Pensamientos Semejantes

En Ammán, Jordania, en el mausoleo del Profeta Jetró, conocí a dos Sheyh Naksbandi, y fui invitado por uno de ellos a su residencia de Jerusalén. Reunidos en la Mezquita Al Aqsa tuvimos un encuentro privado con otros maestros.

 

 

 

 

 

H. S. Sa´îd b. Aÿiba al-Andalusi

 

Todos estuvimos de acuerdo en esto: “El tiempo de las luchas por las diferencias inter-religiosas debe ser sustituido por el respeto. El ser humano deberá adorar a su Dios en libertad, más atendiendo a lo que nos une que a lo que nos separa”.

 

Lo que nos une es cuanto tenemos en común, las diferencias son las que nos enriquecen. En definitiva esto es lo que pretendió Muhammad (s.a.s), según mi parecer y el de otros.

 

Dijo el Profeta; “Si fuerais perfectos Allah destruiría esta humanidad y crearía otra imperfecta, para que cometiendo errores fueran a pedirle disculpas y Él los disculpara”.

 

Nadie debe talar el árbol que da fruto, y además intentar hacer astillas con él. Si alguien comete errores, a juicio de quien sea, hablemos primero con él, y si no acepta nuestra opinión respetemos la suya, aun cuando no la compartamos. Y dejemos que cada cual camine en paz por su sendero.

 

 

 

Seamos primero sabios, antes de emitir condenas, porque no sabemos lo que guarda el corazón, patrimonio del Altísimo. Y el Corán nos enseña que “El hombre se precipita en sus juicios”.

 

Si somos verdaderamente sabios nuestro corazón estará más dispuesto a la prudencia, al diálogo, al respeto, a la misericordia y al amor, que al juicio condenatorio, propio de la ignorancia intolerante, aunque pretenda revestirse de erudición.

 

Pues quienes arrogantemente se autoproclaman jueces ya deberán de saber que nos enseña el Islam; “No queráis conducir a nadie por vuestra ruta, ni ejerzáis presión alguna, pues ninguno de vosotros tiene un camino igual al de otro”.

Dice el Corán; “Existen muchas vías de ascenso hacia Allah”. 70:3

 

“A cada uno de vosotros le Hemos asignado una ley y un modo de vida distintos” 5:48

 

Respetémonos, pues, en nuestras diferencias, compartamos con respeto lo que decidamos compartir, y dejemos los juicios en manos de Aquél que más sabe, ya que “al final todo revelará su realidad”.

 

Seamos pacientes en esperar ese momento final de la Misericordia, sin agredirnos, sin faltarnos el respeto. Dejemos espacio, como se nos pide, para que cada cual se desarrolle como en buena conciencia sepa hacerlo, pues ¿no hay un camino diferente para cada uno?

 

Por esto, hermanos o amigos, no intentéis dinamitar otros senderos, no hagáis de la religión un tribunal, respetad las diversas opiniones, y considerad que todo esto no es sino una escuela de acercamiento donde todos aprendemos.

 

Que el Misericordioso nos haga instrumentos de Su Paz, según oraba Francisco de Asís.