Canto final del “Libro de las teofanías”

Escucha, ¡oh bien amado! Yo soy la realidad del mundo, el centro y la circunferencia, Yo soy las partes y el todo.

 

IBN ARABÍ

Yo soy la voluntad establecida

entre el Cielo y la Tierra,

No he creado en ti la percepción

más que para ser el objeto de mi percepción.

Si me percibes, te percibes a ti mismo.

Pero no podrías percibirme a través de ti.

Es por mi mirada por la que me ves

y por la que te ves,

No es por tu mirada

por lo que puedes percibirme.

¡Bien amado!

Tantas veces te he llamado y no me has escuchado.

Tantas veces me he mostrado a ti

y tú no me has visto.

Tantas veces me he convertido en suave efluvio

y no has percibido el aroma.

Alimento sabroso, y no me has degustado.

¿Por qué no puedes alcanzarme a través de los objetos que tocas?

¿O respirarme a través de los olores?

¿Por qué no me ves?

¿Por qué no me escuchas?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Para ti mis delicias sobrepasan las demás delicias,

Y el goce que te procuro sobrepasa todos los goces.

Para ti soy preferible a todos los demás bienes,

Soy la Belleza, soy la Gracia.

Ámame, Ámame a mí sólo.

Piérdete en mí, en mí sólo.

Únete a mí,

Nadie es más íntimo que yo.

Los otros te aman por ellos mismos,

Yo te amo por ti.

Y tú… tú huyes lejos de mí.

¡Bien amado!

No puedes tratarme con equidad,

Pues si te aproximas a mí,

Es porque yo me he aproximado a ti.

Estoy más cerca de ti que tú mismo,

Que tu alma, que tu aliento.

¿Quién, pues, entre las criaturas

Actuaría así contigo?

Estoy celoso de ti contra ti.

No quiero que pertenezcas a otro,

Ni siquiera a ti mismo.

Sé mío, para mí, como estás en mí,

Aun cuando tú no lo sepas.

¡Bien amado!

Vayamos hacia la Unión.

Y si encontráramos el camino

Que lleva a la separación,

Destruiríamos la separación.

Vayamos de la mano.

Entremos en la presencia de la Verdad.

Que ella sea nuestro juez

E imprima su sello sobre nuestra unión

Para siempre.