CONTRA EL ANDROCENTRISMO
Francisca Martín-Cano Abreu
Androcentrismo: en palabras de Victoria Sau, enfoque unilateral que toma al varón / hombre como medida de todas las cosas. Y en palabras de Loida M. Martínez Ramos, visión de la realidad desde la perspectiva masculina.
El hecho de que la historia de la humanidad haya sido escrita desde una visión androcéntrica, absolutamente grosera, ha provocado un falseamiento total de nuestro pasado.
El androcentrismo ha permitido a los historiadores (casi exclusivamente varones hasta hace poco) hacer afirmaciones que implica la deducción de que «No sólo los roles de género no han cambiado desde la Prehistoria, sino que el valor de la experiencia de la mujer en el pasado se considera similar al del presente.»
Así, han atribuido a «los varones prehistóricos», ser los principales protagonistas y autores de los grandes avances de la humanidad desde inicio de la cultura humana, hace unos 40.000 años, como si hubiesen sido «los sujetos de género masculino», los únicos y más importantes humanos, que tomaban todas las decisiones, tanto en cuando a la satisfacción de su sexualidad, como en la búsqueda de los alimentos para sí mismos o para «su familia»: esposa e hijos; los que subordinaban a las mujeres; los que decidían a dónde ir, qué hacer, qué herramienta fabricar, o a dónde emigrar en busca de regiones más cálidas o con mayor abundancia de alimentos….
A la vez, esa visión androcéntrica, ha permitido a los historiadores presentar a las mujeres muy pasivas y aisladas, esperando que un cazador le trajese el alimento para sus hijos, y además totalmente subordinadas sexualmente a los mantenedores de los que dependían.
Y mantenían tales falacias, a pesar de que ningún dato: etológico, genético, etnológico, antropológico, artístico, religioso…. sustentasen tales ideas, sino que al contrario:
– Los estudios etológicos de los primates superiores, no avalan la idea de la subordinación «genética» de la hembra al macho.
– Tampoco los estudios etnológicos de las sociedades primitivas y de las de principios de época histórica (cuando estaban en transición al patriarcado y eran herederas de las prehistóricas, antes de la revolución patriarcal), avalan la existencia de familias monógamas sustentadas por el varón. Contrariameante los datos informan que eran las mujeres las mantenedoras de sus hijos, y las promiscuas que elegían pareja sexual de cualquier género, y que prescindían de su pareja masculina circunstancial, cuando se aburrían, o éste no se portaba bien.
– Además, los más arcaicos hallazgos artísticos de imágenes humanas, realizadas desde el Paleolítico y en el Neolítico, son exclusivamente femeninas o de madre con sus hijos, por lo que sólo reflejan familias matricéntricas. El varón adulto no apareció en obras de arte hasta la Edad del Bronce. Ausencia masculina que pone de manifiesto que las mujeres antes de la Edad del Bronce podían sustentarse solas y alimentar a sus hijos: recolectando alimentos, cazando, cultivando los campos, participando en ceremonias sagradas, realizando artesanías diversas… Y no fue hasta la Edad del Bronce, con la revolución patriarcal, cuando se cambiaron los papeles. De ahí que en el arte, a partir de entonces, sólo aparezcan varones protagonizando todos los papeles que antes habían practicado las mujeres, y la mujer aparece poco o sólo en papeles subordinados.
Debido al androcentrismo, los historiadores han sesgado el género de muchas figuras representadas, por lo que les ha hecho titular como figuras masculinas, figuras que en realidad mostraban representar mujeres o animales hembras. Por ejemplo, califican «varones cazadores» a las figuras artísticas, aunque tengan rasgos identificativos femeninos: piernas gordas y cintura de avispa. O titulan «machos- toros o caballos» a gran parte de animales representados en escenas artíisticas, a pesar de que las de hembras animalísticas muestren signos evidentes de embarazo (calificados por arqueólogos como de vientre prominente), o estén acompañadas de crías (las únicas que se ocupan de ellas).
Así que, ante tantas barbaridades androcéntricas que existen en muchas disciplinas «científicas», que no tienen nada de inocentes, y son inexplicables a la razón, deducimos que lo único que han hecho ha sido afianzar la institución patriarcal y el status quo.
Por ello, iniciamos este espacio para poner en tela de juicio tanto prejuicio impuesto y torpemente consentido, que ya no se sostiene por más que se resista, con la divulgación de trabajos contra el androcentrismo en general, y en el campo de la Antropología y Arqueología en particular.
Son Estudios de Género, desde un marco referencial moderno, liberal y feminista, fundamentados en las informaciones científicas de diversas disciplinas, divulgada por investigadores honestos y valientes, que mantienen la idea de que en la Prehistoria lo femenino habría tenido mayor importancia que la que se le adjudica en los antiguos manuales.
Con nuestro esfuerzo, queremos poner nuestro granito de arena en la lucha para que la verdad salga a luz y no se siga tergiversando el auténtico pasado humano y para eliminar las falsedades de género defendidas todavía. Y sobre todo queremos contradecir las convicciones sexistas vigentes en gran parte de los manuales sobre el pasado de la mujer, y para mostrar que habían sido sus autores los que habían hecho generalizaciones sin ninguna evidencia artística, ni etnológica, ni etológica, ni antropológica….
De modo que, divulgamos multitud de datos: antropológicos, etnológicos, artísticos, religiosos…. de sociedades de principios de época histórica y de sociedades primitivas, que hemos recolectado con toda rigurosidad. Es muy importante que lleguen a la población general, porque las consecuencias de seguir siendo aceptadas creencias convencionales, las únicas que han sido divulgadas hasta ahora por personas que, evidentemente, no son neutrales (tanto respecto al papel femenino en la Prehistoria, como respecto al de la Divinidad), es paralizar y empobrecer el conocimiento científico sobre la Prehistoria. Y así nunca se avanzará.
En una primera fase del análisis de los datos recolectados, con el método exploratorio de Tukey, hemos percibido que no son datos aleatorios, sino que siguen un patrón y se relacionan entre sí y es posible obtener estructuras que se pueden confirmar.
De esos estudios se deduce que las mujeres desde la más remota antigüedad:
– No se subordinaban al varón.
– Ni éste la sustentaba.
– Ni su vinculación a una pareja masculina adulta era monógama.
– Muy al contrario, las mujeres vivían vinculadas con compañeras de género, formando redes de poder horizontal muy fuertes, reforzadas por contactos homosexuales lésbicos.
– Además, las mujeres tenían autonomía económica.
– Alimentaban solas a sus hijos, al igual que pasa entre los primates, entre quienes sólo la hembra se preocupa de alimentar a su prole.
– Las mujeres tenían sexualidad libre, y gozaban de completa libertad de elección, tanto de pareja circunstancial masculina como femenina (eran bisexuales).
– Los varones prehistóricos no se obligaban a la tarea de cuidar, ni alimentar, ni educar, ni vestir a los infantes, debido a que no sabían que tenían el poder de fecundar y no sabían cuáles eran sus hijos; por ello la paternidad no era valorada y los varones no podrían tener razones ni autoridad para limitar la sexualidad femenina con normas morales.
Y estas deducciones son obvias genéticamente, confirmadas:
– Por los estudios etológicos de la vida primate.
– Por las manifestaciones artísticas aportadas por la Arqueología.
– Por los más arcaicos mitos.
– Por los estudios de sociedades matrilineales, existentes a principios de época histórica en todo el universo.
– Así como por los rituales de las Sacerdotisas de principios de época histórica.
Y quien no esté de acuerdo con nuestras deducciones, que obtenga de forma verificable resultados que avalen sus afirmaciones, ya que las que han sido incluidas hasta ahora sobre la vida sexual y económica femenina en la Prehistoria, en los manuales de Antropología y Arqueología, no están fundamentadas en ninguna prueba, más bien éstas las contradicen.
De forma que, hasta que nuestras hipótesis no sean empíricamente rechazadas por multitud de datos, pedimos que la comunidad científica la respalde.
Nuestra tarea, es seguir acumulando conocimientos en el campo de nuestra investigación, para no retrasar los argumentos que ayudarán a romper la resistencia de los sexistas.
Fdo: Francisca Martín-Cano Abreu
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Androcentrismo: en palabras de Victoria Sau, enfoque unilateral que toma al varón / hombre como medida de todas las cosas. Y en palabras de Loida M. Martínez Ramos, visión de la realidad desde la perspectiva masculina.
Francisca Martín-Cano Abreu
El hecho de que la historia de la humanidad haya sido escrita desde una visión androcéntrica, absolutamente grosera, ha provocado un falseamiento total de nuestro pasado.
El androcentrismo ha permitido a los historiadores (casi exclusivamente varones hasta hace poco) hacer afirmaciones que implica la deducción de que «No sólo los roles de género no han cambiado desde la Prehistoria, sino que el valor de la experiencia de la mujer en el pasado se considera similar al del presente.»
Así, han atribuido a «los varones prehistóricos», ser los principales protagonistas y autores de los grandes avances de la humanidad desde inicio de la cultura humana, hace unos 40.000 años, como si hubiesen sido «los sujetos de género masculino», los únicos y más importantes humanos, que tomaban todas las decisiones, tanto en cuando a la satisfacción de su sexualidad, como en la búsqueda de los alimentos para sí mismos o para «su familia»: esposa e hijos; los que subordinaban a las mujeres; los que decidían a dónde ir, qué hacer, qué herramienta fabricar, o a dónde emigrar en busca de regiones más cálidas o con mayor abundancia de alimentos….
A la vez, esa visión androcéntrica, ha permitido a los historiadores presentar a las mujeres muy pasivas y aisladas, esperando que un cazador le trajese el alimento para sus hijos, y además totalmente subordinadas sexualmente a los mantenedores de los que dependían.
Y mantenían tales falacias, a pesar de que ningún dato: etológico, genético, etnológico, antropológico, artístico, religioso…. sustentasen tales ideas, sino que al contrario:
– Los estudios etológicos de los primates superiores, no avalan la idea de la subordinación «genética» de la hembra al macho.
– Tampoco los estudios etnológicos de las sociedades primitivas y de las de principios de época histórica (cuando estaban en transición al patriarcado y eran herederas de las prehistóricas, antes de la revolución patriarcal), avalan la existencia de familias monógamas sustentadas por el varón. Contrariameante los datos informan que eran las mujeres las mantenedoras de sus hijos, y las promiscuas que elegían pareja sexual de cualquier género, y que prescindían de su pareja masculina circunstancial, cuando se aburrían, o éste no se portaba bien.
– Además, los más arcaicos hallazgos artísticos de imágenes humanas, realizadas desde el Paleolítico y en el Neolítico, son exclusivamente femeninas o de madre con sus hijos, por lo que sólo reflejan familias matricéntricas. El varón adulto no apareció en obras de arte hasta la Edad del Bronce. Ausencia masculina que pone de manifiesto que las mujeres antes de la Edad del Bronce podían sustentarse solas y alimentar a sus hijos: recolectando alimentos, cazando, cultivando los campos, participando en ceremonias sagradas, realizando artesanías diversas… Y no fue hasta la Edad del Bronce, con la revolución patriarcal, cuando se cambiaron los papeles. De ahí que en el arte, a partir de entonces, sólo aparezcan varones protagonizando todos los papeles que antes habían practicado las mujeres, y la mujer aparece poco o sólo en papeles subordinados. Debido al androcentrismo, los historiadores han sesgado el género de muchas figuras representadas, por lo que les ha hecho titular como figuras masculinas, figuras que en realidad mostraban representar mujeres o animales hembras.
Por ejemplo, califican «varones cazadores» a las figuras artísticas, aunque tengan rasgos identificativos femeninos: piernas gordas y cintura de avispa. O titulan «machos- toros o caballos» a gran parte de animales representados en escenas artíisticas, a pesar de que las de hembras animalísticas muestren signos evidentes de embarazo (calificados por arqueólogos como de vientre prominente), o estén acompañadas de crías (las únicas que se ocupan de ellas).
Así que, ante tantas barbaridades androcéntricas que existen en muchas disciplinas «científicas», que no tienen nada de inocentes, y son inexplicables a la razón, deducimos que lo único que han hecho ha sido afianzar la institución patriarcal y el status quo.
Por ello, iniciamos este espacio para poner en tela de juicio tanto prejuicio impuesto y torpemente consentido, que ya no se sostiene por más que se resista, con la divulgación de trabajos contra el androcentrismo en general, y en el campo de la Antropología y Arqueología en particular.
Son Estudios de Género, desde un marco referencial moderno, liberal y feminista, fundamentados en las informaciones científicas de diversas disciplinas, divulgada por investigadores honestos y valientes, que mantienen la idea de que en la Prehistoria lo femenino habría tenido mayor importancia que la que se le adjudica en los antiguos manuales.
Con nuestro esfuerzo, queremos poner nuestro granito de arena en la lucha para que la verdad salga a luz y no se siga tergiversando el auténtico pasado humano y para eliminar las falsedades de género defendidas todavía. Y sobre todo queremos contradecir las convicciones sexistas vigentes en gran parte de los manuales sobre el pasado de la mujer, y para mostrar que habían sido sus autores los que habían hecho generalizaciones sin ninguna evidencia artística, ni etnológica, ni etológica, ni antropológica….
De modo que, divulgamos multitud de datos: antropológicos, etnológicos, artísticos, religiosos…. de sociedades de principios de época histórica y de sociedades primitivas, que hemos recolectado con toda rigurosidad. Es muy importante que lleguen a la población general, porque las consecuencias de seguir siendo aceptadas creencias convencionales, las únicas que han sido divulgadas hasta ahora por personas que, evidentemente, no son neutrales (tanto respecto al papel femenino en la Prehistoria, como respecto al de la Divinidad), es paralizar y empobrecer el conocimiento científico sobre la Prehistoria. Y así nunca se avanzará.
En una primera fase del análisis de los datos recolectados, con el método exploratorio de Tukey, hemos percibido que no son datos aleatorios, sino que siguen un patrón y se relacionan entre sí y es posible obtener estructuras que se pueden confirmar.
De esos estudios se deduce que las mujeres desde la más remota antigüedad:
– No se subordinaban al varón.
– Ni éste la sustentaba.
– Ni su vinculación a una pareja masculina adulta era monógama.
– Muy al contrario, las mujeres vivían vinculadas con compañeras de género, formando redes de poder horizontal muy fuertes, reforzadas por contactos homosexuales lésbicos.
– Además, las mujeres tenían autonomía económica.
– Alimentaban solas a sus hijos, al igual que pasa entre los primates, entre quienes sólo la hembra se preocupa de alimentar a su prole.
– Las mujeres tenían sexualidad libre, y gozaban de completa libertad de elección, tanto de pareja circunstancial masculina como femenina (eran bisexuales).
– Los varones prehistóricos no se obligaban a la tarea de cuidar, ni alimentar, ni educar, ni vestir a los infantes, debido a que no sabían que tenían el poder de fecundar y no sabían cuáles eran sus hijos; por ello la paternidad no era valorada y los varones no podrían tener razones ni autoridad para limitar la sexualidad femenina con normas morales.
Y estas deducciones son obvias genéticamente, confirmadas:
– Por los estudios etológicos de la vida primate.
– Por las manifestaciones artísticas aportadas por la Arqueología.
– Por los más arcaicos mitos.
– Por los estudios de sociedades matrilineales, existentes a principios de época histórica en todo el universo.
– Así como por los rituales de las Sacerdotisas de principios de época histórica.
Y quien no esté de acuerdo con nuestras deducciones, que obtenga de forma verificable resultados que avalen sus afirmaciones, ya que las que han sido incluidas hasta ahora sobre la vida sexual y económica femenina en la Prehistoria, en los manuales de Antropología y Arqueología, no están fundamentadas en ninguna prueba, más bien éstas las contradicen.
De forma que, hasta que nuestras hipótesis no sean empíricamente rechazadas por multitud de datos, pedimos que la comunidad científica la respalde.
Nuestra tarea, es seguir acumulando conocimientos en el campo de nuestra investigación, para no retrasar los argumentos que ayudarán a romper la resistencia de los sexistas.
Fdo: Francisca Martín-Cano Abreu
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