2012: El regreso de la Consciencia Crística

En Este Agrograma aparecido el 25 de Julio de 2007 podemos observar claramente tres elementos importantes: 1) El circulo con la cruz símbolo del planeta Venus, planeta con el que se identifica a Quetzalcoatl. 2) Un pentagrama o estrella de cinco puntas dentro del símbolo de Venus. El pentagrama simboliza al Espíritu el aire el fuego el agua y la tierra elementos contenidos en el hombre y que dentro del circulo simbolizan la sabiduría infinita y poder de Dios en el hombre. y 3) En la parte superior del símbolo de Venus un Circulo dentro de otro circulo que simboliza la conjunción de dos planetas o eclipse total de sol.

 


Y cuentan los ancianos que Quetzalcoatl ascendió a los cielos para convertirse en una estrella, en la estrella del alba, en el planeta Venus, planeta que desde entonces ha sido relacionado con Quetzalcoatl, «ES QUETZALCOATL».

La próxima aparición de Venus, después de 122 años, frente al sol ocurrirá el 6 de Junio del 2012, aparición que será seguida de un eclipse total de sol el 13 de Noviembre del 2012 y que enmarcará el final del calendario Maya que concluye el 21 de Diciembre del 2012, lo cual, según los Mayas marca el fin de un ciclo completo de 25,920 años en nuestro sistema solar dando inicio a una Nueva Era y a una nueva Raza Cósmica sembrada miles de años atrás.

La próxima aparición de Venus coincide con el final del calendario Maya y la promesa del regreso de Quetzalcoatl entre los toltecas o Kukulkan entre los Mayas.

 

 

Es importante aclarar que me refiero a Quetzalcoaltl por ser un Avatar de nuestra cultura mesoamericana, pero al igual que él otros grandes Avatares en la historia como Jesús o Buda, por mencionar solo algunos, transmitieron su sabiduría y la promesa de su regreso como una forma de preparación previa a la llegada de los tiempos del retorno de la conciencia Cristica en el hombre. Toda semilla se planta, crece se reproduce y se transforma para dar nuevos frutos y continuar el ciclo de la vida en el Universo.

Así dijo Quetzalcoatl: «Conoced experimentalmente las estrellas, sus nombres e influjos. Sabed cómo marcha el cielo. Conoced también la duración del año y de sus signos». Y es en la marcha del cielo de los astros y las estrellas donde encontraremos las fechas que nos anuncian la próxima transformación que tendrá lugar en la conciencia de los hombres.

La voz de todos esos grandes Avatares hoy por hoy se puede escuchar fuertemente en nuestro interior anunciando su próxima llegada. Callemos nuestra mente para que podamos escuchar esa voz que proviene desde lo más profundo de nuestro corazón. Comprendamos el verdadero significado del lenguaje Metafórico por medio del cual nuestros grandes guias nos han transmitido su Sabiduría para poder ver la luz en sus palabras que nos guiarán de regreso a la Tierra Prometida.

PRIMER APARICIÓN DE QUETZALCOATL
(Recordemos que la última aparición de Venus frente al sol fue el 8 de Junio del 2004 después de 122 años, la siguiente será el 6 de Junio del 2012)


Así pasó el tiempo. Transcurridos cuatro años regresó. Ya nadie lo esperaba, nadie pensaba en volver a verlo. De la región del misterio, de la casa del quetzal, del país de la abundancia regresó Aquel que enriquece al mundo.

Caminaba como un dios por la costa de Panuco y fue reconocido por algunos viajeros.

 

 

Se corrió la noticia con pregoneros, y al escucharla, muchos cayeron en confusión. Se decían: ¿Podrá acaso alguien regresar de entre los muertos? ¿Ocurrió antes algo semejante?

Fueron enviados a su encuentro algunos oficiales. Pero él, conociendo sus dudas,
apareció en su camino y les dijo: ¡No duden amigos! ¡Soy yo, el sacerdote, el viajero de la región de los muertos! ¡Reconózcanme! He ido delante de los hombres allá, donde los muchos huesos, para buscar la semilla.

Mis enemigos se reunieron para hacerme la guerra, los hombres despreciables vinieron contra mí. Mucho daño me hicieron esos pájaros del polvo, me rompieron, me quebraron, mancharon mi precioso recipiente. ¡Pero mi blanca bandera sacudió el polvo, arremolinó la tierra allí, en el antro de la penitencia!.


Soy el guerrero, el que hace de los cielos su camino. No en vano revestí la insignia de oro. ¡Por mí se mueve el Sol! He regresado para abrir mi mano, yo, el morador de la región de las alas, el caminante solitario. En la muralla del campo del rigor combatí; allí alcé mi grito y alcancé mi nombre: defensor del hombre. Así Dijo.


Los mensajeros quedaron atónitos y le rogaron que viniera con ellos a su campamento.

LOS principales amigos de Quetzalcoatl, en cuyas manos estaba la responsabilidad del pueblo, no quisieron escuchar la noticia; se dijeron: ¿Quién es este que viene a perturbarnos? ¿Con qué autoridad ha tomado su nombre? Vimos su cuerpo arder en la hoguera. ¿Acaso no dijo él: «No dos veces se vive en la tierra»?. No se dejen confundir, hermanos. No es el Señor, sino un demonio, quien así viene a dividirnos.

Aun estaban hablando, cuando Quetzalcoatl entró en su asamblea y preguntó: ¿Quién es el que murmura contra mí palabras de desconfianza? ¡Soy yo, el Señor de las transformaciones!. He regresado, me rehíce, alcancé la vida verdadera y estoy aquí.

Mi madre divina, la del manto de estrellas, me infundió un nuevo aliento, un aliento inmortal. ¿Quién podrá ahora contra mí levantarse? A la oscuridad de las aguas arrojé mi oscuridad yo, el penitente. ¡Vengo de conquistar mi destino!.


A los mundos que están sobre nosotros, a los nueve escalones fui a descansar. Allá, donde la anciana, fue abierto mi collar, desatada mi guirnalda de plumas. ¡Aplastada quedó la serpiente!. Quiso quebrar al pequeño espejo, al mágico reflejo, ¡y condenada fue por siempre a los abismos de perdición!

Veanme, amigos, soy el Dragón de luz. Conozco al anciano, a la anciana. He vivido en el mundo de los muertos y con los que nunca mueren. Soy mediador, y he vuelto para dormir al sueño y amordazar la muerte, para destruir a aquel que muerde por sus cuatro extremidades. ¿Qué dios, qué poder será capaz ahora de arrojarme al polvo?


Al escucharle, sus seguidores cubrieron sus rostros y le adoraron, y un gran temor los sobrecogió. Pero él les confortó, diciendo ¡Alégrense, amigos, reconózcanme! Entonces ellos corrieron a su encuentro, muy contentos, y le abrazaron.

Él, sentándolos en un muro, les habló de su descenso a lo profundo y su ascenso a las estancias del Cielo, y les dijo: Del corazón del mar regreso, de allá, donde el horizonte se tiñe con los tintes de la aurora. ¿Acaso no me esperaban? ¡Soy el quetzal, y he venido volando!


De pasos difíciles vengo, de la gran guerra. Muy serio estaba mi rostro cuando salí de Tula, enflaquecidos mis costados, vacilantes mis pasos. En flor ansiaba convertirme, y era un conejo ensangrentado.

Yo no lo sabía, no conocía mi destino, ¡y en el templo de las llamas me fue revelado! No lo entendía, ¡y en la casa de los niños me fue revelado! Después de tanto andar, he visto un paso allá, en el seno del mar, donde el mundo se curva y se esparcen, sin forma, las arenas. Este cofre de jades incendié por mí mismo, y renací. Ahora, mi corazón ha llegado a ser perfecto. Solitario, entre colores infinitos, mi corazón vive. He recibido el poder del anillo del agua. ¡En el arte he de vivir eternamente sobre la tierra!


Embriagado con estas palabras, exclamó Matlakshochitl: ¡Oh tú, caudillo nuestro,
príncipe de los naguales! ¡Eres tú, en verdad, Señor de vida y amparador de todo crecimiento! ¡Y nosotros que sólo te causamos pesares!. Esto dijo, entristecido por las dudas con que le habían recibido. Pero él le aseguró con afecto:

Sólo me ultrajan quienes no me han conocido. Ustedes, empero, son mis padres, mis hermanos, mis amados sacerdotes. A la gloria del Señor de las corrientes infinitas, en nave de turquesas, allá también irán ustedes, mis hermanos, mis viejos compañeros.


El príncipe Itimalli le preguntó: Señor, ¿qué puedo hacer para vivir contigo allá, donde tú vives? ¿Cómo ganar un rostro y un corazón, cómo cantar tu canto?

Respondió: Sólo podrá cantar mi canto aquel que llegue a ser, como yo, dios del crepúsculo y dueño de la luz, quien logre transformar su rostro a voluntad. Más, no teman. Yo soy el Dragón de luz y envío mis rayos a todos los seres creados, aún a los que están allá, en el paraíso de las aguas. Y al que quiero, lo tomo y lo hago mío.


A la encrucijada de todos los caminos he llegado. A mí mismo me hice creador, sostenedor y vida. ¿Qué más he de buscar? ¿A quién debo seguir? Yo, el proveedor del reino de las aguas, hago llover a Dios. A aquel que los colma de bendiciones, yo proveo. ¿Habrá algo imposible para mí? Yo deseo, amigos, que ustedes también canten mi canto. Por lo tanto, vayan por todas partes, establezcance incluso en el monte de las tinieblas. Con música de nubes esparcirán la gloria de Ometeotl (El Todopoderoso). Vayan por el mundo y no teman: eternamente se escuchará mi voz entre ustedes, explicando la palabra de la verdad.


LAS ORDENANZAS


ENTONCES llamó a su lado a cuatro jóvenes cholultecas por los cuales sentía un amor particular, y les encomendó que recordaran todo lo que habían visto y oído, a fin de que, yendo por el país, fuesen testigos suyos ante los pueblos de la tierra. Y les ordenó que dividieran la tierra en cuatro partes, quedando la ciudad de Cholula como corazón, y que propagaran por ellas las noticias de su regreso.

También les dio autoridad para tomar el poder sacerdotal en su nombre, mas no como señores que reclamen la herencia de un reino, sino como servidores y deudores, como quien toma algo en préstamo hasta que llega el momento de devolverlo.

Ordenándolos en comunidades, les dijo: Vivirán juntos bajo los más ancianos, compartiendo su sustento y sin acumular riquezas. Guardaran y se transmitirán las dignidades recibidas. Velaran con todo el corazón para que se extienda el modo de vida tolteca.


Mantendrán en orden sus comunidades, suprimiendo lo relajado y conservando lo virtuoso. Si hacen así, les doy poder para que hagan cosas maravillosas y se hagan acreedores del nombre que llevan, y para que transmitan ese nombre.


También marcharan por los valles y las sierras, averiguando por las cosas concernientes a la vida. Y encontrando alguna buena costumbre, tráiganla a sus comunidades y compártanlas con todos, para que de ese modo perfeccionen el modo de vida tolteca.


Mas aún, donde quiera que lleguen, pregunten por las historias y las creencias del lugar, comprendiendo sus cosas oscuras y ayudando en sus ritos y tradiciones. Pero, ¡cuidense de los sacrificios humanos y de la idolatría!


Durante el día, estudien los libros divinos, conversen con su corazón y ejercítense en las artes y oficios. Por las noches velen, canten alabanzas hasta el alba y jamás falten al baño nocturno.

 

 


Dormirán y comerán poco, hablaran sólo lo necesario. Serán parcos en sus modales y sobrios en el vestir. No pasaran a navaja sobre sus cabezas ni usaran joyas, sino sólo un collar de piedra o madera. Y no olvidaran la penitencia.

Además, trabajen en sementeras para no ser una carga al pueblo. Antes bien, denle de comer a los pobres y los necesitados, a los ascetas y los enfermos, socorriendo en todo momento a las viudas y los huérfanos.


He aquí el modo como elegirán a sus líderes: el más humilde entre todos será el que mande, y el de más noble cuna será el servidor. Ninguno percibirá recompensa por su servicio. Y quienes deseen ser líderes, que trabajen doble jornada. 


Sólo aquel que tenga corazón puro, un corazón bueno, un corazón firme, un corazón de hombre, sólo aquel que tenga a Ometeotl (El Todopoderoso) dentro de sí y sea sabio en las cosas divinas, ese los representará. No importa su nombre, no importa su nacimiento. Aún si fuese de origen humilde, si su padre o su madre fuesen pobres entre los pobres, no miraran su linaje, sino su modo de vida.


Si encuentran alguno que sea perfecto en sus costumbres y ejercicios, doctrina y buena vida, perfectamente continente y guardador de los preceptos, virtuosos, humilde y pacífico, considerado, cuerdo, no liviano, compasivo, amigo de todos, devoto, temeroso de Dios, esclarecido, a este elegirán como sumo sacerdote y le impondrán el título de Quetzalcoatl. Este les servirá de guía, los llevará a cuestas y los gobernará.


Tales guías les dirán cómo venerar a Ometeotl y llevarán las ceremonias. Su obligación será pronunciar discursos, ocuparse día y noche en el incienso, preparar las espinas para la penitencia, mirar y calcular el orden del cielo y la división de la noche, la caída del año y la cuenta de los destinos.


Ellos leerán y cantarán, volviendo ruidosamente las hojas de los códices; tendrán en su poder la tinta negra y roja, los caracteres, para elevarlos y mostrarles el camino.


Y estas son las faltas que miraran: las palabras injuriosas con que afrentan al prójimo; la ingratitud que tuvieron hacia los dones de Ometeotl; la inhumanidad que mostraron al no compartir los bienes que les dio su Dios; el no comunicar lo que te fue dicho; la falta contra los preceptos divinos o contra las costumbres de la comunidad; el adulterio, el engaño y el sueño.


Después de pronunciar estas palabras, concluyó Quetzalcoatl su discurso, diciéndoles: He aquí mi disposición final y aquello que los identificará como mis seguidores, lo que deben seguir y compartir, pues es alimento escogido.


Sólo tres consejos deseo encomendarles: el primero, que busquen con anhelo hacerse amigo de Aquel que está en todas partes, en todos cuerpos y en cada momento, pues es noche y viento y Dueño del cerca y el junto.


Y en tal empeño, miren que no se hagan orgullosos, desesperados o cobardes, sino más bien, humildes de corazón, poniendo toda su esperanza en Ometeotl y atreviéndose a mantener sus prescripciones.


Lo segundo que deberán recordar: tengan paz con todos los hombres, respeten a todos y a nadie agravien. Por nada del mundo avergüencen a otro hombre. Cálmense, que digan de ustedes lo que quieran. Cállense aunque los combatan y no respondan. Así demostraran su condición viril y su nobleza, y todos sabrán que son dignos representantes míos.


Y lo tercero que les pido, es que no pierdan el tiempo que les ha dado Ometeotl sobre este mundo. Ocúpense en lo que es bueno día y noche, no desprecien el tiempo. Porque no saben si volverán a vivir, o si reconocerán sus rostros allá, donde de algún modo se existe. Aprovechen esta vida.


Basta con esto, que era mi misión. Hagan en lo adelante lo que bien les parezca. Todo hombre que se atenga a su propio bien allegará para sí la excelencia y conquistará la vida.


Así terminó su exhortación. Y sus amigos anotaron sus palabras sobre sus corazones, para compartirlas luego con todos.

LA PROFECÍA


A continuación, pidió a sus seguidores que se congregaran en la orilla del mar para entregarles su bendición. Una vez en la arena, subió a una piedra que por allí había y anunció las palabras de su profecía. Y esto fue lo que dijo:

Escúchenme, hermanos: yo, Quetzalcoatl, pluma teñida con sangre de serpientes, he renacido. A mí mismo me hice en la batalla, allá, donde se ensanchasen las aguas y el tiempo queda detenido. Así llegué a ser mi propio padre, y llegué a conocer los ciclos del destino.

Sólo vine a prepararme un camino; ahora he de marchar. Mas, no teman, no me voy para siempre: eternamente escucharan mi voz. No lloren por el príncipe partido, porque les he dejado mis palabras y mis joyas.


¡Alégrense! Se acerca un nuevo día, el día magnífico, de radiante hermosura, cuando a mi rostro tenga que regresar. ¡Entonces me verán! En ese día comprenderán las razones divinas, levantaré mi cosecha y recogeré lo sembrado. Entonces desaparecerá para siempre el animal maligno y ustedes podrán caminar en paz.


Y se abrirán las puertas de oro, y vendrán en matrimonio los pueblos de la tierra al templo de los cuatro rumbos, donde se les pedirá que no se descalcen. Y se manifestará la Señal de la unidad en un árbol erguido. El mundo habrá de verlo cuando ocurra, porque es el amanecer de Ometeotl.


Poder de bondad viene a ustedes para vivificarlos, para extirpar del mundo todo temor. Poder de unidad, poder del Corazón del Cielo, de Aquel que, al recibirlos, no recibe sino a su propio ser. ¡Rindan devoción a la verdad, crean en su poder! ¡Aviven la luz de sus corazones, oh hermanos! Amanecerá el mundo para quienes comprendan.


A la distancia de un grito, a la distancia de un día de camino está ya su hombre, su hermano mayor, el de los verdes jades, las barbas y el báculo de peregrino.


¡Recíbanlo! El tiempo se acerca, la hora viene, nace la humanidad del nuevo Sol. ¡Contemplen su señal ahora! ¡Erguid el madero!


LA BALSA DE SERPIENTES


ENTONCES tomó su manto de serpientes y lo arrojó al agua. Y el manto quedó firme sobre la superficie del mar como una balsa, no se hundió. Luego subió encima y se sentó en él, como si se tratase de una canoa. Mientras se alejaba de la orilla, bendijo Quetzalcoatl a su pueblo con estas palabras:

¡Que a todos los mire con amor el inventor del hombre, el conocedor del hombre! ¡Que sean felices y cumplan con todo lo que les di a comer de mi labio y mi boca! ¡Que permanezca la tierra, que estén en pie los montes! ¡Que se esparzan por el mundo las flores del maíz tostado, las perfumadas flores del cacao! ¡Que permanezca la tierra!


La balsa de serpientes navegó sobre las aguas del mar rumbo al horizonte oriental, y
cuentan los viejos que entró en el cielo. Pero no se sabe cómo y de qué manera llegó al mundo de la luz. Y dicen los que saben que en verdad vive Quetzalcoatl, que no murió.

DE NUEVO HABRÁ DE VOLVER, HABRÁ DE VENIR A REINAR SOBRE SU PUEBLO, SOBRE EL MUNDO ENTERO. ESE DÍA SU ESTRELLA (VENUS) NUEVAMENTE APARECERÁ FRENTE AL SOL Y EL SOL DEJARA DE BRILLAR (ECLIPSE SOLAR) PARA DAR PASO A UN NUEVO SOL A UN SOL MAS GRANDE Y MAS BRILLANTE (ALCION) DONDE NO VOLVERA A ESTAR PRESENTE LA OSCURIDAD.