Científicos de la UMA descubren el uso de un yacimiento prehistórico en Portugal durante mil años

El yacimiento es conocido como recinto de fosos, es de estructura circular y mide 16 hectáreas de superficie

Una investigación del Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas, Historia Antigua y Prehistoria la Universidad de Málaga ( UMA ), dirigida por el equipo del doctor José Enrique Márquez, constató que en el yacimiento prehistórico portugués de Perdigoes se construyeron hasta once anillos (fosos y empalizadas) durante un periodo de casi 1.000 años

El yacimiento es conocido como recinto de fosos, es de estructura circular y mide 16 hectáreas de superficie, según indicó Andalucía Innova en una nota, que explicó que debido a su extensión, su estudio se hace complejo y precisa de la colaboración de distintas instituciones europeas.

 

Foto aérea del yacimiento de Perdigoes

 

Por ello, esta investigación se enmarca dentro de un macroproyecto denominado ‘Programa Global de Investigación Arqueológica de Perdigoes’, coordinado por el científico portugués Antonio Carlos Valera, donde el equipo malagueño profundiza en los distintos sistemas existentes para detectar y estudiar las características de este yacimiento.

Concretamente trabajan con la foto aérea y los sondeos electromagnéticos. En ambos casos, los resultados obtenidos hasta ahora han sido «extraordinarios», puesto que ofrecen una información mucho más completa que la prospección del arqueólogo sobre el yacimiento.

Según afirmó, una de las ventajas con las que cuenta la foto aérea es que, cuando llueve, los fosos retienen la humedad más tiempo que el resto de sustrato geológico y «a vista de pájaro se puede observar perfectamente delimitada la estructura de los distintos recintos», explicó el experto. Asimismo, gracias a los sondeos electromagnéticos se descubrió que en Perdigoes, «al menos», se habían sucedido en el tiempo hasta once aperturas y cierre de los fosos.

Este tipo de sondeos se realizó durante cinco semanas entre julio y septiembre de este año. Durante este mismo periodo de tiempo, además, un grupo de trabajo de la Universidad de Málaga se trasladó hasta el yacimiento portugués para excavar en el foso situado en la parte más exterior. Nueve personas estuvieron trabajando en él, en un foso que puede alcanzar los cuatro metros de profundidad y más de ocho de anchura.

La parte del trabajo que realizan los investigadores malagueños es un proyecto de excelencia de la convocatoria de 2007, incentivado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía con 30.720.00 euros.

Por su parte, el doctor del Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas explicó que el objetivo inmediato que su grupo se plantea en los dos próximos años es terminar de excavar los dos fosos exteriores y comprobar, con exactitud, a qué época pertenecen.

Este tipo de yacimientos está presente en el continente europeo desde el VI milenio hasta el III milenio antes de Cristo, lo que responde a la época del Neolítico y la Edad del Cobre. En el caso concreto del yacimiento portugués se le puede catalogar en la época correspondiente a finales del Neolítico hasta la Edad de Cobre plena

El enigma de los fosos prehistóricos sólo perceptibles a vista de pájaro

Los recintos de fosos prehistóricos abundan no sólo en la Península Ibérica sino también en la Europa Occidental. Estas construcciones, cuya utilidad sigue planteando dudas a los arqueólogos, encuentran en el yacimiento de Perdigoes, en Portugal, una fuente fundamental para desvelar sus enigmas. Los detalles los conoce el profesor José Enrique Márquez, encargado de dirigir en la zona un proyecto de investigación de la Universidad de Málaga (UMA). Así lo explica.

El Neolítico y la Edad del Cobre fueron testigos de la construcción de unos peculiares fosos que aún hoy despiertan interrogantes entre los arqueólogos. Conocidos como yacimientos o recintos de fosos, son descritos como un gran espacio circular delimitado, a su vez, por una o varias excavaciones concéntricas que fueron abiertas y cerradas en repetidas ocasiones. Abundan en la Península Ibérica, aunque también en la Europa Occidental.

De los hallados hasta ahora, uno de los mejor conservados es el yacimiento de Perdigoes, en la población portuguesa de Renguengos de Monsaraz, donde trabaja un equipo de científicos liderados por el portugués Antonio Carlos Valera, a quienes se les han unido investigadores de la Universidad de Málaga (UMA). 

El director del equipo español allí destinado, el profesor José Enrique Márquez, afirma que estos fosos “pueden sobrepasar la decena de hectáreas y alcanzar varios metros de profundidad”. Sin embargo, el hecho de que se desmontaran y se rellenaran cada vez que dejaban de usarse ha dificultado su visibilidad. Razón por la que los arqueólogos tienen “grandes problemas para localizarlos”, según Márquez.

Se sabe que en la Península Ibérica han sido encontrados, por ahora, cerca de 50 sólo en la Meseta, según un informe publicado en 2003 por Pedro Díaz del Río, del CSIC, quien añade hallazgos de este tipo en las Islas Británicas, Francia y la Europa del Este. En total, se contabilizan hasta 3.500 en toda Europa.

Dar con ellos no es tarea fácil. Márquez explica que al ser tan grandes “es muy frecuente que sobre el terreno se hayan construido encima pueblos, polígonos o gasolineras”. En el caso del yacimiento portugués, no hay ninguna construcción en la zona que dificulte los trabajos de excavación. 

Misterios bajo tierra

Ha sido gracias a la fotografía aérea y a los sondeos geofísicos —un sistema que permite detectar construcciones enterradas mediante el uso de ondas eléctricas- como se ha dado con ellos, hasta ese momento imperceptibles para el ojo humano.

Según cuenta el profesor Márquez, este tipo de recintos pueden llegar a albergar “toneladas de restos arqueológicos como cerámicas, objetos pulidos, bóvidos, perros, cerdos e, incluso, esqueletos humanos”. El debate sobre su utilidad sigue abierto entre los conocedores de este tipo de construcciones. Márquez afirma que se manejan dos teorías: “O bien se consideran sistemas defensivos o bien un gran espacio público donde se celebraban actos que congregaban a grupos venidos de lejos”. Esta segunda hipótesis la defiende su equipo de investigación, que lleva trabajando en la zona desde el verano de 2008. Así, explica el profesor, “estos grupos participaban en la construcción del recinto, lo ocupaban por un tiempo y lo abandonaban poco después, no antes de rellenar los fosos que estaban abiertos”. El resultado no es otro que “el solapamiento en el mismo lugar de varios recintos de fosos unos sobre otros”, matiza. 

Los trabajos de excavación en los que se encuentra inmerso el equipo de la UMA continuarán durante al menos dos años más. Por ahora, Márquez se atreve a datar el yacimiento, aunque con reservas, en 5.000 años de antigüedad. Mientras los recintos de fosos hallados en Europa datan del VI al III milenio a.C, en el caso de este yacimiento portugués «se abrieron y cerraron fosos desde mediados/finales del IV milenio a.C hasta mediados del III milenio”, afirma.

En febrero de 2010 que viene está previsto que el equipo de investigación desplegado en la zona presente sus primeras conclusiones en Lisboa y en Málaga. Será el momento de conocer si ha sido desvelado alguno de los enigmas de estas misteriosas construcciones prehistóricas.