INDICE
La desecación del Mediterráneo, y
formación del piso Messiniensse.
Las aguas del primigenio mar de
Tethys, (del que el Mediterráneo son sus reliquias), anegaban amplias
extensiones en formación de Europa, oeste de Asia y del norte de África.
Europa estaba formada por un vasto archipiélago de islas, en cuyos mares
poco profundos se formaron típicos depósitos de rocas calizas y coralinas,
cuyos fósiles les encontramos ahora en lo alto de las montañas, por los
agentes tectónicos. El mar de Tethys se fue estrechando por el movimiento de
la colisión de las placas Africana contra la Euroasiática, hasta quedar
separado del Océano Índico. De esta forma se organizó una nueva cuenca
marina que estaba ocupada por el Mediterráneo, el mar Negro y el mar Caspio.
Al proseguir los movimientos de acercamiento de las placas Euroasiática y la
Africana se gestaron los nuevos movimientos orogénicos con el plegamiento
Alpino, que relegó a mares interiores al Negro y al Caspio. El Mediterráneo
siguió conectado por occidente con el Océano Atlántico. El intercambio de
aguas se realizaba a través de dos canales: el corredor bético, al norte
(Andalucía), y el corredor del Rif de Marruecos. Durante este período, el
Mediterráneo sufrió desecaciones repetidas ya que su conexión con el
Atlántico llegó a ser tan restringida que, por efecto de los movimientos
geodinámicos de las placas, se abría y cerraba de manera alternativa. El
fenómeno pudo también estar ayudado, parcialmente, por bajadas y subidas
glacio-eustáticas del nivel del mar, relacionadas con cambios que se
registraban en el volumen acumulado de hielo en la Antártida Ártico,
Groenlandia y en las cumbres de las montañas más altas. También se ha
constatado que cambios climáticos debidos a ciclos orbitales, como el de la
precesión de los equinoccios, (Ciclos de Milankovitch) que produjeron en la
cuenca mediterránea agudas y duraderas sequías, que influenciaron en los
ritmos de desecación y llenado de las cuencas lacustres en que quedaba
dividido y en donde se depositaban espesos sedimentos salinos. Durante
cientos de miles de años, el paisaje del fondo del Mediterráneo, casi
completamente desecado, con lagos diseminados salobres dando un aspecto
similar a las regiones semidesérticas del Mar Muerto y los valles salados
del Rift en Etiopia. Los ríos continentales europeos, fluían sus cursos a
través de profundos cañones. Como ejemplo de lo que se tardaría en desecar
el Mediterráneo al cerrarse el estrecho de Gibraltar, la evaporación
completa llevaría unos 1.000 años y en su fondo se formaría un sedimento de
sales de 70 metros de espesor. Por lo tanto, para acumular los 2 o 3 km de
sedimentos del episodio Messiniense se necesitarían entre 30 o 40 ciclos de
llenado y secado de la cuenca.
Figura nº 6.- Cuenca del Mediterráneo en la actualidad.
Fuente: Elaboración propia,
2004
En un momento dado un nuevo
movimiento orogénico en el extremo occidental del Mediterráneo volvió a
abrir el istmo de Gibraltar de nuevo. La comunicación con el Atlántico se
restableció, provocando que las aguas del Atlántico se precipitaran hacia el
valle del Mediterráneo, una vez más, originando una catarata monstruosa, de
unos treinta kilómetros de ancho y dos mil metros de alto. La precipitación
duró aproximadamente unos cien años hasta que las aguas llenaron la cuenca
del Mediterráneo, sufriendo el entorno un cambio geológico y climático muy
importante, creándose lo que hoy Ilamamos: “Mare Nostrum”. Desde entonces,
el Mediterráneo se encuentra en equilibrio gracias al agua superficial que
entra desde el Atlántico.
Figura nº 7.- Cuenca del
Mediterráneo en el Messiniensse.
Fuente: Elaboración propia,
2004
Se aprecia la desecación de la
cuenca, y la aparición de grandes corredores-puente entre Europa y África.
ANTERIOR |
ÍNDICE |
SIGUIENTE