Autor:
Guillermo Piquero
III parte.
En busca de la lengua aborigen.
Siguiendo el rastro del euskera
Capitulo III
Siguiendo el rastro del euskera por los países
mediterráneos.
“La invención del mito de Grecia (toda la cultura viene de
Grecia) en el siglo XIX por Alemania, Inglaterra y otras potencias occidentales
no mediterráneas, ha ocultado
el antiguo patrimonio circum-mediterraneo en el que hubo
durante milenios un flujo genético y lingüístico entre los pueblos ribereños y
de oriente Medio, incluido el
Cáucaso”
Ya hemos visto en el capítulo anterior como Antonio Arnáiz
Villena y Jorge Alonso García descifran el ibérico-tartésico a través del
euskera. Pues no se queda ahí la cosa. Los autores traducen, a lo largo de otros
tres libros diferentes, los textos supervivientes de las culturas minoica,
cretense, etrusca, egipcia, bereber, guanche, caucásica, hitita, sumeria y
hurrita desde el euskera antiguo. Además, elaboran una serie de comparaciones
entre los vocablos de estas diferentes culturas que permiten descartar las
simples coincidencias casuales, dada la intensísima similitud lingüística entre
ellos. Semejante trabajo, que revoluciona la lingüística y la protohistoria, ha
pasado desapercibido y ha sido despreciado por la mayor parte de la gente. Gran
error, pues demuestra que el euskera es el mayor tesoro lingüistico que tiene la
humanidad. Además el significado de dichas traducciones corresponden
asombrosamente con la llamada “Cultura de la Diosa” Neolítica. De esta forma las
piezas del puzzle están terminando de encajar:
“Nuestra metodología para traducir el sumerio, el hitita y
el hurritas e ha basado, pues, en las siguientes premisas:
1) El conocimiento del lenguaje religioso-funerario
común a iberos, tartéssicos, etruscos, egipcios, guanches y minoicos, que ha
sido descifrada a partir de la traducción
vasco-española. Esta religión de la madre (AMA), el camino
del difunto (ZEN) hacia la otra vida después de la muerte a través de la puerta
(ATAN), las llamas (KAR), está salpicada de estas y otras palabras, en total más
de 300(...); las lenguas ibérico-tartéssica, etrusca, lineal A cretense,
líbico-bereber, guanche, egipcia y vasca poseen, pues, una serie de cognatos
comunes. Además de las palabras estrictamente funerarias han aflorado otras en
el contexto de plegarias y fórmulas de ruego a la divinidad empleadas, que ha
sido el comienzo de la reconstrucción de otras inscripciones y del lenguaje
minoico.
2) La comparación de cognatos entre las lenguas
muertas (usko-mediterraneas) con la traducción vasco (euskera)-española,
suponiendo al vasco como un remanente de la lengua primitiva que, con variantes,
se hablaba como mínimo en la zona detallada en la figura 1 de este libro. Estas
lenguas pertenecían a la familia na-dene caucásica, hablada en tiempos
neolíticos en el Mediterráneo y Eurasia, que fue posteriormente sustituida por
las llamadas lenguas lenguas euroasiaticas. La familia denecaucásica de lenguas
hoy se encuentran distribuidas en América, Asia, Europa y con toda seguridad
África.
3) La constatación de que el vasco se ha mantenido
inalterado en un grado mayor que otras lenguas, ya que las relativamente escasas
dominaciones que han sufrido los vascoparlantes no han logrado desvirtuar la
lengua inicial hasta el grado de otros ejemplos (como el bereber por la
abrumadora arabización).
4) La también premisa de que individuos que hablan
vasco y español pueden estar más preparados para el trabajo presente de
desciframiento de las lenguas mediterráneas muertas del grupo na-dene caucásico.
La pronunciación de vocales en el español y en el vasco es muy similar; (...)
Después de los trabajos de asignación de sonidos a la escritura
ibérico-tartésica, al etrusco y al lineal B cretense, sería mucho más fácil para
personas que hablan vasco y español localizar cognatos de una temática especial
(religioso-funeraria) que para, por ejemplo, un inglés o francés. Estos últimos
tienen una pronunciación de vocales que no se parece en nada a las del vasco y,
por tanto, a la postulada lengua mediterránea primitiva, na-denecaucásica.
La lengua castellana, más ampliamente conocida como
española, tiene para nosotros un sustrato vasco-ibérico sobre el que actuó el
latín impuesto por Roma. No es tampoco nuestra intención hacer un estudio
gramatical, por el momento. Las formas gramaticales concretas son a veces muy
variables enter los dialectos aun de una misma lengua (ejemplo: GARA Y GERA
significa en vasco “somos”. Las dos formas son utilizadas en una u otra manera
según las zonas del País Vasco; ZU, usted, era hace poco tiempo plural, que hoy
se considera ZUEK, ustedes). Existen otros ejemplos; la metodología gramatical
no es más persistente entre lenguas o dialectos emparentados que las raices de
ciertas palbras básicas de un mismo significado”.
“(...) Hasta hace bien poco (antes de que se unificase el
vasco en el “batua”” hacia 1960), DEGU (“tenemos”) era guipuzkoano, DOGU era
vizcaíno y DUGU navarro. Actualmente se dice DUGU. Éste es uno de los muchos
ejemplos de la volatilidad de las vocales en vasco y otros muchos idiomas, que
pueden variar de aldea a aldea (véanse los ejemplos de zapoteco y mixteco, en
los valles de Oaxaca, con múltiples dialectos difícilmente inteligibles entre
sí)”. “(...) El grupo de lenguas detalladas no es exhaustivo y se ampliará en
próximos trabajos. Nosotros hemos propuesto el nombre de lenguas USKAS al grupo
de lenguas mediterráneas que incluyen entre otras el vasco o euskera y las
muertas siguientes: ibérico-tartésico, etrusco y lineal A. En la mayoría de
estas lenguas la palabra uska/o parece utilizarse para nombrar a los que vienen
“de los puros” (es decir “la propia gente”). “Uts-Ko”, en vasco, sería “de los
puros”, “de los genuinos”.
“Caucásicos, turcos, mesopotámicos y vascos”.
Veamos algunos ejemplos de comparaciones lingüísticas:
La hipótesis de Arnaiz-Alonso para explicar el origen de
estos pueblos es la de que las primitivas poblaciones mediterráneas tienen su
origen en la cultura sahariana. Según ellos, esta cultura fue desplazándose
hacia el Norte al emigrar sus habitantes a causa de la sequía, que convirtió un
área fértil y poblada, con domesticación de animales bóvidos según muestran las
pinturas rupestres, en el actual desierto del Sahara. Para fundamentar esta
teoría han fusionado dos ciencias bien distintas: la genética y la lingüística.
Ya en 1981, el equipo de Antonio Arnaiz afirmaba la existencia de genes
procedentes de los pobladores antiguos del Norte de África en los vascos, en los
españoles y en los sardos. Esta es una de las causas fundamentales que hace a
los autores entrelazar la cultura sahariana y la vasca, dando por sentado que la
primera origina la segunda, aunque también cabría la hipótesis que la emigración
hubiese ocurrido a la inversa, es decir, de la península hacia África, como
parece que comienza a ser demostrado.
Sobre este aspecto Rivero-meneses afirma: “¿Se han
planteado ustedes alguna vez, señores antropólogos, como se las habrían
arreglado para sobrevivir en la gélida Europa, pueblos llegados del centro y del
sur de África que habían permanecido desnudos durante durante toda su historia,
acostumbrados a desenvolverse en un clima tórrido? ¿No se les ocurre pensar que
de haberse producido esa emigración africana con la que sueñan, se habría
dirigido hacia las más templadas costas mediterráneas?Y sin embargo, ¡qué
casualidad!, la Europa helada septentrional fue poblada muchísimo antes que la
meridional más cálida. Lo que prueba nítidamente que los pobladores del
continente euroasiático no procedían de una región cálida sino de una montañosa
y fría...como lo es el tercio septentrional de la Península Hibérica del que
aquellos “pioneros” que afrontaron el poblamiento del planeta eran originarios.
¿Cuándo se puebla la región del Sahara de una forma
significativa?. Pues justa y paradójicamente cuando los fríos polares llegaron a
su fin y la nutridísima población de la
Península Hibérica inició el poblamiento masivo, primero
del Magreb y más tarde de las montañas norteafricanas a los que los griegos, por
“real decreto” impusieron un
nombre como el de Atlas que jamás habían tenido. Y de ahí
la existencia del impresionante yacimiento de grabados rupestres de Slugilla
Lawish, en el Sahara Occidental,
localizado por un ekipo de arkeologos de la UniVersidad de
Girona. Un yacimiento que se extiende por una extensión de roca de cerca de 30
Kms y cuya antigüedad se
estima precisamente en 10.000 años”. Diario Alerta, 17 de
noviembre del 2002.
La cresta del simente también juega: En septiembre del
2005 National Geographic sacó un especial sobre África en el que nos hemos
encontrado algunas sorpresas: En el centro de Nigería está el macizo de Aïr. En
sus escarpadas cumbres habitan unas cabras en peligro de extinción que reciben
el nombre de arruí; pues bien, arru en euskera significa “barranco”. También en
peligro de extinción está un antílope de cuernos en espiral al que allí
denominan adax; en euskera Adar significa “cuerno”. En los bosques lluviosos de
Africa central (esto es la selva del Congo), en el area de los pigmeos mbuti se
encuentra el bosque del Ituri, atravesado por el rio del mismo nombre; Iturri en
euskera es “fuente”.
Pero sigamos con las traducciones realizadas por Arnaiz-Villena.
Por ejemplo, en su último libro Caucásicos, turcos, mesopotámicos y
vascos(2001), en el que presentan un estudio lingüístico y poblacional de
sumerios, hititas y hurritas, afirman que las tres lenguas fueron idénticas o
muy parecidas. Demuestran además, como su escritura cuneiforme y su
transliteración permiten hacer unas traducciones correctas desde el euskera
antiguo.
Los autores engloban estas lenguas dentro de la familia
usko-mediterranea que a su vez es un subgrupo de las denecaucásicas. La familia
usko-mediterránea comprende en su mayoría lenguas muertas excepto vasco, beréber
y caucásicas y serían, al menos, el ibérico-tartésico, etrusco, minoico,
púnico-cartaginés, hitita, egipcio, eblaico, ugarítico, sumerio, hurrita y
elamita. Por su parte, la familia denecaucásica, estaría compuesta por idiomas
vivos: vasco, cucásico (Checheno, ingusetio), beréber, burusho (norte de
Pakistán, cerca del macizo Karakorum), Ket (orillas siberianas del río Yenesei),
chino-tibetano, atabasco (Canadá) y navajo-apache (Estados Unidos). Además las
pruebas genéticas reflejan que todos estos pueblos (uskos) están emparentados y
conformarían el sustrato mediterráneo más antiguo.
La paradoja es que el pueblo griego es el único que no
está emparentado y que, al contrario de lo que nos dicen los libros de historia,
fue el que más tarde se asentó en la zona (después del 2000 a/C). Y es que, como
dicen los autores: “La invención del mito de Grecia –toda la cultura viene de
Grecia- en el siglo XIX por Alemania, Inglaterra y otras potencias occidentales
no mediterráneas, ha ocultado el antiguo patrimonio circum-mediterráneo en el
que hubo durante milenios un flujo genético y lingüístico entre los pueblos
ribereños y de Oriente Medio, incluido el Cáucaso”.
El desciframiento de las lenguas usko-mediterráneas a
través de estelas funerarias ha llevado a su vez al conocimiento (como hemos
visto anteriormente) de que todos estos pueblos tenían un lenguaje
religioso-funerario similar, es decir, compartían creencias y se podría afirmar
que existía una religión neolítica común. Esta tesis toma fuerza cuando se
traducen sus escritos desde el euskera y se puede comprobar que todos hablan más
o menos de lo mismo. Son, al contrario de las traducciones hechas hasta ahora,
textos funerarios con un nexo en cuanto a contenido y en cuanto a vocablos que
se repiten hasta la saciedad: respeto a su diosa (AMA), a la puerta (ATAN), a la
puerta de la oscuridad (ATAN-AS), a los restos del cadáver (SATS), a las llamas
(KAR) y a sus pecados contra la madre (AMA-NATA). La “Diosa Neolítica” queda
reflejada pues en estas traducciones, lo que las dota de un significado que
encaja con la cultura primitiva de todos aquellos pueblos:
“El difunto solicita buena acogida en el lugar de la
ribera donde suelen reunirse los hermanos ya fallecidos para presenciar el
veredicto de la Señora, la divinidad que a veces recibe el título de madre,
señora de los barrancos o de las tumbas, etc.”
“Es conveniente ahora que nos ocupemos de la gran
protagonista del laberinto, de los barrancos del río de fuego o del Tártaro,
analizando la evolución de sus nombres a través de los siglos. Nuestro punto de
partida sería el más primitivo de los conocimientos de esta divinidad
neolítica, que sabemos era la señora de la oscuridad, que es tanto como de los
difuntos; pero igualmente de la fecundidad, generadora de las cosechas” “En los
mismos idiomas de posible origen sahariano: tartesso, ibérico, vascuence,
etrusco, minoico, etc., la palabra ATE significa PUERTA, y resulta ser la más
emblemática de la escatología infernal. Esta “puerta”,
valga la redundancia, también puede conducirnos hasta el final del jeroglífico
de las creencias neolíticas. Su declinación ATEAN (vasco)= EN LA PUERTA aparece
en todas las tablas mencionadas con distintas grafías: ATIN (ibero), ATAN
(etrusco), UTAN (osco), ATANO (Minoico) y aunque a veces aparezca como una “H”
que no se pronuncia o se sustituya la “N” por “M”, su identidad no varía.
Curiosamente también, la encontramos en el dialecto
beréber, como es natural en textos funerarios de monumentos como el Daugga
(Túnez), y se puede rastrear su vieja raíz en los textos religiosos de Sumer y
Egipto. La PUERTA, como hemos repetido en varias ocasiones y el lector ha podido
comprobar en las distintas epigrafías, es casi un sinónimo de sepultura, aunque,
matizando su sentido religioso, es claramente el de un PASO de la vida terrena
al más allá subterráneo” El origen de los vascos y otros pueblos mediterráneos.
Como es lógico no podemos explicar en unas pocas páginas
lo que a los autores les lleva cuatro libros. Por este motivo remitimos al
lector a los mismos si es que quiere
profundizar en este sorprendente y exhaustivo trabajo.
Como ejemplo nosotros recogemos algunos extractos del capítulo referente al
archiconocido “Libro de los muertos”
egipcio.
Extractos de “El vasco en los jeroglíficos egipcios”
Antonio Arnaiz Villena y Jorge Alonso García.
Iniciada la traducción de un fragmento del capítulo 30 B
del “Libro de los muertos”, en lugar de leer las enrevesadas letanías de dioses
con varios nombres dispares cada uno, seres sobrenaturales y frases
irreales, brotaba de aquellas líneas una copia de vocablos semejantes a los
encontrados en la literatura funeraria ibérica, etrusca o líbico-bereber.
La Diosa-Madre, con sus denominaciones de “AMA”
(vasco=”madre”) o “EMA” (vasco=”hembra prolífica”) o “señora” (vasco=”JAUN” o “IUN”),
surgía de los extraños signos con la misma claridad que lo había hecho en los
textos de otros países mediterráneos. El léxico religioso se correspondía
punto por punto con el empleado en la Península Ibérica, Etruria, el norte de
África, etc. Y los exóticos nombres que los actuales escribas habían traducido
resultaban términos unidos, deformación de las transliteraciones, voces del
idioma vernáculo mal interpretadas. Con el uso del idioma euskera, de pronto, la
bruma mitológica que envolvía el sentido de aquellos caracteres, sin el menor
parecido con la realidad, se desvanecía como la niebla perforada por los rayos
del sol. (...)
Una vez más, también nos encontramos con una morfología y
una sintaxis poco desarrolladas, esquemáticas y muy alejadas de todas la
metáforas brillantes, sin duda solo
producto de la fantasía de los primeros egiptólogos. En
aquellos papiros no se hablaba en absoluto de cómo “respirar el aire o dominar
el agua del mundo subterráneo”, de cómo “tocarse en una golondrina” o “de
navegar hacia el Este en el mundo subterráneo”.
El tratamiento recibido por los temas religiosos es mucho
menos imaginativo y más reiterativo, pero a todas luces mucho más serio, sin
apenas alardes de fantasía En
la mayor parte de los casos, bastante lacónico,
aconsejando, como en un manual, el empleo de este sitio o aquella colina a la
misma llegada del cadáver, o simplemente
solicitando con humildad los familiares del difunto tal o
cual sepultura para su deudo.
En estas descripciones se menciona a menudo el papel que
desempeñan las “hermandades” de los creyentes, que se dibujan como eficaces
organizadores de los grandes
cementerios, con calles de tumbas, casas de recepción de
“despojos”, fogones para las distintas clases de incineración. Son muy
frecuentes las alusiones al “río de fuego” del mas allá, a los “vados
resbaladizos que rodean esta corriente de aguas hirvientes”, a la “acogida de la
madre de los difuntos”.
En síntesis, el argumento principal de estos escritos
jeroglíficos es el de unos textos obituarios, que no se diferencian gran cosa
del resto de los conservados de los países ribereños mediterráneos traducidos.
Del “Libro de los Muertos” nos hemos permitido leer la casi totalidad de los
papiros que forman parte de la colección, si bien al lector por cuestión de
espacio le ofrecemos la interpretación, desde el euskera, de un solo capítulo.
Como es natural, y ante la insalvable divergencia de
nuestra versión y la ofrecida por los expertos, en este caso por el señor E.A.
Wallis Budge, hemos comparado nuestro
léxico de origen usko-mediterraneo con las consideradas en
uso por la ciencia egiptóloga. Y en efecto si que coinciden las
“transliteraciones”, o sea el producto fonético
de los caracteres, pero nunca el significado de las
palabras. Así, algunas voces que tienen para nosotros un valor incontestable por
haber sido halladas docenas de documentos distintos, se traducen en las
gramáticas clásicas de manera caprichosa, en ocasiones incluso con sentidos
diferentes según el autor, o consignadas en diccionarios distintos. Durante más
de un siglo, por razones que hemos expuesto en los capítulos precedentes, se han
ido elaborando extraños vocabularios, reglas
gramaticales, y muy en especial “determinantes”, a nuestro
juicio enteramente arbitrarios, que han creado una disciplina apócrifa, absurda
e incongruente. La validez de un principio se sustenta con argumentos revisables
desde el principio al fin. Y la comprobación que legitima nuestras hipótesis es:
1) las premisas filológicas, de que el
egipcio faraónico contenía elementos comunes con los
idiomas no solo líbicos, sino de otros países mediterráneos vecinos; 2) la
religión de los habitantes del Nilo era asimismo heredera de la religión de la
Diosa-Madre; 3) la base genética compartida con las gentes del gran valle con
sus vecinos bereberes y con sudaneses. En conjunto, se constata una estrecha
identidad religiosa, lingüística y genética, desvirtuada por varias influencias,
pero muy especialmente por las traducciones a nuestro juicio fabulosas.
(...)Todas las denominaciones de la “Puerta”, o lo que
representa esa religión, aparecen en todos los papiros, inscripciones de tumbas
y relieves de las pirámides. Los traductores modernos explican que “MAAT” es el
nombre de una localidad, cuando se trata de dos palabras, “AMA-ATA”, unidas por
la peculiar ortografía de los pueblos usko-mediterraneos que provocan una unión
suprimiendo una vocal. “AMA” (vasco)=”madre” es el nombre cariñoso con que se
suele conocer a la divinidad que mora en ultratumba.; ATA es en vasco la
“Puerta”, símbolo de entrada al mundo subterráneo que a veces se pinta en las
tumbas y nombradía de la religión. Coincidencias éstas que no serían una
demostración concluyente si no se multiplicaran hasta alcanzar una totalidad del
cien por cien. “ANA” es para la egiptología el “dios de la mano espaciosa”,
cuando bien sabemos que en euskera es “hermandad” y en la terminología funeraria
las “cofradías” de difuntos. A veces ensamblan dos términos, como en el caso de
“AMASU”, que consideran al “dios de Panápolis”, pero que situado en su justo
lugar son las palabras “AMA-SU”, en euskera el “fuego de la madre”. “UR”, en
euskera “agua”, es un vocablo reiteradamente utilizado por los escribas para
referirse no solo a las “aguas” que corrían en la superficie de la tierra, sino
también en el mundo de ultratumba. “UR” para los técnicos en papiros es un
epíteto de “poderoso”, dado a “RA”, con un cortejo de derivados como “UR-AMA”,
el título de Sumo Sacerdote de Heliópolis, o “UR-MAATBE”, “el poderoso de los
ojos”, nombre de un dios del Panteón tebano; sin embargo, no resulta muy difícil
ofrecer su equivalencia: “UR-AMA” (vasco)=”las aguas de la madre” y
“UR-AMA-ATE-BE” (vasco)=”las aguas de la Madre de la Puerta abajo”. Dentro del
“Libro de los Muertos” tenemos una serie de seres míticos o sobrenaturales, a
los que los egiptólogos no consiguen siquiera asignarles un papel en el Panteón
de las divinidades.
Ciertos diccionarios tampoco los mencionan o expresan su
imposibilidad para señalar sus señas de identidad. Como el número de estos
supuestos seres y dioses sube
al millar, tomaremos sólo unas cuantas muestras
representativas. “AARRU” dicen que era una región donde se situaba el “cielo del
faraón”; en otras ocasiones se identificaba con el paraíso. “ARRU”
(vasco)=”barranco” es voz usada por los escribas para designar una parte del
“cementerio”. “ABBA”, en “El Libro de los Muertos”, es un “dios no
identificado”. “ABA” (vasco)=”hendidura”, lo que es tanto como decir un sinónimo
de “sepultura”, aunque posee otras opciones. “ABAIT” se interpreta por los
estudiosos de papiros como “una amantis religiosa”: es la expresión “ABA-ITA”
(vasco)=”segado en la sepultura”. Otros nombres de “tumba” en los escritos
faraónicos es “ABU” (vasco)=”boca”, que los egiptólogos interpretan como
“elefantina”, y que si va seguida de “UR” (vasco)=”agua”, deducen que es un ser
“divino de la recensión tebana de El”. “ABA-UR” tiene el significado de “boca de
las aguas”. “AMENTET”, el “oeste o submundo en la cosmogonía egipcia” o
simplemente “AMAN”, “uno de los nombres de Apep”, es una alusión muy frecuente
de la religión neolítica. “AMAN-TITA”, es decir el “pecador de la madre”, se
refiere probablemente a los fieles que habiendo cometido faltas o pecados
esperan, sin embargo, el “perdón de la señora”. “ATEBU” se estima por los
egiptólogos que es una corona envolviendo el disco solar, los cuernos sagrados y
las plumas de Osiris; pero “ATEBU”, en euskera “ATE-BOO”, es la expresión
“dormir en la puerta”, que se emplea para los difuntos que duermen “el sueño de
la muerte”. “SATIDEMUI”, que denominan los egiptólogos la “serpiente de los dos
cuchillos”, es en vascuence “SATS-DAMU-UI” (SATS= “restos humanos”; DAMU=”arrepentido”;
UI=”nicho”); quiere decir en el lenguaje funerario “los restos arrepentidos en
el nicho”. “ATI” en los textos faraónicos la traducen como “noveno nomo del bajo
Egipto”, cuando su correcta interpretación en el lenguaje religioso-funerario es
el de “ADI” (vasco)=”adiós”, una ceremonia de despedida del cadáver antes de ser
sepultado. “SUKATI”, teniendo por un “dios del submundo”, es la frase “SUKA-ADI”,
una despedida antes de la cremación de los despojos humanos. “SUKA-ADI” desde el
euskera sería interpretado como el “adiós del fuego”.
(...) Cuando el cien por cien de las palabras que se
registran en inscripciones y textos faraónicos son idénticas o semejantes a las
del euskera y de los idiomas mediterráneos, es casi imposible hacer concesiones
gratuitas al azr, la aculturización u otras explicaciones. La estadística es una
ciencia muy digna de tenerse en cuenta, y cuando las 500-600 palabras que hemos
encontrado en la lectura de casi una veintena de textos se comparan con las del
resto del vocabulario usko-mediterraneo, tal porcentaje de parentesco no es
posible considerarlo un hecho casual”. Egipcios, bereberes, guanches y vascos.
Curioso es que en quechua, la palabra padre se diga TAITA,
cuando en euskera se dice AITA. ¿Una casualidad?, podría ser, pero la cuestión
es que éste no es un ejemplo aislado; así en turco, padre es ATA. En Dakota
(lengua de los Sioux) se dice ATE. En nahuatl TATA, igual que en maltés, rumano,
sinalés, fidjiano o talago. En esta familia de parentescos podemos añadir al
inglés, DADY o DAD, o en galés TAD.
ARGI significa luz en euskera, mientras en sánscrito ARQ
es brillante. Igual significado tiene la palabra griega ARGES.
En finlandés, TUNTURI es monte bajo y redondeado; en
euskera, esa misma palabra expresa la idea de cumbre, cima o chichón,
refiriéndose a una prominencia redondeada.
GAROA en vascuence es rocío, igual palabra en quechua
significa llovizna.
La raíz IST en euskera expresa algo que desprende rayos de
luz, la encontramos en tximISTu, que es rayo, electricidad. En inglés y en otras
lenguas de origen germano, hallamos las palabras STARN, STERN, etc. ... STAR podría
traducirse perfectamente en euskera como hace o despide rayos de luz, o lugar u
origen de los rayos de luz o
STERN, que despide rayos de luz. Igual significado tiene
la palabra ISTHAR, STELLA, ESTRELLA, STELLE, etc. ...tienen su nacimiento en el
arcaico término IST, todavía conservado en euskera.
SU, es fuego, mas su expresión antigua se refería al sol.
SUN en inglés es sol. SURA o SURYA en sánscrito tiene igual origen, significando
Propiedad del sol creador.
Alman