Soy la Madre y el Hijo, soy Dios, soy materia
El Festival de Virgo. Mientras consideramos el trabajo posible este mes durante el Festival en Virgo, recordemos que estamos trabajando en meditación junto con cientos de miles de personas por todo el mundo
Nota clave: «Soy la Madre y el Hijo, soy Dios, soy materia».
Mientras consideramos el trabajo posible este mes durante el Festival en Virgo, recordemos que estamos trabajando en meditación junto con cientos de miles de personas por todo el mundo. Estos meditadores, trabajando individualmente o en grupos, establecen juntos el acercamiento a la Jerarquía durante la Luna Llena y se hacen receptivos como grupo mundial a la corriente de energía disponible y crean los efectos necesarios.
Por lo tanto, para participar plenamente en este servicio planetario, es necesario que, al prepararnos para meditar, nos convirtamos en una parte consciente de este gran y creciente grupo de servicio. Podemos hacerlo muy sencillamente mediante el poder del pensamiento. Nos enlazamos conscientemente con este centro iluminado de meditación y nos identificamos con él. Así, nuestro propio trabajo queda resaltado por el grupo al mismo tiempo que realizamos nuestra contribución.
Debemos también acordarnos de un hecho esencial que reside tras el trabajo que podemos realizar en el momento de la Luna Llena. «Desde el punto de vista de la verdad esotérica, las constelaciones, signos del zodíaco y los planetas son sencillamente Vidas encarnadas: «Vidas manifestándose a través de las formas de planetas y constelaciones» y “la expresión de la vida, la cualidad, el propósito y la intención de los Seres que les han traído a la manifestación”.
Las energías cualificadas por esas «Vidas encarnadas» fluyen secuencialmente a través de nuestro sistema solar, a través del planeta y al campo de la conciencia humana. Alcanzan su punto más elevado en el momento de la Luna Llena, cuando la forma de la luna está fuera del camino y existe un alineamiento directo y sin obstáculos entre la tierra y el sol, nuestra fuente de vida y energía.
Este mes, la energía de la constelación de Virgo está cualificando las fuerzas extraplanetarias que circulan a nuestro alrededor. Virgo es el principio material o materno, alimentando la simiente de la divinidad presente en el corazón de cada ser humano. Virgo proporciona las condiciones de oscuridad, calor y quietud necesarias para toda gestación. Virgo ha aceptado la tarea de dar a luz al Cristo, que es el destino final de todo ser humano.
Existe cierto número de ideas clave que emergen al estudiar las posibilidades inherentes a la experiencia de Virgo. Una es ésta: «Virgo concierne a la totalidad de la meta del proceso evolutivo de proteger, alimentar y, finalmente, revelar la realidad espiritual oculta». Esta es el alma, el Cristo, el principio de amor: «Cristo en nosotros, esperanza de vida». Se trata de una afirmación dramática, pero que encarna la verdad en cuanto a la misión de Virgo. En este segundo sistema solar, la meta evolutiva para la humanidad es traer el principio interno del alma, el Cristo, a una plena y perfecta manifestación. A este segundo sistema solar todavía le quedan millones de años por delante y, aunque podríamos considerar que tenemos tiempo de sobra, actualmente es algo urgente porque ahora, debido al logro de ciertos individuos del reino humano, la humanidad entera puede lograr un avance decisivo. Estas oportunidades especiales ocurren siempre en momentos decisivos de la historia, como los que atravesamos en la actualidad.
En este proceso de revelación del alma, la influencia de Virgo es de una enorme importancia debido a la cualidad y el potencial espiritual de la materia, que defiende, nutre y protege hasta que llega el tiempo de su aparición. Actualmente la humanidad ha llegado a ese punto en el que los primeros signos de manifestación son aparentes. De aquí la lucha, de aquí el conflicto entre el acostumbrado control de la materia o materialismo y los emergentes valores nuevos del Cristo interno en el alma humana.
Después, otro enunciado clave: «El fin de la humanidad es hacer tangible y objetivo, aquello para lo que todo el proceso creativo estaba pensado». Esto se encuentra involucrado con el proceso redentor. Deberíamos ser capaces, a través de la influencia del alma, del Cristo en nosotros, de redimir los aspectos puramente materiales de nuestra naturaleza de la personalidad, de refinar la forma material de manera que pueda reflejar, como un translúcido centro de luz, la radiación, la belleza y el amor del alma interna.
Este es el verdadero propósito de la creación, la redención de la sustancia material densa mediante el poder del alma que los seres humanos deben por sí mismos invocar, dirigir y aplicar. No existe ningún otro medio más que a través de la conciencia de la humanidad en constante expansión y su efecto redentor en la sustancia del planeta en su totalidad.
Hay otra idea clave: «A través de todo el proceso de crecimiento y evolución y, poderosamente en Virgo, discurre el tema del servicio». El servicio subyace en el proceso evolutivo de este planeta. Podemos cooperar conscientemente con este proceso mientras aprendemos a vivir más por los dictados del alma y menos por las exigencias de la personalidad. Pero el esfuerzo hacia la cooperación no es para nuestro propio beneficio. Todos estaríamos mejor personalmente si hubiéramos redimido nuestras personalidades y hubiéramos aprendido a vivir, aunque sólo fuese un poco, como almas en manifestación, pero el propósito esencial es que, a través de estas expansiones y crecimientos de conciencia, podamos prestar un mayor servicio a la humanidad entera. El servicio no es una actividad planificada y artificial, ni consiste necesariamente en participar en acciones que merecen la pena, aunque esto también es necesario, sino que a medida que uno es capaz de reflejar la energía del alma en cada aspecto de la vida diaria, no sólo transforma el entorno, sino que actúa como agente transmutador en el corazón de la humanidad. Sirve también para contribuir a la transfiguración de toda la personalidad humana por el poder del alma humana. Así pues el servicio, en su verdadero significado, es un efecto espontáneo del control del alma, basado en el amor a la humanidad. Amor y servicio son cualidades inseparables en la vida del alma y en el esfuerzo que realiza el alma por expresarse más perfectamente a través de la forma de la personalidad. En Virgo podemos desarrollar esta demostración del amor como relación correcta y como servicio, como un atributo del amor.
«El amor, la voluntad y la armonía a través del conflicto son las influencias controladoras que hacen a los seres humanos lo que verdaderamente son, Cristos en ciernes».
Amor, voluntad y armonía a través del conflicto. Estos tres atributos se manifiestan a través de Virgo como fuerzas controladoras que trabajan juntas para ayudar a hacer a las personas lo que verdaderamente son, hijos de Dios. Estos atributos se liberan a través de Virgo en la conciencia de la humanidad cuando podemos servir, literalmente, con abnegación mediante una entregada voluntad, con una inofensividad que es amor en acción y a través de un correcto hablar que es equilibrio mental y armonía, excluyendo cualquier forma de hablar desconsiderada o perjudicial. Estas son tres características principales del nuevo grupo de servidores del mundo, que encarnan el amor y la luz necesarios en el mundo de hoy. Cuando su presencia se manifiesta en nosotros, hemos realizado un buen progreso en el camino de revelar el principio Crístico, el alma.
La nota clave para el discípulo en Virgo, que podemos utilizar como pensamiento simiente en la meditación es: «Soy la Madre y el Hijo, soy Dios, soy materia».
Eventualmente, podremos decir: «Soy espíritu y materia y la relación entre los dos. Soy vida, amor y luz. Soy la unidad y la diversidad”.