidas a trabajar para
los amos.” Casilda Rodrigañez.
1) LAS INVASIONES
INDOEUROPEAS.
“Los padres de nuestra
civilización descubrieron lo que hay que hacer para convertir a un toro en buey
y poder utilizar su fuerza sumisa para tirar de la carreta o labrar los campos:
castrarlo cuando es muy pequeño; entonces inventaron la ganadería,
tener un montón de vacas, de ovejas o de lo que sea, reproduciendo lo que
interesa; se trata de dominar a la especie en cuestión para reducir su vitalidad
sin matarla del todo para poder explotar la producción de esas vidas mutiladas.
Este arte de la dominación, de la devastación y de la explotación lo aplicaron a
la sociedad humana, para conseguir ejércitos para las guerras de conquista, y
esclavos para el trabajo forzado”
Casilda Rodrigañez.
Como hemos visto hasta ahora
de manera esquematizada, hubo un tiempo en el que existió una cultura y unas
sociedades de las que no nos hablan los libros de historia. Estas culturas
terminaron por no dejar prácticamente ni rastro. Sólo en este último siglo, y
gracias sobre todo a la arqueología, comenzamos a atisbar lo que hasta ahora se
nos escondía pero, ¿Qué ocurrió en Europa y en el mundo para que progresivamente
fueran desapareciendo las diferentes expresiones sociales, artísticas y
culturales de las llamadas “Culturas de la celebración de la vida”?.
“En realidad, los primeros
episodios de civilización patriarcal en esta zona (Vieja Europa), datan de
mediados del 4000 a.c., y se irán desarrollando hasta el 500 a.c.
cuando en esa misma zona se concreta la civilización actual, con reglas y leyes
desarrolladas que abarcan todos los aspectos de la vida humana del contrato
social moderno. Sabemos que nuestro Derecho se basa en el Derecho romano y éste
a su vez en el griego. Hasta ahora la civilización humana y su historia
arrancaba de ahí; pero hoy, gracias a la “revolución arqueológica, que además ha
tirado de la manta de todos los otros indicios (mitológicos, psicoanalíticos,
antropológicos, biológicos), tenemos a nuestro alcance saber como vivían los
humanos de aquellos lugares entre el 7000 y el 3500 a.c. cuando prevalecía un
modo de vida humana con características esencialmente distintas, y cómo fue y
qué ocurrió en la Vieja Europa durante una transición de 3000 años, desde
mediados del cuarto milenio a.c. cuando empezaron las oleadas de invasiones del
Norte, hasta el 500 a.c.” Casilda Rodrigañez, “El asalto al
Hades”.
Parece ser, aunque hay
investigadores que lo rebaten, que “a partir del 4.400 a.C. Europa comienza a
sufrir el ataque de pastores nómadas que trajeron consigo el final de la cultura
neolítica de la Vieja Europa gradualmente en tres etapas: 4.400-4.200,
3.400-3.200 y 3.000-2800 a.c.
Estas primeras etapas no
trajeron en casi ningún o en ningún caso a los pueblos históricos que conocemos,
sino que griegos, latinos, celtas, germanos y eslavos se superpusieron a
originarios pueblos y lenguas. Los indoeuropeos en su conjunto parecen
caracterizarse por un cambio de costumbres y hábitats: nueva religión masculina
por su sociedad patriarcal con instituciones sociales y especialización social
por la presencia de guerreros; sociedad guerrera y por tanto poblados
fortificados en lugares altos y predominantemente estratégicos; supusieron
también el desarrollo del comercio en Europa y el uso del Bronce; su típica
edificación era el mégaron y su cerámica característica la de meandros y
espirales". (Extraído de “La llegada de los indoeuropeos a Grecia”).
“Se produjeron las invasiones
de bandidos indoeuropeos, de pueblos nómadas desconocedoras de la agricultura,
que residían en zonas donde los recursos alimentarios habían sido abundantes.
Pero tras sobrepasar sus límites y empezar a escasear y necesitados de pastos
para alimentar a sus rebaños, atravesaron e invadieron territorios ajenos, en
busca del codiciado alimento, saquearon, devastaron las codiciadas regiones y
terminaron destruyendo gran número de pueblos y modificando la estructura
social.
Fueron los arios, los
luvianos, los aqueos, los kurgos, los hebreos, los dorios: las oleadas de
migraciones que según Gimbutas asolaron Europa en tres fases: la ola nº 1 del
año 4300 adne, la 2ª ola del año 3200 adne y la nº 3 del año 3000 adne.
Conquistaron otras regiones y
destruyeron culturas de muchas regiones, en donde impusieron sus ideologías.
Y se generalizó el patriarcado por la fuerza de la violencia y la guerra: "según
Gimbutas la cultura patriarcal de los indoeuropeos supuso la destrucción de una
cultura uniforme, matriarcal y pacífica, que había perdurado en toda la Europa
antigua durante veinte mil años atrás, del Paleolítico al Neolítico." (Eliade,
1990: 184). [...]
Los pueblos semíticos estaban
invadiendo el mundo de los sistemas de la Madre Diosa, con lo que las mitologías
de orientación masculina se volvieron predominantes, y la Madre Diosa se
convierte... pues en algo así como la Abuela Diosa, algo muy, muy lejano en el
pasado. (Campbell, 1991a. 240 y 241).
Durante los primeros mil años
de su existencia, esos primeros pueblecitos fueron capaces de sobrevivir sin
murallas de protección. Sin embargo, sobre el sexto milenio antes de nuestra
era, y sobre todo durante el quinto, las murallas empiezan a ser evidentes... y
eso nos indica que violentos pueblos guerreros empezaban a amenazar
ocasionalmente a invadir y saquear los ahora comparativamente ricos
asentamientos de los pacíficos destripaterrones. (Campbell, 1994: 202).
... la parte (coloreada en su
mapa) indica la zona de extensión continua, desde Europa hasta la India, de las
florecientes civilizaciones matriarcales antes de la irrupción de las hordas
bárbaras de las estepas y los desiertos... Estos bárbaros (persas, medas,
armenios, baltos, celtas, germanos, eslavos, luvitas, frigios, escitas, kurdos,
albaneses, tracios, griegos, ilirios, vénetos, italiotas) no eran ni de raza
pura ni superiores, salvo en fuerza bruta. En todas partes destruyeron
civilizaciones (matriarcales) (Van Lysebeth, 1990: 30).
En particular, a través del
estudio de las representaciones antropomorfas de arcilla (figurillas)
procedentes de contextos arquitectónicos arqueológicos, trató de demostrar, para
su propia satisfacción (Gimbutas, 1970, 1980, 1982) y la del público (Eisler,
1987) que la sigue, el contraste entre el carácter pacífico de esos pueblos
amantes del arte de la "civilización de la Europa Antigua" y el de la sociedad
que la destruyó: los invasores kurganes indo-europeos, patriarcales, jerárquicos
y amantes de la guerra. (Ruth E. Tringham, 1999: 101-102).
Los saqueadores robaban las
valiosas propiedades de las sociedades agrarias sedentarias, incluyendo como
botines sobre todo a las valiosas mujeres, con sus conocimientos y sus
facultades procreadoras.
Por lo que surgió la
necesidad de defenderse del acoso, el robo y el rapto de los asaltantes. En
principio, también las mujeres recurrirían a la violencia y la guerra para
defender sus posesiones apetecidas por los saqueadores: ahí están los numerosos
testimonios de mujeres guerreras que así lo corroboran.
Pero debido a los cambios
profundos producidos a lo largo del tiempo y a la continua sangría de las
guerras y dada la necesidad de hacer frente a las bajas y aportar los necesarios
recursos humanos para evitar la extinción humana y aumentar el poderío del clan,
se quedaría la mujer en su papel exclusivo de procreadora.
Y para evitar la provocación
de los violadores, para que no estuviesen expuestas al rapto y para evitar que
se expusieran a peligros, que implicasen el riesgo de morir y por tanto el
abandono de su prole, que correría igual suerte, se impondrían a las mujeres
restricciones en su libertad de movimiento y se les prohibiría el desplazamiento
lejos del hogar, por caminos solitarios; se las encerraría, con lo que significa
de limitación cultural y pocas posibilidades de cambio. Y con la limitación de
la libertad femenina, se fue pronunciando más el estado de sometimiento. Y
consecuencia de ello sobrevino la revolución patriarcal y en unos pocos siglos
la subordinación femenina.” Francisca Martín-Cano
“Ha sido la arqueóloga de
origen báltico Marija Gimbutas la que más en detalle ha analizado
este proceso (“Begining of the Bronze Age”). Para empezar, respecto a las
fechas, las excavaciones masivas realizadas después de la II Guerra utilizando
técnicas nuevas de datación, indican lo siguiente: que la transición de la Edad
del Cobre a la del Bronce sucedió mucho antes de lo que se pensaba (sucedió
entre 3500 y 2500 a.c.), pues es por esas fechas cuando aparecen las primeras
aleaciones de cobre-arsénico y de cobre-estaño. Por lo tanto, la extensión
temprana de la metalurgia del bronce a Europa está estrechamente relacionada con
las irrupciones crecientes de aquellas tribus de pastores seminómadas
(los kurgos) provenientes de las estepas eurásicas. Como en dichas estepas no
había cobre, aquellas gentes de a caballo aprenderían las técnicas metalúrgicas
de los transcaucásicos (pues en los montes del Cáucaso ya se conocía la
metalurgia del bronce en el V y IV milenios) y más tarde explotarían ellos
mismos esa zona.
Esos hechos marcaron una gran
encrucijada de la civilización: aquellos pueblos cuyo sistema social se
basaba en la jefatura, en la jerarquía y en el predominio patriarcal utilizaron
por primera vez los metales y el caballo para la guerra. Y cambió
completamente el escenario cultural”. Josu Naberan, “La vuelta
de Sugaar”.
Esta teoría global de la
extensión de los pueblos indoeuropeos por Europa y Asia es pues la de la
arqueóloga lituana Marija Gimbutas, enunciada entre los años 60 y
70. Para ella, uno de los rasgos definitorios de la cultura indoeuropea es lo
que se ha denominado como Kurganes (palabra eslava que designa tumbas, aplicada
ésta a unas tumbas enterradas y cubiertas que forman un montículo). Pues bien,
situado el punto de origen de los pueblos indoeuropeos en el sur de las estepas
de la actual Rusia, Bielorrusia y Ucrania, las gentes de estas tumbas se fueron
extendiendo en diferentes oleadas de migraciones.
Sobre la importancia
histórica del momento Josu Naberan recalca: "La invasión de los
“bárbaros” y la caída del Imperio Romano no fue más que un episodio entre
indoeuropeos. El cambio sustancial ocurrió en Europa varios milenios antes (hace
unos 5000 años) con la irrupción de los “Kurgos”. Eran los primeros pueblos de
habla indoeuropea y reciben sus nombres de los túmulos (Kurgan) que empleaban
para enterrar a sus muertos”.
Según la “Gran
Enciclopedia Larousse”: “Los pueblos indoeuropeos constituían tribus
guerreras bien organizadas, que conocían el caballo y la metalurgia del hierro
(arios, hititas y aqueos). Su hábitat primitivo es objeto de controversias; se
trata quizás de las estepas que se extienden del Dnieper al Kazajstain. El
estudio del léxico indoeuropeo ha permitido determinar su modo de vida
(agricultura y ganadería), sus estructuras sociales (organización patriarcal,
jerarquización de los estamentos: religioso, guerrero y agricultor) y su
religión (culto a los antepasados, adoración del Dios Celeste)”.
Los “Kurgos”
eran pueblos de pastores semi-nómadas que vivían en grutas o pequeños poblados
de temporada, conduciendo el ganado de un sitio a otro por las anchas estepas
situadas entre el norte del Mar Negro y el Caspio, donde se sitúa probablemente
su origen. Eran tribus organizadas según el sistema de jefatura y
descendencia patrilineal, y adoraban a dioses guerreros masculinos. El hacha, el
puñal y la espada constituían los símbolos del poder divino. Domesticaron el
caballo y aprendieron la metalurgia del bronce de los caucásicos hacia el 3500
a/C, y aplicaron por primera vez los metales y los animales para la guerra. He
ahí el salto cualitativo. A partir de entonces, y debido fundamentalmente al
crecimiento demográfico y al cambio de clima atlántico a suboreal que desecó las
estepas, empezaron a emigrar masivamente hacia Europa. Según la arqueóloga
M.Gimbutas, partiendo del Sur de las estepas de la actual Rusia,
Bielorrusia y Ucrania, se extendieron en tres grandes invasiones, la última de
ellas hacia 3000-2800 a/C.
De la “Gran Enciclopedia
Larousse” extraemos:
Comparación entre la cultura
Europea pre-indoeuropea y la cultura de los Kurganes (Según Marija
Gimbutas).
CULTURA DE
LA ANTIGUA EUROPA CULTURA DE LOS KURGANES
Economía:
Agrícola (sin
caballo),
Economía:
Pastoril (con caballo)
sedentaria.
Hábitat:
Grandes
aglomeraciones
Hábitat:
Pequeñas poblaciones
De pueblos y
ciudades.
Con casas subterráneas.
Estructura social:
Sociedad igua-
Estructura social:
Sociedad
litaria, matrilineal.
Patriarcal, patrilocal.
Ideología:
Pacífica, artista,
mujer
Ideología:
Guerrera, hombre
creadora.
Creador.
Del libro de Andrés Ortiz-Osés,
“El inconsciente colectivo vasco” hemos sacado:
“Podría decirse, ciertamente de un
modo general pero no obtuso, que, mientras religión matriarcal-agrícola se
correlacionaría con el comunismo libertario, la religión patriarcal se
correlaciona de hecho con el Estado indoeuropeo, el cual sitúa al frente de su
panteón político-religioso, junto a un dios Padre (Zeus), el garante de su ley
-ley patriarcal que, como ha dicho García Calvo, emerge del sometimiento de la
experiencia matriarcal-femenina de la vida (en Qué es el Estado, La Gaya
Ciencia).
Frente a la madre-mujer como eje de consaguinidad y heredad, la cultura
indoeuropea establece al padre (palabra, por lo demás, indoeuropea) como eje de
la vida familiar y político-social. En lugar de las diosas de la fertilidad y
fecundidad (ritos agrarios y de sexualidad), el dios patriarcal-racionalista.
Finalmente, en lugar del cultivo femenino, del agro, el cultivo masculino del
campo con tecnología falico-agresiva, superproduccionismo y ganadería (que viene
de «ganancia», y que se remite al vocablo indoeuropeo «pecu») Como afirma
Rodríguez Arados, el heroísmo caballeresco (no en vano el caballo es típicamente
indoeuropeo) suplanta al naturalismo, del mismo modo que la divinización del
cielo y del sol suplantan a la vieja divinización de la tierra y la luna. Una
sociedad guerrera belicosamente jerarquizada se enfrenta, pues, a lo que
Humboldt consideraba como la medula de la nación vasca: los labriegos. Thomson
ha estudiado para Grecia el paso del primitivo concepto de «destino terraceo»
(suerte/sorteo de campos) al de ley política (abstracta).
Creo que podríamos establecer
una diferencia entre matriarcalismo
agrario y patriarcalismo «ganadero»
del siguiente modo: mientras que la primera mentalidad es arcaico
-circular o cíclica- (los ciclos de la naturaleza), la segunda es
histórico-lineal o progresionista
“Andrés Ortiz-Oses
He aquí por tanto un momento
clave de la historia mundial. Para muchos historiadores, sociólogos o
antropólogos representa el inicio de una época que aún persiste en la actualidad
bajo otros parámetros pero idéntica en esencia.
“Las dagas de bronce, las
alabardas, los mazos y las hachas de guerra y las flechas de puntas de pedernal
encontradas en numerosos sitios arqueológicos, junto con los ídolos masculinos,
permiten seguir con exactitud las rutas de aquellos indoeuropeos. A partir de
entonces se notan cambios profundos en los registros arqueológicos: aparecen
muchas armas, pero desaparecen el sistema de símbolos y el arte de la Antigua
Europa neolítica; se nota el hundimiento de la agricultura y el auge
de la ganadería, la decadencia de las ciudades y el aumento del nomadismo;
la abundancia de los ídolos masculinos y la desaparición de las representaciones
de la diosa”. Josu Naberan, “La vuelta de Sugaar”
"El
arma de bronce, la espada, el puñal, el hacha de guerra van a reducir todo ello
a la nada, y si bien los conquistadores utilizarán los dólmenes (construidos
hacía siglos por los antepasados de las poblaciones ahora conquistadas) para
enterrar a sus propios jefes, abatirán las estatuas-menhires. (...)Ahora bien,
las poblaciones autóctonas, aun las más pacíficas, no se dejaron reducir
voluntariamente por aquellos guerreros más experimentados que ellos. Y así, a
comienzos de la Edad de Bronce se encuentran diseminados por toda Europa
Occidental huellas de combates, restos calcinados, cuerpos atravesados por
flechas, y sobre todo la preponderancia de una civilización muy diferente a la
anterior” J.C.Perpere, “Les Pierres qui Parlent”.
“Y con el surgimiento de una
sociedad jerarquizada, sobrevino la lucha por el rango jerárquico, por la
hegemonía y por su mantenimiento, la rivalidad entre grupos e individuos, la
obediencia jerárquica y el dominio masculino.
Los jefes, al haber adquirido
el poder por medios violentos (no por vía matrilineal), su autoridad no estaba
legitimada, ni tenía origen Divino, por lo que no serían reconocidos
automáticamente.
Consecuentemente tendrían que
recurrir a la violencia para afianzar su autoridad; para conseguir sus fines;
como mecanismo de promoción social; por rivalidad; para sofocar las luchas
intestinas por el poder. Y se legitimó por tanto las espantosas guerras y los
constantes enfrentamientos.
Y así los déspotas habían de
apoyarse en la fuerza militar, muchas veces reclutada de forma obligatoria,
haciendo uso ¿legítimo? de la coerción física, para imponer la ley y el orden. Y
hacían la guerra para conquistar otros pueblos y así poder acceder a las
materias primas y para posesionarse de los bienes ajenos; para avasallar a los
pueblos vecinos e imponerles las propias creencias; para defenderse de enemigos
que saqueaban sus propiedades y que a pesar de sus defensas, terminarían al fin
siendo derribados y sustituidos por otros.
Y como en las batallas
aumentaría la sangría demográfica, resultaría imprescindible muchos
descendientes, por lo que las máquinas humanas femeninas estarían esclavizadas
ocupadas (embarazadas) en satisfacer los deseos masculinos, para que los
ejércitos pudiesen hacer frente al fenómeno cultural de la guerra.”
Francisca martín-Cano.
Y aunque no podemos hablar de
cambios radicales, es decir, de la noche a la mañana, si es verdad que
progresivamente, y a medida que los pueblos patriarcales se iban expandiendo por
Europa, irán a la par desapareciendo las antiguas sociedades de “la cultura de
la celebración de la vida”
“Durante la larga transición
entre la matrística y la generalización del patriarcado, como dice Riane Eisler,
hubo formas, normativas, instituciones que resultaban de los pactos entre los
dos modos de vida, que reflejaban la correlación de fuerzas en cada situación y
en cada momento. Las mujeres, explica también Eisler, siempre fueron propicias a
la negociación para evitar las guerras y las muertes. Según Bachofen, la primera
forma de matrimonio, el matrimonio demétrico, fue un pacto propuesto por las
mujeres para paliar la violencia sexual de los hombres. Hubo quienes optaron por
la guerrilla (las amazonas), hubo gobiernos matriarcales que levantaron murallas
en torno a sus ciudades. La transición no fueron unos cuantos años ni unos
cuantos siglos: fueron, según los lugares, entre 3 mil y 4 mil años, con
tiempos de guerra, treguas, tiempos de paz pactados con fronteras, situaciones
de coexistencia y de vecindad; hasta que el antiguo modo de vida fue quedando en
zonas muy aisladas (como en el Caribe hasta el siglo XV d.c.) o en las
catacumbas (cultos a la diosa, brujas, etc.)” Casilda Rodrigañez,
“El asalto al hades”.
Según Francisca
Martín-Cano la instauración del matrimonio patriarcal tenía como
consecuencia:
(a) - El establecimiento de
la herencia patrilineal, por lo que la propiedad del suelo
cultivable pasaba a los hijos varones. Por ello la mujer dejó de ser dueña de
los frutos del campo y ya no podía autosostenerse económicamente.
(b) - Al perder la mujer su
valor económico, sólo se la valoraba en su función de esposa y madre de muchos
hijos. Dado el exclusivo papel de procreadora que la esposa tenía en la familia
patriarcal, estaría siempre embarazada. Así que los esposos acudirían a otras
mujeres para que les proporcionasen placer, con lo que la demanda de prostitutas
incrementaría la oferta. Comenta Kneissler en (1993, 64) de la sociedad
patriarcal griega: "Cuando no estaban embarazadas, los maridos se limitaban a
cumplir desapasionadamente tres veces al mes con sus deberes conyugales." [Se
sabe que en Atenas, se estableció la institución del matrimonio y la familia
patriarcal, por primera vez, en época de Cecrops. El hecho se cuenta como
castigo a las mujeres atenienses, tras Atenea haber dado nombre a la ciudad, en
su contienda con Neptuno / Poseidón. Para calmar al derrotado Neptuno que quería
darle su nombre, Cecrops, padre de Atenea, tomó la decisión, según los autores
de la Enciclopedia Espasa, Tomo 33 (1988, 1005) (que citan a Giraud-Jeulon) de
castigar a las mujeres: "... y entonces, para desagraviar al dios se impuso a
las mujeres los siguientes tres castigos: a) se les quitó el derecho de votar;
b) se prohibió que en adelante los hijos llevaran el nombre de sus madres y c)
despojarlas del título de ciudadanas, de manera que quedaran reducidas a ser
meras esposas de los atenienses." Decisión, que muestra el mecanismo psicológico
que castiga a las mujeres para quitarles el poder. A partir del castigo
patriarcal, los hijos llevarían el nombre de sus padres varones (patrilinealidad),
cuando antes llevaban los de sus madres (matrilinealidad). Lo que traduce la
institución del matrimonio y de la familia patriarcal].
(c) - Además, a principios de
la época histórica, aún pervivían costumbres de gran libertad sexual femenina,
vestigio del matriarcado. Dada la consideración de valor sagrado que tenía el
acto sexual en la antigüedad, considerado un acto de Fertilidad, no estaba
todavía limitada la sexualidad femenina, si aún no había llegado al matrimonio.
Por lo que en principio, no se exigía la virginidad femenina antes del
matrimonio y podían prostituirse para ganar dinero.
(d) - Por otro lado al
establecerse el matrimonio a cambio de una recompensa, para que un varón
sostuviera a su pareja, se exigió la dote a la novia, exigencia que manifiesta
su consideración desvalorizada. Dado que los padres no asumían el pago de la
dote, la mujer tuvo que ejercer la prostitución, como única vía que le permitía
la ocasión de autoproporcionársela. Y de ahí que el ejercicio de la prostitución
no le impidiese contraer ventajosos matrimonios [como aseguraba Plinio en
referencia de Sechi (1993, 297)] y que a los occidentales tanto asombraba”.
“En Oceanía, al
igual que en el resto del universo, también se dio la revolución patriarcal, y
los varones se apropiaron de las funciones femeninas. Por ejemplo se apropiaron
de las prácticas que las Sacerdotisas realizaban en las ceremonias religiosas.
Apropiación masculina que se codifica en mitos, como apropiación masculina de
instrumentos musicales. Y apropiación existente en regiones tan alejadas como en
Grecia, donde Apolo se apropió de la lira de las Sacerdotisas Délicas y Pan se
apropió de la flauta siringa de la Ninfa Syrinx / Siringa (y a partir de
entonces la siringa pasa a denominarse flauta de pan). También se apropiaron de
los instrumentos de música que tocaban las mujeres, en regiones americanas,
donde los Xinguanos amazónicos, se apropiaron de las flautas femeninas. E igual
ocurrió en Colombia, Brasil, en regiones de Tierra del Fuego y en Australia,
donde los varones se apoderaron de los bramadores, objetos que estaban, según
afirma Husain en (1997, 22): "... antaño bajo la custodia de las mujeres, hasta
que les fueron arrebatados por la fuerza o un timo." Francisca
Martín-cano, “Culturas de Oceanía: Manifestaciones artísticas
prehistóricas y primitiva arqueología”
“En contra del “muttertum” y
de la reproducción grupal, se instaura el concepto de linaje, de relación
vertical individual, y se fijan las reglas de la jerarquía familiar, de la
transmisión individual y vertical de la propiedad, etc.;
el hijo no es la criatura de
las entrañas que pertenece (en sentido de procedencia por lugar físico) al grupo
de la madre, sino el “filium”, el que es elegido porque sigue al padre. En la
familia patriarcal la madre “pertenece” al padre, y esa “pertenencia” es con
sentido de propiedad, y su destino es reconocerle como su superior y seguir sus
órdenes, heredar sus bienes y seguir el desarrollo del patrimonio” Casilda
Rodrigañez.
“Entre los romanos la palabra familia ni siquiera
se aplica a la pareja conyugal y a sus hijos, sino tan sólo a los esclavos.
Famulus quiere decir “esclavo domestico”, y familia es “el
conjunto de esclavos pertenecientes a un mismo hombre”. En los tiempos
de Gayo la familia, id est patrimonium (es decir, herencia), se
transmitía aún por testamento. Esta expresión la inventaron los romanos para
designar un nuevo organismo social, cuyo jefe tenía bajo su poder a la mujer, a
los hijos y a cierto número de esclavos, con la patria potestad romana y el
derecho de vida y muerte sobre todos ellos”
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“Para fijar las leyes, el
hombre desplegó un astucia increíble: inventó un ser todopoderoso, dueño y señor
de todo cuanto existe; su inexistencia se camufla en su intangibilidad e
invisibilidad, que a su vez se justifican porque habita en las alturas; no se le
ve porque reina en los cielos (esta metáfora tan ingenua, que parece lo de la
cigüeña que trae a los niños, perdura hasta nuestros días). Este personaje al
que le debemos la existencia porque nos ha creado y nos da el aire y el alimento
y todo cuanto existe, porque todo es suyo, nos indica lo que hay que hacer y
como hay que vivir: nos da las leyes (véanse las mitologías hebreas (Yahvé) o
mesopotámicas (Marduk) o griegas (Zeus)).” Casilda Rodrigañez.
"Zeus, Javhé y todos los
dioses masculinos juntos lograron destronar y expulsar a la Gran Diosa y nació
una mestiza: la cultura y la civilización griega, representada por Apolo, dios
de la razón. Los mitos griegos, como abanderados de esta nueva civilización,
reflejarán a nivel simbólico este vuelco cultural, social y político". Josu
Naberan, “La vuelta de Sugaar”.
La civilización griega debe ser desterrada
de nuestro imaginario como origen de la sabiduría.
Como hemos comprobando hasta ahora, muchos miles de años antes ya existía una
cultura mucho más avanzada y universal que la helénica y que además no
necesitaba de esclavos ni de guerreros para mantenerse. La mitología Griega está
elaborada con retales de saberes y creencias muchos miles de años anteriores a
la elaboración de esos famosos mitos. Estos saberes y creencias (de los cuales
hablaremos más adelante) tienen su origen, como poco a poco se irá descubriendo,
en los pueblos aborígenes europeos. Más tarde, los griegos y otras culturas
guerreras readaptaron la milenaria cosmovisión indígena y distorsionaron su
contenido (pues su conocimiento les llego fragmentado), simbolizando
metafóricamente en sus mitos el triunfo de la revolución patriarcal sobre las
condiciones de vida anteriores, en las que la mujer tenía un protagonismo social
que en modo alguno se corresponde con lo que nos quieren hacer creer los libros
de historia.
“Javier de Hoz,
en la introducción a la edición de “La Iliada” de Espasa Calpe, explica
que esta obra fue una empresa publicitaria encargada por el rey de Micenas para
ser recitada en el ágora. Se trataba de erradicar la memoria social todavía
existente en el último milenio a.c., acerca de la sociedad humana pre-patriarcal;
memoria que se mantenía con cuentos y coplas transmitidos por tradición oral. La
escritura, la literatura escrita, en manos de los poderosos, aparece así para
fijar la versión de la historia que da la vuelta a las guerras y a las
conquista que aniquilaron la sociedad matricéntrica”. Casilda Rodrigañez,
“El asalto al Hades”.
“Metis es la diosa
preolímpica de la sabiduría. Fue la primera esposa del dios del cielo, Zeus.
Este la engaño haciéndola muy pequeña y tragándosela cuando ella estaba
embarazada de Atenea. Sólo después de haberse hecho adulta, Atenea surgió de la
cabeza de su padre ignorando totalmente que tenía una madre” (Itsaso
Colina Olabarria, “Atenea o la niña que perdió su ombligo”)
Según R.Graves
“el tema principal de los mitos griegos es el modo en como las mujeres se
convirtieron de seres sagrados en esclavas, gradualmente, a lo largo de la
historia”.
Sobre la antigüedad del pueblo griego
Villar afirma: "Por otro lado que los griegos son un pueblo indoeuropeo
está fuera de toda duda, si bien no voy a demostrarlo, pues ya lo está
lingüísticamente en los estudios de gramática. Sin embargo, ni son los
habitantes autóctonos de Grecia ni siquiera los primeros indoeuropeos que
llegaron a estos lugares: no son la población neolítica que allá el 7000 a. C.
habitaba Grecia, sino que llegaron a ella hacia el 2000 a. C. en plena Edad del
Bronce. El final del III milenio se asocia arqueológicamente con una fuerte
destrucción en la Argólide y el Ática, marcada por el incendio de los
asentamientos existentes; estas destrucciones son también visibles en Troya II,
en el sur de Anatolia (en Beicesultán) e incluso Palestina. Tales destrucciones
suponen una ruptura, ya que hay cambios en todos los órdenes. Se suelen asociar
a la llegada de dos pueblos inmigrantes de forma paralela, hablantes unos de una
forma primitiva de griego para Grecia y hablantes otros de lenguas anatolias
(luvita, hetita y palaíta; el imperio hetita parece nacer hacia el siglo XVIII
a. C.)".
Por su parte, Arnaiz y Alonso
afirman: “La invención del mito de Grecia (toda la cultura viene de Grecia) en
el siglo XIX por Alemania, Inglaterra y otras potencias occidentales no
mediterráneas, ha ocultado el antiguo patrimonio circum-mediterráneo en el que
hubo durante milenios un flujo genético y lingüístico entre los pueblos
ribereños y de oriente Medio, incluido el Caúcaso” “Caucásicos, turcos,
mesopotámicos y vascos”.
Por lo tanto no es casualidad
que esta sociedad actual, tome como ejemplo a Grecia ("toda la cultura viene de
Grecia") y la eleve a mito, pues representa la consolidación en Europa de una
nueva era que se prolonga hasta la actualidad: La Era Patriarcal y guerrera.
El sistema de creencias sufrió un vuelco y los mitos fueron suplantados o
cambiados de significado.
“En la antigua Europa, el
color negro significaba el humus fértil y la vida (así queda también reflejado
en el euskera), mientras que el blanco denotaba la palidez del hueso y de los
cadáveres, es decir, la muerte; en adelante sería al revés. El Toro estaba
relacionado con la luna y la regeneración (con la diosa), pero en adelante
significará la fuerza y el poder del dios masculino (Zeus). Y, como relata el
viejo mito, Zeus-Toro raptó a Europa”. Josu Naberan,
“La vuelta de Sugaar. “
"Y el mismo origen
etimológico (“ma”) tiene la voz latina “mas-maris” que, casualmente, no
significa “hembra”, como hubiera parecido lógico, sino “varón”, “macho”. Es
decir, que incluso el nombre para designar al hombre es un derivado de un nombre
de mujer. Ya lo vimos al referirnos a la voz cantabro-vasca “ander” (señora),
que sin embargo se ha convertido en griego en “varón”, “hombre”.” J.M.
Rivero Meneses, “Cantabria cuna de la humanidad”.
“Según Arnaiz y
Alonso, y según su estudio basado en las grabaciones en estelas
funerarias neolíticas (...), Anderea en el vasco actual es mujer; y en el griego
actual es hombre. La coincidencia del andrea vasco y el andrea griego nunca me
había llamado la atención, pero tras descubrir el parentesco entre el vasco y el
minoico, la pregunta es: ¿tiene esto algo que ver con lo que dice Moia de que en
la literatura griega clásica, se traduce sistemáticamente “madre
” por “padre
”?
En el euskera de las estelas neolíticas jaune es señora; y en el euskera que hoy
se conoce, es señor. ¿Acaso este cambio acontecido en algún momento después del
Neolítico, se debe a lo mismo que el cambio entre el griego antiguo y el
moderno? ¿Son transferencias del significado de los símbolos que acompañan a la
construcción del orden simbólico patriarcal, que no pudiendo prohibir la voz de
las gargantas trastocan su significado? ¿Tiene este cambio algo que ver con el
surgimiento de esa forma de existencia, en la que según palabras de Lea Melandri,
el existir de la mujer se hallase ya incluido en una forma de existencia (mujer,
madre, hija, etc.) que la niega en cuanto a mujer? ¿En la que ser madre
significa existir y usar el propio cuerpo en función del hombre?”. Casilda
Rodrigañez, “El asalto al Hades”.
Por lo tanto he aquí el
inicio del patriarcado. He aquí el inicio de la guerra y de la conquista como
motor de la historia. He aquí el inicio del imperialismo a gran escala, del
racionalismo cultural, de la destrucción del medio, del militarismo, del
sometimiento de las culturas indígenas, etc., etc., etc... En definitiva, he aquí
el origen de la civilización que padecemos.
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